Himno a la Mariseca



La Mariseca sobre la espadaña del Ayuntamiento en un dibujo de Joaquín de
Vargas publicado en El Adelanto del 25 de julio de 1925



Por José María Hernández Pérez
04/07/2025 Rev. 0



HIMNO

En El Adelanto del 26/07/1951 aparece la letra del pasodoble salmantino “Himno a la Mariseca” original de José Juan García y música de Aníbal Sánchez Fraile. José Juan García era profesor de la Escuela Normal de Maestros, dando clase de diversas asignaturas y el sacerdote Aníbal Sánchez Fraile, en 1957 llegó como profesor especial de música, también a la Normal, en su primitiva ubicación de la Plaza de Anaya, (en lo que fue Hospedería del Colegio de san Bartolomé) sustituyendo por jubilación a don Hilario Goyenechea e Iturria. 


¡Fiesta de Santiago Apóstol!
¡En alto la Mariseca!
De las mejores corridas
no hubo mejor pregonera.
En nuestra Plaza Mayor
brillas gentil y señora
con tu torito marcado
con cuatro famosas fechas.
Toda la ciudad alegras,
Mariseca, Mariseca
heraldo salamanquino
con un toro de bandera.

¡Mariseca, Mariseca!
¡Al toril!
Danos corridas buenas
con tamboril.
Un júbilo de niño
das al corazón:
siempre fue la esperanza
tu mejor blasón.
De nuestro campo charro
belleza y color,
Salamanca brinda
a todo español.
¡Mariseca, Mariseca!
No tienes rival.
Para nuestra historia
eres ya inmortal.   

Se da la circunstancia de que el día anterior, en el izado de La Mariseca, el concierto de la Banda Provincial de Música, dirigida por el maestro Castor Iglesias Pollo, no incluye el citado Himno, dedicando su repertorio a la interpretación de aires musicales de algunas regiones españolas:

Primera parte: “L´entrá de la murta”, pasodoble, Salvador Giner. (Valencia). “Es la Moreneta” y “Soc de la Barceloneta”, sardanas, Antonio Carcellé. (Cataluña). “Gigantes y cabezudos”, jota, Manuel Fernández Caballero. (Aragón). 

Segunda parte: “Peñas arriba”, raspsodia montañesa, Tomas Aragües. (Asturias). “El señor Joaquín”, balada y alborada, Manuel Fernández Caballero. (Galicia). “Sevilla”, número tres de la “Suite española” de Isaac Albéniz Pascual. (Andalucía) y “Estampa castellana”, escena y danza, Modesto Rebollo. (Castilla). 


Sucede lo propio al año siguiente, con la misma Banda e idéntico director, dedicando la primera parte del concierto a la interpretación de los pasodobles cuyos titulares actuarán en las Ferias: “Dominguín”, “Litri”, “Aparicio” y “Ordóñez”:

Primera parte: “Luis Miguel Dominguín”, pasodoble, Emilio Caballero Álvarez. “Miguelito Litri”, pasodoble, Bernabé Sanchís Porta. “¡Olé por Aparicio!”, pasodoble, Emilio Caballero y “Antonio Ordóñez, el mejor” pasodoble de E. Caballero. 

Segunda parte: “Las hijas del Zebedeo”, carceleras, Ruperto Chapí. “Carmina”, rapsodia gallega, Tomás Blanco y “Los de Aragón “, selección de José Serrano. 


Hay que esperar a 1953 en que se interpreta, por la mencionada Banda y el maestro Castor, primeramente el Himno y a continuación: “Paráfrasis” (andante cantante alemán) de Heinrich Schülz y “Fiesta húngara”, en compases de czardas de Ricardo Yust, en la primera parte y fantasía de “La Calesera” de Francisco  Alonso, gran fantasía de “La Verbena de la Paloma” de Tomás Bretón y el pasodoble “Cielo de abril” de Manuel Garijo Moreno, en la segunda.

Pese a mis indagaciones, con personas y entidades, nadie sabe si se siguió tocando y si existe la partitura.

