Los Orígenes de la Cruz Roja Salmantina (1873-1925)

 Notas para la historia local del mayor movimiento humanitario del mundo


Dispensario y sede de la Cruz Roja salmantina establecida en 1924 en la casa de los
Maldonado de Morille en la plaza de San Benito, fotografía de Ansede y Juanes
publicada en Salamanca y sus costumbres en 1928



Tras la Conferencia Internacional de Ginebra, del 26 al 29 de octubre 1863, convocada bajo las ideas y experiencias humanitarias del suizo Henri Dunant, fue creado el Comité Internacional de Socorro a los Militares Heridos. Se escogió como emblema del Comité la bandera de Suiza, país anfitrión y patria de Dunant, lo que a la postre le proporcionó el nombre de Cruz Roja. Allí se sentaron los principios del funcionamiento de la institución basados en proporcionar socorro a los heridos en guerra, fijando el personal voluntario necesario para tal cometido y estableciendo que sus personas y sus materiales sanitarios serían considerados y respetados como neutrales, proporcionándoles protección en los conflictos bélicos.

La Sección Española de la Asociación Internacional de Socorro a Heridos en Campaña se creó en Madrid por Real Orden del 6 de julio de 1864 como una institución humanitaria de carácter voluntario y de interés público que desarrollaba su actividad bajo la protección del Estado español, ejercida a través del Consejo de Protección y el patronazgo de los Reyes de España. 

El convenio internacional para mejorar la suerte de los militares heridos en campaña, firmado en Ginebra el 22 de agosto de 1864 por España, perfiló los estatutos de la asamblea española que fueron aprobados por la Real Orden de 31 de julio de 1868, extendiendo su actuación a los heridos en las luchas civiles, conflictos muy comunes en la España de la época. 

La Asamblea Española de Socorro a Heridos en Campaña de Mar y Tierra apenas fue conocida por los españoles en sus primeros años de existencia y careció de una organización efectiva. Pero la guerra entre Francia y Prusia (1870-1871) obligó, al no poder remitir auxilios eficaces, a dar a conocer las bases de su existencia y a pedir a todos los españoles su colaboración para la ayuda a los heridos en dicha guerra. Hasta entonces solo existían la Asamblea Central de Madrid y la Asamblea de Navarra que había sido fundada en Pamplona el 5 de julio de 1864, un día antes que la Central, por iniciativa de Nicasio Landa que junto a José Joaquín Agulló y Ramón, marqués de Ripalda, asistió en Ginebra a las reuniones del comité internacional convocado por Henry Dunant de las que surgiría el Convenio de Ginebra.

La Comisión de Valladolid se creó el 9 de junio de 1870 y al tiempo las subcomisiones de los barrios de Argüelles, de Pozas, de Chamberí, de Salamanca, del Sur, de las Peñuelas y otros que rodean a Madrid. La Comisión de Guipúzcoa se creó en San Sebastián el 24 de julio de 1870 y poco después fueron naciendo las Comisiones de Almería, Granada, Tarragona, Cartagena, Valencia y la Coruña¹.

Fray Joaquín Lluch y Garriga,
La Ilustración Española
y Americana, 8-10-1882

    

Con el fin de la creación de más Comisiones, una circular del Ministerio de la Gobernación de noviembre de 1870 instaba a los gobernadores de provincias para que hicieran saber a las fuerzas ciudadanas la existencia, objeto y distintivos de la citada Asociación, tratando de inculcar a todos el respeto que merece esta institución tan humanitaria.

La tercera guerra carlista (1872-1876) y los levantamientos cantonales de 1873, donde se produjeron las primeras intervenciones de la Cruz Roja española, fueron animando a la adhesión de otras provincias, las primeras del norte y Cataluña, más afectadas por la lucha fratricida. Otras siguieron después: La Rioja en 1873 (20/04), Salamanca en 1873 (31/08), Palencia en 1873 (18/09), la Cruz Roja extremeña (1873), etc.

En efecto, el 21 julio de 1873 se proclamó el cantón federal salmantino. Los Voluntarios de la República levantaron barricadas por la ciudad y ocuparon el Ayuntamiento, la cárcel y otros puntos fundamentales, obligando a la Guardia Civil a abandonar Salamanca. Algunas personas, ajenas al movimiento revolucionario, temerosas de las consecuencias que se pudieran derivar de los acontecimientos, decidieron la organización de una sección de la Asociación Internacional de la Cruz Roja, designando presidente, de forma interina, al obispo de la Diócesis el carmelita descalzo Joaquín Lluch y Garriga, nombrado al año siguiente obispo de Barcelona y que fue uno de los más ilustrados y enérgicos paladines con que contó la Asociación². Afortunadamente esta etapa de la historia salmantina se salvó sin consecuencias violentas. 

La fundación oficial fue firmada el 31 de agosto de 1873 quedando constituida la junta interina de gobierno de la Comisión salmantina en la forma siguiente³:

Presidentes de Honor Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo de la Diócesis y Sr. Gobernador Civil de la Provincia; presidente efectivo, Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis; vicepresidente de Honor, Sr. Comandante militar; 1º vicepresidente efectivo, D. Jacinto Orellana; 2º vicepresidente efectivo, D. Tomás Belesta, dignidad de arcediano; 3º vicepresidente efectivo, D. Fernando Fernández de Córdoba y Bermúdez de Castro,  marqués del Vado Maestre; 4º vicepresidente efectivo, D. Ignacio Hortal; secretario, Dr. D. Manuel Herrero Sánchez; 1º vicesecretario, Dr. D Gerardo Vázquez de Parga; 2º vicesecretario, D. Enrique Maldonado; tesorero y contador, D. Calixto Lajas; depositario de fondos, D. Vicente Rodríguez Santa María; inspector, Dr. D. Pablo Villanueva; director de almacén, D. Alberto María Segovia, subdelegado de la Asamblea. 

Ignoramos cómo fueron los primeros tiempos de la Cruz Roja salmantina, al carecer de fuentes al respecto. Pero con seguridad, al igual que otras asambleas locales fue constituida por dos secciones: la de caballeros y la de señoras de la Cruz Roja. La primera encargada de las acciones de campo y la segunda con el cometido de organizar cuestaciones, confeccionar ropas o preparar botiquines surtidos de socorros. 

Grabado de La Ilustración Española y Americana (Madrid). 1/5/1873 que representa
la primera colocación de las mesas de petitorio de la Cruz Roja en las iglesias de Madrid.


En la villa de Ciudad Rodrigo se firma, a 17 de diciembre de 1873, el acta para la constitución de la subcomisión de la Cruz Roja conforme a reglamento, aunque su vida parece efímera pues desapareció para volverse a crear en 8 de enero 1922.

La primera información efectiva en la prensa salmantina sobre la Cruz Roja la encontramos en el periódico El Porvenir de Béjar del 25 de enero de 1874 en un artículo de D. José Baliño López donde, tras las muchas intervenciones de la institución en la guerra carlista y por si alguien todavía desconocía su existencia, da detalles sobre su nacimiento, su naturaleza humanitaria y señala diversos artículos de sus estatutos que fueron aprobados por real orden de julio de 1868:


Puede pertenecer a esta sección todo español o española que tenga amor a su patria y a la humanidad, sin distinción de clases ni opiniones (Art 5º del reglamento).

Todo socio satisfará a la Asamblea al ser recibido en la sección veinte reales, conforme al art. 32 de los estatutos, a excepción de los sacerdotes, médicos, cirujanos y boticarios, a los que se considera socios activos necesarios: la Asamblea podrá dispensar de todo pago a las personas que considere oportuno (Artículo 6º). 

El socio que no estando exceptuado deje de satisfacer su cuota anual, si se impusiere, o la de entrada, se entenderá que renuncia y se le dará de baja. (Artículo 7º). 

Solo se reconocerá como socios o socias de la sección española de socorros a los que hayan obtenido nombramiento de la Asamblea. (Art. 8°).

Por acuerdo de la Asamblea de 15 de julio de 1871 es obligatorio a todo socio o socia suscribirse al boletín oficial de la sección española, titulado Caridad en la Guerra, que se publica una vez al mes y cuesta seis reales por año. 

En sesión de 3 de agosto de 1872 acordó la Asamblea señalar como traje de guerra para las ambulancias, si bien voluntario, el siguiente: Levita o blusa azul turquí con dos filas de botones y cordoncillo o vivos encarnados, el botón blanco con la cruz roja, pantalón de igual color y tela con vivo igual, gorra blanca con visera negra y cruz roja que coja todo el imperial y una pequeña sobre la visera y bota alta o botín hasta la rodilla cogiendo el pantalón. Sobre este uniforme, que puede ser de lanilla o lienzo, para ponerle cubriendo el traje ordinario del socio, debe usarse la esclavina y el brazal blancos con la cruz roja, distintivo general principal. Véase el figurín que existe en la sastrería de Felipe Anaya, Béjar, calle Mayor, que representa un socio recibiendo un paquete de hilas de manos de una elegante señora.


Equipo de la Cruz Roja Navarra, en el año 1872. Wikimedia Commons


Según Los Anales de la Cruz Roja de Saturnino Giménez Enrich, en 1874, a la Comisión Provincial de Salamanca en la capital (34 socios) y a la Comisión de Distrito en Ciudad Rodrigo (32 socios) se le sumaba una Subcomisión en Candelario (27 socios). Tanto la Comisión de la capital como la de Ciudad Rodrigo tenían sección de señoras: Ciudad Rodrigo (25 socias) y Salamanca (1 socia ¿?). La misma información (y la misma duda) aparece en la revista de la Cruz Roja de octubre de 1874.

