Calvario de la Portada de la Iglesia de San Esteban

 

 

La portada principal y única por la que se tiene acceso a la iglesia de San Esteban es una muestra excelente y el prototi­po del estilo plateresco, cuya traza parece corresponder al arte de Juan de Álava, que fue contratado para diseñar toda la igle­sia, en estilo gótico florido, por el cardenal Juan Álvarez de Toledo, tío del gran Duque de Alba.


Portada de la  iglesia de San Esteban.
Fotografía de Tomas Meson


Al igual que la de la Catedral Nueva, esta portada se asemeja a un retablo, dividido en tres diferenciados cuerpos y siete calles. El cuerpo superior está protegido por una arcada de medio punto ‑adornada con arquivoltas de motivos florales y cabezas de ángel‑ que la preserva del polvo y de la lluvia por medio de un intradós de 4,14 metros de anchura, que constituye un precioso artesonado milanés, de 399 casetones con sus correspondientes pinjantes o alcachofones. 

El cuerpo inferior de la portada lo constituye la puerta de acceso al templo con arco de medio punto, soportado por columnitas de fuste cilíndrico adornadas ‑al igual que las arquivoltas‑ con menudas labores de afiligranadas hojas. En las enjutas dos artísticos tondos con bustos de Moisés con potencias en forma de cuernos y las tablas de la Ley y Elías, tocado con turbante y portando una filacteria con la inscripción "Zelo Zelatus". I Reyes (19, 14) 

Hay seis pilastras áticas a los costados de la puerta adornadas con grutescos; en los cuatro vanos interiores estatuas de santos de la Orden con repisa y doselete. Los dos de la derecha son San Francisco de Asís, estigmatizado en su mano izquierda y portando un Crucifijo en la mano derecha, hoy ambas mutiladas y su hija espiritual Santa Catalina de Siena, coronada de espinas, también con ambas manos mutiladas, suponiéndose que en la derecha llevaría un Crucifijo; los de la izquierda son San Jacinto de Polonia, con los brazos cruzados sosteniendo en la mano izquierda la imagen de la Virgen y en la derecha el copón con las Sagradas Formas y Santo Domingo de Guzmán, que con la estrella sobre la frente, apoya el pie izquierdo sobre la bola del mundo, junto al pie derecho tiene un perro con una antorcha en la boca, la mano derecha en alto y mutilada con la que sujeta una vara de azucenas, podría haber portado las disciplinas de la flagelación y sujeta un libro cerrado con la mano izquierda, que apoya en la cadera. 

En los dos vanos exteriores excelentes bustos de Adán y Eva, en medallones con corona vegetal de encina, cubiertos también por artísticas chambranas. Todos los autores coinciden en la identificación de los personajes citados. 

Separa este cuerpo del central un friso, finamente labrado, con tres escudos episcopales del fundador, adornado con angelotes, cuatro arpías y dos candelabros en el centro y seis medallones, separados por pilastrillas con grutescos, que son efigies de Hebe o Minerva con una especie de casco con rodetes laterales; del apóstol Santiago con armadura de guerrero y sombrero de peregrino, que empuñaría en su mutilada mano derecha una espada, aprecián­dose sobre el ­peto el ristrel para encajar la lanza; del rey David con corona y tañendo el arpa; de San Jorge con casco y armadura de guerrero blandiendo un venablo que atraviesa las escamas de un dragón con las fauces abiertas, apreciándose también el ristrel sobre el peto; un caballero desconocido vestido a la usanza de la época, en talla más pequeña que las restantes y Hércules1, luciendo casco adornado con cabeza de león y exhibiendo sobre el busto la piel del mismo animal. 

Para Camón Aznar y Cirlot, San Jorge sería San Miguel y Salomón el caballero desconocido2. Según Ángel de Cabo el varón desconocido sería el duque de Alba, padre de fray Juan Álvarez de Toledo. Luis Cortés apunta la teoría de que efectivamente se trata de don García Álvarez de Toledo y que la figura de Hebe o Minerva sería su esposa doña Leonor María Enriquez3. 

