Cruz del Paso de Jesús Nazareno de la Vera Cruz

 

 

La etimología de la palabra "paso" se remonta a los hebreos. La fiesta de la Pascua que el pueblo judío celebraba por primera vez cuando pasaron de Egipto al desierto era la de "phasek" y a causa de este éxodo se ha traducido por "paso" y se celebraba a partir del 14 del mes de "nizan", primero del calendario hebreo y correspondiente a finales de marzo y principios de abril. 

Más tarde la palabra se helenizó y el concepto de Pascua recibe su nombre a consecuencia de la Pasión del Señor, con Cristo como Cordero inmolado por los primeros hebreos, al igual que hicieron en su marcha hacia la tierra prometida con el cordero pascual. 

En la acepción artística de la palabra, "paso" de las procesiones, se derivaría del latín "passus", con el mismo origen que el paso ambulante en su antigua acepción de cada tramo histórico o de un sucedido, según Lázaro Carreter1. En la forma del verbo "patior, passus sum" tiene el significado de sufrir, padecer o soportar o sea que se refiere a las escenas de la Pasión del Señor y a su representación escénica. 

El paso de Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas, de la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción, su Madre, fundada en el año 15032 en el día de la Santa Cruz por el padre Diego de Bobadilla, que desfila el Viernes Santo en la procesión General del Santo Entierro, se supone que es el que ya salía a principios del siglo XVII, cuando como cofradía penitencial que era, sus hermanos denominados de sangre o de disciplina arrastraban cadenas y se iban flagelando la espalda, con la cara cubierta y desnudo medio cuerpo, en la única procesión que salía el Jueves Santo, potenciada luego por el Concilio de Trento que impulsó el movimiento de las Cofradías y en especial de las de penitencia. 

Paulo III concedió diversas indulgencias a todos los cofrades, los de disciplina y los de luz de todas las cofradías de disciplinantes, o de la Santa Cruz o de la Penitencia. 

Parece que la primera estación de penitencia se celebró hacia el año 15203 y de ella formaban parte principal los estudiantes, a través de los cuales hemos llegado al conocimiento de que eran tan fuertes los latigazos y mortificaciones que practicaban que "no conviene que hubiese disciplina general que había el Jueves Santo de los estudiantes de la Universidad... é así se habían muerto algunos, é otros enfermado seriamente"4. 

Con anterioridad y a partir de la venida a Salamanca de San Vicente Ferrer, en 1411, ya existió una compañía estable de flage­lantes que acompañaban al Santo en su periplo por Ayllón, Medina de Rioseco, Simancas, Tordesillas, Valladolid y Zamora, que aunque no constituyeron una verdadera cofradía ligada a los actos de la Semana Santa (a la que no se integran hasta 1536) dejaron la simiente para la práctica de la pública flagelación. 

Más tarde se suavizaron las costumbres para evitar las escenas de crudeza penitencial y el 2 de enero de 1616 se crearon los penitentes de cruces que desfilarían el Viernes Santo por la mañana, encaminándose al Humilladero del Cristo de Jerusalem y de allí al Calvario, a través del campo, siguiendo las Cruces de piedra del camino, ya existentes pues Gil González Dávila nos habla de la Vía Dolorosa como situada en la parte de afuera de la Puerta de San Francisco5. En 16176 se varió el recorrido y se acordó que desfilaran el Miércoles Santo para no coincidir con la hermandad de disciplinantes. Fue más tarde, en 1777, cuando desaparecieron los hermanos de sangre quedando solamente los cofrades de luz que en la citada procesión llevaban hachones encendidos de cuatro pábilos. 

La escena que tratamos constituye uno de los primeros pasos que la devoción cristiana celebra rememorando el Camino hacia el Calvario suceso que tan parcamente tratan los evangelistas. Así solamente nos dicen: "Tomaron, pues a Jesús, y cargándolo con la cruz, salió hacia el lugar llamado Cráneo, en hebreo Golgotha donde lo crucificaron". (Jn 19, 17-18) "Lo sacaron luego para crucificar­lo... Lo condujeron al lugar del Gólgota, que significa 'Lugar de la calavera'" (Mc 15, 20-22).


