El Murciélago Alevoso de Fray Diego Tadeo y Otro

 



Por José María Hernández Pérez
21/02/2025 Rev. 0



Biografía

Diego Tadeo González Ávila nace en Ciudad Rodrigo el 22 de julio de 1732 y es bautizado el día 27, en la iglesia de san Juan Evangelista, por el teniente prior Pedro Hernández de la Carrera, siendo padrino Manuel Notario de la Cruz, tesorero de la Santa Iglesia Catedral y testigos, Antonio Mansilla, Bernardo Fernández y José Díaz del Castillo.

Fueron sus padres: Diego Antonio González, natural de Zamora y Tomasa de Ávila García Varela nacida en Salamanca, casados el 05/09/1731 en la parroquia de san Isidoro y san Pelayo (luego San Isidro), por poderes conferidos a Antonio Colmenero. Las velaciones se celebran en Ciudad Rodrigo el 11/09/1731 por el licenciado Pedro Hernández de la Carrera, actuando de testigos Francisco González de Rueda, teniente del Regimiento de Burgos y Bartolomé Cebeda, sacristán de la parroquia.

Tuvieron 3 hijos más: Manuel Fernando, nace el 04/03/1734, siendo también padrino Manuel Notario de la Cruz; Luis, el 21/06/1736, padrino Félix Jacinto González y José Antonio, el 02/01/1738, siendo padrino Sebastián Núñez.

Diego era viudo de María Fernández Nieto, con la que no tuvo descendencia y fue administrador de la Real Hacienda de Ciudad Rodrigo, algún tiempo de los bienes del Obispado y administrador privado de la II marquesa de Castelar, María Josefa de Castro Rodríguez. Falleció el 13/04/1749.

La vocación religiosa de Diego le lleva a ingresar en los Agustinos y hace su profesión solemne en el convento de san Felipe el Real de Madrid, al mismo tiempo que su hermano Manuel Fernando, el 23/10/1751. Estudia Artes en Madrid en el Colegio de la Encarnación, que se conoce como de doña María de Aragón. Acabados los 3 años de la carrera se traslada a Salamanca para estudiar Teología durante otros 4 y su hermano también cursa idénticos estudios.

En 1760 comienza a ejercer como Lector, que le habilita para la enseñanza. Pasa en 1762 a Pamplona como Lector de Arte y recala luego en Alcalá de Henares. Es nombrado en 1768 para desempeñar el cargo de Lector de Teología en el convento de Salamanca donde fue estudiante antaño y le acompaña en el cargo fray José Apraiz, siendo hasta 1773 docente en esta disciplina. Llega a Salamanca José Cadalso en este año, siendo Capitán del Regimiento de Caballería de Borbón, iniciándose lo que se conoció como Escuela Poética Salmantina o como le gustaba denominarla a Diego, desde 1775, Parnaso Salmantino. Estuvo formado por: Batilo, Juan Meléndez Valdés; Dalmiro, José Cadalso; Amintas, Juan Pablo de Fornes; Arcadio, José Iglesias de la Casa; Delio, el propio Diego; Liseno, Juan Fernández Rojas; Hormesindo, Ramón Cáseda y Esparza; Andrenio, Andrés del Corral, natural de Lumbrales (Salamanca); Elpino, Eugenio Llaguno y Amírola; Cleón, León de Arroyal; Damón, Pedro Estala; Albano, Antonio José de Alba y Ayuste; Menalio o Meliso, Salvador de Mena y Fabio, Manuel María Cambronero.





Ejerció su influencia Gaspar Melchor de Jovellanos con su “Carta de Jovino a sus amigos salmantinos”, que son: Batilo, Liseno y Delio. 

Desde 1775 a 1779 ejerce de prior en Salamanca y se aleja definitivamente al ser designado Secretario de Provincias, destinado en Madrid, recibiendo el 1 de julio el Grado de Maestro en Sagrada Teología en el convento de san Agustín de Ciudad Rodrigo, actuando como promotor Francisco Salcedo. Fue Prior del convento María de Aragón en Madrid en 1789 y en la última etapa de su vida fue nombrado también Censor. En el Capítulo General de 1794 es nombrado Prior de san Felipe el Real, cayendo enfermo y falleciendo en Madrid el 10 de setiembre, dando ejemplo de conformidad, fervor y magnanimidad cristiana.