Poca actividad de campo debió tener la Cruz Roja salmantina en los siguientes años, pasividad que a la postre llevó a la desaparición de la sección de caballeros, pues en un suelto del periódico El Progreso del 11 de enero de 1885 se reclamaba que los materiales que conservaba la institución, y que carecían de aplicación por falta de guerras, fueran dedicados a alivio de las víctimas de los terremotos de Andalucía que tuvieron lugar en diciembre de 1884. Tal cosa, sin embargo, no sería posible hasta el 14 de mayo de 1892 cuando se puso en marcha la remodelación y los nuevos estatutos de la Cruz Roja española, presidida entonces por D. Fernando Primo de Rivera, marqués de Estella (padre de D. Miguel Primo de Rivera). A partir de entonces la actividad de la institución no será solo socorrer a los heridos en los campos de batalla sino que también acudirá en auxilio de todas las desgracias, calamidades y siniestros de carácter público. Se inicia entonces un periodo de propaganda y reorganización de la Asociación.

Los siguientes años se caracterizaron por la ausencia de actividad bélica y catástrofes significativas en territorio provincial. Pero la sección de señoras, tradicionalmente muy implicadas en asuntos de caridad y atención a menesterosos, presidida desde diciembre de 1893 por la distinguida dama de la sociedad salmantina Dª Pilar Morales de García de Solís, se significó enviando donativos y ropa a la Asamblea Central para ser utilizados allá donde se necesitasen.

En enero de 1894 el papa León XIII concedió indulgencia plenaria y remisión de todos los pecados a los alistados, presentes y futuros, en la sección española de la Cruz Roja si en la hora de la muerte recibían la Sagrada Comunión o invocaban el dulce nombre de Jesús. Esto representó un nuevo espaldarazo de la iglesia Católica a la Asociación en España que encontraba en sus primeros años de existencia serias reticencias entre la población por su carácter laico y neutral.


La guerra de Cuba y Filipinas (1895-1898) sería la primera gran prueba para la Cruz Roja salmantina.

Con el fin de recaudar fondos para la atención de los heridos, las señoras de la Cruz Roja organizaron una fiesta-concierto con el beneplácito del padre Cámara y bajo la dirección del maestro Felipe Espino. La fiesta musical se celebró en el teatro Liceo el 31 de enero 1897 con el siguiente repertorio: “Marcha festival” de Charles Gounod; “Le reveil des fès” de Emile Prudent; bailables de la ópera “Gioconda” de Amilcare Ponchielli; Plegaria de marineros de la ópera “La Africana” de Giacomo Meyerbeer; “Barcarola” de Felipe Espino; “Ave María” de Antonin Dvorak; Dúo de soprano y contralto de la ópera “Aida” de Giuseppe Verdi; Fantasía de la ópera “Roberto el Diablo” de Meyerbeer; “Ave Verum” de Espino y Aria del sueño figlio del sol de “La africana”. 

La fiesta alcanzó un gran éxito, pero originó un debate entre los periódicos El Adelanto y La Información, este último defendiendo la tesis ultracatólica de ser un espectáculo inapropiado e indigno. 

La junta de señoras formada por su presidenta, Dª Pilar Morales; por la vicepresidenta, Dª Rosa Secall de Rodríguez Miguel; la tesorera, Dª Adela Peira de Íscar; la depositaria, Dª Cruz Íscar viuda de López y la secretaria, Dª Blanca Fernández de Córdoba de Sánchez dio las gracias a todos los participantes y comunicó una recaudación de 2842,50 ptas para el socorro de los heridos repatriados de Cuba y Filipinas, con preferencia de los paisanos salmantinos. Además un grupo de señoritas vendieron ejemplares de la nueva publicación “El Charro”, recaudando 459 pesetas.

Para entonces la institución ya era considerada y reconocida por la mayoría de los españoles. A finales de 1896, el patrimonio de la Asociación española era mayor de seis millones de pesetas, incluyendo el material de socorro; contaba con 360 subcomités y 100 secciones femeninas y un total de veinticinco mil socios. Poseía ochenta y dos hospitales móviles preparados para seguir a las tropas y capacidad para siete mil heridos⁴. 

El 4 de julio de 1897 se constituyó la subcomisión de Béjar. Su junta de gobierno quedó constituida entre otros por D. Eduardo Santero, presidente; D. José Vidal Godoy, vicepresidente y Francisco González Clemente, Secretario.

Las señoras de la Cruz Roja salmantina multiplicaron su actividad durante este tiempo, realizando cuestaciones y organizando funciones benéficas de teatro, como las celebradas en el Liceo los días 20 de septiembre de 1897 y 21 de mayo de 1898, representadas por las compañías teatrales que actuaban en esos momentos en la ciudad. Sin embargo la derrota, consumada en agosto en 1898, hacía previsible una avalancha de repatriados que podría desbordar la situación. Para minimizar esta posibilidad, el gobernador de la provincia convocó una reunión que buscaría reconstruir la sección de caballeros de la Asamblea Provincial. De tal reunión surgió la denominada Junta Local de Socorros formada por el gobernador D Saturnino Santos Ruiz Zorrilla (Zamora 1861-Madrid 1943), presidente; señor Barberá, vicepresidente; don Francisco de la Concha, tesorero; don Mariano Núñez, secretario; don Toribio Cáceres y don Martín Domínguez Berrueta, vicesecretarios; don Paulino López Pérez, don Saturnino Zubiaurre, don Ángel Borrego de Dios, don Florencio Pollo y don Juan J. Bajo, vocales. Esta junta trataría de buscar los apoyos necesarios que requería el momento para seguir las directrices⁵ que marcaba la institución de la Cruz Roja Española en la repatriación de soldados, dado el gran número de ellos y la diversidad de sus enfermedades. 

Una caseta alquilada se instaló en el andén de la estación para la atención de los repatriados y cada día una comisión de señoras y caballeros sirvieron sopa, leche, café, vino y bizcochos a los soldados, tanto locales como transeúntes, prestando también asistencia sanitaria, misión en la que destacó el doctor D. Florentino Pollo

El trabajo de las señoras de la Cruz Roja salmantina, a las que se unió la esposa del Gobernador Dª Victoria Gutiérrez Amigo, resultó crucial para el funcionamiento de la ayuda, haciendo y recogiendo donativos o asistiendo en las necesidades de los repatriados. El caritativo comportamiento de las salmantinas motivó el agradecimiento público de la presidenta Dª Pilar Morales, viuda de García de Solís, a través de una carta en la prensa dirigida a todas las señoras que favorecieron con sus donativos o formando parte de la Asociación como suscriptoras o socias de número.

De las dificultades de la empresa da fe un escrito de la secretaria Dª Casilda Alonso de Morcillo (que había sustituido a Dª Blanca Fernández de Córdoba) en la revista de la Cruz Roja de enero de 1899: "Estamos asustadas de los gastos que tenemos y compromisos contraídos, pues además de dar a todos los repatriados que pasan, y que suman muchos miles, sopa, un vasito de vino, café con leche y bizcochos, a todos igual, los de la provincia se quedan a comer y se les vuelve a dar sopa, chuletas con patatas fritas, pan y vino. A los  enfermos de la capital, que son ya 29, se les da lo que disponen los médicos: o gallina o media libra de carne, leche de burra o vino de Jerez. Si alguno muere se le dice una misa invitando a todas las señoras y avisando a la familia, y cuando termine la repatriación celebraremos honras por todos."

    

D. Saturnino Santos y Ruiz Zorrilla

Además de las donaciones, se celebraron durante ese otoño al menos dos actos recaudatorios: un festival taurino que incluía carreras velocipedistas el 30 de octubre de 1898 y una Fiesta Benéfica en el teatro Bretón el 26 de noviembre de 1898, los beneficios de ambos serían íntegros para la sociedad de la Cruz Roja y Junta de Socorros.

La comisión provincial de señoras de la Cruz Roja de Salamanca hizo resumen de como habían sido empleados los socorros que le habían entregado los salmantinos, puntualizando que la Junta Local de Socorros había hecho la mayor parte de los gastos para la instalación de la caseta y todos los de enfermería. Los Farmacéuticos de la capital hicieron importantes donativos de medicinas y curas. Las rebajas en los precios de los bizcochos y la carne; los donativos de la Asamblea Suprema de la Sociedad y de todas las clases de la población, consistentes en vinos, ropas, comestibles y efectos de todos géneros, han contribuido a sostener los fondos.

Durante la repatriación, a 31 de agosto de 1899, los soldados atendidos fueron⁶:

Con sopa, vino, café con leche y bizcochos, a su paso 
por la Estación del Ferrocarril.................................  9088 pts

De la Provincia, que almorzaron sopa, un plato de 
carne, pan, vino y café, por esperar en la estación 
los trenes de la tarde .............................................. 370 pts

De la población, socorridos en sus casas por el tiempo 
y con lo que los médicos creyeron más necesario …....  110 pts

Socorridos con medicinas......................................  2.701 pts

Curados es la caseta de la estación........................  1.900 pts

Socorridos en el Hospital y en metálico ....................  193 pts

Viajes costeados........................................................  5 pts 

Misas a los fallecidos..................................................  5 pts 

Solicitudes hechas por cuenta de la Asociación a 
ruego de los interesados.........................................  405 pts

Y económicamente sus cuentas presentaron un superávit de 2119 pts, con un total de gastos de 4599,18 pts y de ingresos de 6718,18 pts.