 


QUISICOSAS  DE EL ADELANTO

En 1902

A la directiva de la Explotación de la Plaza de Toros:

La Mariseca anuncia oficialmente
de las ferias las preciosas touradas,
y en vistosos programas detalladas
hoy se conocerán públicamente.
Que vuestro parto ha sido archi-excelente
lo niegan las personas obcecadas;
todo es soberbio en él, bichos y espadas,
en fin, que es un cartel sobresaliente.
Cuatro corridas son, moldes rompedores
de la añeja costumbre salmantina.
Que el dinero cambiéis, solo pretendo,
pues este pueblo, atento a la rutina,
fácilmente estropea la combina
y la cuarta al llegar dice: “No entiendo” 

En 1911

La Merenguera ha venido,
la Merenguera se va,
y el que no compre merengues 
merengues no comerá.” 
“La Mariseca ha venido,
la Mariseca se va,
y como no anuncia nada
no es chicha, ni limoná.
Antaño, cuentan las crónicas
que era cosa de rigor,
que en tal día y en tal caso
sirviese de anunciador,
y sobre la torrecilla
de la casa concejil, 
flotaba la banderola
alborozada y gentil.
Grata cifra con las fechas 
de la fiesta nacional,
que turba plácidamente
nuestro obscuro triste erial.
Dulce enseña que es promesa
de suspirada expansión,
que hace latir de alegría
más de un charro corazón.
Cifras pocas. Plazo breve,
se acaba y vuelta a esperar.
Todo un año suspirando
por un bello despertar.
Pobre vida pueblerina
que se puede resumir
en un día y una fecha
y luego ¡vuelta a morir!
Oficialmente de toros
no se ha dicho esto se hará.
La Mariseca ha venido
la Mariseca se va.


El toro de La Mariseca. Guzmán Gombau en El Adelanto de 25 de noviembre de 1947


En 1913

Hoy, día de “Mariseca”,
de reparto de programas, 
de cohetes y de audiciones
matutinas en la Plaza.
Hoy, que es el momento clásico
de que al toque de campana
se anuncien nuestros festejos
taurinos de rompe y rasga.
Hoy, que el popular “Lebusia”
adquiere en su forma plástica
de autoridad pregonero
su relieve de más fama.
Hoy, que se coloca el toro
de cartón en la espadaña
y en él 11, 12 y 13
las fechas más anheladas,
para los que “Sur el Tormes”
vivimos a nuestras anchas.
Hoy, que debiera ser todo
paz, unión, contento y “magras”,
hoy, en la Junta también
una crisis tan nefasta
con, de, en, por, sobre motivos
de Madrid y de su banda,
el festival en proyecto
con luchas grecorromanas,
que preveo un cataclismo
de los de primera marca.
Y como nuestras corridas
ya se tocan y se palpan
es preciso, es necesario
vuelva a renacer la calma
y “haiga” concordia, señores
concordia y concomitancia
y su poquito de cútis
y sangrecita “gitana". 

En 1916

¿Quién de alegría no peca?
¿Quién hay que no se alboroce, 
cuando hoy al sonar las doce
colocan la Mariseca?
un salmantinismo inmola
quien no ve con emoción
cómo el toro de latón 
con la bandera española
y las fechas del festejo
anhelado septembrino, 
urge el símbolo taurino
de la torre del Concejo.
De nuestra ferias de fama
cantan hoy públicos coros
al repartir el programa
de nuestro cartel de toros.
… Clarín de nuestra alegría
es hoy, pues, la MARISECA
anuncio de que esto Meca
será de la torería.
Y bañada por el sol
cumple airoso su destino
en día tan español
y, en verdad, tan salmantino. 