En 1892 Ciudad Rodrigo le dedica una calle y coloca una lápida, detrás de las ruinas de san Francisco y el teatro es bautizado con su nombre, pasando después a ser “Teatro Nuevo”. El IES de la calle Carmelitas lleva su nombre y en Salamanca, Fernando Araujo, en “La Reina del Tormes”, denomina la que fue calle de los Peces, entre Rúa y Corrillo, antes de la demolición de la Isla de la Rúa, como de Tadeo González.




Obra poética



    

Tiene una influencia neoclásica. Aunque de sólida formación religiosa no vacila en reflejar la temática amorosa, aunque de una forma refinada, con tono galante y sin caer en la irreverencia. Usa el anacreontismo y juega con los placeres mundanos sencillos, amor y naturaleza, utilizando un lenguaje desenfadado y festivo. La versificación de su obra es pulcra y maneja con soltura el verso corto de ritmo fluido. Fue el mejor imitador de fray Luis de León de quien se sabía de memoria todas las Odas y se identificó con él hasta el punto de pasar largas temporadas en la finca “La Flecha”, lugar de reposo de fray Luis, donde alumbró sus mejores obras. También recordaba de memoria las Odas de Horacio.

Podemos clasificar su obra en:

Cantos
A las edades; A la niñez; A la inmortalidad del alma; A la providencia; A Lisi malagueña; A la quemadura del dedo de Filis; A Melisa; El Cádiz trasformado; El triunfo de Manzanares; Al río Guadalete; Al Darro quejoso; A vecinta desdeñosa y A la cueva de los vientos.


Elegías
A la muerte de un amigo; A la fugacidad de la vida y Por don Luis Folcubras y Sión.

Églogas
A Narciso; A Tirsi y Filis; Llanto de Delio y profecía del Manzanares y Delio y Melisa.

Epístolas
A un amigo sobre la vanidad del mundo; Sobre la verdadera felicidad; Historia de Delio a Jovino; Elio y Batilo (inacabado); A Jovino; Tercetos a Delio; Quintillas a don Bartolomé Vázquez y Décimas a la noche pintada.

Himnos religiosos
En honor a la Virgen María; Al Santísimo Sacramento; Veni Creator; Te Deum Laudemos; Magníficat; Salmos y Del epitafio latino.

Invectivas
Contra un murciélago alevoso; Contra los malos poetas; Contra la corrupción de las costumbres; A un orador contrahecho; A una vieja que se adornaba mucho; A una señora que se quejaba demasiado; Al pedorrero y A una pintura confusa de la gloria.

Odas
A la soledad; A las bellas artes; A la virtud; A la exaltación al trono de Carlos IV; De la temprana muerte del Señor Infante don Carlos Eusebio; Soneto a la paz ventajosamente concluida por Carlos III; A Liseno; Al pensamiento; En los días de Lisi; El digamos de Mineo; Tarjetas que se exponen en la Lonja de san Felipe; Endechas a Mirta ausente; Levanta ya del suelo y Dichas soñadas del poeta Delio.

Traducciones
De las geórgicas de Virgilio; De pasajes de Horacio; El Cantar de los Cantares (quedó inédito) y Exposición del Libro de Job.



El murciélago alevoso

Cuatro días antes de su muerte y sintiendo escrúpulos a causa de sus poesías, las junta con cartas y papeles varios y manda quemar todos sus escritos, pero su amigo fray Juan Fernández de Rojas (Liseno), desoye la orden y publica en 1796 las “Poesías del M. F. Diego González, del Orden de S. Agustín”. Dalas a la luz un amigo suyo. Las precede de una breve biografía. 


