Se encontraba situada en el brazo izquierdo del crucero de la iglesia, junto a otro de los retablos obra de Cósimo Fanzago para enmarcar el cuadro de San Genaro de José de Ribera ejecutado en 1636. Este retablo, al igual que los otros tres del crucero, se asemejan al del altar mayor y están compuestos de áticas con pedestales, entablamento y frontón triangular con escudo en el centro y relieves de flores o cabezas de ángeles y molduras lineales dotadas de orejeras en su parte superior, con incrustaciones de mármol de colores diversos e idénticos a los del retablo principal.
La imagen de Santa Elena, colocada sobre sencilla peana y situada entre el retablo y la puerta de acceso a la sacristía, tiene 1,40 m de altura, no se conoce su autor, (aunque parece ser de nacionalidad española), está tallada en madera, policromada y estofada y se data a principios del siglo XVIII.
De bello y serio rostro ovalado, amplia frente, cejas de línea curva y fina, delicada nariz y boca diminuta, cubre su cabeza con ajustada toca de abundantes plegaduras aplastadas que caen por detrás. La túnica de ceñido cuello alto va sujeta al talle con cinturón muy elevado, dejando ver unos pliegues que se hacen voluminosos conforme descienden en redondeadas formas. El amplio manto cubre casi por completo la túnica con pliegues artísticos y de amplia volumetría curva, sin aristas, que se van recogiendo hacia los pies completamente tapados.
Toca, túnica y manto están ricamente estofados en una brillante policromía.
El brazo derecho se presenta doblado hacia arriba con la mano en actitud de saludo y el izquierdo, caído hacia el mismo lado, acaricia dulcemente el larguero de una gran Cruz, de mayor altura que la imagen, de madera, plana, fina y de corto cabecero sin cartela, provista de los tres clavos incrustados en los lugares donde irían las manos y los pies de Jesús.
Conocida es la relación de Santa Elena, madre del emperador Constantino, con la aparición de la Cruz en que fue clavado el Redentor, cuando ya anciana visitó los lugares de la Pasión y como agradecimiento a los milagros obrados por el Sagrado Madero elevó basílicas en Belén, en el Monte Olivete y en el Calvario.
En Salamanca, desde muy antiguo, una imagen en madera de Santa Elena, obra probable de Pedro Hernández1, salía procesionalmente el 3 de mayo, junto al Lignum Crucis de la cofradía de la Vera Cruz y a otro paso con la imagen de Nuestra Señora, hasta que en el siglo XIX dejó de salir la Virgen y lo hizo el Santísimo, que hacía estación en la iglesia del convento de las Úrsulas en un altar adornado al efecto por las religiosas2.
La imagen de Santa Elena de referencia ha desaparecido recientemente del citado emplazamiento suponiéndose haya pasado a engrosar la nutrida cantidad de imágenes que posee el convento de religiosas en su clausura.
1.- Antonio García
Boiza, Inventario de los castillos,
murallas, puentes, monasterios, etc. en la provincia de Salamanca.
Salamanca, 1937. Pg. 108.
2.- Francisco Jesús
Blázquez y Luis Monzón, Semana Santa
Salmantina. Historia y guía ilustrada. Salamanca, 1992. Pg. 118.