Por su actuación como promotor y gerente de la ayuda a repatriados, fue concedida la medalla de Oro de la Cruz Roja al gobernador D. Saturnino Santos.

Además, la Junta Central de la Asociación de la Cruz Roja concedió el título de socio activo necesario, por los servicios prestados en esta capital, a los señores enumerados en la siguiente lista. 

Médicos: D. Florencio Pollo, don Jerónimo Téllez, D. Guillermo Hernández Sanz, D. Manuel Móndelo, don Antonio Diez, D. Ricardo Petit y D. Roque Pascua. 

Farmacéuticos: D. Ángel García Ruiz y D. Federico Hoyos de Onís.

Alumnos de la facultad de Medicina: D. Luis Infante, D. Vicente Infante, D. Juan Antonio Boyero, don Saturio Serradilla, D. Antonio Casa de San José, D. Vicente Miguel Mielgo, D. Tomás Pierna, D. Cayetano Pollo Hoyos, D. Juan Vicente Tapia y D. Calixto Milla Vasallo. 

Practicantes: D. Agustín Silva, don Miguel Silva, D. Vicente Miñambres y D. Bernabé Hernández.


Solo un pequeño nubarrón empañó esta fiesta de caridad. En febrero de 1899 se produjo el incidente de las fotografías del Sr. Calcaño. Las imágenes, realizadas para el recuerdo de los voluntarios, captaron el momento en que se obsequiaba a los repatriados con un, a decir del periódico El Lábaro, "espléndido almuerzo" y que realmente se trató de un frugal aperitivo consistente en una copita de Jerez regalado por la presidenta, cómo se apresuró a reconocer la propia junta de señoras ante el temor de que los socios albergasen la sensación de derroche.

Tal vez esto fue la posible razón de la crítica que vertió el concejal señor Joaquín Martínez Veira en el pleno municipal sobre, a su juicio, el poco beneficio que había hecho la Cruz Roja y la Junta Local de Socorro a los repatriados alegando que el propósito de algunos de ellos sólo había sido rendir culto a la ostentación y a la vanidad. Tras las protestas, el señor Veira tuvo que puntualizar que se refería a algunos miembros y no a la benemérita institución.

La caseta del andén de la estación fue clausurada y trasladada por su propietario a la Plaza de la Libertad en marzo de 1899 para servir en la inminente feria de Botijeros. 

También en marzo, en junta general celebrada el día 27, se eligió como patrono protector y especial abogado de la Asociación de Salamanca a San Juan de Sahagún, patrono de la ciudad desde 1868.

El saldo favorable de 1500 pts que presentaba el balance de las actuaciones en esas fechas fue ingresado en la Caja de Ahorros para continuar la labor de las señoras de la Cruz Roja en la atención a repatriados o contra las calamidades públicas que pudiera suceder. Estas señoras fueron⁷: 

Socias de número: Dª. Pilar Morales, Dª. Rosa Secall, Dª. Cruz Iscar, doña Luisa Rodríguez, Dª. Luisa Ruíz Zorrilla, Dª. Adela Peyra, Dª. Paulina García Caperán, Dª. Emilia Blanco, Dª. Nieves Fabrés, Dª. Blanca Fernández de Córdoba, Dª. Dolores Rivero, Señorita Soledad Morales, Dª. Manuela Ruíz Zorrilla, Dª. Sofía Garnacho, Dª. Heliodora Velasco, Dª Paz Sánchez de la Peña, Dª. Josefa Irraraz, Dª. Nieves Domínguez, Dª. Caridad Falcón, Dª. Elisa Calón, Señorita Paz de Hierro, Señorita María Alfonso, Dª. Elvira Marchesi, Dª. Eustaquia Iglesias, Dª. Ana Cobaleda, Dª. Patrocinio López, Dª. María Sánchez, Dª. Mercedes Guilarte, Dª. Victoria Gutiérrez, Dª. Ana María González de Fuentes, Señorita Rosa Sanz, Dª. Carolina Lehmkuhl, Dª. Dolores Primo y Dª. Casilda Alonso. 

Socias bienhechoras: Dª. Juana Romero, Dª. Ana Mirat, Dª. Aurea Moreno, Dª. Clara Ballesteros, Dª. María Martín, Dª. Consuelo Estez y Señorita Benita Bordona.

Varios caballeros fueron agregados como socios de número: D. Saturnino Zuflaurre y D. Ángel García Ruiz. Como socios activos necesarios: los médicos D. Jerónimo Téllez, D. Florencio Pollo, D. Guillermo Hernández, D. Antonio Diez, D. Roque Pascua, D. Manuel Mondelo y D. Ricardo Petit; el sacerdote, D. Felix Hinojal; el farmacéutico, D. Federico Hoyos; los estudiantes de Medicina, D. Luis lnfante, D. Vicente Infante, D. Cayetano Pollo, D. Tomás Pierna, D. Juan Vicente Tapia, D. Calixto Milla, D. Vicente Miguel, D. Saturio Serradilla, D. Juan Antonio Bollero y D. Antonio Casado; los periodistas D. Martin, D. Berrueta, D. Luis Caballero, D. Ángel Vázquez de Parga y D. Mariano Núñez, los practicantes de Cirugía D. Bernabé García, D. Agustín Silva, D. Miguel Silva y D. Vicente Miñambres.


Al comenzar el siglo XX la sección salmantina de caballeros continuaba sin existir, al menos así se desprende de los datos de la Revista de la Cruz Roja de diciembre de 1900, pero si disponía de una comisión de señoras y dos subdelegaciones (Béjar y Ciudad Rodrigo). 73 era el número total de socios de número y activo-necesarios, a saber 36 señoras socias, 3 Hermanos de Caridad⁸, 1 sacerdote, 8 médicos, 2 farmacéuticos y otros 23 de distintas profesiones.

El nuevo siglo trajo cambios en el organigrama de la Junta Provincial. En octubre de 1904 doña Pilar Morales fijó su residencia en Madrid dejando la presidencia de las señoras de la Cruz Roja a doña Rosa Secall y en julio de 1905 quedaba reconstruida la sección de caballeros, siendo nombrado delegado provincial de la Cruz Roja don Juan de la Fuente Álvarez-Cedrón, ex alcalde de la ciudad, conde (consorte) de Crespo Rascón, diputado a Cortes y senador por el partido conservador. Un personaje muy querido en la ciudad que trabajó excepcionalmente durante la epidemia de cólera de 1885 ocurrida mientras era alcalde de la ciudad.

La Junta Provincial quedó formada, además de por el delegado provincial Don Juan de la Fuente Álvarez-Cedrón por el inspector especial, Sr. Concha Alcalde; presidente, Sr. D. Alfredo Moyano; primer vicepresidente, Sr. Unamuno; segundo vicepresidente, Sr. Uribe; secretario, el Sr. Rojas; vicesecretario, Sr. Sánchez del Campo (hijo); tesorero, D. Felipe Plaza; vicetesorero, Sr. Vega; contador, Sr. Alcázar; vicecontador, Sr. Caballero; inspector sanitario, Sr. Bustos; asesor canónico, Sr. Deán; letrado consultor, Sr. Sánchez, y vocales, dos jefes del ejército, Sr. Alcalde, los directores de los periódicos locales y otras distinguidas personas. En septiembre fue nombrado subdelegado provincial D. Jesualdo Domínguez Alcahud, abogado y funcionario de Hacienda.

Durante su presidencia no se produjo guerra o calamidad cercana excepcional. Allegar recursos para entregar a las entidades sanitarias y a la Junta Central o la preparación del material sanitario y la gestión de ambulancias sanitarias para desgracias o eventos civiles fue la tarea habitual de la Asamblea provincial. Cabe destacar la importante cuestación para ayuda de los terribles terremotos de Mesina (Italia) sucedidos en la madrugada del 28 de diciembre de 1908 para cuyo socorro la Cruz Roja salmantina logró recaudar 3366,50 pts. En febrero de 1909, la Tuna dio una serenata al presidente de la Cruz Roja don Juan de la Fuente y Álvarez Cedrón como agradecimiento a la postulación efectuada para los damnificados del terremoto de Messina.

De nuevo las señoras y señoritas de la Cruz Roja salmantina fueron las protagonistas en este periodo, celebrando Kermeses y tómbolas para la recaudación de dinero e incluso repartiéndolo en las catástrofes locales como la inundaciones del Tormes de 1910 o el incendio de Mogarraz de 1911. 


Sección de Damas de la Cruz Roja salmantina.
Fotografía aparecida en la Revista de la Cruz Roja Española Enero-Marzo 1911


La Asociación no disponía todavía de sede ni de dispensario cuando D. Juan falleció el 23 de octubre de 1913.

D. Enrique Esteban Santos

    

En enero de 1914 fue nombrado presidente de la Junta Provincial D. Enrique Esteban Santos, político y concejal del Ayuntamiento de Salamanca que sobresalió en la defensa de la integridad del Puente Romano, que pretendía ser ensanchado, y a cambio impulsó la construcción de un nuevo puente al que, en su honor, le fue dado su nombre: Puente Enrique Estevan. 