Colocando La Mariseca.
Amalio Gombau en El Adelanto
 de 26 de julio de 1946

    

Colocación de La Mariseca en 1948
Fotografía de Guzmán Gombau



En 1923

Salve, Mariseca
cien veces cantada.
Hoy que te colocan
sobre la espadaña
de la vieja torre
de la noble Plaza
con tu evocadora
presencia, nostalgias
de pasados tiempos,
o las esperanzas
de taurinas fiestas
muestras en la traza.
En los colorines
de la enseña patria
con que das al aire
fechas no olvidadas,
cobijo de cuantos
quieren Salamanca,
los más bellos días
de una feria magna.
El “berrendo en negro”
que es tu ornato y gala,
retador nos mira
y hay en su arrogancia
gestos del que dice:
“Como en Salamanca
campo de los toros
de la tierra charra,
no hay cartel taurino
de mayor prestancia.
Los del grueso cinto,
los de la zamarra,
los de palo y blusa,
los de las abarcas,
cuantos las regiones
de la tierra charra
viven en el culto
de la patria amada
desertar no pueden
de sus ferias magnas.
Nuestra “Mariseca”
su pregón nos lanza…
Las mejores ferias
las de Salamanca. 


En 1924

Al dar las doce de la mañana
en nuestra Casa Consistorial,
la “Mariseca” luce galana
su traza airosa, fina y juncal.
El férreo toro, que como emblema
de nuestras ferias brilla en airón
desde este día ya absorbe el tema
propicio a grata conversación
… Hoy que es Santiago, digo que peca
quien salmantino siendo cabal
cuando coloquen la “Mariseca” 
no la saluda noble y cordial. 


En 1933

Quien te puso “Mariseca”
te debió cambiar el nombre,
porque en tiempos de nudismo
no suenan bien ciertos motes.
… Un toro de hojadelata
y unas cifras en colores
hoy como ayer les epata
a nuestros charros mejores.
Y así, mirando a la altura
de la torre concejil,
su pensamiento perdura
jaranero y juvenil.
Cierto que es muy poco o nada
el tal emblema taurino,
mas para un buen salmantino
es la fecha más soñada
que hay del año en el camino.
Tiempos los más clásicos
de la “Mariseca”,
que encuadran una figura:
Romana, La Merenguera”. 


En 1934:

 “Mariseca”, no por vieja
careces de autoridad
que tu símbolo refleja
nuestra estirpe rancia, añeja
de tauromaquia verdad”.



OTROS ESCRITOS

En 1909 José Sánchez Gómez,  “El Timbalero”, critico de toros, que se oculta como “Un repórter”, nos habla de “La Mariseca”: 

Mientras la música entona un alegre pasodoble, estallan bombas en el espacio y resuena sonoro el reloj de la plaza, se colocará mañana, a las doce, en la espadaña de la Casa Consistorial la Mariseca.

Esta es una tradición que no merma, a semejanza de otras salmantinas que han dejado de existir, en medio del olvido más elemental y de la indiferencia popular más significativa.

La tradición de la Mariseca ha de vivir por lo menos el tiempo que nuestras corridas de feria vivan, pues ella, la sencilla bandera, con su toro por remate, es la encarnación fiel de las corridas, el anuncio más sonado y más tempranero de las taurinas fiestas de Septiembre.

La Mariseca en Salamanca es ya una institución, y yo estoy seguro que el año en que llegado el día de Santiago, no se tocase el reloj de la plaza, no se disparasen cohetes, no tocase la música, y no fuera elevada la pequeña bandera en la espadaña de la Casa Consistorial, habría terminado para muchos el encanto que para nuestra ciudad tiene el día de Santiago.

Hay gentes, campesinos de los pueblos inmediatos, que solo arriban a la ciudad para presenciar la colocación de la Mariseca. Es este un anual y gratuito festejo, que cuenta con la simpatía de todos los salmantinos y en verdad que merece verse, pues pocas veces el paseo de la plaza presenta tan pintoresco aspecto, y, pocas veces se organizan paseos tan hermosos.

Lucen muestras mujeres sus mejores y lujosas galas; puéblase la plaza de gentes de la ciudad y del campo, toca la música en el templete, y, durante un par de horas bajo un sol espléndido y de fuego y bajo un cielo azul y hermoso, se respira un ambiente de alegría y de regocijo, que solo puede dar el anuncio de unas corridas de toros magnificas, de las que todos estamos orgullosos, y a las que todos también deseamos éxito enorme.

