El Cristo que aparece fotografiado en la obra Semana Santa Salmantina1 es el que sale el Miércoles Santo con la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Flagelado y de Nuestra Señora de las Lágrimas, portado por un cofrade cual Cruz procesional y escoltado por dos hermanos que portan bengalas. En la actualidad son cuatro los acompañantes y llevan las largas antorchas totalmente horizontales.
La Hermandad de Nuestro Padre Jesús Flagelado tiene por titular a la preciosa imagen de Luis Salvador Carmona que talló en Madrid en 1760, que retrata a Jesús recogiendo su clámide púrpura tras los azotes y que estuvo en la sacristía, en una hornacina de cristales, hasta que la Clerecía pasó a ser usufructuada por la Universidad Pontificia en 1986 y se ubicó en la citada sala el Aula Minor B. de la Universidad, con lo que el Cristo Flagelado recibe culto en el segundo altar de la derecha, entrando en la Clerecía.
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La Hermandad actual fue creada y desfiló por primera vez el Jueves Santo de 1913 con el nombre de Cofradía de la Flagelación, formada por los dependientes de comercio salmantinos y los trabajadores de la empresa Mirat, que desfilaban integrados en la Procesión General del Santo Entierro y tras varias vicisitudes llegó a 1949 en que salió de nuevo a la calle el Lunes Santo formada por miembros de la Congregación de San Francisco Javier y 44 empleados de comercio y mercantiles, ya con el nuevo nombre.
El Viernes Santo continuaron integrándose en la General del Santo Entierro y en ella continuaron cuando falló el intento de desfilar el Lunes Santo.
En 1967 y ante la gravedad de la situación por la que atravesaba la Cofradía del Santísimo Cristo de las Batallas (excombatientes) no salió el Viernes Santo y desfiló el miércoles para ayudar a esta Hermandad. Al año siguiente ya no pudo sacar esta Cofradía el Cristo del Consuelo titular y fue sustituido por el de la Paz de la iglesia de San Sebastián, en esta procesión del Miércoles Santo.
Desaparecida la Cofradía de Excombatientes, en 1972 ya desfiló sola la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Flagelado el Miércoles Santo, aunque se dio la circunstancia de que por las obras de la Clerecía tuvo que cambiar de sede a partir de 1979: primero fue la propia sacristía durante 4 años, luego la iglesia de San Benito otros 5 y por fin la parroquia de San Sebastián en 1989. En este año volvió a la Clerecía al concluir las obras realizadas en su interior y la reparación de la cúpula. Había dejado de salir en procesión el Miércoles Santo de 1973 y vuelve a hacerlo de nuevo el 6 de abril de 1977.
El Miércoles Santo de 1992 desfiló por primera vez la imagen de vestir de Nuestra Señora de las Lágrimas, que había llegado a salir en procesión en Cádiz, donde fue adquirida, obra del artista José Miguel Sánchez Peña, nueva titular de la Hermandad, que había dado entrada a las mujeres como hermanas, modificando los Estatutos en la Asamblea de 1987, desfilando por primera vez acompañando al Flagelado en 1988.
El Crucificado con el que
desfila esta Hermandad es un Cristo trágico de tamaño casi natural
y tonalidad oscura, que cae desplomado sobre los pies, de hermoso perfil, la
cabeza reducida y caída hacia adelante y a la derecha, gran corona de espinas
tallada y además tres doradas potencias
metálicas casi en paralelo, bigote y barba con cuidados rizos no muy oscuros,
melena negra abundante y ondulada que cae lacia sobre los hombros, brazos
delgados en pronunciado ángulo con los antebrazos musculosos, dedos
flexionados sobre los clavos, torso abultado con leve curvatura de costillas
intensamente modeladas, epigastrio de amplia curvatura y piernas finas y cortas
con las rodillas juntas muy adelantadas, abultadas pantorrillas y los pies
desproporcionados.
El ceñidor grande, muy blanco, anudado al centro con los pliegues laterales oblicuos hacia atrás y dejando al frente una especie de cortinilla, en un estilo demasiado influido por el barroco, con colgante amplio liso, sin pliegues ni arrugas, a la derecha y pegado al cuerpo, por detrás, un paño grande también ajustado a los muslos.
La Cruz es grande de tronco natural con pronunciados nudos y sinuosas líneas demasiado geométricas en la corteza, sin cartela para inscribir el rótulo de la condena en el cabecero.
1.- Francisco Javier Blázquez y Luis Monzón, Semana Santa Salmantina. Historia y Guía
ilustrada. Salamanca, 1992. Pg. 38.