Una nueva junta directiva salió de la junta general de socios de la Cruz Roja salmantina celebrada el 29 de enero de 1914. Presidente: D. Enrique Esteban Santos; vicepresidentes: don Antonio Diez González, don Alfredo Sánchez Moyano, don Enrique Esperabé Arteaga y D. Fernando Domínguez Zaballa; inspector provincial: don José de Bustos y Miguel; secretario-archivero-bibliotecario: don Manuel González Calzada; contador: don José Durán Cabezas; tesorero: don Manuel del Yerro Ruíz Zorrilla.; director facultativo de almacenes: don Clodoaldo García Muñoz; vocales que sustituyan respectivamente las ausencias y enfermedades á los señores anteriores: don Juan Vicente Tapia, don Leonardo Pedraz, don Juan Mirat, don Miguel Santos Baz y don Federico Hoyos y Onís. Se acordó nombrar presidentes honorarios al excelentísimo señor obispo, señor gobernador civil, señor comandante militar (coronel de La Albuera) y alcalde de Salamanca. Los primeros acuerdos establecidos por la nueva junta establecieron una cuota de cincuenta céntimos mensuales a los socios para atender los gastos y organizar las ambulancias, dejando abierta y sin cuota la lista de auxiliares y camilleros.

Conseguir sede y dispensario para la Cruz Roja y la obtención de fondos para ayuda a los heridos de la I guerra mundial fueron tareas prioritarias para D. Enrique. 

Siendo presidenta de la sección de señoras la vizcondesa de San Javier, con el objetivo de recaudar fondos para los heridos en los combates de Melilla las señoritas de la Cruz Roja intercambiaron flores por dinero, en lo que se llamó "día de la flor" antecedente del "día de la banderita" o "fiesta de la banderita". La jornada petitoria quedó descrita en el diario El Adelanto del 13 de abril de 1914 con la ágil pluma de Fernando Felipe Martin¹⁰ (Juan de Salamanca) que utilizó el símil de una batalla.

Para las víctimas de la guerra

Flores y dinero. 

Acababan de sonar las doce en el reloj del Ayuntamiento, cuando entraron en la Plaza unas muchachas que enseguida llagaron la atención de los paseantes. Llevaban prendido al pecho un lazo con los colores nacionales. Algunos se pararon preguntándose de qué se trataba. ¿Qué sería? En la mano llevaban las chicas unos bolsos y ya aquello pareció alarmante. Tras de las primeras venía una pareja de muchachas con la clásica mantilla. ¿Qué pasa, qué pasa?, se preguntaban todos. Una de las chicas, atenta, elegante y decidida se acerca a un caballero: 

—Tenga usted una flor y deme usted algo para los heridos de Melilla. El caballero se despide de un duro y coloca la flor en ojal de la americana. Aquella decidida muchacha parecía haber dado la orden de combate, desplegadas en guerrillas las combatientes, a veces en parejas, a veces solas, asaltan a cuantos encuentran, y los manojos desflores van reduciéndose y reduciéndose, y los bolsillos de las muchachas van engordando, engordando. 

¡Qué alegres están las chicas! Para ellas es una verdadera fiesta, y pensando que piden para una obra de caridad, no se asustan por lo que puedan decirlas ni descansan en su labor. Novelty, el aristocrático café, se ha convertido en jardín, y allí van las chicas cada vez que concluyen las flores. Allí, en el café, el Estado mayor felicitando á las chicas por su comportamiento y felicitándose a sí mismas, por el éxito que se ve como seguro. 

Las señoras parecen tan entusiasmadas como las muchachas. ¿Quiénes eran éstas, quiénes eran las que pedían? 

Las señoritas de Sánchez (D. R.), Saquino, Sánchez Hidalgo, Sánchez Monje, García Sánchez, Charro, Sánchez y Sánchez, García (Teresita), Palao, Berástegui, Ramón y Laca, Alonso (Aurora), Angoso (Remedios y Encamación). Gutiérrez (Pilar), Gómez (Elisa), Mateos (Antonia) y María Díaz. 

Las señoras que estaban en Novelty presenciando el combate y entusiasmadas con el resultado, eran las de Morcillo, Plaza, Laá y García (don F.). 

En la Plaza, lugar elegido para el combate, no cesa el fuego ni un momento, diríase que las muchachas han presenciado los horribles cuadros de la guerra y sienten la necesidad de acudir en auxilio de los heridos. Hubo, ¡cómo no había de haber! quien se atrevió á decirles aquello de «Vaya usted a saber si será para los soldados»; pero ellas lo aguantaron noblemente, seguras de que hacían una buena obra y hasta animadas por muchos que las felicitaban por su comportamiento. Todas merecen plácemes por su entusiasmo. Con decir á ustedes que hubo una bella señorita, que en una hora hizo doscientas y pico de pesetas. Eso sí, no se anduvo parando en barras. Lo mismo pedía al rico que al pobre, y siempre oía caer monedas en la bolsa, sin reparar en si eran de cobre o de plata Llegaba á las escalerillas del Ochavo con otras amigas, y deteniéndose un momento, dice: ¿Queréis venir conmigo a una casa? Una amiga se presta a acompañarla. Bajan las escaleras, doblan la esquina á la derecha, suben a un segundo piso, llaman y preguntan por el dueño le la casa. La criada contesta que está enfermo, pero la señora, que ha oído la conversación, sale corriendo y dice a las postulantes: «Mi marido está en cama, pero para estas cosas no se niega nunca. Esperen ustedes un segundo.» La señora entra en la alcoba donde está acostado su marido y sale con un billete de 50 pesetas para los soldados heridos. ¡Su marido estuvo en campaña y estuvo herido! 

En general, los muchachos estuvieron a la altura de las circunstancias. A la puerta de Novelty había un abogado joven y diputado provincial que viste reciente luto. A las primeras chicas que le ofrecieron flores contestó con billetes de 25 pesetas, y así, a golpe de billete, estuvo sosteniendo el combate el tiempo que duró. 

La una y cuarto. Se suspenden las hostilidades. Las chicas entran en Novelty con los bolsos llenos de dinero. Se hace el recuento, que da el siguiente resultado: 1.114,50 pesetas en plata, 375 en billetes y 164,80 en calderilla. 

Ramón Buxaderas, aprovechando la salida, hace unas artísticas fotografías que poco después expone en su escaparate de la acera de Correos. 

Por la tarde se reúnen en las habitaciones de la vizcondesa de San Javier, presidenta de la Cruz Roja, las señoras de Plaza y de Morcillo. La vizcondesa, atacada de fuerte catarro, no ha podido salir á la calle, y la señora de Plaza le describe, entusiasmada, la alegría de las señoritas y la de las señoras. Se hacen números, y añadiendo a lo recaudado en la mañana lo que se recaudó en las novenas últimas, 218,92; lo que se recaudó el jueves santo, 501 ,20 y el donativo de las señoras de la Cruz Roja, 7,80, y algunos donativos particulares, hacen 2.689,22 pesetas. Bien por las muchachas salmantinas. 

Juan de Salamanca. 

Se hacía cada vez más necesario disponer de un local para, al menos, depositar los enseres como camillas y botiquín que se iban adquiriendo para cumplir sus misiones de socorro. En octubre de 1914 se nombra una comisión para conseguir tal espacio de manera gratuita. Las gestiones consiguen que la Diputación del Hospital de la Santísima Trinidad les ceda un espacio en el antiguo hospital (calle del Hospital, actual Marquesa de Almarza y colegio de las Siervas de San José) [imagen 1] abandonado tras la construcción del nuevo hospital en el paseo de Carmelitas. La Cruz Roja tomó posesión del local el 17 de enero de 1915 que fue restaurado con los fondos de la Comisión Provincial y amueblado con objetos que aportó la sección de señoras.

Al igual que se celebraba en la mayoría de las ciudades españolas y con objeto de enviar socorro a los soldados heridos en los ejércitos implicados en la I guerra mundial, la Cruz Roja local organizó un festival el viernes 16 de abril de 1915 en el teatro Bretón en el que tomaron parte numerosos jóvenes de la buena sociedad salmantina. Mientras, se atendían, generalmente con la aportación de dinero, las pequeñas desgracias cercanas.

Por circunstancias familiares dimitió, en diciembre de 1915, don Manuel González Calzada, el archivero-bibliotecario de la Cruz Roja local que había realizado un gran trabajo en la Asociación y fue sustituido por el médico D. Antonio Calama Sanz que sería también un gran activo y llegaría a ser condecorado por la institución.

También en 1916 se produjeron cambios en la organización de la sección de señoras cuya junta de gobierno quedó constituida de la siguiente forma¹¹: Presidenta, Excma. Sra. Dª Casilda Alonso Solórzano de Morcillo; vicepresidenta, Sra. Dª. Paulina García Caperán, viuda de Moza; secretaria, Dª Rosa Sanz Aznar de Durán; tesorera, Dª Adela Peyra Vildósola, viuda de Iscar; vocal, Dª Rosa Secall e Indo, viuda de Rodríguez Miguel; vocal, Dª María del Consuelo Peñalosa y Ceballos, viuda de López; vocal, Dª Luisa Rodríguez Cívico, viuda de Esteban; vocal, Sra. Dª Blanca Fernández de Córdoba y Bermúdez de Sánchez; vocal, Dª Elisa Colón Carmona, viuda de Cuello; vocal, Dª Manuela Ruiz Zorrilla, viuda de Cuadros; vocal, Dª Caridad Falcón Chapy de Mirat; vocal, Srta. Dª. Teresa García Rodríguez.