El cuerpo central presenta una hornacina de arco románico con varias arquivoltas adornadas con follaje y cabezas de ángeles una y con hojas de acanto la exterior, que enmarca un magnífico relieve del martirio de San Esteban, que da nombre a la iglesia, obra del heredero del manierismo del quinientos, el italiano Juan Antonio Ceroni, nacido en Como, en el estado de Milán, quien esculpió su nombre en la piedra de las de la lapidación en que se apoya el santo: IOANNES ANTONIUS CERONIUS COMENSIS F. y en otra, que se dispone a tomar uno de los que le apedrean se lee: AÑO 1610, que es la fecha del remate de la obra. A los pies del relieve y sobre la cinta de piedra en que descansa el grupo, una inscripción que dice: DOMINE NE STATUAS ILLIS HOC PECATUM, últimas palabras del protomártir cristiano. 

El fondo del relieve es un paisaje con una ciudad amurallada (se supone que Jerusalem) en un lado, en el otro una zona boscosa con alguna edificación y en lo alto la Santísima Trinidad contemplando la escena entre nubes. 

En las enjutas, sobre la hornacina, se ven dos raros medallones con las figuras que desbordan el círculo y que son el santo Job en una, rodeado de su esposa y amigos y Abraham, con la espada en alto sobre su hijo Isaac arrodillado, un ángel sobrevolando y abajo el cordero, en el otro y sobre la clave otro medallón normal con la figura del rey Salomón, con cetro, corona y un libro en la mano, en apreciación de Ceballos, Cabo y Espinel4. Estas figuras han dado lugar a varias identificaciones. En Job coinciden todos los autores pero para Camón Aznar y Cirlot las otras dos figuras son David y su padre Jetsé2. 

Al igual que en el cuerpo inferior hay seis pilastras áticas a los costados de la hornacina adornadas con grutescos diferenciándose de las anteriores en que en su tercio inferior los adornos son especie de pebeteros o flamígeros orientales adornados con niños juguetones desnudos; en los vanos seis estatuas de santos con repisa y chambrana de historiadas labores con calados encajes en los cuerpos superpuestos. 

Los santos son: San Antonino, arzobispo de Florencia con ornamentos episcopales, la mano derecha en alto que al igual que la mano izquierda, vacía una bolsa repleta de monedas; Santo Tomás de Aquino adornado con cadena de oro al cuello de la que pende el sol, con la maqueta de una iglesia apoyada sobre un libro cerrado en la mano izquierda y, se supone que, con una estrella en la levantada mano derecha que ilumina la maqueta; San Andrés con las aspas del suplicio, uno de cuyos brazos acaricia con la mano derecha mientras sujeta un libro cerrado con la mano izquierda; San Juan Bautista, revestido de pieles, con el divino Cordero en brazos; San Pedro de Verona, dominico mártir con un libro abierto hacia el público en la mano izquierda, donde pueden leerse las primeras palabras del Credo, un puñal en el pecho y sujetando con la mano derecha la palma del martirio, que consiste en un palmón rizado al estilo de los que se lucen el Domingo de Ramos y San Vicente Ferrer en hábito de la Orden portando una filacteria en su mano derecha con la leyenda: "GR VENIT HORA IUDITII EIUS" y una llama en la mano izquierda. 

En los frentes el beato Enrique Sussón con vestido de la Orden quien llevaría en su mano derecha mutilada un Crucifijo y San Alberto Magno para Ceballos5 con ropas episcopales como obispo de Ratisbona, sosteniendo un libro abierto en la mano izquierda y la cruz episcopal en la derecha. Pa­ra Camón Aznar el beato no es tal sino San Vicente Ferrer6 aunque consideramos errónea tal atribución. 

En el intradós del pilar de la izquierda, San Álvaro de Córdoba, tonsurado, con un tonel en la mano derecha y un libro abierto en la izquierda y San Luis Beltrán portando entre las manos un Crucifijo cuyo brazo vertical acabaría en forma de mango de pistola y en el extradós de este pilar, el beato Gonzalo obispo de Amarante con el bordón de peregrino en la mano derecha y sujetando la maqueta de un puente en la izquierda y Pedro González (San Telmo), en apreciación tanto de Ceballos como de Camón Aznar7 portando un libro abierto en la mano izquierda y sujetando un barco con las velas desplegadas en la mano derecha. Sin embargo Luis Cortés identifica al primero de ellos con el beato Gil de Santarem. 

En el ángulo de unión de este pilar y el muro de la iglesia, San Antonio Abad, tonsurado, de luenga barba con el cayado en la mano derecha, un libro abierto en la izquierda, cruz pectoral y a los pies un cerdo con campanilla al cuello. Camón Aznar y Luis Cortés son los únicos que lo citan8. 