Portada del libro Poesías del M. F. Diego González,
del Orden de S. Agustín de 1796


La edición príncipe es de la Viuda e Hijo de Marín y una segunda edición corregida y aumentada sale a la luz en 1805. Se habla de una edición salmantina de Francisco de Tójar en 1795, pero no ha sido posible su localización. Existen además la de Ildefonso Mompié de Valencia en 1817, con una ilustración del murciélago. Otra en Barcelona de 1821, imprenta Araluce. Otra más en Zaragoza de 1831, imprenta M. Herce. La librería Cuesta de Madrid efectúa una nueva impresión en 1834, otra en Sevilla en 1842 y la de la Biblioteca de Autores Españoles de 1869 en el tomo LXI.

En el Semanario erudito y curioso de Salamanca aparece con frecuencia su poesía: 08/09/1793; 17/09; 11 y 29/10/1976; 28/01, 21/03, 25 y 29/04 y 23/05/1797.

Utiliza la fábula como relato breve para transmitir enseñanzas morales, como hicieron también Félix María de Samaniego y Tomás Iriarte. Es la historia de un murciélago que se vale de la astucia y del engaño para beneficiarse de una situación. En el dilema moral en lugar asumir una postura honrada opta por el oportunismo. Pero la actitud alevosa se vuelve en su contra demostrando que la deslealtad y la hipocresía terminan por recibir el merecido castigo.

Elige como modelo el murciélago por su ambigüedad pues se trata de un mamífero con alas, extremidades anteriores que le permiten el vuelo y que ve en la oscuridad, diferenciándose del resto de animales.

Poesía desenfadada entre la tradición burlesca y la sátira, se compone de estrofas de 8 versos endecasílabos y heptasílabos, que finalizan con el rotundo: “Aquí yace el murciélago alevoso”.



Estaba Mirta bella
cierta noche formando en su aposento,
con gracioso talento,
una tierna canción, y porque en ella
satisfacer a Delio meditaba,
que de su fe dudaba,
con vehemente expresión le encarecía
el fuego que en su casto pecho ardía.

Y estando divertida,
un murciélago fiero, ¡suerte insana!
entró por la ventana:
Mirta dejó la pluma, sorprendida,
temió, gimió, dio voces, vino gente;
y al querer diligente
ocultar la canción, los versos bellos
de borrones llenó por recogellos.

Y Delio, noticioso
del caso que en su daño había pasado,
justamente enojado
con el fiero murciélago alevoso,
que había la canción interrumpido,
y a su Mirta afligido,
en cólera y furor se consumía,
y así a la ave funesta maldecía.

¡Oh! monstruo de ave y bruto,
que cifras lo peor de bruto y ave,
visión nocturna grave,
nuevo horror de las sombras, nuevo luto,
de la luz enemigo declarado,
nuncio desventurado
de la tiniebla y de la noche fría,
¿Qué tienes tú que hacer en donde está el día?

Tus obras y figuras
maldigan de común las otras aves,
que cánticos suaves
tributan cada día a la Alba pura;
y porque mi ventura interrumpiste,
y a su autor afligiste,
todo el mal y desastre te suceda
que a un murciélago vil suceder pueda.

La lluvia repetida,
que viene de lo alto arrebatada,
tan solo reservada
a las noches, se oponga a tu salida;
o el relámpago pronto reluciente
te ciegue y amedrente;
o soplando del Norte recio el viento
no permita un mosquito a tu alimento.

La dueña melindrosa,
tras el tapiz do tienes tu manida,
te juzgue inadvertida
por telaraña sucia y asquerosa,
y con la escoba al suelo te derribe;
y al ver que bulle y vive
tan fiera y tan ridícula figura
suelte la escoba y huya con presura.

Y luego sobrevenga
el juguetón gatillo bullicioso,
y primero medroso
al verte, se retire y se contenga,
y bufe, y se espeluce horrorizado,
y alce el rabo esponjado,
y el espinazo en arco suba al cielo,
y con los pies apenas toque al suelo.

