Calvario en el Iglesia del Monasterio de las Mm. Clarisas

 

  

Hay algunas noticias relativas a la existencia de un Calvario en la iglesia conventual de las Dueñas de Santa María, más conocidas por las Claras, monasterio que data de 1220. 

Don Manuel Gómez-Moreno y Martínez nos dice: "En los altares laterales... y un buen Crucifijo de la segunda mitad del XVII" y más adelante: "Otro Crucifijo en el claustro, y además imágenes de la Virgen y San Juan dolientes que lo acompañaban y hoy lo hacen al Cristo de la iglesia; su alto, 1,30 m; son de poco mérito"1. 

Don José Camón Aznar afirma: "En uno de los altares laterales, ornamentados con adiciones churriguerescas... un magnífico Calvario de la segunda mitad del siglo XVI. De diferente mano parecen la Virgen y San Juan"2. 

Este mismo autor en otra obra nos dice: "Es atribuible a Juni la Magdalena de un Calvario del convento de Santa Clara; aunque repintada se advierte en ella el estilo macizo y dramático del gran escultor"3. 

También Juan Eduardo Cirlot habla de: "Tallas de los siglos XVI y XVII enriquecen los altares: un Calvario..." 4. 

Se sabe que existieron unos retablos del siglo XVI por el aprovechamiento que de algunos relieves de sus banzos se ha hecho para decorar los cinco que se construyeron posteriormente, cuando se hizo el retablo mayor en 1702, por parte de los artistas Joaquín de Churriguera y Pedro de Gamboa en el predominante estilo churrigueresco salmantino, con abuso de la ornamentación y los dorados que dan a la capilla una gran sensación de riqueza. Estos altares son los dedicados a San Buenaventura, el Calvario, Santa Catalina de Bolonia, San Juan Bautista y Nuestra Señora del Rosario.


CALVARIO Iglesia del Monasterio de las Mm. Clarisas

 

El altar mayor anterior había sido construido en 1597 por el escultor Martín Rodríguez y de la pintura, dorado, plateado, estofado y encarnado se encargó Martín de Cervera5. 

En uno de estos altares laterales es donde luce hoy una buena talla de un repinta­do Calvario, con finas tallas de estilo italiano, de las escuelas de Juan de Borgoña, de Nicolás Florentino o de Fernando Gallego, del citado siglo XVI, cuando se cubrió la iglesia con artesonado morisco. 

El Calvario que comentamos se encuentra en una hornacina poco profunda de arco churrigueresco trilobulado y cuyo fondo se adorna con pintura dorada de motivos florales geométricos imitando brocado. El tímpano lo constituye una pintura de idénticos tonos, con un sol y una luna emergiendo sobre el travesaño de la Cruz.  

El Cristo, de tamaño menor que el natural y correcta anato­mía, coloración lívida y marfileña, tiene la cabeza reducida, desplomada sobre el tórax e inclinada hacia el hombro derecho, rostro de serenidad inefable, corona de espinas tallada en el mismo bloque de entrelazados cordones, ojos cerrados, cejas rectilíneas, frente lisa y nariz pequeña, boca cerrada, barba negra rizada y tupida que se abre en dos puntas, melena rizada del mismo color con fino mechón alargado cayendo sobre el hombro derecho, llaga pequeña en el costado pero con abundante reguero lineal de sangre desviado hacia el centro, torso finamente conseguido de amplios pectorales y costillas destacadas de formas esféricas que se prolongan en el epigastrio, brazos musculosos no muy horizontales, con los dedos de las manos aproximándose a los clavos, piernas también musculosas con pronunciadas rótulas sin vestigios sanguinolentos en las rodillas y pies bastante separados para recibir un solo clavo.


Calvario en la Iglesia del Monasterio de las Mm. Clarisas


El ceñidor de color ocre tostado, grande en los laterales con caídas armoniosas pero reducido en el centro, con retorcidos y diminutos pliegues horizontales que se cruzan y dejan ver el muslo derecho casi en su integridad. 

La Cruz es grande y plana de madera oscura agrietada con el cabecero pequeño ocupado por la cartela blanca rectangular que se reduce hacia el medio de sus cuatro lados y se adorna con bordes esmaltados de oro como las letras. 

La figura de la Virgen, colocada de pie a la derecha del Cristo, de estilizada figura y belleza serena, presenta el rostro ovalado de aspecto compungido mirando hacia el frente con los ojos enturbiados por el llanto, las manos con los dedos entrelazados sobre el vientre aprietan el borde del manto, recogido sobre el antebrazo izquierdo; túnica rozagante de escasos pliegues lisos y manto que le cubre la cabeza a la manera de toca y que con cuidados pliegues sobre los brazos queda muy abierto por delante dejando ver la túnica casi en su totalidad. Luce también toca dorada de sutil plegado que deja desnudo el fino cuello. 

San Juan, en pie, que dirige su mirada hacia las rodillas del Crucificado tiene bello el rostro aniñado, con los brazos y las manos extendidas en actitud suplicante, túnica de redondo escote que proyecta medidos pliegues a partir de la cintura, sujeta con finísimo ceñidor y corto manto cerrado con broche sobre el hombro izquierdo, aligerado al frente en forma de A que cae sobre los brazos dejando ver el vestido y se aploma por detrás en sencillas plegaduras. Es de las pocas figuras en que no se aprecian los pies descalzos pues se encuentran cubiertos por la amplia túnica. 

Ambas imágenes presentan una preciosa y detallada policromía muy del gusto de la época con las túnicas y mantos laboriosa y ricamente estofados con motivos geométricos y rameados, en tonalidades mate con bicromatismos de oro bruñido con azules cobalto, rojos cadmios y rosas pálidos con las orlas a punta de pincel. No las acompaña la imagen de la Magdalena que se ha mencionado anteriormente que suponemos en la clausura del convento, pues tampoco se expone entre las abundantes imágenes que componen el Museo conventual. 

 

 

 

 

1.- Manuel Gómez-Moreno y Martínez, Catálogo monumental de España. Provincia de Salamanca. Valencia, 1967. Pg. 182 y 183.

2.- José Camón Aznar, Guía de Salamanca. Madrid, 1932. Pg. 92.

3.-     Id.   id.   , SUMMA ARTIS. La escultura y la rejería españolas del  siglo XVI. Volumen XVIII. Madrid, 1981. Pg. 236.

4.- Juan Eduardo Cirlot, Salamanca y su provincia. Barcelona, 1956. Pg. 127.

5.- Andrea Barbero García y Teresa de Miguel Diego, Documentos para la historia del arte en la provincia de Salamanca. Siglo XVI. Salamanca, 1987. págs. 241 y 254.


Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00