La fiesta nacional tendrá, como dicen graves señores, su parte de barbarie; pero tiene también su parte hermosa de alegría y de vida. Y esta vida, y esta alegría de Salamanca, el día de Santiago, nos la da la Mariseca, la anunciadora de nuestras corridas, pues ella, y solo ella, es capaz de llevar mañana, a las doce, a la plaza a todo un pueblo sediento de impresiones”.


En 1942 en un artículo de Luis Martín Borrego se inserta lo siguiente:

¡Oh! Estandarte anunciador, 
encima de la torreta
de nuestra Plaza Mayor,
con un toro de veleta
y bandera bicolor.
Nos ofreces esperanzas,
grandes fiestas, diversión,
alegría y bonanzas,
para tener ilusión,
Que es lo que indicas y alcanzas.


El mismo año escribe Amador de la Cuesta González: 

Finos carteles de Ferias
de dos artistas autóctonos.
La grotesca gigantilla
que anima la mojiganga,
finge una risa de esbozo
con mueca de calabaza
y el sol se marca faroles
a cuerpo limpio en las astas
de la brava “Mariseca”
que trepó por la espadaña.


Y otro autor se anima este año a escribir sobre “La Mariseca”, Mariano Santiago Cividanes, quien dice:

Antes de que hubiera corridas de toros, como el pueblo se educaba para la guerra, el espectáculo que enardecía a las multitudes consistía, bien en las plazas, bien en el sitio donde estaba el Rollo o picota, en el lanzamiento de bohordos o lanzas arrojadizas, con las que tiraban las tablas que en forma de castillete, elevaban en los sitios públicos, a fin de destruirlas, con las lanzas tiradas a galope tendido, quedando siempre una tabla sin derribar, donde se ponía la fecha de los días de los espectáculos, dando, sin duda, origen a la “Mariseca”, cuando el juego de caballeros se convirtió en corrida de toros”. Como la tabla no era otra cosa que un semicírculo se cambió por la silueta de un toro. 


José Barbero (publicidad Arenas), junto a un policía municipal, portando el toro
de La Mariseca en 1948 que muestra solo cuatro fechas. Fotografía de Guzmán Gombau



HISTORIA

Lo dice el catedrático de filosofía de la Universidad, el premostratense  fray Manuel Abad Illana, a propósito de las fiestas celebradas el 29 de octubre de 1746, al proclamarse rey Fernando VI, leyendo el libro publicado por el licenciado don Bernardo Rivera Vargas Salmanticense. (El tal libro es original del trinitario calzado fray Manuel Bernardo de Ribera, Regidor de Santiago, poeta cojo, que fallece en 1766).  

Narra en el rasgo quinto que en la Plaza Mayor se erigió un vistosísimo teatro de madera formando una valla y afirma que para anunciar la fiesta se encargó la hechura de un hermosísimo estandarte de moderada altura que de una parte tenía las armas del Rey, ricamente bordadas y de la otra un toro, no menor, primorosamente labrado. Este estandarte, anunciador de los toros, venía llamándose la Mariseca y tenía forma más modesta pues era una plancha de hoja de lata con la figura de un toro.

Aunque afirma desconocer el origen de tal nombre dice que es muy antiguo  y que así era llamado por tratarse de una dama muy obsequiada a la que se le hacían muchas reverencias y adoraciones y que solía corresponder con sequedad a los obsequios de sus admiradores.

Mereció la tal dama una décima espinela que decía así: 

Mariseca, su Merced
es una gran señorita
Usted clama y Usted grita
y Usted Señora, es Usted.
Por Usted el gorro y red
se quitan los presumidos,
Usted tiene a mil rendidos
y es para alabar a Dios
mirar ante Usted a los
más locos, más detenidos.

Su origen antiguo nos lo demuestra que en 13 de agosto de 1455 se legisla en las Ordenanzas “y otro toro se dé al que tuviese las medidas y cuidado de poner la Mariseca y de pintarla.” Hay que tener en cuenta la existencia de un arbitrio típicamente salmantino que era el Maravedí de Torería, que gravaba con un maravedí la libra de vaca y carnero consumido por el público secular, o sea por los que no eran clérigos, claustrales, ni colegiales universitarios. Con este arbitrio se atendían los gastos de las tres fiestas de toros tradicionalmente celebradas que eran: san Juan, Santiago y Nuestra Señora de Agosto. 