Mas luego recobrado,
y del primer horror convalecido,
el pecho al suelo unido,
traiga el rabo del uno al otro lado,
y cosido en la tierra, observe atento;
y cada movimiento
que en ti llegue a notar su perspicacia
le provoque al asalto y le dé audacia.

En fin, sobre ti venga,
te acometa y ultraje sin recelo,
te arrastre por el suelo,
y a costa de tu daño se entretenga,
y por caso las uñas afiladas
en tus alas clavadas,
por echarte de si con sobresalto,
te arroje muchas veces a lo alto.

Y acuda a tus chillidos
el muchacho, y convoque a sus iguales
que con los animales
sueles ser comúnmente desabridos;
que a todos nos dotó naturaleza
de entrañas de fiereza,
hasta que ya la edad o la cultura
nos dan humanidad y más cordura.

Entre con algazara
la pueril tropa al daño prevenida,
y lazada oprimida
te echen al cuello con fiereza rara;
y al oírte chillar alcen el grito
y te llamen maldito!
y creyéndote al fin del diablo imagen,
te abominen, te escupan y te ultrajen.

Luego por las telillas
de tus alas te claven al postigo,
y se burlen contigo,
y al hocico te apliquen candelillas,
y se rían con duros corazones
de tus gestos y acciones,
y a tus tristes querellas ponderadas
correspondan con fiestas y carcajadas.

Y todos bien armados
de piedras, de navajas, de aguijones,
de clavos, de punzones,
de palos por los cabos afilados.
(de diversión y fiestas ya rendidos)
te embistan atrevidos,
y te quiten la vida con presteza,
consumando en el modo su fiereza.

Te puncen y te sajen,
te tundan, te golpeen, te martillen,
te piquen, te acribillen,
te dividan, te corten y te rajen,
te desmiembren, te partan, te degüellen
te hiendan, te desuellen,
te estrujen, te aporreen, te magullen,
te deshagan, confundan y aturullen.

Y las supersticiones
de las viejas, creyendo realidades,
por ver curiosidades,
en tu sangre humedezcan algodones,
para encenderlos de la noche oscura,
creyendo sin cordura
que verán en el aire culebrinas
y otras tristes visiones peregrinas.

Muerto ya, te dispongan
el entierro, te lleven arrastrando,
gori, gori, cantando,
y en dos filas delante se compongan;
y otros, fingiendo voces lastimeras,
sigan de plañideras,
y dirijan entierro tan gracioso
al muladar más sucio y asqueroso.

Y en aquella basura
un hoyo hondo y capaz te faciliten,
y en el te depositen,
y allí te den debida sepultura:
y, para hacer eterna tu memoria,
compendiada tu historia
pongan en una losa duradera,
cuya letra dirá de esta manera:

                (Epitafio)
Aquí yace el murciélago alevoso
que el sol horrorizó y ahuyentó el día,
de pueril saña triunfo lastimosos,
con cruel muerte pagó su alevosía;
no sigas, caminante, presuroso,
hasta decir sobre esta losa fría:
"Acontezca tal fin y tal estrella
a aquel que mal hiciere a Mirta bella”.


“El murciélago alevoso” fue impreso en 1786 en el Correo de los ciegos de Madrid, el 12 de diciembre, páginas 74/75. En noviembre de 1785 en el Memorial Literario, página 394 y en 1790 en el Diario de Valencia. En 1917 aparece en la Revue Hispanique en edición de León Verger (pseudónimo de Raimundo Foulché-Delbosc) XXXIX, páginas 294/300 y en El Paraíso español de los siglos XVIII y XIX, páginas 4/10. En Tierra Charra de Ciudad Rodrigo el 29/07/1928, páginas. 48/52.





Autores con referencias al “Murciélago alevoso”


GUMERSINDO GUTIÉRREZ

Escribió la zarzuela en un acto y en prosa con ese título y le puso música el maestro Ramón Estellés, estrenándose el 24 de diciembre de 1891 en el teatro Apolo madrileño.




