Cristo de los Milagros

Parroquia de Sancti-Spiritus

  

Frente al retablo mayor de la iglesia de Sancti-Spíritus (declarada Monumento histórico artístico en 10 de julio de 1888) y separada por un muro con puerta renacentista con hojas hoy de madera con cristales, (que en tiempos fue reja para la clausura de las monjas) se encuentra una recoleta capilla, oscura y silenciosa, de precioso artesonado mudéjar en madera de alerce, moteado de blanco sobre fondo azul, que es el antiguo coro bajo del monasterio de las religio­sas Señoras de Santa Ana, luego Comendadoras de la Orden de Santiago (vulgarmente conocidas como Freyras) desaparecidas de Salamanca por orden de Carlos III el 26 de julio de 1786, festividad de su santa patrona. 

En el testero de la hoy capilla se venera la imagen del Cristo de Santana, patético crucifijo del siglo XIV, procedente del antiquísimo convento de Santa Ana1, cuya capilla, modernizada en 1905, existió hasta 1960, en que dio paso a modernas construcciones de pisos. 

La primitiva capilla procedía de una ermita erigida en el siglo XI en la calle del Pizarral (hoy del Cristo de los Milagros, entre las de Azafranal y Toro) donde se recogían las señoras mientras sus esposos andaban en guerra con los moros y algunas, al quedar viudas, permanecían en el beaterio toda su vida, pidiendo al Cristo en sus oraciones que acabara con el infiel. 

Apunta don Antonio García Boiza2 la teoría de que el Cristo de las Batallas, antes de pasar a la Catedral Vieja, se veneraba en esta capilla y aduce que un catedrático de la Universidad salmantina y un padre jesuita (a los que cita) llegaron a contemplar un protocolo del siglo XVI, en el que se hace una relación detallada de los milagros del Cristo de las Batallas del Hospital de Santa Ana. Teniendo en cuenta que el hospital de este nombre, así como la alberguería u hospital para mujeres, fueron fundados por los moradores de Sancti-Spíritus a mediados del siglo XIII, cerca de la Puerta de Toro, lo probable es que lo hicieran a la sombra del convento de Santa Ana y que el Cristo que presidía la capilla recibiera el sobrenombre de las Batallas. No olvidemos la procedencia de las mujeres que formaban la Comunidad. 

Los milagros a que hacen referencia los 18 cuadros de la Catedral Vieja son muy posteriores pues datan de finales del siglo XVI y principios del XVII, por lo que existe la posibilidad de que efectivamente la imagen del Cristo de las Batallas llegara a la Catedral Vieja durante el siglo XV, procedente del convento de Santa Ana. 

El Cristo, hoy llamado de los Milagros, sustituyó al Cristo de las Batallas como objeto de la predilecta devoción de los salmantinos y a él se acude desde todos los puntos de una amplia comarca, en demanda de sus divinos favores, tanto para rogar agua en las sequías como para impetrar el cese de las calamidades y como muestra de agradecimiento, en las paredes de la desaparecida capilla, colgaban gran cantidad de exvotos, reflejo en cera, marfil o metales preciosos, de las gracias recibidas. 

Una fórmula de petición original es la tradición de los Credos3, costumbre cuyo origen se pierde en el tiempo y que consiste en rezar un credo el primer día, dos el segundo y así sucesivamente hasta completar un mes y a partir de ahí, otro mes, decreciendo el número de credos hasta llegar de nuevo a cero.

 

 

La Basílica Teresiana 15 de marzo de 1902

    

Salamanca y sus costumbres 1928


    


Fue costumbre inveterada que el domingo posterior al jueves de la Ascensión la imagen del Cristo de los Milagros, adornada con uno de los ricos vestidos de los más de 100 que posee, procedentes de las donaciones de agradecimiento de los fieles, saliese en procesión desde la capilla de Santa Ana, hasta la iglesia de Sancti-Spíritus, donde se celebraba el solemne novenario y concluido éste regresaba de nuevo a la capilla, también en forma procesional, acompañada de un inmenso gentío devoto de la venerada imagen. 

