Nuestro Padre Jesús de la Promesa

Iglesia de San Esteban

  

El Cristo que hoy se encuentra colocado en el muro del evangelio del altar mayor de la iglesia de San Esteban, declarada Monumento histórico artístico el 3 de julio de 1890, parece ser el que en tiempos se denominó Cristo de la Luz, titular de la capilla de tal nombre, que es la tercera del lado de la epístola, a partir del crucero.


Nuestro  Padre  Jesús  de  la  Promesa, convento  de  San  Esteban.
Fotografía de José Luis Filpo Cabana en Wikimedia Commons


Se trata de un Cristo de tamaño natural, de rasgos muy humanos, nada patético, de armónicas proporciones, trascendiendo majestad, con los brazos violentamente descolgados en ángulo agudo, casi descoyuntados, por lo que el madero transversal de la cruz es muy corto en relación con el vertical, manos con los dedos ligeramente flexionados hacia los clavos y abundante reguero de sangre, cabeza inclinada hacia la derecha con el rostro mirando hacia abajo con ojos saltones, corona de espinas tallada de cordones gruesos retorcidos, con el típico sogueado de siglos anteriores, abundante cabellera que cae sobre las espaldas y en una sola crencha sobre el hombro derecho, barba negra abundante, boca cerrada, pecho abombado en leve curvatura sin apenas pectorales ni costillas, vientre hundido, piernas finas muy fle­xionadas con las rodillas juntas de abundantes huellas de sangre, cuerpo brillante limpio de cardenales y laceraciones y pies totalmente cruzados en aspa con un solo clavo. 

Gran paño de pureza grisáceo de triple sección con pliegues horizonta­les airosos, cayendo por el lado izquierdo un gran colgante y ciñendo el bajo vientre de adelante atrás. La talla está policromada con color algo oscuro en la encarnadura y más claro en el paño suprafemoral.

La Cruz es plana, muy grande, de color oscuro y lleva gran cartela rectangular un poco inclinada sobre el cabecero, con inscripción trilingüe. 

Pudiera haber pertenecido al antiguo monasterio de San Esteban, erigido hacia 1225 y luego impulsado por Alfonso X y autorizado por el papa Alejandro IV, que tuvo por iglesia la antigua catedral de San Juan el Blanco, pues el actual ocupa terrenos de la iglesia de San Esteban proto-mártir, más conocida como de Santisteban de los Godinez, ya citada en el artículo CCCXIII del Fuero de Salamanca, cuando llegaron a Salamanca los portogaleses al mando de don Godino de Coímbra, erigi­da hacia 1106 en estilo románico y cedida en 1257 con su cementerio a los Frades predicadores, por el obispo don Pedro Pérez y el Cabildo catedralicio, para que construyeran un monasterio y una iglesia nueva por haberse arruinado su convento con motivo de la crecida de 1229 y donde siguieron viviendo muy precariamente construyendo un dique de contención, hasta una nueva crecida el 3 de noviembre de 1256. 

No se sabe cuando pasa a ocupar el Cristo el lugar en que se encuentra hoy pero debió estar ubicado en la Sacristía pues Juan Eduardo Cirlot, habla de que existe en ella un Cristo de fines del XVI1. 

Con posterioridad a la redacción de este capítulo ha pasado de nuevo a la Sacristía, presidiendo el frontal, al eliminar no hace mucho tiempo la puerta de estilo renacimiento que ocupaba la parte inferior del muro del evangelio, junto al crucero. 

Parece ser obra de mediados del siglo XVI, anterior por tanto a la construcción de la capilla del Cristo de la Luz, que se dotó de un retablo pétreo en 1610, adosado a la pared que mira a la capilla mayor, formado por pilastras platerescas, tímpano redondo y flameros sobre las pilastras, decorado en tonos blancos, grises, azules y dorados, retablo que existe en la actualidad, pero en cambio desapareció el fabricado en 1722 por Joaquín Churriguera y de cuyo dorado, estucado y pintura se encargó el pintor José de Mogrovejo.

 

Sacristía del Convento  de  San  Esteban.
Fotografía de José Luis Filpo Cabana en Wikimedia Commons

Las paredes de la capilla y la bóveda se encuentran decoradas por cuatro frescos, -representando escenas de la Pasión y de la Gloria del Señor-, del artista zamorano (de Almeida de Saya­go) Antonio de Villamor, que se inspiró en la escuela flamenca y en Lucas Jordán. 