VICENTE BLASCO IBAÑEZ

Escribió el poema “El murciélago alevoso y la fiesta de los maestros cantores”, para presentarlo a los Juegos Florales convocados. Se lo llevó en el mes de julio de 1891 a su domicilio de la calle de Pelayo, número 4, en Valencia, al mestre Constantí Llobart para que, el que se decía iniciador de la Renaixença, lo corrigiera y mejorara. No pudiendo asistir el Mantenedor Francisco Pi y Margall, fue designado Blasco Ibáñez, con lo que el poema quedó inédito en algún cajón. Desconociéndose las vicisitudes por las que pasara, hoy se encuentra en la Biblioteca Valenciana. En la Obras Completas, en 3 tomos, que editó Aguilar en 1958, no figura.



RUBEN DARIO

Aparece en “Los motivos del lobo”, inspirado en la leyenda medieval “Florecillas de san Francisco”, fábula de “san Francisco de Asís y el lobo de Gubbio” y en la estrofa final simboliza el regreso de la maldad y la mentira: 


Cuando el lobo volvió al bosque, 
sintió que el bosque era un infierno.
Huyó el alma del guerrero, 
volvió el murciélago alevoso… 



CONDESA DE PARDO BAZÁN

En “Una cristiana” se trasluce el poema de fray Tadeo y el tono burlesco con la tragedia clásica y fuerza el lenguaje de forma tan dura que hace sentir especial gozo ante el suplicio y muerte del murciélago por parte del seminarista Serafín, en contraposición con la piedad de Carmen Aldao.




FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO

Su fábula “Los huevos moles” es una parodia de “El murciélago alevoso”.


      Los huevos moles

 
Compuso Juana un día
de huevos moles razonable fuente,
sin saberlo su tía,
que la hubiera reñido impertinente;
con ella se promete
obsequiar a Perico, un mozalbete
con quien la niña tuvo un cierto acaso.
Mas esto no es del cuento, al cuento paso.
Hecha la fuente, ya guardarla piensa
en lugar reservado;
en efecto, metiola en la despensa
y, dejando cerrado,
a la labor se vuelve muy serena.
Mas el diablo sutil que el mal ordena
desbarató de Juana el fino intento,
escogiendo un ratón por instrumento.
Esta vil criatura
por todo el aposento discurría
con tanta travesura
que agente de negocios parecía,
buscando diligente
manjar en que pudiera hincar el diente;
y, encontrando la fuente cara a cara,
para el feliz asalto se prepara.
Jamás el griego acometió al troyano,
el Campeador a Muza,
a Bayaceto el Tamorlán tirano,
ni en cruda escaramuza
con tanta fuerza el godo poderoso,
testigo de ello el cielo luminoso,
acometió a los vándalos y suevos,
como el ratón arremetió a los huevos.
Allí, sin temer daño,
trabado de palabra con la fuente,
la tripa de mal año
saca, como se dice vulgarmente,
sin que advirtiese que le estaba viendo
un enorme gatazo reverendo,
capón de hocico, si detrás castrado,
y de manchas el lomo remendado.
 El animal, que de su huésped mira
el descuido notable,
salta al vasar intrépido y se tira
al ratón miserable,
cual húsar bravo o capitán prusiano
 se tiran a un francés republicano,
siendo el final del temerario duelo
fuente, gato y ratón venir al suelo.
Al golpazo medrosa,
acude prestamente la sobrina
y, entrando presurosa,
la causa del estrépito examina;
y, viendo ya perdidos
los huevos de Perico apetecidos,
el llanto empaña sus hermosos soles,
 justas exequias de los huevos moles.
Mas volviendo a Perico, que ignorante
del catástrofe estaba,
y de Juanita la expresión amante
solícito esperaba,
cuando fue noticioso del suceso,
estuvo a pique de perder el seso,
en tanto grado que con rabia fiera
reconviene al ratón de esta manera:
«¿Por qué, monstruo malvado,
 el infernal hocico allí metiste?,
¿por qué a mi dueño amado
justo motivo de pesar le diste?,
¿ni cómo impunemente
pensabas asaltar la virgen fuente
 dejándonos en pena tan tirana
a mí sin plato, sin consuelo a Juana?
El cielo vengador, bestia disforme,
ejecute contigo,
en pena de delito tan enorme,
 un horrendo castigo:
persígante muchachos y criadas,
caigas en ratoneras bien armadas
y los vivientes de la tierra todos
te mortifiquen de distintos modos.
Píquente, pues, moscones,
garrapatas, ladillas y saltones
moscas, mosquitos, tábanos, polillas,
alguaciles arañas
con toda la caterva de alimañas,
y el brevísimo cínife ligero
de tu delito incauto trompetero.
Emboscadas de gatos te aprisionen,
te arañen y exterminen,
te persigan, te acosen, te arruinen
y nunca te perdonen;
en lazos corredizos, trampas, redes,
huevecida sacrílego te enredes
y sin poder parar en todo el mundo
ratón, Caín errante y vagabundo.
 Te muerdan, te maltraten,
te ahoguen, despedacen, mortifiquen,
te revienten, te maten,
te descoyunten y te sacrifiquen,
te ahorquen, te estropeen,
te despeñen, te arrastren, te aporreen,
te hieran, de desuellen, te mutilen,
chilles, rabies, te mueras, te aniquilen.
Con pena tan debida, tu insolencia
quedará castigada; 
yo contento y, en fin, por consecuencia
mi Juanilla vengada.
Mas, porque a todos sirva de escarmiento
el fin de tu goloso atrevimiento,
este epitafio en tu sepulcro escrito
conserve el ejemplar de tu delito:
 