Al iniciarse 1917 un oficio de la Diputación del Hospital de la Santísima Trinidad notificó a la comisión provincial de la Cruz Roja la venta del viejo hospital a la congregación de las Siervas de San José, donde pensaban establecer de manera inmediata su nuevo colegio, con la consiguiente pérdida de los locales cedidos que se utilizaban como dispensario y consultorios. Urgía por tanto localizar un nuevo local, que el Sr. Calama, al que se le había dado carta blanca en esta cuestión, esperaba obtener del Ayuntamiento con la cesión de los locales que ocupaba el laboratorio provincial cuando estos se trasladasen a su nueva ubicación en el edificio de la Casa de Socorros en la plaza de Gabriel y Galán que había comenzado a construirse en enero de 1915. Provisionalmente les fue cedido un local en el antiguo convento de los Trinitarios donde se situaba el cuartel de la Guardia Civil¹². 

El conflicto europeo pasaba por su peor fase y se hacía necesario la adaptación de la Cruz Roja local porque se temía que el regreso de las tropas portuguesas implicadas en el conflicto pudieran necesitar los auxilios de la Asociación. Para garantizar la ayuda se destinaría una parte del superávit para la adquisición de un botiquín, se promocionaría la formación de un cuerpo auxiliar de estudiantes de medicina para prestar ayuda a los servicios de la Cruz Roja y por último, para la adquisición de más fondos, se prepararía una velada artística y otros actos de carácter religioso. Estos acuerdos fueron tomados en la junta general de socios celebrada en los salones del Ayuntamiento el 16 de marzo de 1917. Para entonces, por la grave enfermedad que aquejaba a D. Enrique Esteban, había asumido la presidencia efectiva de la Asociación su vicepresidente, D. Alfredo S. Moyano. También se nombró vicepresidente de la comisión al concejal D. Ángel Vázquez de Parga y guarda-almacén 2º a D. Vicente Miñambres.

La comisión organizadora, muy activa, recabó el apoyo de la sección de señoras de la Cruz Roja, del Ayuntamiento, del Cabildo, del coronel del regimiento de La Albuera, de la empresa del teatro Bretón y de la sociedad Unión Salmantina que se hará cargo del costo de la electricidad de la función. 

Se abrió una lista de suscripción entre las señoritas salmantinas para adquirir una bandera para la Cruz Roja, lista que la prensa local actualizaría día a día. Dentro de los actos acordados, la bandera sería bendecida por el obispo tras una gran festividad religiosa con misa Minerva y oración sagrada de D. Nicolás Pereira Sr. Magistral de la Catedral a la que se rogaría la asistencia con mantilla española y posteriormente se celebraría una audición musical en la Plaza Mayor. 

Poco a poco se perfilaron las actuaciones que tendrían lugar en el festival teatral, cuya dirección artística fue llevada por el pintor D. Vidal González Arenal, y que se celebraría en lo que la ciudad había dado en llamar el "día de la Cruz Roja". Al cierre de la suscripción fueron 201 las señoritas inscritas (algunas más se inscribieron posteriormente) y 1000 pts las recaudadas, con las que las sección de caballeros decidió adquirir dos banderas a la casa Navas de Madrid, una de ellas para regalar a la sección de damas. La bandera llevará en el centro bordado el escudo de España y a sus lados, en seda azul, las iniciales C. R., mostrará dos corbatas una roja y otra amarilla en las que irá bordada la inscripción "Donada por las señoritas salmantinas, Mayo de 1917". El asta de la bandera será de haya con moharra, contera y lanza niqueladas. El portabandera se construirá en terciopelo rojo con galones de plata, hebilla y metales con la Cruz Roja. Además, será construida otra bandera para actos de servicio, también reglamentaria,  de franela blanca, de forma cuadrada ostentando en el centro por ambos lados la cruz roja formada por cinco cuadros exactamente iguales que ocuparán tres quintas partes de la misma, sin emblemas ni inscripción alguna, rematada su asta por una cruz de metal. La bandera se bendecirá en la Catedral con rito procesional. 

La comisión organizadora, encabezada por D. Fernando Zaballa, concretó los detalles para la celebración de "día de la Cruz Roja" que finalmente ante una expectación y entusiasmo inusitado, más por el acto social que el caritativo, vino a celebrarse el 12 de mayo de 1917. Animados por el ambiente fueron muchos los nuevos socios que captó la Asociación, tanto de caballeros como de señoras.

Con representación de todas las autoridades y entidades religiosas, políticas y militares comenzó a las 10 de la mañana en la Catedral la solemne bendición de la bandera dirigida por el obispo de Salamanca, D. Julián de Diego y García Alcolea. Fue padrino el coronel del regimiento de La Albuera, D. Francisco de Francisco, tras lo cual se verificó como estaba prevista la oración sagrada por D. Nicolás Pereira, Sr. Magistral de la Catedral. Terminado el acto, se celebró un paseo en la Plaza Mayor amenizado por la banda provincial. 

D. Antonio Calama en El Adelanto del 1 de abril 1934


    

Por la noche, en el teatro Bretón, tuvo lugar la esperada fiesta teatral donde se representaron con música y con flores, cuadros y obras de diversos autores que el público ovacionó con calor, constituyendo la velada un auténtico éxito de público y recaudación, que alcanzó las 4.500 pts, las cuales, una vez descontados los gastos y sumadas al dinero previo del que disponía la Asociación, elevaron a 5.000 pts los haberes de la Cruz Roja de Salamanca.

D. Antonio Calama, D. Jesús Sánchez y Sánchez, D. Plácido Sánchez Velasco, D. Manuel del Yerro y D. Fernando Domínguez Zaballa recibieron, otorgadas por la Junta Central, medalla de oro, el primero, y de plata el resto por el trabajo realizado como organizadores del festival de la Cruz Roja.

En la ya mencionada junta general de la delegación provincial de la Cruz Roja, celebrada el 16 de marzo de 1917, se habían anunciado grandes novedades; pero, tal vez, la más importante de ellas fue la separación de las señoras de esta delegación, constituyéndose independientemente como Sección de Damas de la Cruz Roja. Sin duda, el deseo de las señoras era la formación del Cuerpo de Damas Enfermeras Voluntarias, que surgió a finales de 1914 y cuyo reglamento y programa oficial se publicó tres años más tarde, en 1917. 

Con esta idea, en noviembre de 1917, algunas señoras y señoritas comenzaron a recibir clases de enfermería impartidas por el doctor D. José Bustos en casa de su presidenta Dª Casilda Alonso, viuda de Morcillo, situada en la calle Palominos 2.

Aquel primer grupo de damas enfermeras de la Cruz Roja salmantina estuvo compuesto por las señoras Dª Casilda Alonso, Dª Paulina Caperán, Dª Celia González de Esperaré, Dª Sofia Garnacho, Dª Enriqueta Louis, Dª Blanca F. de Córdoba. Dª Adela Peyra, Dª Remedios García Colaza, Dª María Iscar y las Srtas. Matilde Cuadros, Dolores Olivera, Teresa García y Natividad Cobaleda. Este grupo de enfermeras pronto colaboró con el resto del equipo sanitario de la Cruz Roja. 



Modelo de uniforme y capa en el Reglamento de las damas enfermeras de 1917


La falta de locales motivó que a principios de 1918 el secretario de la Cruz Roja don Antonio Calama, también concejal del municipio, solicitase al Ayuntamiento un espacio en el nuevo edificio de la Casa de Socorro y Laboratorio Municipal en la Plaza de Gabriel y Galán donde instalar un cuarto de socorro de la Cruz Roja, donde se harán curas por el personal facultativo de la Asociación. Sin embargo, problemas en el nuevo edificio retrasarían mucho su inauguración hasta que finalmente fue abierto el 17 de diciembre de 1918. 

La instalación del dispensario o puesto de socorro era prioridad máxima de la Cruz Roja en aquel año de la gripe española azotado además por múltiples carencias tras la I guerra mundial. La Asociación provincial de la Cruz Roja de Salamanca trataría de aliviar, desde el dispensario, la situación facilitando a los enfermos pobres la leche y medicinas de que disponía y remediar en lo posible las necesidades de la población.

Finalmente se consiguió la cesión provisional de unos locales en el colegio Ateneo Salmantino [imagen 2], en la plaza de Colón, que habían sido la cantina del mismo, gracias a la colaboración desinteresada de su propietario don José Durán, miembro de la Cruz Roja salmantina. 

Por entonces la Cruz Roja salmantina disponía de dos servicios de ambulancias y 20 camilleros equipados con gorra, uniforme y blusones distintivos. El servicio del equipo médico estaba formado, entre otros, por los médicos señores Infante, Muñoz Orea, Petit, Salcedo, Bustos, Buxaderas y un buen número de alumnos de medicina, al margen de una veintena de voluntarios subalternos para trabajos varios.

El puesto de socorro fue abierto el 22 de octubre de 1918 y en él se dispensó leche, generalmente reconstruida a partir de leche condensada, y medicamentos. Las señoras y señoritas de la Cruz Roja atendieron diariamente el puesto, distribuidas en los turnos correspondientes.