Ceán Bermúdez dice que: "Palomino le llamaba su competidor, y seguramente no lo era; pero Palomino, que trataba bien a los profesores, le honraba con este título"2. 

Acompañaban al Cristo de la Luz las imágenes de la Virgen y San Juan que pueden verse en la capilla, deterioradas por el paso del tiempo y muy repintadas. El Cristo de la Promesa, a principios del siglo actual, se guardaba en el interior del convento y Camón Aznar3 lo sitúa en 1932 en la Sacristía, donde permaneció hasta su colocación sobre el muro izquierdo del altar mayor. (Todavía en 1986 podía verse en la Sacristía citada)4. 

En la capilla del Cristo de la Luz se conserva el confesonario en que oían a Santa Teresa el Doctor de la Gracia, padre Domingo Bañez de Artazubiaga, que fue su confesor durante seis años y que le encargó escribiera su "Camino de perfección" y el padre Yanguas, quienes se situaban en un pequeño hueco en el ándito del claustro de los Reyes y a través de una rejilla metálica impartían el sacramento de la penitencia a los fieles, colocados en las respectivas capillas del interior de la iglesia. 

La Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús de la Promesa fue creada en 1948, como filial de la Hermandad Dominicana del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, por un grupo de artesa­nos, para salir en procesión el Lunes Santo, 22 de marzo y se le sumaron las dos agrupaciones con sede en San Esteban: Orden Tercera de Santo Domingo y Cofradía del Santo Rosario, además de la propia Comunidad de Pp. Dominicos. 

El nombre del Cristo se tomó de la conocida como Segunda Palabra: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso", que Jesús dirigió a Dimas el buen ladrón. 

En 1949 y a título experimental se sacaron algunos pasos de la Vera Cruz para completar los misterios dolorosos, pretendiendo fuera la procesión del Rosario, que efectuando un recorrido de penitencia por extramuros llegara al Arrabal, ruta que se hizo hasta el año 1953. A partir del año siguiente su recorrido fue por el centro de la ciudad5. 

En 1955 acompañó al Cristo de la Promesa otro paso: el de la Coronación de Espinas procedente de las misiones que los Dominicos tienen en China y al año siguiente sólo salieron ya el Cristo titular y Nuestro Padre Jesús de la Pasión al que se le sustituiría la túnica blanca por otra de color rojo. 

Salió por última vez este desfile procesional en 1974, pero no así la imagen del Cristo de la Promesa, que sustituyó al Cristo de la Buena Muerte en la mañana del Viernes Santo, por hallarse éste en restauración, que duró hasta el año 1984, en que salió de nuevo y por primera vez a hombros, ya restaurado por el artista salmantino Gerardo Sánchez Cruz. 

En 1979, el Cristo de la Promesa, a la salida de San Esteban tuvo un lamentable accidente al fallar el artilugio de sujeción de la Cruz a la carroza procesional, cayendo la imagen y partiéndose, con lo que precisó una reparación para poder seguir sustituyendo al Cristo titular de la Hermandad Dominicana. La restauración fue efectuada por el mismo artista antes citado y puede verse hoy que el larguero de la Cruz, en su parte baja, lleva un suplemento, de menor anchura que el resto, donde se aprecian los agujeros para sujeción. 

Entre 1981 y 1983 sustituyó al Cristo de los Doctrinos (que se encontraba en restauración, también efectuada por el citado artista), en la tarde del Viernes Santo en la Procesión General del Santo Entierro, para que hubiera un Crucificado, pues llevaban varios años sin tan importante imagen en el solemne desfile procesional.

 

 

 

 

 

1.- Juan Eduardo Cirlot, Salamanca y su provincia. Barcelona, 1956. Pg. 102.

2.- Juan Agustín Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes de España. (5 volúme­nes). Tomo V. Madrid, 1800. Pg. 252.

3.- José Camón Aznar, Guía de Salamanca. Madrid, 1932. Pg. 104.

4.- Ángel de Cabo Alonso y Alfonso Ortega Carmona, Salamanca. Geografía, historia, arte y cultura. Salamanca, 1986. Pg. 368.

5.- Christus. Revista de la Semana Santa salmantina. Salamanca, 1955. Pg.  8.

 

Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00