En el intradós del pilar de la derecha San Raimundo de Peñafort con un libro abierto en la mano izquierda, las llaves en la derecha y a sus pies mitras y dignidades y Santa Inés de Montepulciano con el Niño Jesús sobre su brazo izquierdo y la mano derecha levantada luciendo una pequeña Cruz a manera de joya, en apreciación de Ceballos5.


Calvario de la portada de la  iglesia de San Esteban 
Fotografía de Santiago Abella

El cuerpo superior, marcadamente renacentista, separado del central por un friso corrido de grutescos, adornado con unicornios cabalgados por niños, está centrado por una hornacina de arco escarzano que contiene un Calvario, que Espinel atribuye a Cellini, de tres figuras: Cristo, la Virgen y San Juan, todos de tamaño natural y fina labra. El Crucificado es un Cristo a punto de expirar, vigoroso, enérgico, elegantemente correcto en las formas, desplomado sobre los pies, de soberbia cabeza pequeña ligeramente inclinada hacia el pecho y a la derecha, bellamente modelado con algo de dibujo en las costillas y pectorales anchos en trapecio hacia las axilas, rostro apacible y anguloso, arrugada frente, recortada barba, cabellera abundante de largos y rizados cabellos que caen en mechones sobre los hombros, corona de espinas de anchos cordones sinusoidales, abdomen retraído sin apenas curva en el epigastrio, piernas robustas con las rodillas carnosas muy proyecta­das hacia adelante y pies inclinados a la derecha, atravesados por un sólo clavo, brazos fornidos y descoyun­tados, con los dedos de las manos no muy estirados y paño de pureza pequeño, con poco airosos pliegues horizontales, ceñido en la parte derecha, sin anudamiento y vuelta de la tela y amplio colgante hacia el mismo lado dejando ver ambos muslos en su totalidad. 

La Virgen, en pie, con las manos juntas sobre el pecho, la cabeza pequeña girada hacia su izquierda y a lo alto, contemplando a su Hijo y abriendo con los codos el amplio manto que la cubre desde la cabeza, abrochado al cuello y dejando ver con generosidad una túnica sin apenas pliegues y quiebros al igual que el manto. 

San Juan, también de pie, de reducida cabeza vuelta hacia arriba en atrevido escorzo, rostro joven y larga cabellera, tiene la mano derecha sobre el pecho y la izquierda baja, presentando la pierna derecha adelantada que deja ver los pies descalzos. La amplia túnica, de redondeado escote y con cinturón de cordones, deja ver muy poco el manto echado hacia atrás y al igual que las vestiduras de la Virgen carece de pliegues quebrados. 

La disposición del escorzo y la postura de los brazos de este San Juan recuerdan a la imagen del Calvario de la iglesia de Santa María de los Caballeros. 

El fondo del Calvario, en su parte inferior, pre­senta el monte de las calaveras, más atrás la ciudad amurallada y el templo y en la parte superior paisaje de árboles y más arriba nubes que rodean la parte alta de la Cruz y asomando entre ellas el sol y la luna. 

La Cruz es grande, ancha y plana y luce cartela rectangular, de mediano tamaño, que soporta una especie de pergamino, más pequeño, clavado con cuatro puntas en los ángulos con la inscripción infamante, que ocupa la totalidad de su superficie. 

A cada lado de la hornacina dos grupos de ocho columnas pareadas y dos extremas con preciosas columnas de torneados balaustres adornadas en el tercio inferior de los fustes y para no dejar vacío alguno, entre las columnas, una faja vertical adornada con grutescos de finos ramos colgantes. En los vanos cuatro estatuas de santos, sobre artísticas peanas y cubiertas con adornados doseletes calados; las de los extremos parecen ser los pontífices San León y San Gregorio Magno con báculo pontificio en la mano derecha, hoy desaparecido y libro cerrado en la izquierda y las interiores los apóstoles San Pedro y San Pablo, con los símbolos de llaves y espada respectivamente y además sendos libros en la mano izquierda. 

Las columnas singulares extremas son más reducidas como consecuencia de la curvatura del arco. 

En las enjutas sobre el Calvario dos artísticos medallones con los bustos de los apóstoles San Pedro y San Pablo y en el centro bello relieve con adornada figura. 

Sobre el sencillo cornisamento un espacio curvo en cuyo centro  se aprecia un amplio relieve, bajo artístico conopio, donde se aprecia al Padre Eterno con la esfera del mundo en una mano y bendiciendo con la otra. A los laterales del arco cono­pial dos ángeles tenantes de gran tamaño y el resto, del espacio curvo, lo llenan pilastrillas muy adornadas y grutescos en los vanos. 

