Los Salones donde bailaban nuestros abuelos

Por José María Hernández Pérez
18/03/21 Rev. 00


Doña Emilia Pardo Bazán, con motivo de la visita que efectuó a Salamanca para sumarse al homenaje al recientemente fallecido Gabriel y Galán, es quien describió maravillosamente la decadencia salmantina: …Lo primero que amenaza ruina en Salamanca son los palacios de las familias aristocráticas que desertan de su solar y residen en la Corte o en el extranjero… ¿Dónde van los muebles severos, los bargueños y arcones, los tapices y pinturas que decoraron estas casas? ¿Dónde van las alcatifas, los damascos, los arrogantes blasonados reposteros, las platas de mesa, las camas de copete, los braseros tachonados de ébano y de caoba?... Sería inútil buscar hoy en Salamanca a las ilustres familias que tienen allí su solar; la excepción la constituyen aquellas que de tiempo en tiempo se asoman a mirar el caserón solariego o la capilla del patronato. (La Ilustración Artística 10 de abril de 1905, núm.. 1215)


Con el fin del siglo XIX el reducido núcleo de la aristocracia que quedaba en Salamanca huyó a Madrid, los intelectuales abandonaron los salones y la Academia Artística y Literaria, recién inaugurada por el abogado Lorenzo Velasco, no consiguió que los artistas la frecuentaran ya que los nuevos tiempos no comprendían la necesidad de tales instituciones, prefiriendo reunirse los salmantinos en variadas tertulias en los antiguos y en los modernos cafés que iban surgiendo en la Plaza Mayor y sus alrededores.

Cabe citar entre los que emigran, desapareciendo sus palacetes o viviendas: Duques de Fernán Núñez, con vivienda en la calle de Toro; Marqueses de Castelar, en Prior 16, Zamora 20 y Casa de santa Teresa; de Ciutadilla, a la entrada de la calle de Toro; de Coquilla, en Zamora 24; de Flores Dávila, en Fray Luis de León; de la Granja, en Rúa 21; de Montellano, en Zamora, 8; de Palacios y de la Roca, en Zamora, 24; Condes de Casasola; de Francos, en Ramos del Manzano 11 y de Puebla del Maestre.

Perduran los palacetes en los siguientes casos: Duques de Alba, en la Plaza de Monterrey; Marqueses de Albayda y de la Conquista, en la Plaza de Colón; de Cerralbo, en la Plaza de san Boal; Vizcondes de Garci-Grande, en la Plaza de los Bandos y de Valdecarzana y Vallehermoso, en la de la Compañía, Casa de las Conchas.




Como excepciones se pueden citar las siguientes familias que no abandonaron Salamanca y siguieron dando prestigio a una ciudad mortecina:

MARQUESES DE CASTELLANOS.- Título concedido en 1763, tienen su residencia en Prior, 16 y en san Pablo. Poseen panteón familiar en el cementerio.

José Julián Benito Maldonado Acebes y Mora Nieto Ledesma y Zúñiga, IV Marqués nace en Salamanca en 1818, hereda el título en 1850 y muere en 1871, habiendo sido Alcalde de Salamanca en 1844 y 1845. Casado en 1835 con Manuela María Angela Isidra Carvajal Téllez-Girón, hija de los duques de Abrantes y Linares, nacida en 1814, perteneció a la Orden de las Damas Nobles de María Luisa, (de gran parecido con Eugenia de Montijo, la Condesa de Teba, Emperatriz de Francia), falleció en Madrid el 5 de abril de 1860 siendo enterrada con gran fasto y ceremonia en el panteón familiar del cementerio salmantino.

Agustín Mario Maldonado y Carvajal hereda el título en 1872. Había nacido en Salamanca en 1837, falleciendo en 1909. El título de marqués de Monroy lo hereda en 1893 y el Vizcondado de Hormaza en 1872. Casó en 1862 con María del Rosario González de la Riva Trespalacios, hija de los marqueses de Villa Alcázar, nacida en Salamanca en 1841 y fallecida en 1923.

MARQUESES DE VILLA ALCAZAR.- Título Otorgado en 1690, tienen su residencia en Rúa, 34, aunque también habitan en la Plaza Mayor. Poseen panteón familiar en Salamanca.

Francisco de Asís González de la Riva y Mallo, VII Marqués, nació en 1816 y murió en 1876 casado en 1840 con Dionisia de Trespalacios y Meléndez de Ayones fallecida en 1896 en Salamanca. Senador en varias legislaturas, fue un magnífico pianista y compositor, académico de Bellas Artes, terrateniente y Alcalde de Salamanca en 1861.

