Cruz en el Retablo Lateral en la Iglesia de la Fundación Rodríguez Fabrés

 

 

El Colegio convento de la Vega fue fundado el año 1166 por los Canónigos Regulares de la Colegiata de San Isidoro de León, junto a una ermita ya existente y que recibía la denominación de Santa María de la Vega, junto al río Tormes, fuera de la muralla en terreno de los mozárabes, propiedad de Velasco Iñigo, de su esposa madona Dominga y de su hermana Justa Iñigo, que donaron al Abad de la citada Colegiata. Para Gil González Dávila su fundación tuvo lugar en 1173, el año en que fue electo, para la silla de Santiago, el obispo de Salamanca don Pedro Suárez1. 

La ermita desapareció en 1236 con motivo de una crecida del río para dar lugar a una nueva iglesia gótica, con una torre junto a ella y dos en la fachada del colegio que poseyeron los Canónigos.


Iglesia en la Fundación Rodríguez Fabrés
Fotografía de Marta Delgado 2019-08-15


La iglesia actual ha sufrido bastantes transformaciones, desde que iniciaran su construcción en 1562 Pedro de Lanestosa o de la Inestrosa "el Viejo" y Miguel de Isturizaga2. Así las obras ejecutadas por Juan de Nates Nabeda en 16123. La capilla mayor, que se reedificó en 1718, procediéndose a la traslación del Santísimo Sacramento en el mes de octubre, tiene junto al presbiterio dos estupendos retablos de piedra, horadados en el muro, bajo arco de medio punto abocinado con arquivoltas renacentistas con diez ángeles y motivos florales en la clave. El intradós está compuesto por artesonado milanés de veintidós casetas con sus correspondientes alcachofones. 

Las pilastras laterales, adornadas con grutescos de fino relieve, dejan paso en las jambas interiores a hornacinas rectangulares bajo la imposta separadora adornada con guirnaldas y angelotes con cruces. 

Rematan los retablos en frontón curvo que aloja en el tímpano la figura del Espíritu Santo el de la izquierda y el Padre Eterno el de la derecha.

El retablo del lado del evangelio representa la Resurrección o la Ascensión del Señor, pareciendo de fechas posteriores y el del lado de la epístola es el que vamos a detallar. 

Don Manuel Gómez-Moreno y Martínez, que visitó Salamanca entre 1901 y 1903, nos dice: "En lo alto de la nave meridional de la iglesia fórmase un retablo todo de piedra, hecho hacia el mismo tiempo que ella, con arco abocinado, lleno de talla y artesones y en su fondo un altorrelieve figurando, casi en tamaño natural, al Señor muerto en brazos de María y las santas mujeres y varones rodeándoles, obra de gusto italiano muy estimable, por lo que se hacen más lastimosos sus grandes deterioros. Recuerda el retablo de Fuente Guinaldo, que atribuyo a Mitata... En la posterior renovación de la iglesia, hoy adjunta a un asilo, desapareció este retablo, al menos de su primitivo lugar"4. 

La renovación a que se refiere Gómez-Moreno es la que se efectuó a instancias de don Vicente Rodríguez Fabrés, quien había heredado toda la finca, denominada Virgen de la Vega, de su padre el banquero don Vicente Rodríguez Santamaría, que la había adquirido cuando la desamortización. A la muerte del hijo en 1904 dejó toda su fortuna para atender a la institución y conservación de dos benéficos asilos en la finca: uno para ancianos y otro para niños huérfanos de la capital y provincia de Salamanca. 

De las obras de reforma se encargó el arquitecto don Joaquín de Vargas Aguirre, académico de la Real de San Fernando y de la Academia de Ciencias Exactas, sin que se pueda saber con exactitud cuáles serían tales reformas pues el archivo de la Fundación Rodríguez Fabrés se perdió en 1920.


Retablo del lado de la Epístola
Fotografías de María José 2018-12-02

Retablo del lado de la Epístola, detalle
Fotografías de María José 2018-12-02

Sin embargo sí se sabe que los dos retablos fueron tapiados (no trasladados de lugar) y delante de ellos se colocaron sendos retablos modernos donde se rindió culto a la Virgen en dos de las advocaciones predilectas del filántropo salmantino, reservándose el de la derecha para la Virgen del Pilar, enterrándose delante de él, en el suelo, los padres y abuelos del benefactor y en otro distinto el propio don Vicente Rodríguez Fabrés, como muestran las lápidas existentes en la actualidad. 

