El Calvario

Humilladero

 

  

La expresión latina Vía Crucis significa literalmente "camino de la Cruz", o sea, el recorrido que hizo Jesucristo desde el pretorio de Pilato hasta el monte Calvario, en las afueras de Jerusalem. 

En cuanto a los orígenes de la devoción del Vía Crucis, desde los primeros tiempos los cristianos ya veneraron los lugares que tuvieron relación con la vida y la muerte de Cristo. 

La célebre peregrina Eteria, ya en el siglo IV, da una rela­ción detallada, de los actos que se celebraban en Jerusalem durante la Semana Santa en los distintos lugares en que tuvieron lugar los hechos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.Los Calvarios, posteriormente denominados Vía Crucis, fueron implantados en toda Europa por los caballeros cruzados, quienes a su vuelta de Jerusalem, quisieron rememorar, de algún modo, las celebraciones que allí habían presenciado y en las que incluso habían tomado parte por las calles de la Ciudad Santa. 

En España el nacimiento de la práctica del Vía Crucis se debe al padre zamorano beato Álvaro de Córdoba O.P. quien lo reza en el convento cordobés de Escalaceli hacia 1425, a su vuelta de Tierra Santa. 

La Orden franciscana propagó esta piadosa devoción, en especial, a partir del siglo XIV, cuando se les concedió por el papado la custodia de los Santos Lugares y la devoción popular ha debido conformarse siempre al espíritu de la liturgia, siguiendo los principios generales de la Constitución Sacrosanctum Concilium. 

En Salamanca se desconoce cuándo tiene principio la práctica del Vía Crucis pero, es indudable que, a partir de 1588, cuando los padres franciscanos descalzos reformados de San Pedro Alcántara, de la provincia de San Pablo, habitan su convento, -situado en el camino de la Moral, fundado en 1586 por el ilustrísimo señor don Pedro Fernández Temiño, colegial del Salvador de Oviedo y luego obispo de Ávila-, ya se les denomina del Calvario o Calvaritas, aunque el monasterio llevara la denominación oficial de Convento de San José1, lo que quiere decir que ya existía el Calvario, punto final del Vía Crucis en las proximidades del nuevo convento. (Se distinguían estos religiosos, que desaparecieron cuando la exclaus­tración, por sus rigurosas penitencias: disciplinas y cilicios abundantes y completa descal­cez). 

La piadosa costumbre iniciaba su recorrido en la Cruz de término que existía junto a la Puerta de Villamayor, en la parte de afuera, al lado de la ermita del Cristo de Jerusalem y las sucesivas cruces iban jalonando el sendero, de lo que Gil González Dávila2 denomina en 1618 Vía Dolorosa, cruzando lo que hoy es el Hospital de la Santísima Trinidad y a través del camino de la Huerta Otea, para culminar en la situada frente al convento e iglesia de los franciscanos, ubicada en el camino del actual Cementerio municipal, (donde no hace muchos años se levantaba el estadio de la Unión Deportiva Salamanca, que por tal motivo tomó el nombre de campo de deportes de El Calvario). 

La tercera Cruz se encontraba situada frente a la puerta de Villamayor y junto a la esquina del convento de las Carmelitas descalzas3. 

Curiosamente el mismo recorrido descrito para el Vía Crucis es el que acordó el Cabildo de la Cofradía de la Cruz el 2 de enero de 1616, cuando creó su procesión de los Nazarenos Penitentes de Cruces, aunque al año siguiente lo variara. Las normas eran: Salir de la iglesia de la Vera Cruz el Viernes Santo por la mañana, encaminarse al Humilladero de Jerusalem y de allí al Calvario por el campo, siguiendo las cruces que marcaban cada una de las Estaciones.

 

 

 

 

1.- Gil González Dávila, Theatro eclesiástico de la Iglesia y Ciudad de Salamanca. Vidas de sus obispos y cosas memorables de su obispado. Salamanca, 1618. Pg. 168.

2.-   Id. id.  ob. cit. pg. 10.

3.- Joaquín Zaonero, Libro de noticias de Salamanca que empieza a rejir el año de 1796. Edición crítica de Ricardo Robledo. Salamanca, 1998. Pg. 43.



Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00