Cruz de Nuestra Señora del Gran Dolor

Parroquia de San Juan de Sahagún

 

 

El tema de la Piedad, el misterio de la Virgen con el Hijo muerto sobre sus rodillas, que tanta atracción tuvo sobre los artistas, no se trata en los textos evangélicos y tiene su origen en la literatura mística de la iglesia de Oriente, pasando a Occidente a partir del siglo XIV, a través, sobre todo, de los ambientes de los monasterios femeninos y desarrollándose con mayor intensidad en el XV. 

Es Santa Brígida en sus Revelaciones, -que escribió a mediados del siglo XV-, quien narra en palabras de la Virgen que: "cuando lo bajaron de la cruz... sus yertos brazos no pudo doblarlos para que descansaran sobre el pecho, sino sobre el vientre. Las rodillas tampoco pudieron extenderse, sino que quedaron dobladas como habían estado en la cruz". 

En 19441 los ex-combatientes salmantinos de la guerra civil, a los que se añaden algunos feligreses de la parroquia de San Juan de Sahagún fundan la Cofradía del Santísimo Cristo de las Batallas, Nuestro Padre Jesús del Consuelo y Nuestra Señora del Gran Dolor, haciendo referencia a las tres imágenes que desfilarán procesionalmente el Miércoles Santo.


    

Nuestra Señora del Gran Dolor a la izquierda
fotografía de Jandri Martín 2023-03-04 y sobre
estas líneas una fotografía de Pablo Julián

 

Las dos primeras imágenes ya se han descrito con anterioridad, quedando solamente por dar noticia de la talla de Nuestra Señora del Gran Dolor. 

Se trata de un grupo escultórico, de tamaño natural, cuyo autor se desconoce, situado directamente sobre la mesa de un altar, al lado de la epístola, junto al altar mayor, sin retablo ni adorno alguno, sobre pedestal de piedra. La Virgen se encuentra al pie de la Cruz, recostada sobre ella y acoge en su regazo el cuerpo de su Hijo muerto. Al tener sobre el pecho un corazón de plata, traspasa­do con siete espadas del mismo metal, se parece a la Dolorosa de Felipe del Corral, de la Vera Cruz y por la disposición de las figuras se asemeja a la Piedad de Carmona, de la Catedral y algo menos, por la posición de Cristo, a Nuestra Señora de las Angustias de la parroquia de San Pablo. 

La Virgen luce sencilla diadema de trabajada chapa de plata con ocho ráfagas en grupos de a tres y nueve rayos lisos que terminan en estrella, tipo peineta y el largo y amplio manto negro de terciopelo que luce desde la cabeza está bordado en hilo fino de plata y adornado con encajes blancos. Sobre la frente y en el cuello luce un tocado de paño blanco hecho de encaje de seda que se confunde con la amplia mantilla de blonda en que recoge el cuerpo del Señor. La mano izquierda, en ademán de acariciar a su Hijo, sujeta un pañizuelo blanco. El rostro sereno, redondeado y sin lágrimas, con los ojos abiertos contemplando el cuerpo de Cristo. La barbilla fina, con hoyuelo en el centro, dota al rostro de un gesto delicado que se acusa aún más por la pequeñez de los labios carnosos de la cerrada boca. 

La imagen de Cristo, estucada y policromada de tonalidad poco brillante, lleva, en plata, los típicos rayos o potencias (que significan la plenitud de gracia, de ciencia y de potencia) sobre la cabeza desmayada hacia atrás, barba puntiaguda y el cabello abundante y ensortijado cae sobre el hombro derecho llegando a tocar la axila. El torso con costillas prominentes muy bien dibujadas y la llaga abierta con reguero de sangre abundante que moja el paño de pureza. 

El brazo derecho de formas pronunciadas y arqueado se apoya en la pierna de su Madre con la mano flácida y el dedo pulgar enfrentado y casi tocando al resto. El brazo izquierdo, al aire, con el hombro descoyuntado y la mano desfallecida tocando delicadamente los dedos de la Virgen. El pie izquierdo bastante adelantado con las piernas muy musculosas y las rodillas tumefactas, aunque con poca salpicadura sanguinolenta. Todo el cuerpo en tensión a pesar de la muerte. Lividez y poca sangre en el cuerpo maltrecho. El perizonium no ondea sino que va recogido entre los muslos con pliegues casi horizontales, sin anudamiento. 

Tiene el Cristo como característica singular que su caja torácica puede girar, sobre el costado izquierdo, por medio de charnela, hacia la Virgen y dejar al descubierto un dorado sagrario para contener la Eucaristía. 

La Cruz plana, no muy grande, de madera en su color, con sencillos adornos prismáticos de plata en las conteras de los brazos. Cartela con la condena, también de plata, muy ramajeada y de abundantes curvas y contracurvas en su perímetro barroco. Uno de los sudarios que a veces exhibe sobre la Cruz consiste en preciosa tela de lienzo con adornos de encaje en sus extremos. 

Se supone que la imagen procede de la capilla dedicada a los Dolores de Nuestra Señora, que estaba construida en 1745, aunque no llegara a terminarse la iglesia del convento de San Antonio el Real, en la plaza del Liceo, perteneciente a los padres francisca­nos de la Provincia de San Miguel2. 

 



1.- Juan José Andrés Matías, Semana Santa en Salamanca. Historia de una tradición. Salamanca, 1986. Pg. 114.

2.- Jaime Pinilla González, El arte de los monasterios y conventos despoblados de la provincia de Salamanca. Salamanca, 1978. Pg. 137.



Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00