Grupo de señoras y señoritas en el puesto de la Cruz Roja en 1918.
Imagen de la Revista de la Cruz Roja marzo 1919 nº 201

Para la financiación del proyecto se volvió a recurrir a la realización de un festival benéfico, pero dada la premura no había tiempo material que prepararlo con los voluntarios y se decidió recurrir a alguna empresa teatral que actuara en Salamanca. Dado que en aquel momento la única que lo hacía era la compañía que presentaba su función en el teatro Moderno, fue a su empresario señor Corona al que se le pidió colaboración. Esto provocó el enfado del señor del Estal, empresario de los teatros Liceo y Bretón, muy enemistado con el señor Corona, que no podía entender como la Cruz Roja prefería realizar su festival en una, a su decir, "caja de zapatos" cuando tenía a su disposición un par de grandes teatros y una multitud de jóvenes artistas voluntarios que sacarían adelante el festival en muy breve tiempo.

Al margen de polémicas, el festival se celebró el 4 de diciembre en el teatro Moderno recaudando un total de 1260,40 pts.

El puesto de socorro fue cerrado a finales de diciembre con la finalización de las existencias, aunque al no disponer todavía de locales propios se les permitió seguir utilizando los locales del edificio del Ateneo para guardar sus enseres. Pronto, les fue cedido por el Ayuntamiento un local en el edificio de la cárcel en la cuesta de Sancti Spiritus [imagen 3].


1. Viejo Hospital de la Santísima Trinidad,
2. Colegio El Ateneo Salmantino,
3. Edificio de la cárcel vieja
Tres lugares donde se ubicaron dependencias
de la Cruz Roja salmantina


El terrible año de 1918 se saldó en la provincia de Salamanca, según datos estadísticos oficiales, con 134.504 infectados, y 3.786 fallecidos, con mayor incidencia entre las mujeres. Se produjo el fallecimiento de tres médicos: D. Francisco Guerra, de Salamanca; D. Víctor Viñuelas, de Cristóbal, pueblo del partido de Béjar, y D. José Sánchez Fernández, de Cabeza de Framontano.

La Cruz Roja salmantina inició 1919 con 163 socios y 76 socias, lo que demuestra que la Asociación había penetrado en Salamanca más profundamente en el espíritu femenino que en el masculino, al menos así se desprende de los datos del resto de España donde el número total de socios era en ese momento de 56.920 frente a 6867 socias. (32% mujeres en Salamanca frente al 11% de mujeres en España). 

El 12 Enero de 1919 se celebró Junta General de la capital de donde salió una nueva junta de gobierno formada de la siguiente forma: Presidente, D. Enrique Esteban Santos, propietario y abogado; vicepresidente 1º, D. Alfredo Sánchez Moyano, abogado del Estado; vicepresidente 2°, D. Enrique Esperabé Arteaga, catedrático de la Universidad, vicepresidente 3º, D. Fernando Domínguez Zaballa, propietario y abogado; vicepresidente 4º, D. Prudencio Requejo Alonso, Catedrático; secretario-archivero, D. Antonio Calama Sanz, médico y director de La Regeneración Médica; vicesecretario, D. Leonardo Pedráz Solpérez, periodista; tesorero, D. Manuel del Yerro y Ruiz Zorrilla, abogado; vicetesorero, D. Jesús Sánchez y Sánchez, ídem; contador; D. José Durán Cabezas, licenciado en ciencias; vicecontador, D. Agustín Lázaro de Siria, Empleado; inspector de servicios, D. José de Bustos y Miguel, médico; viceinspector, D. Francisco Madruga Noreña, ídem; director de almacén, D. Guzmán Buxaderas y Gombau, ídem; vicealmacenista, D. Federico de Hoyos Onís, Farmacéutico.

El 15 de marzo de 1919 falleció D. Enrique Esteban Santos y fue elegido como presidente de la delegación provincial de la Cruz Roja D. Fernando Domínguez Zaballa que ya llevaba, de hecho, algún tiempo ejerciendo la función. La brillante gestión del Sr. Domínguez Zaballa le llevaría a ser nombrado presidente perpetuo y de Honor de la Cruz Roja salmantina.

La experiencia y el aprendizaje fueron convirtiendo a la Cruz Roja salmantina en una empresa bien organizada y cada vez más competente, donde la formación de sus asociados pasó a tener gran importancia. De esta forma se imparten cursos de camilleros y de cabo de ambulancia bajo las órdenes del oficial instructor D. Esteban de Miguel. El 23 de diciembre de 1919 en el Ayuntamiento y de manos de Dª María del Pilar León de Domínguez Zaballa, que ostentaba la representación de S. M. la Reina Dª Victoria Eugenia, les fue impuesta las insignias a las damas enfermeras de la Cruz Roja en una solemne ceremonia. Las nuevas damas según su número de escalafón fueron:

Número 352. Dª Adela Peyra, viuda de Iscar.
Número 353. Dª Paulina García Caperán, viuda de Mozas.
Número 355. Dª Casilda Alonso, viuda de Morcillo.
Número 357. Dª Rosa Sanz de Durán.
Número 358. Srta. Teresa García Rodríguez.
Número 365. Dª Matilde Cuadros de Cibrán.
Número 363. Dª  Celia González de Esperabé.
Número 364. Srta. M. del Carmen Domínguez León Zaballa.
Número 366. Sra. D. Enriqueta Louis, viuda de Santos.
Número 368. Srta. Rosalía Sánchez Hidalgo.
Número 369. Srta. Carmen Santos Louis.
Número 1.216. Srta. Carmen González Calzada.


No tardarían en comenzar nuevos cursos.


La reina Dª Victoria Eugenia con el uniforme
de enfermera de la Cruz Roja



Un nuevo proyecto de la Cruz Roja salmantina fue anunciado dentro de esta ceremonia: la fundación de un dispensario antituberculoso sostenido por la Cruz Roja. En la década de 1920, la tuberculosis era una preocupante enfermedad muy común en España, especialmente en las zonas urbanas y en las clases sociales más desfavorecidas. Aunque no se dispone de datos precisos sobre la incidencia en esta época, se sabe que la enfermedad causaba un elevado número de muertes y que se extendía rápidamente a través de la población. Para la instalación del dispensario se recabó el apoyo de las corporaciones locales, sin embargo no nos consta que se consiguiese.

La Cruz Roja salmantina ampliaba constantemente su capacidad operativa ya que, además de la posibilidad de intervenir en cualquier desastre local, acostumbraba a colocar puestos de socorro durante las fiestas en lugares estratégicos de la ciudad donde se preveía una gran afluencia, o a cubrir eventos multitudinarios con hasta dos ambulancias con sus correspondientes botiquines, o incluso un dispensario de urgencia en una tienda de campaña; todo ello atendido por su sección de voluntarios y practicantes. Además de ello, tenía intención de dar servicios médicos a las clases más necesitadas a través de los más de 30 especialistas que formaban el cuerpo médico de la Cruz Roja salmantina, sin por ello querer entrar en competencia con las clínicas privadas.

En marzo de 1921 la delegación provincial anunció el arriendo de los locales de la Policlínica del fallecido doctor D. Juan José González Peláez sitos en la calle Pérez Pujol, 9 (más tarde 11) en donde además de albergar un dispensario y puesto de socorro fijo donde desarrollar su proyectos, estaría situada la sede social de la delegación. La necesidad del puesto de socorro se asumía en base a que en la ciudad solo había una Casa de Socorro y alejada de este punto.


Calle Pérez Pujol, hoy Concejo, en cuyo nº9 estuvo situado el
dispensario y la sede de la Cruz Roja de Salamanca desde
marzo de 1921. Foto Gombau


El desastre de Annual, en el verano de 1921, y la rebelión acaudillada por el líder rifeño Abd el-Krim, provocó una campaña militar que se extendió hasta 1926 con el apaciguamiento de la zona y la recuperación del territorio perdido. La atención de los soldados heridos o enfermos repatriados, fueran transeúntes o de la provincia, fue una nueva prueba para la Cruz Roja salmantina. 

Desde los primeros momentos del conflicto, la Cruz Roja salmantina proporcionó ayuda y comida a los soldados que regresaban de la zona de guerra utilizando fondas y posadas cercanas a la estación. Esta vez no fue una caseta instalada en el andén de la estación de ferrocarril, sino que con el beneplácito del comandante militar de la zona se acondicionó una posta sanitaria de tránsito en el viejo edificio del Molasín, muy próximo a la estación de ferrocarril, que había sido cedido por el Ayuntamiento. Se tuvo la intención de instalar en ella 24 camas, cedidas por El Patronato Rodríguez Fabrés, que serían atendidas por las damas enfermeras y la ayuda del personal y los medios de la Facultad de Medicina. Agua, electricidad y otros servicios serían a cargo de las empresas suministradoras y otras muchas donaciones aseguraban el servicio de la Posta en la que serían atendidos aquellos soldados que por su estado no pudieran continuar el viaje. 

Además de los servicios sanitarios que se ofrecían en la posta sanitaria, la Cruz Roja se propuso prioritariamente dar servicios de información a los familiares sobre la situación de los soldados salmantinos en África, organizar un servicio postal para la comunicación, proporcionar giros de dinero sin costo para los soldados y más tarde proporcionar a los familiares un servicio de envío de ropas al frente por 1,30 pts con un máximo de 5 kg.