Su hijo Francisco González de la Riva Trespalacios, VIII Marqués, nace en 1859, hereda el título en 1877 y fallece en 1925, siendo el primer Presidente de la Cámara de Comercio.

MARQUESES DE VADO DEL MAESTRE.- Título otorgado en 1693 tienen su residencia en Toro, 21.

Francisco de Paula Fernández de Córdoba y Fernández de Córdoba, VI Marqués de Vado y X Marques de Becares, nació en 1785 y murió en 1858, casado con María Manuela Vera de Aragón y Nin de Zatrillas, 1788/1839.

Fernando Fernández de Córdoba y Vera de Aragón nació en 1824, VII marques, falleció en 1895, casado con Antonia Bermúdez de Castro Rascón y Cornejo, nacida en 1830 y fallecida en Salamanca en 1905. Destacó en el Casino y en la vida cultural salmantina. Fallecen ambos en Salamanca.

CONDES DE CRESPO RASCON.- Título concedido en 1878, tienen su residencia en la calle que lleva hoy su nombre.

Mariano Crespo Rascón, nació en 1817 y falleció en 1881, casado con Margarita Peña Casado. Senador en Cortes y filántropo dejó, al morir sin sucesión, su fortuna para la creación de la Caja de Socorros para Labradores y Ganaderos.

VIZCONDES DE REVILLA DE BARAJAS.- Título concedido en 1768, tienen su residencia en Toro, 18.

Juan Bermúdez de Castro y Rascón, IV Vizconde, nació en Aldeanueva en 1821, heredando el título en 1850. Casado con Isabel Casero Díez en 1843, fue Diputado a Cortes en numerosas ocasiones, Regidor perpetuo, Caballero veinticuatro y Senador vitalicio.

Luis Bermúdez de Castro y Casero, V Vizconde y IV Conde de Crespo Rascón, aunque luego fue anulado.


    

Consta que antes de la Guerra de la Independencia los salmantinos, con motivo de las Ferias, se divertían en animados bailes públicos en la Casa de la Ciudad, (donde después el Gran Hotel) festejos costeados por algún prócer. Mientras los franceses estuvieron en Salamanca sus jefes dieron varias fiestas con ambigú y baile pero constantemente sufrieron los desaires de la mujer salmantina que no acudía a ellas, como por ejemplo la que dio el general Pierre Maupetit con motivo de mudarse del palacio de Castellanos al de Garcigrande. También la que se dio en la casa del Duque de la Roca por carnestolendas o la del mariscal Ney en la casa de Almarza en agosto de 1809.

En 1811 los franceses dispusieron que en la Casa de la Ciudad, hasta el Miércoles de Ceniza, se celebraran bailes todos los días de fiesta, teniendo que pagar cada hombre 100 reales, siendo invitadas las mujeres. Existían anteriormente los bailes en el café que ocupaba la casa de Grajal, donde hoy “Abadía-Plaza” y se pagaban 3 francos por persona. El día de san José de 1812 hubo baile y ambigú en el Colegio de san Bartolomé “El Viejo” y el 1 de agosto, al publicarse la Constitución, por la noche hubo baile en la Casa de la Ciudad donde “se sirvieron helados, licores, pastas, dulces y otros alimentos con abundancia para todos los concurrentes”.

En la Salamanca de la segunda mitad del siglo XIX se efectuaba bastante vida de relación, celebrándose reuniones que suplían la falta de espectáculos y de lugares de sano esparcimiento. Una señorita no podía salir a la calle sola, teniendo que ir forzosamente acompañada por una señora o por un caballero de respeto. 

Ni siquiera lo podían hacer en grupos de su misma edad, en los que también se exigía la presencia de “la carabina”. Sólo cuando la joven tenía novio formal podía ser acompañada por éste, pero también con el inseparable acompañamiento de una persona mayor. Se permitía salir solas a la calle a las artesanas, ya que necesitaban adquirir por sí mismas los artículos de primera necesidad para el sustento diario.

Eran frecuentes los saraos, después del teatro, celebrándose amenos y animados bailes, preludiados por un delicado buffet compuesto de helados, chocolate, dulces y ponches que, a las tres de la madrugada, daban paso a una exquisita cena en la que aparecían galantinas, jamón dulce, foie-gras y demás fiambres, regados con los vinos de Burdeos, Borgoña, Jerez, Champagne, Curaçao, etc. para reponer las fuerzas perdidas en bailar el vals y el rigodón. Se cerraba la velada ya de mañana tomando el rico soconusco labrado a mano con dosificación de canela, vainilla u otras especies, servido en pocillos o recipientes de madera de jícaro. Se mojaban rebanadas de pan ruso con manteca o nata, bizcochos de aire, de plantilla y de batata, mantecadas de Astorga, finalizando con un vaso de leche y salvilla con bollo maimón.