El hecho del Descendimiento de la Cruz es narrado por los cuatro evangelistas, pero, curiosamente ninguno de ellos cita a la Virgen como integrante del grupo de personas que procedieron a la realización de tan piadosa ceremonia. La única referencia, próxima en el tiempo, es la que hace Juan (19, 25-27) cuando dice: "Estaban en pie junto a la cruz de Jesús su madre, María de Cleofás, hermana de su madre y María Magdalena". 

El grupo del Descendimiento está ejecutado en piedra sin policromar y nos recuerda por su composición, casi exacta, la Piedad de Juan de Juni, sobre el sepulcro de don Gutierre de Castro en el claustro de la Catedral Vieja. Aunque en éste son cinco las figuras presenta la misma disposición. Sólo una talla sobrante, más a la derecha presenta como diferencia que no se encuentra en primer plano, como el resto de las figuras. 

El Cristo, longuilíneo y menos retorcido, se muestra inerte, tiene el rostro más de perfil y la cabeza se presenta inclinada profundamente sobre el pecho, la frente despejada, nariz con mutilaciones, barba finamente rizada, melena abundante de estudiados rizos que caen sobre la espalda y hombro izquierdo, brazo derecho fino de exagerada rectitud, con los dedos de la mano ligeramente flexionados, torso corpulento ligeramente abombado sin apenas señalamiento de costillas, llaga poco señalada en el costado, piernas no muy gruesas la izquierda sobre la derecha y paño de pureza pegado al cuerpo con pliegues paralelos, poco perceptibles. 

San Juan, que sujeta a Cristo por la axila derecha, presenta bella cabeza restaurada, con melena corta, desnudo el cuello y parte del hombro derecho al agacharse y la túnica y manto que luce se confunden en artísticas y airosas plegaduras. 

La Virgen recibe a su Hijo sobre el regazo y las manos en actitud de oración con los dedos entrelazados. Su amplio manto enmarca un triste rostro de correctas facciones, la mirada hacia la cabeza de Cristo, ojos pequeños, fina nariz, labios cerrados y mentón corto y pronunciado. La toca de muchos pliegues cubre su cuello y pecho, mientras que el manto impide ver la túnica por la amplitud de sus pliegues de airosa línea. 

Una de las dos Marías, en lugar de ayudar a la Virgen en su desfallecimiento, se inclina con curiosidad a contemplar la escena, mientras junta las manos en actitud orante. El rostro, con mutilaciones, no ha sido restaurado como las otras figuras y la imagen luce también toca y manto similares a los de la Virgen, aunque con plegaduras un poco más planas. 

La que suponemos otra María queda detrás, con el amplio manto, de plegaduras planas, sirviéndole de embozo hasta la nariz y dejando ver unos ojos atónitos ante lo que sucede. 

La otra figura, delante de las dos Marías, que toca con la mano derecha ligeramente a Cristo, ignoramos quien sea pues, al ser restaurada se le ha colocado una cabeza descubierta de corta y ondulada melena y facciones dulces que inducen a confusión sobre su sexo. Para ser María Magdalena su cabellera es demasiado corta y para ser José de Arimatea tiene demasiada juventud. ¿Será San Juan, y en ese caso la figura que hemos descrito, sujetando a Jesús por la axila sería la Magdalena? 

No sabemos cuáles de las Marías son las reflejadas, pues los evangelios nos hablan de tres: María Magdalena, María de Cleofás, la madre de Santiago el Menor y de José y María Salomé, la madre de los hijos del Zebedeo. Posiblemen­te sean las dos que ha dicho Juan antes: María de Cleofás y María Salomé, con la Magdalena. 

El grupo se encontraba tan deteriorado y con tantas mutilacio­nes que había que colegir quienes fueran los integrantes ya que las cabezas de la Virgen, San Juan y la figura del primer término a la derecha habían desaparecido y la imagen del fondo, también a la derecha, por las vestiduras parecía mujer, pero el rostro muy deteriorado hacía creer se tratara de un varón. 

Los pliegues de los vestidos presentan logrados relieves aunque no tienen el ímpetu violento, ni el conjunto de figuras produce la congoja ante la falta de espacio, de la obra de Juni. 