Con el objeto de obtener financiación para la nueva empresa humanitaria se volvió a recurrir a la celebración de una fiesta que, esta vez, tomó "el abanico" como motivo de la misma. La fiesta se celebró el 8 de septiembre de 1921 en los jardines del Asilo de la Vega adaptados para el efecto con centenares de sillas cedidas por el Ayuntamiento y veladores en los que el Novelty se encargó de servir refrescos, helados y pasteles, además se instaló un puesto de donativos por banderitas. Un concierto musical abrió la velada en el que se estrenó la obra musical "Cruz Roja Salmantina" compuesta por D. Vicente Terol Gandía, Músico Mayor del regimiento de La Victoria número 76. Una galería del Asilo se transformó en enorme salón para albergar tapices, flores, estatuas, bustos, mobiliario antiguo y artístico, alojaba también tenderetes de tabacos y bombones además de los puestos de cupones para la rifa de abanicos. Estos habían sido donados por distinguidas señoritas salmantinas, dos de ellos por Sus Altezas la Infanta Paz y la Princesa Pilar de Baviera y algunos se adornaban con autógrafos de figuras literarias y artísticas locales y forasteras. Todos los productos en venta se adquirían con un moderado sobreprecio para beneficio de la Cruz Roja. Al llegar la noche, el recinto mostró una magnífica iluminación y como colofón se celebró un concierto de piano del maestro Furster. Como complemento a la recaudación las señoritas de la Cruz Roja acompañadas de camilleros uniformados recabaron donativos con banderitas en algunas de las corridas de toros de las Ferias de Salamanca.


Fiesta del Abanico, dibujo publicado en El Adelanto, 9 de septiembre 1921

Con la movilización a Larache del batallón expedicionario del regimiento de La Victoria, nº 76, afincado en Salamanca, la Cruz Roja, a petición del Ayuntamiento, designó, con su aceptación, a Dª Laura Rodríguez Vega, esposa del banquero D. Matías Blanco Cobaleda, como madrina del batallón. Su misión sería coordinar los ofrecimientos y donaciones a favor del batallón con las necesidades reales de los soldados¹³. La Cruz Roja salmantina además de sus propios proyectos participó en algunos otros como en el "Aguinaldo del soldado" que se organizaba al acercarse la Navidad con la entrega de 100 botellas de jerez directamente al teniente coronel del batallón expedicionario del regimiento de la Victoria, para el resto de los soldados salmantinos dispersos se buscaría información y se le enviará algún regalo proporcional.

La posta finalmente fue inaugurada el ocho de diciembre de 1921 por el Obispo de la diócesis, Julián de Diego y García Alcolea, y comenzó inmediatamente su servicio en auxilio de soldados en tránsito, heridos y enfermos, mostrando en el local el lema de la Cruz Roja, "In Hoc Signus Salus" o “En este signo la salud”.

 

Miembros, médicos y damas enfermeras de la Cruz Roja en el Molasín. De izquierda
a derecha, en primer término: Sr. de Miguel, señora de Olivera de López,
Dª Adela Peyra, Dª Casilda Alonso, Dª Paulina Caperán, Srta de Calzada.
En segundo término: Sres. Casado y Calama, señora de No (D. Víctor). Sra. de Esperabé,
señora viuda de Santos, señorita Sánchez Hidalgo (Rosalía) y Sr. Buxaderas. 
Fotografía publicada en El Adelanto del 2 de enero de 1922

 

Aspecto de una de las salas del Molasín.
Fotografía publicadas en El Adelanto del 2 de enero de 1922

Fueron constantes los soldados repatriados atendidos, publicándose día a día en la prensa la lista de estos soldados. El agradecimiento del Rey por su meritoria actuación fue hecho llegar a la Asociación salmantina a través del ministro de la Guerra el 11 de enero de 1922, agradecimiento que posteriormente reiteró el propio ministro, Sr. D. Juan de la Cierva.

La posta de socorro salmantina fue considerada Hospital de la Cruz Roja aceptado por el Ministerio de la Guerra por real orden del 18 de febrero de 1922 y por tanto podría acogerse a los beneficios que le correspondiese.  

Los donativos particulares fueron muy necesarios para el sostenimiento de la posta y su obra asistencial, también el Ayuntamiento colaboró en junio con la cantidad de 4261,50 pts para socorrer a los soldados con 750 pts de libre disposición de la Cruz Roja. Algunas pequeñas fiestas sociales fueron organizadas con el fin de recaudar fondos. La más importante tuvo lugar el 25 de junio de 1922, el día de la Cruz Roja, consistente en una misa de campaña, en la Plaza Mayor de Salamanca, una corrida de toros y una velada teatral en el teatro Bretón, todos los eventos contaron con un gran éxito de asistencia. 

El evento taurino fue grabado por Amalio Gombau y en el teatro Liceo, el 1 de octubre, ofreció una proyección de la película obtenida. 

No todo fueron parabienes a la Cruz Roja por su actuación, algunos sectores de izquierdas argumentaron que las actividades caritativas de las damas y caballeros de la Cruz Roja salmantina estaban fomentados por la vanidad y resaltaban la hipocresía que resultaba el hacer donativos al ejercito de África mientras libraban a sus hijos del servicio militar con el pago de cuotas¹⁴. 



Por aclamación popular y de las autoridades salmantinas, por su magnífica y altruista labor al frente de la Cruz Roja salmantina fue propuesto el señor Domínguez Zaballa para la gran cruz del Mérito Militar, que le fue concedida por el Rey en el Real Decreto el 28 de julio de 1922. Comenzó entonces una suscripción para costear las insignias de la gran cruz del Mérito Militar al Excmo. Sr. D. Fernando Domínguez Zabala cuyo montante estuvo cerca de las 3200 pts.

Vitigudino se sumó como sección de la Cruz Roja Provincial recaudando fondos para su formación con una novillada el día de la festividad de la Virgen del Socorro el 15 de agosto de 1922, a la que asistió en apoyo del proyecto el presidente Domínguez Zaballa.

El 9 de septiembre de 1922 regresaron los licenciados de la quinta de 1919 del batallón expedicionario de La Victoria tras un año de servicio, la Cruz Roja quiso agasajarlos con una función homenaje en el teatro Bretón para el día 11, con la colaboración de los actores de la compañía Díaz de Mendoza, la entrada era gratuita para los soldados que ocuparon los pisos principal y segundo, se representaría la obra La leona de Castilla. El empresario Sr. Corona entregó como donativo a la Cruz Roja la cantidad que esta debería pagar por las localidades de los soldados. Los soldados licenciados fueron inmediatamente relevados por la siguiente quinta de soldados del regimiento.

La visita de la reina Dª Victoria a la Posta Sanitaria el 9 de octubre 1922 durante la estancia de los Reyes en Salamanca por la fiestas Teresianas, supuso el reconocimiento definitivo a la labor de la Cruz Roja salmantina realizada en este período. Reconocimiento que la Asamblea Suprema de la Cruz Roja Española también avaló, concediendo a D. Fernando Domínguez Zaballa la Gran Placa de Honor de la Cruz Roja.

Al año siguiente, el 9 de junio de 1923, con objeto de allegar fondos para la Cruz Roja con los que continuar con su altruista labor, se celebró una velada artística en el teatro Bretón y el día 10, en la plaza de toros, un vistoso espectáculo de época (siglo XVI con justas medievales), con juegos de cañas y torneos a la antigua usanza. Ambos eventos resultaron muy exitosos, pero sobre todo la fiesta de torneos de caballeros fue recordada en la ciudad durante mucho tiempo. En el teatro Liceo, el 18 de junio, se proyectó la película grabada durante estas fiestas de la Cruz Roja. 

El éxito llegó a oídos de la Reina que envió a Domínguez Zaballa su felicitación por la celebración de los dos artísticos actos en interés de la institución que representa, también se recibió la felicitación de D. Juan P. Criado Domínguez secretario general de la Asamblea Suprema de la Cruz Roja Española.



    


Grabados de los eventos de junio de 1923
publicados en el diario El Adelanto



La llegada de soldados heridos había ido descendiendo rápidamente desde el inicio de 1922. Desaparecidas las circunstancias que motivaron su apertura la posta sanitaria se clausuró el 31 de diciembre de 1923 con un saldo de 18000 soldados atendidos, de los que 3000 fueron hospitalizados. Los soldados heridos o enfermos continuarían siendo atendidos en el dispensario de la Cruz Roja en la calle Pérez Pujol.

Esta etapa de la Cruz Roja salmantina llenó de gloria a la institución por su incansable labor en la recepción y atención de combatientes, realizándose desinfecciones, envíos de correos, giros postales, etc. Además en el dispensario de la ciudad se habían realizado infinidad de consultas y recetado gran cantidad de medicamentos, proporcionando también alimentos a los niños. 


La constante falta de recursos económicos representaba la principal dificultad para atender de forma adecuada los servicios de la Cruz Roja en Salamanca, así como para ampliar su labor a otras iniciativas relevantes, pese al esfuerzo y la colaboración de la población salmantina. No obstante, motivada por el reconocimiento recibido y el sentimiento de deber cumplido, la Junta Provincial se propuso alcanzar una de sus metas más anheladas: dotar a la institución de un edificio propio.