Nazareno de la Vera Cruz
 

El Cristo, de madera oscura, de no muy buena talla y de relativo tamaño, en los primeros tiempos vestía túnica de tafetán azul o morado y también llevaba la soga de trenza dorada al cuello, significando la predicción profética: "como cordero llevado al matadero, como ante sus esquiladores una oveja muda y sin abrir la boca". (Is 53,7). Hoy la túnica que luce es más rica, de terciopelo morado, bordada con cordoncillo en hilo fino de oro en las bocamangas, orla y cierre, soga dorada y forro visto de muselina blanca y lisa en las mangas. El primitivo Nazareno, del que hay noticias en 1626 a través de un inventario de bienes de la Cofradía, donde se dice que desfilaba el Miércoles Santo, desapareció y fue sustituido por otra imagen que sirvió de modelo al artista Pedro Hernández para el que talló con destino a la Congregación de Jesús Nazareno de San Julián.  

El desfile del Jueves Santo llevaba también otro paso de Jesús con la Cruz a cuestas según el citado inventario de bienes. 

El Cristo presenta pormenorizada talla del rostro con los ojos grandes muy abiertos, dirigiendo la mirada hacia abajo, rostro afilado, nariz fina y grande, bigote y barba de cuidados rizos, boca de finos labios entreabiertos, melena con cuidado cabello que cae sobre ambos hombros y corona de espinas vegetal grande y de tonos más claros que la melena. La mano derecha más alta sujetando la Cruz, que carga sobre el hombro derecho, sin llegar a tocarla y la izquierda apoyada en ella. 

La Cruz es grande, sensiblemente plana y lleva en exceso de pintura y barniz el veteado de la madera ejecutado sin naturalidad. Las conteras de los brazos se adornan con historiados terminales dorados. 

Las andas con faldillas que soportan la imagen, son las que el Lunes Santo lleva el Cristo de los Doctrinos con la cofradía de este nombre, de madera y de construcción simple, con casetones rectangulares de poco resalto y adornos de sencilla flor en cada uno de los centros, es portada por 32 hermanas en la actualidad (desde 1985) y hasta entonces la llevaban los dependientes de comercio. 

El desfile de los hermanos de la Ilustre Congregación de Nuestro Padre Jesús Nazareno, cofradía fundada en 1668, dentro de la Cofradía de la Cruz, dio lugar a discordias y pleitos que tuvieron que ser solucionados, a lo largo de los siglos, por la autoridad eclesiástica. 

En 1708 acompañaron a esta imagen los Clérigos Menores por especial privilegio, vistiendo un traje suntuoso consistente en roquetes de anchas mangas acabadas en punta. 

En 1805 desfiló este paso por última vez en Jueves Santo pues el obispo, don Antonio Tavira y Almazán, reordenó las procesiones concentrándolas en la General del Santo Entierro, el Viernes por la tarde. No obstante, a petición de la Ilustre Cofradía de la Cruz, volvieron a salir en 1815 las tres Cofradías respetando el antiguo ceremonial, pero quedaron suprimidas de nuevo en 18217. No volvió a salir la imagen hasta un siglo después, en 1918. 

Con la crisis de la Semana Santa salmantina no pudo salir en 1977 por no reunir el número suficiente de cofrades que lo sacasen a la calle. 

En la actualidad, el desfile tiene lugar durante la tarde del Viernes Santo. El paso, tallado en madera, es llevado en andas por turno de carga femenino desde el año 1985. Este es un hecho histórico, ya que marca la primera vez en España en la que un paso procesional es llevado por mujeres exclusivamente, merecimiento compartido con la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz que también sacó en procesión ese mismo año el paso de la Coronación de Espinas en el Santo Entierro.

 

 

 

1.- José Delfín Val y Francisco Cantalapiedra, Semana Santa en Vallado­lid. Valladolid, 1990. pg. 299.

2.- La Basílica Teresiana. Publicación mensual. Artículo: Semana Santa en Salamanca. La Cofradía de la Santa Cruz y sus pasos. 29 marzo 1909. Pg. 147.

3.- La Gaceta Regional. Publicación periódica. Diario de Salamanca. Salamanca, 25 de marzo de 1986.

4.- La Basílica Teresiana. Publicación mensual. Luis Getino O.P. Artículo: Fiestas que se van. La Capilla universita­ria. Salamanca, 1909. Pg. 162.

5.- Gil González Dávila, Theatro eclesiástico de la Iglesia y Ciudad de Salamanca. Vidas de sus obispos y cosas memorables de su obispado. Salamanca, 1918. Pg. 10.

6.- La Basílica Teresiana. Publicación mensual. Artículo de Amalio Huarte. Salamanca, 1917. Pg. 68.

7.- La Gaceta Regional. Publicación periódica. Diario de Salamanca. Salvador Llopis Llopis. Artículo: Impiedad e irrespeto. 7 abril 1955. Pg. 6.



Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00