Cristo de la Agonía

Iglesia de los Pp. Capuchinos


  

La actual capilla de la Orden Tercera de los Pp. Capuchinos se levantó en el siglo XVIII sobre una de las tres capillas que conformaban la cabecera del templo de San Francisco el Real, la del lado del Evangelio. 

El retablo del altar mayor de esta capilla ejecutado en piedra arenisca de Villamayor, policromada y dorada, es obra de la exuberancia barroca de Simón Gavilán Tomé, en 1752. El resto de los retablos laterales están también labrados sobre la misma piedra que conforma los muros.

 

Retablo de la iglesia de los PP. Capuchinos
Imagen de Zarateman, Wikimedia Commons

Aunque todavía faltaban algunos años para la promulgación del documento que había redactado el secretario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando don Antonio Ponz y que refrendó Carlos III en 1777, prohibiendo la ejecución de retablos de madera por el peligro de incendio que entrañaban, en esta iglesia se construyeron ya los retablos en piedra que era uno de los materiales admitidos, junto con el mármol, jaspe o de estuco imitando aquellos materia­les. Sin embargo se ignoraron en absoluto los reales decretos de 1778 y 1786 por los que fueron prohibidos el dorado y el estofado. 

De solamente dos cuerpos, el retablo presenta en el bajo dos columnas centrales muy adornadas y dos estípites en los extremos que dan lugar a tres hornacinas. Las laterales aveneradas y de artísticas peanas alojan imágenes de San Luis y de Santa Isabel, tallas de mediados del siglo XVII y policromadas de nuevo en 1756. 

La central, mucho más grande y de arco de medio punto, con excesivos adornos de molduras, rocallas y alados serafines, acoge la imagen de un magnífico Crucificado.


Cristo de la agonía en iglesia de los Pp. Capuchinos
Fotografía de Zarateman, Wikimedia Commons


El ático, sobre una cornisa barroca, luce en su centro un bajo relieve con la figura de San Francisco, de medio cuerpo, rodeada por un óvalo adornado con profusión. Debajo un figurado lienzo con relieve de la Santa Faz y en los laterales, follajes, cartelas, molduras, cornucopias y angelotes en variadas posturas completan una decoración barroca exuberante y dorada. 

La imagen del Cristo Crucificado que se venera en el camarín del altar mayor es una talla que impresiona por la expresión patética del rostro, con la mirada dirigida hacia lo alto y los labios entreabiertos en el momento de la expiración, por lo que es conocido como el Cristo de la Agonía. 

La imagen parece que de un momento a otro se despegará de la Cruz; tal es el impulso ascensional del que el autor dotó a la figura de Cristo. 

La imagen está tallada en madera de nogal del Perú, por el escultor salmantino Bernardo Pérez de Robles1, sin policromar, lo que le da una coloración oscura de luminosidad metálica.

Es de tamaño natural, cabello ensortijado con mucho detalle que cae en variados bucles sobre los hombros, rostro de cuidada barba puntiaguda que se bifurca en dos simétricas curvas, corona de espinas grande metálica y dorada de varios cabos, la cabeza vuelta hacia la derecha, cuello distendido por el esfuerzo, tórax agitado con las costillas de armónicas proporciones y los pectorales muy bien dibujados, epigastrio de amplia curvatura, brazos muy horizontales y en tensión, las piernas abiertas, un poco dobladas hacia la izquierda con las venas muy pronunciadas sin apenas tumefacción en las rodillas y el barroco y movido paño suprafemoral muy grande, con pliegues finos, diminutos y airosos, dividido en tres zonas, queda abierto dejando ver la cadera derecha sobre la que anuda la fina cuerda de sujeción. 

La Cruz es sólida de tronco natural de madera donde se aprecia perfectamente la nudosidad de la corteza y la tablilla injuriosa es dorada y muy barroca con volutas en los extremos. 

Don Manuel Gómez Moreno2 atribuyó la talla del Cristo de la Agonía a Juan Martínez Montañés por la afinidad que tiene con el estilo del artista sevillano. Igual opina Camón Aznar para quien es la "emocionante efigie de Cristo Crucificado, obra probable de la escuela de Sevilla, de gran perfección anatómica y valor dramático"3 y para Cirlot que "se considera de escuela sevillana"4. 