En mayo de 1924 tuvo lugar la compra de la casa de los Maldonado de Morille en la plazuela de San Benito. La escritura fue otorgada ante el notario D. Jesús Vega Neira en fecha de 4 de mayo de 1924 entre D. Eusebio Diaz Muñoz y D. José Reina Diaz a favor de D. Fernando Domínguez Zaballa como presidente de la asamblea provincial de la Cruz Roja.

1925 trajo cambios en los estatutos de la Cruz Roja, estableciendo asambleas locales donde quedaban fusionadas las secciones de damas y caballeros de forma obligatoria. La asamblea local de Salamanca quedó constituida de la siguiente forma: Presidenta de honor, excelentísima señora doña Casilda Alonso, viuda de Morcillo; presidente delegado, excelentísimo señor don Fernando Domínguez Zaballa; vicepresidenta, ilustrísima señora doña Paulina G. Caperán, viuda de P. de las Mozas; secretario, excelentísimo señor don Antonio Calama; vicesecretaria, ilustrísima señora doña Rosa Sanz de Durán; tesorero, don Manuel del Yerro Ruiz Zorrilla; contadora, señorita Teresa García Rodríguez; vocales: doña Sofía Garnacho, doña Celia González, don José de Bustos y don Federico Hoyos.

La labor de la Cruz Roja salmantina a partir de entonces modificaría ligeramente su forma de actuación, enfocándose hacia los problemas sociales como la mortalidad infantil, la tuberculosis, el paludismo y el cáncer, para los cuales la junta directiva tenía un vasto plan. 

La reforma del inmueble adquirido, finalizada a principios del mes de junio de 1925, fue total, conservándose solamente la parte central de la fachada y el nuevo interior se adaptó a uso sanitario, pero conservando ciertos aires renacentistas. 


Casa de los Maldonado de Morille dispensario y sede de la Cruz
Roja salmantina en un imagen de Ansede y Juanes publicada en
la  
revista nº 5 de Salamanca y sus Costumbres de 1928 
 

La Casa-Palacio fue inaugurada el 12 de octubre de 1925, día de la raza, con una gran fiesta y la presencia de un gran número de autoridades. Los actos y discursos se completaron con una comida para cien pobres servida en el grupo escolar de la Merced y que atendieron las propias Damas de la Cruz Roja con el uniforme de enfermeras. El acta de la inauguración oficial del edificio fue firmada por el conde del Campo de Alange en representación de la reina doña Victoria, el capitán general de la 7ª región, don Balbino Gil Dolz de Castelá; el arzobispo de Valladolid, don Remigio Gandásegui y Gorrochátegui, el gobernador civil de Salamanca, don Enrique Montero y Torres; el alcalde de la ciudad; el delegado de Hacienda y por parte de la institución don Fernando Domínguez Zaballa y don Antonio Calama.

Con la casa-palacio más hermosa que la Cruz Roja poseía entonces en España, la sección salmantina abriría nuevos caminos, decidida a transformar su labor humanitaria en una obra social aún más profunda y comprometida.











Notas gráficas:

El diario El Adelanto del 13 de octubre de 1925 publicó un extenso reportaje sobre la inauguración que incluía fotografías de acto realizadas por Amalio Gombau.

El Conde de Campo Alanje, que en representación
de la reina asistió a la inauguración, entrando
en la Casa-Palacio de la Cruz Roja, acompañado del
presidente en Salamanca Sr. Domínguez Zaballa

    

El coronel del regimiento de
La Victoria, señor Pérez
Fernández, dirigiéndose a
la inauguración


El excelentísimo e ilustrísimo señor
arzobispo de Valladolid, doctor
Gandásegui, al bajar del automóvil
para entrar en la Cruz Roja

    

Vista de la Casa-Palacio de la
Cruz Roja, con la enseña de la Patria
y de la referida institución

 El capitán general de la séptima Región, señor Gil y Dolz, a la puerta de la Merced,
donde fueron obsequiados los pobres con una espléndida comida costeada por la Cruz Roja


El público en la Plazuela de San Benito, esperando la salida de la comitiva




En 1928 la revista ilustrada mensual "Salamanca y sus Costumbres", en su número 5 correspondiente al mes de mayo publicó un artículo de D. Antonio Calama sobre la Cruz Roja salmantina acompañado de fotografías del interior de edificio Maldonado de la plaza de San Benito realizadas por Ansede y Juanes.




Instalaciones del dispensario y despacho del presidente de la asamblea salmantina
D. Fernando Domínguez Zaballa en la casa Maldonado de Morille imagen de Ansede
y Juanes 
publicada en la  revista nº 5 de Salamanca y sus Costumbres de 1928 


Nota final:

Brevemente, y solo en relación a sus sedes, mencionaremos el devenir de la Cruz Roja de Salamanca hasta la actualidad:

Ante la escasez de espacio, fue adquirida la casa contigua en la plaza de San Benito, llamada de Solís. En 1933, fue reformada con proyecto de Genaro de No, para ampliar las instalaciones de la Cruz Roja salmantina.

A mediados de los años 80 del siglo XX, la Cruz Roja se encontraba en un estado económico precario, con serias deudas con Hacienda, la Seguridad Social y diversos proveedores. La reducción de personal no fue suficiente para resolver el problema y se vio obligada a la venta de su sede central que además se hallaba muy deteriorada. En 1987 la Universidad de Salamanca compró las casas de Maldonado y Solís por una cantidad que permitió saldar las deudas.

Entonces trasladó su sede a unos bajos en la plaza de San Vicente, cedidos por el Ayuntamiento.

Diez años después y con la situación claramente mejorada se trasladó la sede a su situación actual en la zona de Ciudad Jardín (C. de la Cruz Roja, 1). El nuevo edificio fue inaugurado el 02 de julio de 1997 por D. Juan Manuel Suárez del Toro, presidente de la Cruz Roja, y D. José Luis Hernández Ramos, presidente provincial. Hoy además de su sede central dispone de otras localizaciones como son: Centro Joven de Cruz Roja en Salamanca (C. Rector Madruga), Empleo Cruz Roja en Salamanca (Calle Prado, 17), Centro de Formación de Cruz Roja en Salamanca (Ctra. de Ledesma, 35) y Centro Infantil de Cruz Roja en Salamanca (C. Julita Ramos, s/n ).



César Hernández R.  
Salamanca 08/05/25 Rev  0







¹ La Caridad en la guerra, revista de la Cruz Roja Española, nº4 y 5

² Anales de la Cruz Roja. Saturnino Gimenez Enrich

³ Acta de la sesión del 22/12/1873 de la Comisión Central de la Cruz Roja.

El Lábaro : diario independiente: Año I Número 39 - 1897 mayo 10

⁵ "Servicios que debe prestar la Cruz Roja en la Repatriación del Ejército" Revista de la Cruz Roja Española  nº11, septiembre de 1898

⁶ Memoria de la Comisión de Damas de la Cruz Roja Española en Salamanca, 1899

⁷ Revista de la Cruz Roja Española  nº32, de abril 1899

⁸ Los "hermanos en caridad" eran personas y corporaciones que se inscribían para ayudar a recaudar fondos para socorros, y que prestaban su ayuda personal para atender a heridos en el campo de batalla, ambulancias u hospitales

⁹ Esposa de José Muñoz Oñativia, Vizconde de San Javier Gobernador de la provincia desde el 13 de noviembre de 1913 a mayo de 1915

¹⁰ Fernando Felipe Martín  1874-1947 Abogado, empleado técnico administrativo del Ministerio de Fomento, periodista y profesor español, nacido hacia 1874. Activo redactor de El Adelanto, donde firmó también como Pepe Rey, como Juan de Salamanca y como Sir-ve. Fue destacado activista del socialismo en esa ciudad. Depurado y expulsado del escalafón durante la guerra civil. Murió en Salamanca en 1947.

¹¹ Revista de la Cruz Roja Española  nº172, de octubre 1916

¹² "La Cruz Roja en Salamanca" A. Calama Sanz. El Adelanto nº 12699, 11 de octubre de 1925

¹³ "La madrina del batallón expedicionario de La Victoria", El Adelanto, n.º 11.434, 20 de septiembre de 1921 

¹⁴ La Gaceta Regional del 3 de enero de 1922.


Fuentes:

Prensa histórica salmantina.

Centro de documentación de Cruz Roja Española, con especiales gracias por su ayuda a la archivera Diana Martínez Fernández.

Números completos de la Revista de la Cruz Roja

Anales de la Cruz Roja. Saturnino Giménez Enrich. Espasa hermanos, Barcelona 1875.

Reglamento de las damas enfermeras de 1917.

La guerra de Marruecos en una ciudad del interior: Salamanca, de Annual al golpe de estado. María Gajate Bajo. Revista de Historia Militar. nº104, 2008

150 años de la Cruz Roja Española. La acción humanitaria como derecho humano. Juana María Hernández-Conesa. Index de enfermería/cuarto trimestre 2014, vol. 23, n. 4

Salamanca y sus Costumbres, nº5 . Imp. y Lib. de Francisco Núñez,1928

La Casa de Solís en Salamanca o la metamorfosis de un edificio civil renacentista. De vivienda señorial a sede de Ediciones Universidad de Salamanca. Antonio Ledesma y Eduardo Azofra Agustín. 2018

La Universidad de Salamanca de la Posguerra a la Actualidad. Sara Cañizal Sardón, 2009