En 1944 se celebró una procesión rogativa, denominada de Penitencia, para aliviar la sequía que se sufría en ese año. La lluvia llegó en 8 días y la procesión se celebró durante los 30 años siguientes alcanzando en su recorrido el cementerio. 

En 1945 quedó la imagen del Cristo definitivamente aposentada en la capilla del coro de la parroquia de Sancti-Spíritus donde en la actualidad recibe culto y veneración y es conocida con el nombre de capilla del Cristo de los Milagros. 

La procesión del Cristo de los Milagros se celebró durante años con un pequeño recorrido por los alrededores de la capilla de la iglesia de Santi Spiritus y no queriendo molestar, por las necesidades del tráfico, salió a las siete de la mañana logrando así un mayor recogimiento y una mayor religiosidad. 

Desde 2015 la procesión da comienzo a las 7 de la tarde del Domingo de la Ascensión, con el mismo criterio de no molestar el tráfico pero en horario que permite mayor afluencia de devotos. 

La talla del Cristo, en madera pintada, que responde a lo que se ha denominado Cristo castellano, de autor artesanal, tiene menor tamaño que el natural, es de factura patética y acentuada humanización, cuerpo alargado que no presenta tanta distorsión hacia la derecha como los de la Catedral Vieja y el de la sala capitular de las religiosas Agustinas, si bien la disposición de los pies es casi la misma: un solo clavo atravesando primero el derecho en posición forza­dísima. 

Los brazos alargados, más verticales y huesudos que los Cristos anteriormente citados, facciones del rostro más delicadas con la faz agónica, cabeza caída con más naturalidad hacia el hombro derecho, rostro alargado, cejas poco pronunciadas, ojos semicerrados viéndose el disco de un iris mortecino, boca entreabierta de modo sobrecogedor, nariz larga, barba recortada de finas ondas, melena de cabello larguísimo natural, partido con raya al medio, que le llega a la cintura, (sobrepuesto a la cabellera tallada), ancha corona de espinas metálica de dos hilos finísimos tejidos en ondas sinusoidales, caja torácica dilatada con las costillas paralelas destacadas y de factura escamosa, pectorales poco dibujados, herida del costado grande con abundante chafarrinón rojo y salpicaduras por todo el cuerpo, caderas muy arqueadas hacia el lateral derecho y manos con los dedos estirados y juntos. 

El paño de pureza no es visible pues el Cristo va siempre cubierto con ricos faldones de tela, de los que antes se ha hecho mención denominándolos "vestido", que le llega casi hasta cubrir los pies. 

No hace muchos años portaba el barroco detalle de aureola metálica luciendo ráfagas de rayos semejando hojas vegetales que al abrirse dan lugar a otra hoja más grande que los engloba flameante. 

La Cruz es relativamente plana, de madera tallada con reiterativas muescas angulares hacia el centro, barnizada, ovas talladas en las aristas y adornos metálicos prismáticos en los extremos que terminan en puntas caladas triangulares del mismo metal. La cartela metálica rectangular, tiene dieciséis pequeñas curvas de poquísima gracia y llena el corto cabecero. 

 

 

 

 

 

 

1.- Manuel Villar y Macías, Historia de Salamanca. (9 volúmenes). Salamanca, 1887. Reimpresión de 1973. Tomo II. Pg. 34.

2.- Antonio García Boiza, Medallones salmantinos. Nueva serie. Artículo: El Santísimo Cristo de los Milagros. Salamanca, 1926. Pg. 95.

3.- Salamanca y sus costumbres. Revista de arte. Publicación mensual ilustrada. Artículo: Devociones salmantinas. El Santísimo Cristo de los Milagros de V.L. Salamanca 1993. Edición facsímil de la de 1928. Pg. 99 y Enrique de Sena Marcos y Jaime Peña. Salamanca en las fotografías de Venancio Gombau. Salamanca, 1992. Pg. 39.


 Por José María Hernández Pérez

06/03/2023 Rev. 00