A mediados del siglo la aristocracia salmantina se turna para ofrecer reuniones literarias y musicales en sus respectivos domicilios que culminan al amanecer en animados bailes donde se danza al compás del vals y el rigodón.

La más célebre animadora de estos saraos fue Doña Ramona Solís García de la Cruz, discípula del eminente artista don Santiago Tejero, director del Liceo Santa Filomena salmantino, quien actúa el 17 de febrero de 1848 por segunda vez en el Liceo Artístico y Literario madrileño, situado en los salones de la primera planta del palacio de Villahermosa (hoy museo Thyssen Bornemisza) con “El Barbero de Sevilla”, dirigida por el director de ópera don José Rossi Buonacorsi y acompañada de los señores Viladomar y Helguero.


La casa de los Coca, más conocida como casa de Meléndez
Valdés, en la confluencia de la calle Compañía y Meléndez,
escenario de las reuniones literarias y musicales
organizadas por Dª Ramona de Solís

Tenía su casa palacio en la hoy calle de Meléndez, esquina a la de la Compañía, donde luce una lápida consagrada al eminente poeta Meléndez Valdés en recuerdo de haber vivido en ella, junto a su esposa, la salmantina María Andrea de Coca y Figueroa. Denominó a esta vivienda “La caverna de los Cíclopes” dado el infernal ruido de los muchos herreros de la calle que golpeaban a todas horas los duros yunques con los metálicos martillos. Una inscripción bajo la lápida dice que en 1892 el edificio era propiedad de Ignacio Santiago Fuentes, quien tenía despacho de botica y droguería en el Corrillo, nº 22.

En sus salones se celebraban diariamente tertulias y reuniones literarias y musicales, que eran cita obligada de la mejor sociedad salmantina y de cuantos personajes ilustres visitaban la ciudad. Literatos, catedráticos, músicos, militares, pintores y aristócratas daban brillo a las tertulias en acaloradas discusiones, nunca violentas, tal vez por la presencia de las damas a las que no se rehuía, pese al machismo imperante.

Eran presididas por doña Ramona las grandes comidas y las reuniones posteriores, al calor de la lumbre de los braseros que escarbaban los criados rociándolos con benjuí, estoraque o palo de canela. Intolerante con la murmuración y con hablar de política, solía ser el arte el tema de conversación pues no en vano pasaron por sus salones, más de una vez, Tomás Bretón, Felipe Espino, el violinista Jesús de Monasterio o el niño Isaac Albéniz. Incluso llegó a actuar el famosísimo tenor italiano Enrico Tamberlick, quien en una de sus visitas a Salamanca interpretó el impresionante Stabat Mater de Rossini (estrenado en la Sala Ventadour de París el año 1842) en la capilla de la Veracruz, ante la imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Felipe del Corral. Fueron habituales los conciertos en los que destacaron las figuras locales Rosa Secall, cantante de romanzas italianas, Cayetano Fabrés estimable barítono o Carolina Gil consumada pianista. Los maestros Barrado y Espino hacían las delicias de los reunidos ejecutando verdaderos prodigios en el teclado del excelente piano propiedad de doña Ramona. Amenizaron muchas veladas dos refinadas escritoras y poetisas: la salmantina Matilde Cherner (que firmaba sus artículos con el seudónimo de Rafael de Luna) y Josefa Estévez, que en 1878 dedicó a doña Ramona la bella composición “Las tres flores”: violeta, siempreviva y pensamiento. Don Antonio García del Canto, militar, esposo de Josefa, también dio realce a las reuniones pues se trataba de un excelente escritor y poeta con abundante obra publicada.  

Destacaron también las veladas del citado matrimonio en la calle de la Rosa; las de doña Antonia Bermúdez de Castro, esposa de don Fernando Fernández de Córdoba, VII Marqués de Vado del Maestre que fallece en 1895, en la calle de Toro, 21, o las de doña Dionisia de Trespalacios y Meléndez de Ayones, esposa del polifacético Senador don Francisco de Asís González de la Riva y Mallo, Marqués de Villa Alcázar, magnífico pianista y compositor, académico de Bellas Artes, terrateniente, Alcalde de Salamanca en 1861 y primer presidente de la Cámara de Comercio salmantina, fallecido en 1876, en la calle de la Rúa, 34. 

