Crucificado de la Parroquia del Puente de Ladrillo

 

 

Pocas noticias poseemos sobre el Cristo que recibe culto en la parroquia del Puente de Ladrillo, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, así denominada por expreso deseo de su promotor, el sacerdote don Heliodoro Morales, como homenaje a la fecha en que fue bautizado en 1928. 

Solamente una leve referencia en la Semana Santa salmantina de Francisco Javier Blázquez y Luis Monzón, quienes a propósito de la creación de la Hermandad del Vía Crucis, en 1990, con sede en la parroquia de San Juan de Mata, del barrio de San Bernardo, regentada por los padres Trinitarios, nos dicen que los fundadores buscaban una imagen para sacar en procesión y que "otra alternativa fue la realización de un vía crucis por las calles salmantinas, para el que el párroco de Nuestra Señora de la Asunción -de Puente Ladrillo- les cedería un Crucificado siempre que llegada la Semana Santa no hubiesen encontrado otra imagen, y sólo por ese año1". 

No hubo necesidad de tal cesión y por tanto la imagen del Cristo no llegó a desfilar ya que, el 31 de marzo del citado año, se bendijo la imagen titular de la Hermandad de Jesús del Vía Crucis, un Ecce Homo que había sido adquirido en Olot con toda celeridad, para que saliera en la madrugada del día 12 de abril, festividad del Jueves Santo.


Cristo junto al Altar de la parroquia del Puente de Ladrillo


El Cristo de esta parroquia es de pequeño tamaño, muy propio para presidir el acto del Vía Crucis que se pretendía. Tiene el rostro cetrino y agitanado, a tono con la barriada donde recibe culto pues en sus proximidades residen muchos gitanos en lo que constituían y siguen constituyendo las afueras de la capital. 

De cuerpo vencido tiene la cabeza ancha ladeada hacia la derecha, corona de espinas tallada con hilos gruesos, melena negra sin apenas talla con las guedejas que caen sobre los hombros, nariz aguileña, labios entreabiertos, brazos delgados y en tensión muy colgados del travesaño, con los dedos de las manos separados entre sí y flexionados, pecho abombado con escamosas costillas, llaga del costado pequeña pero con abundante sangre coagulada, piernas delgadas, huesudas y venosas, rodillas de prominentes rótulas con escoriaciones y el pie derecho inclinado formando casi un aspa. 

El perizonium que es muy pequeño, pegado a la carne como si de seda se tratara, lleva tres pliegues horizontales ajustados al cuerpo y una moña grande para el anudamiento en el lado izquierdo con lazo y gran caída. 

La Cruz es pequeña, plana y barnizada y la cartela consiste en un artístico pergamino metálico plano con la inscripción denigrante en el centro.

  

 

 

1.- Francisco Javier Blázquez y Luis Monzón, Semana Santa salmanti­na. Historia y Guía ilustrada. Salamanca, 1992. Pg. 53.


Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00