Más tarde fue María Elena Gómez-Moreno5 quien consiguió identificar al salmantino Bernardo Pérez de Robles como autor de tan preciada imagen. Había sido tallada en las Indias, concretamente en Lima, donde residiera por espacio de 30 años; de ahí el material en que está confeccionada y de ahí también que desde las Indias fuera traída a Salamanca. 

La influencia del fino virtuosismo de Montañés y del sevillano Juan de Mesa es patente y tiene su origen en la gran cantidad de obras que de ambos artistas se habían exportado a Lima en aquellos tiempos. Así, del primero son muy conocidos la imagen del Cristo del Auxilio en la iglesia de la Merced, de Lima -que coincide con el de la Clemencia que, policromado por Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, preside la sacristía de los Cálices de la Catedral de Sevilla- o el Cristo que se venera en la catedral limeña, relacio­nado con el de los Desamparados del Santo Ángel sevillano. 

De Juan de Mesa se conservan en Lima algunos de los diez Crucificados que tallara en vida. Pero la inspiración mayor para Bernardo Pérez de Robles viene del Cristo de la Agonía de la parroquia de San Pedro en Vergara (Guipúzcoa) datado en 1622, regalo de don Juan Pérez de Irazábal, contador real de Sevilla. 

En el testamento que otorgó Bernardo Pérez de Robles en Salamanca el 9 de julio de 16836 o el 11 de julio de 16857, según el padre Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, consta que era terciario franciscano y que por amor a la Orden Tercera le había hecho en vida donación del Santísimo Cristo de la Agonía, para ser colocado en una capilla del convento de San Francisco, que se había de construir para alojar la imagen y mandó ser enterra­do en la iglesia, deseo que fue cumplido, haciendo compañía a su esposa Ana Jiménez Menacho fallecida con anterioridad. Por ello el Cristo no siempre estuvo en el altar mayor, como en la actualidad, habiendo pasado a ocupar la privilegiada situación a principios del presente siglo. 

Se denomina Cristo de la Agonía como recuerdo a una devoción existente en las Indias que consistía en encomendarle a los fieles agonizantes al sonar la campana tañida cada noche, costumbre que impuso como obligación el artista en su donación al exigir que, una vez terminada la capilla y colocada la imagen, en pago de ésta, se tocase la campana del convento todas las noches y por espacio de dos credos, a las 8 en invierno y a las 9 en verano, en memoria de la agonía de Cristo. 

El Definitorio General de los Franciscanos de Castilla, que se celebró en Zamora el 20 de octubre de 1671 aprobó tal costumbre indiana al aceptar las condiciones impuestas por Bernardo Pérez de Robles en su donación. 

Al morir el artista dejó en su taller varias tallas de Cristo Crucificado, describiéndose en la declaración de bienes hasta cuatro, siendo probable que el Cristo de la Zarza de la parroquia del Carmen y el Cristo del Perdón del convento de las MM. Bernardas sean algunas de estas obras. 

El 8 de marzo de 1926 se fundó la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía8, por parte de la Junta Directiva de la Patronal de Comerciantes, que se constituyó desde un principio como una de las más pujantes Cofradías salmantinas, que nacía sin agobios económicos. 

Tuvo su sede en la iglesia de los Padres Capuchinos y desde el primer año sacó en procesión el Cristo de la Agonía el Jueves Santo, al que acompañaron en tal ocasión los pasos de la Dolorosa de las MM. Agustinas, imagen de madera policromada "del siglo XVIII, con espadas en su pecho; estimable, aunque barroca"9 y el Prendi­miento, compuesto de cinco figuras reproduciendo el beso de Judas de Salzillo, del artista murciano Ángel Cantos, que desfilaba por las calles de Murcia. 

Ya en 1940 salió una nueva imagen de la Dolorosa, obra del artista catalán Inocencio Soriano Montagut, pues las religiosas agustinas no prestaban la del monasterio y el Prendimiento, en 1948 -cuando llevaba 10 años sin procesionar-, fue sustituido por un nuevo grupo, original del artista don Damián Villar, que al igual que el Sr. Montagut fue Director de la Escuela de Artes y Oficios de Salamanca y en ese mismo año desfiló también un nuevo paso Jesús ante Pilato original del artista bejarano don Francisco González Macías. Ambos pasos desfilaron en sendas carrozas con ruedas. 