Mamá deja bailar, de Robert Brend´Amour (de La Ilustración artística)
Xilografía, ca. 1880. Museo del Romanticismo

También hay que reseñar las de los duques de Fernán Núñez en la calle de Toro; de Coquilla en la calle de Zamora; de Flores Dávila en la plazuela de Fray Luis de León; de Castellanos en la calle de san Pablo; de la Conquista en Colón; de la Granja en la calle de la Rúa; de Montellano y Castelar en la de Zamora; de los condes de Francos en Ramos del Manzano; de los vizcondes de Garcigrande en la plaza de los Bandos y la de Revilla en la calle de Toro. Las reuniones denominadas de “cachupín” se celebraban en las casas de familias de la clase media emulando las celebradas por la aristocracia.

Al fallecer doña Ramona, el 15 de diciembre de 1881, abrieron sus salones otras dos ilustres damas: Pilar Morales de Solís, en el palacio de san Boal (hoy Escuela de san Eloy) y en el palacio de la calle de san Pablo, María Rosario González de la Riva y Trespalacios, hija  del Marqués de Villa Alcázar, que nace en Salamanca en 1841 y se casa en 1863 con el que será V Marqués de Castellanos, el salmantino don Agustín Mario Maldonado y Carvajal. Este era hijo del IV Marqués, don José Julián Benito Maldonado y Acebes-Mora, Alcalde de Salamanca en 1844 y 1845, muerto en 1871, que había casado con doña Manuela María Carvajal y Téllez Girón, perteneciente a la Orden de las Damas Nobles de María Luisa, (de gran parecido con Eugenia de Montijo, la Condesa de Teba, Emperatriz de Francia), fallecida en Madrid en 1860 y enterrada con gran fasto y ceremonia en el cementerio salmantino. 


Los bailes más célebres fueron los de los CASINOS: En los no muy animados  del Casino de los Señores, dedicado preferentemente a tertulias, conferencias, homenajes y presentaciones en sociedad, se danzaba al son del vals, la mazurca y la polka, abriendo la velada el clásico rigodón. El Casino de la Unión fundado en 1879 por la sociedad de su nombre, estaba situado en la planta baja del hotel de las Cuatro Estaciones en la calle de Toro dando habitualmente bailes. El Casino Español fundado en 1890 tuvo su sede en la calleja de la Bola y el Casino Ibérico se aposentó en el café Oporto en noviembre de 1885.


El Chotis. Rafael Pellicer,1940


Los SALONES DE BAILE proliferan y así existen: “El Salón Oriental”, inaugurado en 1856 en el campo de san Francisco por Luis Araujo, junto a las naves de la empresa metalúrgica Moneo, adonde acudían las artesanas los domingos y días festivos para alternar con los señoritos, que rehuían los sosos bailes de los Casinos y bailaban el schotis y la mazurca de forma achulada, en rivalidad con otro baile situado en la calle de Bermejeros, de estudiantes y modistillas, denominado “El Buen Humor”, (que nada tiene que ver con la sociedad de recreo del mismo nombre, que en 1910 celebra sus bailes en el “salón Variedades”). En él se celebraban también funciones gallísticas y veladas de cantaores y tocaores. Amenizaba las veladas el maestro Cantó al piano. En 1890 se arrienda o vende cogiéndolo una nueva empresa que mantiene una orquesta de 10 profesores y lo bautiza como “La Lira”, que más tarde pasó a denominarse “Apolo”.

En 1860 existe “La Nueva Iberia” en Prior 9 y 11 como salón de baile, café, restaurante y buñolería siendo su propietario en 1887 Antonio Hidalgo y Cía. El baile de “la Raqueta”, se encontraba en las afueras de san Bernardo desde 1866 y era el más barriobajero de los existentes. Con tribuna principal para observar a los danzantes de la planta baja, tenía unos reservados más arriba a donde se ascendía por empinada escalera de gato, que muchas veces no se necesitaba para bajar, pues algún cuerpo caía a plomo sobre las tribunas con el cuerpo cosido a puñaladas. 


El salón de baile de Arles. Vincent van Gogh

En agosto de 1884 se inaugura el “Salón Artístico Salmantino” en la Plaza de los Menores para dar representaciones de zarzuela y en las temporadas de invierno se habilita para sus célebres bailes de Carnaval y Nochevieja y alberga los que organizan diversas sociedades, agrupaciones y gremios, entre ellos el “Kana Klub.