Al fondo del relieve se encuentra la talla de una gran Cruz plana y ancha, sin cabecero, que se sustituye por un pequeño listón sobre el que va clavado el infamante cartel que consiste en simétrico pergamino avolutado con muescas centrales en los dos lados. Carece de la corona de espinas alojada en el cruzamiento de ambos brazos como aparece en los Descendimientos de la Catedral Vieja y en el de la iglesia de Santa María de los Caballeros. Sobre el travesaño de la Cruz apoya una gran escalera de mano. Recientemente, cuando desapareció el altar que lo ocultaba, ha sido restaurado todo el conjunto dejando ver de nuevo los rostros de San Juan y de la Virgen. 

Se supone que el lucillo se excavara en el muro para alojar un mausoleo y que éste correspondería a la persona a que hace referencia la inscripción de la lápida deteriorada que en letra gótica puede leerse hoy en los muros de la Sacristía y que en el pasado siglo se encontraba alojada en este sepulcro y que dice:


“+ HIC REQUIESCIT FAMU
LA DEI DONNA YGNES
CONVERSA HUIUS ECCLE
SIE QUI OBIIT VII K[alendas] SE
PTBR
        ERA M CC LX IIII”5


Se trataría de una conversa o beata de las que se denominaron emparedadas y que vivieron entre los muros de varias iglesias salmantinas, como se ha dicho anteriormente. 

En esta capilla y en su altar mayor, con barroco retablo, se veneró hasta el siglo XVII la Virgen de la Vega con el nombre de la Antigua, teniendo asiento en esta capilla la Cofradía de hortelanos y la de procuradores. Ante esta imagen de la Teotocos, la Madre de Dios, el Concejo salmantino hizo en 1618 el voto de defender el misterio de la Inmaculada Concepción, conside­rán­dola ya su "patrona y soberana protectora". 

Con motivo de la desamor­tización de Mendizábal pasó la imagen al domicilio particular del canónigo don Francisco Lucas, luego, en 1812, a la parroquia de San Polo y en 1838, al suprimirse ésta, recibió culto en la iglesia de San Esteban, donde la estudió Gómez-Moreno en su retablo mayor, desde donde se trasladaba procesional­mente a la Catedral Nueva para retornarla una vez efectuado el Novenario. 

Hacia 1882 fue traslada­da a la Catedral Nueva y situada en la capilla del Presidente y desde entonces la fiesta que se celebraba el 15 de agosto pasó al 8 de setiembre, día de comienzo de la feria franca salmantina que dura hasta el día 21, concesión del rey Enrique IV en 27 de agosto de 1467 por los buenos servicios prestados por la ciudad y sobre todo por el obispo don Gonzalo. 

En 1949 quedó definitivamente asentada en la Catedral Vieja dando lustre al incomparable marco del retablo de Nicolás Florenti­no en el altar mayor. 

La imagen de la Virgen es una pieza "reputada como una de nuestras mejores joyas y tanto, que en su género no se conoce rival fuera de España"6 en apreciación de don Manuel Gómez-Moreno que tuvo ocasión de contemplarla todavía en la Catedral Nueva a principios de siglo. 

 

 

 

1.- Gil González Dávila, Historia de las antigüedades de Salamanca. Vidas de sus obispos. Salamanca, 1606. pg. 168 y Theatro eclesiástico de la Iglesia y Ciudad de Salamanca. Vidas de sus obispos y cosas  memorables de su obispado. Salamanca, 1618. Pg. 67.

2.- Antonio  Casaseca Casaseca, Los Lanestosa. Tres generaciones de canteros en Salamanca. Salamanca, 1976. págs. 56/57 y Andrea  Barbero García y Teresa de Miguel Diego, Documentos para la  historia del arte en la provincia de Salamanca. Siglo XVI. Salamanca, 1987. Pg. 65.

3.- Pilar García Aguado, Documentos para la historia del arte en la provincia de Salamanca. Primera mitad del siglo XVII. Salamanca, 1988. Pg. 53.

4.- Manuel Gómez-Moreno y Martínez, Catálogo monumental de España. Provincia de Salamanca. Valencia, 1967. Pg. 164.

5.- Fernando Araujo, La Reina del Tormes. Guía Histórico-Descriptiva de la ciudad de Salamanca. Salamanca, 1884. Edición patrocinada por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca en 1984. Pg. 322.

 “+ AQUÍ DESCANSA LA SIERVA DE DIOS DOÑA INÉS CONVERSA DE ESTA IGLESIA QUE MURIÓ EL 7 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO MCCLXIIII (1226)”, el año se refiere a la era hispánica con 38 años más que la era cristiana.

6.- Manuel Gómez-Moreno y Martínez, ob. cit. pg. 206.


Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00