                 Epitafio
 
Aquél cuya voraz hambre rabiosa
no perdonó jalea ni perada
en el vasar más alto reservada,
ni queso ni manteca ni otra cosa;
 


PIO BAROJA

En su “La lucha por la vida” hace mención en la página 16, cuando dice: “Si es usted un murciélago alevoso, yo le clavaría en mi puerta; si es usted un miserable galápago, yo le rompería su concha…”.





El otro murciélago alevoso

En el solar que fueron las Paneras Reales en la calle de Zamora 2 al 6, la firma Franconi y Matossi inaugura en 1850 el café “Suizo”, al igual que había hecho el 3 de junio de 1845 en Madrid, en la confluencia de Alcalá y Sevilla. El nombre de “El Suizo” es elegido por ser oriundos de Poschiavo, en el cantón suizo de los Grisones, Bernardo Pedro Franconi y Francesco Matossi.

En el “Suizo” madrileño es cliente asiduo, que se sienta en los veladores del rincón de la izquierda, un individuo de estatura media, tirando a baja, seco y no muy bien trajeado, pero elegante, que parecía pertenecer a una gran familia por su distinción, su elegancia y su altivez, por su comportamiento y por su corrección, que a diario da rienda suelta a sus dos pasiones: tomar a pequeños sorbos una taza de café puro y fumar tabaco de picadura en su pipa de cerezo, mientras lee parsimoniosamente, hasta la madrugada, el periódico “La Época”. Cuando a medianoche cierra el “Suizo” (donde en cierta ocasión quedó encerrado), recala en el “Brillante” de la calle de Alcalá, que no cierra en toda la noche.



Asiduo de las tertulias literarias de los cafés, hacia 1860 visita la de “El Parnasillo” de la Zarzuela, la de el café de “La Iberia” y ya en el siglo XX, la de “Fornos”.

Se trata de Florencio Moreno Godino, nacido el 7 de noviembre de 1829, a quien un contertulio, su amigo Eduardo de Inza, le ha bautizado con el apodo de “El murciélago alevoso”, con el que es conocido en todas las tertulias madrileñas, aunque el oficial con el que escribe es “Floro Moro Godo”. Son sus compañeros y competidores en donaires y agudezas personajes como: Manuel del Palacio, Narciso Serra, Emilio Arrieta, José Correa, Ricardo de la Vega, Ulpiano Segarra Balmaseda y el citado Eduardo de Inza. 