El emperador Carlos V en Real Provisión dada en Avilés el 23 de agosto de 1531 manda se dé a los caballeros colacioneros de Salamanca 10 maravedís en cada una de las 3 corridas de san Juan, Santiago y Nuestra Señora de Agosto. (La colación consistía en el agasajo de dulces, confituras y otras cosas, mermeladas, fiambres o pasteles, que se solían dar por alguna celebración o festejo).

Consta en el libro de Actas del Concejo que en el año 1669, la “Mariseca” se ponía sobre el Rollo que está en la Plaza de san Martín en vísperas de toros y que ese año tuvo la mala suerte de caer y matar a un hombre que se encontraba abajo. Lució luego en el Pabellón Real, construida la Plaza Mayor y su lugar destacado fue objeto de mención por parte de Diego de Torres Villarroel, partícipe en el certamen poético celebrado con motivo de la inauguración de la Catedral Nueva en 1733, cuando afirma: 

Un castillote hay en medio
en figura de Granada,
que aun más que lla Mariseca
lla pingorreta llevanta

El 10 de julio de 1748 con motivo de la corrida celebrada en la festividad de san Juan Bautista, don José Casquero en memorial jurado y firmado, incluye un toro vendido para el abasto de carnicerías menores a 190 reales de mariseca.

No deja de ser curioso que la misma persona a la que se agasaja en 1746 con una corrida de toros en Salamanca prohíba por Decreto de 3 de febrero de 1753 la fiesta del toro de san Marcos y el 18 de abril de 1754 la fiesta de toros en general para todo el Reino.

Se hace alusión ya en 1735 cuando: Tocó la suerte de la Mariseca por el banco de san Benito al señor don Juan Manuel de Villena y al año siguiente por el banco de san Martín al señor don Joseph de Coca. 

La fecha de colocación fue en un principio cuando había toros, luego el día de Santiago cuando se establecían las corridas de feria, si estaba ultimado el cartel y en caso de no existir acuerdo, el día de Nuestra Señora de Agosto.

Carece por tanto de fundamento la versión de que el nombre de Mariseca proviene del hecho de que en 1806 cayera a la Plaza, al colocarla sobre el arco de San Fernando, un obrero albañil  del barrio de san Román, apodado Mariseca.

Se dio el caso de que los años 1905 y 1920 el clásico concierto no se celebró.

La figura de la Mariseca tuvo en la antigüedad forma de ridículo maniquí según afirma Manuel Villar y Macías. Luego fue un bastidor cuadrilongo sobre el que se extendía una tela de color rojo y en ella al pie de la imagen de un negro toro, se trazaban gruesas cifras de guarismo anunciando las funciones. Desde 1840, inaugurada la Plaza de Toros del Campo de san Francisco, se cambió por la figura de un toro de hoja de lata, en el que se marcan en números blancos los días de las corridas. Una bandera flota sobe el toro que gira a modo de veleta, pero invertidos los objetos, el toro se alza sobre la bandera.

El Cronista de la Ciudad Salvador Llopis Llopis afirma que en el siglo XVIII existe una campana denominada “Mariseca”, dando a entender que era de una parroquia, probablemente la de San Martín.

“La Mariseca” se ha convertido en uno de los cuatro gigantes de los “Padre Lucas”, junto a “El Toro”, “Don Nicanor” y “El Cohete”, confeccionados en 1980 por Amable Diego.

En la actualidad existe la calle de “La Mariseca”, en el barrrio de la Prosperidad, en la zona de la Aldehuela, junto a las de “El Mariquelo” y “El Hornazo”.


En la actualidad, son los bomberos los encargados de colocar La Mariseca.
Fotografía del Ayuntamiento de Salamanca




BIBLIOGRAFÍA

Historia de Salamanca. Libro IX. (1973).- Manuel Villar y Macías.

Medallones salmantinos. (1926).- Antonio García Boiza.

Tradiciones urbanas salmantinas. (1986).- José Luis Yuste.

Periódico “El Adelanto”.