Cristo del Papelón

  Monasterio de las Mm. Agustinas

  

 


Cristo del Papelón, Fotografía de La Basílica Teresiana
 de enero-febrero-marzo de 1923

    

Se trata de un Crucifijo gótico, en madera, del siglo XIII, situado en la sala capitular del convento de las Mm. Agustinas recoletas, junto al antecoro, en un retablo barroco de madera dorada, del siglo XVIII, con columnas sustituidas por estípites truncadas y adornadas que soportan un frontón de airosas curvas y contracurvas ramajeadas, en el que parece embutido como con calzador. 

Esta sala capitular, situada en el lado sur del claustro es obra proyectada por Gómez de Mora y alberga los sepulcros de los Condes de Monterrey, fundadores del convento, y de varios miembros de su familia. 

Presenta el retablo un solo cuerpo central, dotado de pequeño banco y no tan pequeño ático. El banco lleva ménsulas laterales muy adornadas con motivos florales, dos tarjetas interiores con abultamientos de adornos y en el centro una hornacina, para albergar el Sagrario, que se adentra en el cuerpo superior. 

En el cuerpo central las columnas extremas han sido sustitui­das por estípites alargadas adornadas en la mitad inferior del fuste con ramajeados verticales, cartelas con adornos de serafines en la parte media y enanas pilastras acanaladas con coronación de capiteles dóricos y de nuevo estípites recubiertas de adornados motivos florales.

El tablero central lo constituyen pilastras adornadas con motivos florales simétricos, rematadas por varias impostas lisas y con adornos geométricos. 

El ático lo conforma una hornacina rococó con abundante adorno de hojarasca en los laterales y en el copete de la coronación sobre las recargadas molduras curvas.

El fondo del cuerpo y del ático es un tablero tallado con bajorrelieves de caprichosos adornos fitomorfos, que constituyen la hornacina del Cristo.

Gómez-Moreno cita este Crucificado como: "Crucifijo del siglo XIII, bueno y bien conservado; tamaño natural"1. 

Presenta el Cristo cuerpo alargado con figura muy retorcida, de gran patetismo, con las caderas arqueadas hacia delante y muy distorsionado hacia la derecha, como expresión de sufrimiento; predominan las líneas curvas, cabeza pequeña inerte, más que caída hacia el hombro derecho, sin que se aprecie en ella corona de espinas, (aunque a principios de siglo la tuviera), cara redondeada de expresión serena, ojos cerrados de redondeadas cejas finas, nariz grande y reducida barba de trazado geométrico, melena abundante, de pelo lacio y sin gracia, caída hacia atrás, dejando que se vea la oreja izquierda. 

Brazos no muy horizon­ta­les, ni rígidos, doblados hacia el codo, con las manos abiertas y los dedos juntos, pierna derecha sobre la izquierda con el pie derecho clavado en postura forzadísima en su retorcimiento de rotación externa, presentando solamente tres clavos siguiendo las indicaciones de San Anselmo. Es el Cristo salmantino más antiguo que presenta la característica de tres clavos en lugar de los cuatro que corresponden a la época románica. 

Torso hundido y plano, con pronunciadas costillas de suave modelado, así como son también pronuncia­das las venas y músculos de piernas y brazos, asimétricos por la forzada postura. La zona epigástrica en arco descentrado y muy abierto. El paño de pudor enorme, le cubre hasta las rodillas, cayendo más por detrás, con pliegues sencillos rígidos, lineales y de poca gracia, con nudo al frente, sin que se aprecie el cordón por estar vuelta la tela en la parte superior. Se forma un pliegue vertical en cada una de las piernas, dejando otro más grande en el centro. 

Se asemeja en su disposición al Cristo gótico de la Catedral Vieja, hoy en la capilla de Santa Catalina, pero éste no presenta figura tan distorsionada, aunque los brazos estén más horizontales. 

La Cruz es de madera oscurecida, plana y de brazos anchos, siendo el cabecero muy corto al igual que el resto, posiblemente para ajustarlo al espacio disponible en el retablo. La tablilla o titulus, con el rótulo sentenciador, es de forma romboidal apergaminada con volutas en los extremos y ocupando todo el cabecero. 

Desconocemos su procedencia pues las Agustinas llegan a este monasterio en 1636. Pudiera haber recibido culto en el Hospital de San Bernardino, cuya portada se conservó al edificar el convento sobre el solar que ocupara este hospital, erigido en 1382 o bien en la ermita de San Roque, abogado contra la peste, que fue el primer lugar en que se establecieron las Agustinas a su llegada a la ciudad. 

Es denominado Santo Cristo del Papelón en la fotografía que publica "La Basílica Teresiana" como ilustración del artículo que sobre la V. M. Inés Francisca, escribió el padre agustino Pedro Abella "Cristo de quien tantos favores y mercedes recibió, como ella misma lo refiere en su vida"2. También lo denomina así Antonio García Boiza cuando dice: "Para ir al archivo había que pasar por el Capítulo que llaman también De profundis, pequeña pieza que preside un Cristo muy antiguo, que lleva el extraño título del Papelón, que es donde entierran a las religiosas"3. 

Se desconoce el origen del nombre del Cristo pues no encaja su talla en madera con la que en siglos posteriores se efectuaba porque, la mayoría de las imágenes, se confeccionaban con cartón, paño de lino con la tela encolada y papelón.

 

 

 

 

 

 

 

 

1.- Manuel Gómez-Moreno y Martínez, Catálogo monumental de España. Provincia de Salamanca. Valencia, 1967. Pg. 297 y Ángela Madruga del Real, Las Agustinas de Monterrey. Salamanca, 1983. Pg. 135.

2.- La Basílica Teresiana. Publicación mensual. Salamanca, 1923. Pg. 41.

3.- Antonio García Boiza, Medallones salmantinos. Salamanca, 1924. Pg. 92 y Una fundación de Monterrey. La Iglesia y el Convento de Mm. Agustinas de Salamanca. Salamanca, 1945. Pg. 31.


 Por José María Hernández Pérez

06/03/2023 Rev. 00