Brillante periodista, dramaturgo, poeta y novelista fue el apóstol de los bohemios, siéndolo él de prosapia, pues sin familia y solo, se levantaba al ponerse el sol, almorzaba a las 9 o las 10 de la noche en el más barato restaurante que encontrara a mano y comía cuando comenzaba a clarear la mañana. Pasaba olímpicamente de la inveterada costumbre: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena. El 19/10/1874 fue nombrado oficial de segunda clase en la Caja General de Depósitos con un sueldo de 12.000 reales.

En su obra “Viaje a Andalucía. (Con mucho rumbo y poco dinero)”, aclara el origen del dicho Entre Pinto y Valdemoro, dando por buena la versión del par de borrachines uno de Pinto, que se dirige a su pueblo tras el motín de Esquilache y salta de un lado a otro de la zanja que separa ambos pueblos, hasta quedar tendido en el medio y lanzar la frase que define su situación.

De su libro “Sonetos de broma”, editado en 1900, tomo el siguiente: 


Cuando regreso de luchar rendido, 
en la batalla de la vida fiera, 
hallo siempre una dulce compañera
en la pobre morada que es mi nido.
Con cariñoso afán, nunca mentido,
me recibe amorosa y placentera,
y su grato calor me remunera
de tanto como sufro y he perdido.
Ella mitiga mi dolor profundo,
me cura las heridas de la suerte,
en ella sólo mi esperanza fundo;
porque con su sabia lucidez me advierte
que es el único bien en este mundo
la cama, precursora de la muerte. 

Se cuenta que en cierta ocasión le visitó en el “Suizo” un reportero pidiéndole unas cuartillas para un periódico de próxima aparición y como era una temporada en que se encontraba con “posibles”, se negó en redondo a trabajar. Ante la insistencia reporteril y cuando ya abandonaba vencido, le llamó mandándole que sacara lápiz y papel y escribiera lo que le iba a dictar, pues la pluma no la cogía ni por todo el oro del mundo. Improvisó dos redondillas: 



No en el año que ha pasado,
sino en muchos que he vivido,
me ha dejado sorprendido
una cosa que he observado
que hace muchos años que
con el café me alborozo,
y siempre, aunque viejo, es “mozo”
el que me sirve el café. 

El Adelanto publica el 19 de setiembre de 1904 un artículo suyo, en la sección Recuerdos del tiempo viejo, titulado La muerte de Pelayo, que se refiere no al héroe de la Reconquista sino al autor del proverbio en un acto y en verso, estrenado en el teatro del Príncipe el 19/01/1867, “El que nace para ochavo”, Pelayo Castillo.

Atropellado por el coche de punto número 217, a las 11 de la noche en la calle de Alcalá el 07/07/1904, produciéndole heridas y lesiones leves, se le alojó en una pensión de la calle Horno de la Mata, que no pudo pagar y trasladado al Hospital General ante su agravamiento, falleció en la mayor indigencia, olvidado y abandonado el 09/12/1907. Su sepelio lo costeó la Asociación de la Prensa, aunque él nunca quiso pertenecer a asociación alguna. Se enterró en el cementerio del Este, en el cuartel 40, manzana 55, letra E, cuerpo 1 y fue traslado al osario común en 1918. Su obra póstuma fue “El último bohemio”, publicada en 1908.



 

BIBLIOGRAFIA

Obras completas de fray Diego Tadeo.- Padre Juan Fernández de Rojas (Liseno) en la imprenta de la Viuda de Marín. 1796. 

Fray Diego Tadeo González.- Irene Vallejo.

Fray Diego Tadeo González Ávila.- Elena de Lorenzo Álvarez.

Para una biografía de fray Diego González. En memoria de Antonio Rodríguez Moñino.- Jorge Demerson.

Fray Diego González. Poesía neoclásica.- Fernando Rodríguez de la Flor.

Investigaciones acerca de Fray Diego Tadeo González.- Maurice Raoux. (Tesis doctoral 1961/1962).

Historia crítica de la poesía castellana en el siglo XVIII.- Leopoldo Augusto de Cueto. Marqués de Valmar. 

Prensa de la época.