Enmarcando toda la fachada, en cada uno de sus costados, dos pares de hermosas pilastras que alcanzan hasta el friso del segundo cuerpo, que continúa y que reproducen el ornamento de ambos cuerpos con sus grutescos, sus imágenes de santos ‑con los correspondientes soportes y chambranas‑ y sus artísticos medallones. 

Los pares de columnas abalaustradas del cuerpo superior, estriadas y con adornos, son reproducción a gran escala de las interiores y en las enjutas se aprecian enormes escudos episcopales del fundador con ángeles, bichas, grifos y monstruos tenantes. 

Los autores de tan artística fachada no constan con seguridad. Ya se ha dicho que la traza se debe a Juan de Álava, pero los testimonios escritos apuntan a que trabajó materialmente en ella y se supone que modificó el primitivo proyecto el aparejador fray Martín de Santiago. También parece que colaboró Rodrigo Gil de Hontañón. 

La noticia cierta es que Juan Antonio Ceroni fue el autor del Calvario del cuerpo superior, con las tres figuras de Jesús, la Virgen y San Juan; las del martirio de San Esteban en la hornacina del cuerpo central y de cinco figuras de santos: la de Santa Catalina de Siena, ya entregada a la firma de la escritura del contrato en 28 de setiembre de 1609 y las otras 4 imágenes de santos de la Orden, con las insignias de cada uno a elegir por el autor, que serían los santos Jacinto, Francisco y Domingo y probables: Tomás, Juan y VicenteFerrer9 y además, se obli­gaba a tallar, otra de Santo Domingo para colocar donde ordenara el padre Andrés Arnao de Barrientos. Indudablemente es obra suya la estatua de San Pedro Telmo en apreciación de José Hernández Díaz10. 

Del resto de estatuas, hasta completar veintiocho, de los 31 medallones, ‑en su mayoría personajes bíblicos del antiguo testamento, que se mezclan con personajes mitológicos paganos‑, de los 9 escudos de armas, las 40 repisas y los 58 doseletes, no se sabe quiénes fueran sus autores, aunque puede apreciarse que eran auténticos artistas. 

Parece que trabajaron artistas tan destacados como Antón de Malinas, Domingo Vidaña, maestro Gil de Ronça, también nombrado Egidio y el maestre Diego, que ya habían colaborado en la Catedral Nueva o Alonso de la Fuente y Antón de Lorena, colaboradores en la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, de los padres Jerónimos. También pudieron trabajar, Anaya, Miguel de Espinosa, Guillén de Juni, Guillén Ferrán, Diego Gómez, Antonio Sánchez y Juan Guerra.

 

 

 

1.- Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, La iglesia y el convento de San Esteban de Salamanca. Salamanca, 1987. Pg. 126.

2.- José Camón Aznar, Guía de Salamanca. Madrid, 1932. Pg. 99 y Juan Eduardo Cirlot, Salamanca y su provincia. Barcelona 1956. Pg.95.

3.- Ángel de Cabo Alonso y Alfonso Ortega Carmona, Salamanca. Geografía, historia, arte y cultura. Salamanca, 1986. Pg. 450 y Luis Cortés Vázquez y Paulette Gabaudan, La fachada de San Esteban. Salamanca, 1955. págs. 37 y 44.

4.- Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, ob. cit. pg. 126. - Ángel de Cabo Alonso y Alfonso Ortega Carmona, ob. cit. pg. 450 y 451 y José  Luis Espinel, San Esteban de Salamanca. Historia y guía. (Siglos XIII-XX). Salamanca, 1978. Pg. 179.

5.- Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, ob. cit. pg. 128.

6.- José Camón Aznar, ob. cit. pg. 99.

7.- Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, ob. cit. pg. 128.- José Camón Aznar, ob. cit. pg. 99 y Luis Cortés Vázquez y Paulette Gabaudan, ob.  cit. pg. 65.

8.- José Camón Aznar, ob. cit. pg. 99 y Luis Cortés Vázquez y Paulette Gabaudan, ob. cit. pg. 75/77.

9.- Luis Cortés Vázquez y Paulette Gabaudan, ob. cit. pg. 18

10.- José Hernández Díaz, Escultura y arquitectura españolas del siglo XVII. SUMMA ARTIS. Volumen XXVI. Madrid, 1983. Pg. 293.



Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00