Con motivo de la crisis de la Semana Santa salmantina dejó de salir en procesión el Cristo el año 1973 aunque, al año siguiente, estuvo de nuevo en la calle, pero sin que le acompañara el paso del Prendimiento. 

En 1981 la Venerable Orden Tercera, propietaria del Cristo de la Agonía, no concedió autorización para sacar el Cristo, como precaución ante el mal estado de la Cruz, al peligro que entrañan las operaciones de montaje y desmontaje en las carrozas, al movimiento de las figuras y a las inclemencias del tiempo durante la procesión. (No se olvide que en el año 1979 la imagen de Nues­tro Padre Jesús de la Promesa de la Hermandad de Penitencia había caído de su carroza en las operaciones de desmontaje de la Cruz).

 

Cristo de la Agonía de Villar
Fotografía de Danisd75, Wikimedia Commons

Para sustituir al auténtico Cristo de la Agonía se utilizó el Crucificado que el artista salmantino Damián Villar había tallado en 1960 para salir procesionalmente como Cristo del Perdón al no poder contar con éste por el traslado del convento de las MM. Bernardas, a las afueras de la ciudad. Iba sobre andas que soporta­ban 18 hermanos. 

Con objeto de lograr un mayor parecido con el original, al año siguiente, se procedió a oscurecer la encarnadura del Cristo y, desde 1991, es el que desfila sobre una carroza más grande que la primitiva, ejecutada en madera de nogal, aunque de similar talla artística, soportada por 32 hermanos el Jueves Santo por la tarde, desde la parroquia de la Purísima. En el año 1998 ha estrenado nuevas andas de madera, obra del cofrade y ebanista don Leopoldo García. 

La imagen de la Dolorosa de Montagut, talla magnífica e impresionante, en lugar de las siete espadas aprieta contra su pecho una corona de espinas. 

Fue vaciada la imagen para quitarle peso y pudo salir portada a hombros, en carroza tallada en madera de nogal, por 27 hermanos a partir de 1985 y al año siguiente y tras 15 años de ausencia, volvió de nuevo a desfilar el paso del Prendimiento restaurado por su autor y César Valle, soportado por 40 cofrades, que mueven una nueva carroza tallada en madera de nogal. 

Como se puede observar no desfila en la actualidad ninguno de los tres pasos originales que salieron a la calle en 1926 cuando se fundó la Cofradía. Ni el Cristo de la Agonía, ni la Dolorosa de las Agustinas, ni el Prendimiento murciano. 

Hoy recibe culto este nuevo Cristo de la Agonía en la capilla del convento de las Úrsulas.

 

 


1.- Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, Guía de Salamanca. León, 1989. Pg. 130.

2.- Manuel Gómez-Moreno y Martínez, Catálogo monumental de España. Provincia de Salamanca. Valencia, 1967. Pg. 186.

3.- José Camón Aznar, Guía de Salamanca. Madrid, 1932. Pg. 76.

4.- Juan Eduardo Cirlot, Salamanca y su provincia. Barcelona, 1956. Pg. 128.

5.- María Elena Gómez Moreno, Escultura del siglo XVII. ARS HISPANIAE. Volumen XVI. Madrid, 1963. Pg. 330.

6.- Juan José Martín González, Escultura barroca castellana. (2 volúme­nes) tomo II. Madrid, 1958. pg. 49 y José Hernández Díaz, Juan José Martín González y José Manuel Pita Andrade, Escultura y arquitectura españolas del siglo XVII. SUMMA ARTIS. Volumen XXVI. Madrid, 1983. Pg. 299.

7.- Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, El escultor indiano Bernardo Pérez  de Robles. Boletín del Seminario de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid. Valladolid, 1971. Pg. 311 y ss.

8.- Francisco Javier Blázquez y Luis Monzón, Semana Santa Salmantina. Historia y guía ilustrada. Salamanca, 1992. Pg. 57.

9.- Manuel Gómez-Moreno y Martínez,  ob. cit.  Pg. 297.

 

Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00