El del “Centro Salmantino” en Espoz y Mina con piano mecánico en 1888 y selecto ambigú, era propiedad de Alejandro Triguero. En 1889 se inaugura “El Brillante” en la Casa de la Tierra y luego toma el nombre de la sociedad de “La Amistad”, que ya existía en 1871. “El Lirio” en la calle Asadería pasó por diversos nombres, como “Asadería” y “Nacional”. Tuvo efímera existencia el “Salón de la Alegría” en la Avenida de Canals, hoy paseo de la Estación. 

El “Variedades” en la calle del Prior 3 y 5 sustituye a La Perla y a El Siglo. 

En 1871 inaugura en el Liceo sus bailes la sociedad “La Floreciente”, luego con local propio. La “Nueva Salmantina” se asienta en el teatro del Hospital (luego Bretón) con el director de orquesta Sr. Piñuela. El “Nuevo Salón Artístico” en la Cuesta del Carmen se confunde a veces con el citado “Salón Artístico Salmantino” de la Plaza de los Menores pues coincidieron en fechas a finales del XIX.

Ya en el siglo XX, en febrero de 1903 existen los siguientes: El “Romea”; en 1905 inaugura la sociedad de baile “Escolar Mercantil” su sede en la plazuela de san Julián. En la bajada de san Julián se encuentran en la primera década los salones de “El ramillete de flores” y en Ramos del Manzano “El salón Terpsícore”, “La Marina”, “El Mimí”, “La Parisien” y “El París” de Agustín Ceballos que en 1914 es sustituido por el “Two Sport”. “El Tupinamba” se halla en las proximidades, pues tiene su sede en la calle Pecellín naciendo en 1907 y habiendo sido hasta entonces el alojamiento de “La Juventud Artesana”. 

En febrero de 1911 el salón de baile “El Talismán” en la calle del Brocense del confitero y chocolatero Pepe Castaño que duró hasta 1919. En 1914, “La Gran Vía” también en Asadería. El “Niza”, que ya aparece en 1914, estaba en la Plaza de san Julián en la travesía del Pinto, llegando como “Iris” a la época de posguerra.

En la primera década también aparece el barrio chino “La Alegría” en Esgrima, 12 y en el arrabal anteriormente existe el “Casino Centro del Tormes”, patrocinado por la familia Charro poseedora de la industria de curtidos más importante de Salamanca.


Le moulin de la Galette. Picasso

Como SOCIEDADES DE RECREO cuyo principal aliciente eran las reuniones para bailar, existen: en 1860, la sociedad “La Tertulia”, que había sustituido a “La Oriental; desde 1861 hasta 1866 la Sociedad de recreo y enseñanza “La Salmantina”, que desaparece vendiendo todos sus objetos en subasta. Le sustituye una sociedad de baile de estudiantes y en 1869 se crea la sociedad “Juventud Católica”; en 1861, la Sociedad de recreo del “Círculo Industrial”; “La Amistad”; la “Unión Salmantina”; “La Unión”, en 1871 patrocinada por Anselmo Pérez Moneo; en 1873, “La Armonía”; en enero de 1877, “La Juvenil Salmantina”, disuelta en 1905; en 1878, “La Nueva Salmantina”; en 1885, el “Círculo Mercantil Salmantino”; “La Unión Escolar”; los “Hijos del Trabajo” o en 1889, “El Siglo XX”, de jóvenes artesanos, cuyos bailes se celebraban en los Círculos de La Iberia, de la Perla, de El Siglo, del Suizo o del Pasaje, cuando carecían de locales propios.

Los CIRCULOS: El de La Iberia, que data de 1859, estaba en la calle de la Trinidad, 19, (hoy Zamora, frente a las Jesuitinas). En el de la Perla, en 1861 se crea la sociedad de recreo Círculo Mercantil con 200 socios. El conocido como Círculo de La Perla era su casino fundado en 1880 siendo su presidente Domingo Acedo. En el del Suizo, antes de 1892 se fundó la sociedad de recreo “Juventud Mercantil”, formada por dependientes de comercio y en 1893 el “Círculo Mercantil e Industrial” con 400 socios. En el del Siglo se asentaba el salón de baile “El Recreo”, que no tenía nada que ver con el “Recreo Salmantino” que abrió sus puertas posteriormente en la calle de Zamora 26, en el palacio del duque de la Roca y que se trasladó en marzo de 1912 a Espoz y Mina, sustituido por “The Sport”. En el del Pasaje, los estudiantes tuvieron el baile de “La Unión Escolar” y en 1897 se crea la sociedad obrera “Hijos del Trabajo”.