Santo Cristo de la Iglesia desaparecida de San Isidro

 

 

Tenemos noticias de este Cristo únicamente por la referen­cia que hace Fernando Araujo en La Reina del Tormes al tratar de la iglesia de San Isidro y decir que "encierra además dos capillitas, la de Santa Ana con cupulilla y la del Santo Cristo, con bóveda ojival"1. 

Parece que la capilla de Santa Ana sería la del enterramiento de don Juan de Almarza en la que en 1609 se realizaron obras y el ensamblador Antonio Díaz hace un retablo que monta el carpintero Pedro Franco2. 

Tuvo también capillas con retablo y altar para San Eloy, patrono de los plateros salmantinos de cuya cofradía fue sede al igual que de los cordoneros y libreros. 

La iglesia de referencia es la antiquísima de San Isidoro, ya citada en el capítulo CCCXIII del Fuero salmantino, como una de las cinco parroquias fundadas en el territorio de los francos y erigida en el año 1063, por lo que debió ser de estilo bizantino, de planta rectangular, una sola nave, carente de bóveda, haciendo funciones de tal la armadura del tejado, labrada con alguna minuciosidad. Persis­tió como parroquia hasta el arreglo parroquial de la diócesis de Salamanca de 1867. 

En este mismo lugar descansaron los restos de San Isidoro al ser trasladados a León, desde Sevilla, el 22 de diciembre de 10623, año de la donación que hicieron Fernando I y doña Sancha del célebre Crucifijo a la Colegiata de León con motivo del traslado. 

En el siglo XV, durante el reinado de Juan II, y por el obispo don Gonzalo de Vivero, fue sustituida por otro templo de estilo renacentista, del que se conservan las dos actuales puertas -que son del siglo siguiente- de arco de medio punto y bustos en los medallones de las enjutas, que son San Pedro y San Pablo, de la escuela de Berruguete, junto a dos esbeltas columnas de orden corintio de capiteles androcéfalos, con leve cornisamento y clásico frontón en la fachada principal, que luce también, en una hornaci­na, pequeña y bella imagen en piedra de la Virgen. 

Sobre 1630 se hicieron obras importantes en la iglesia y en la torre encargándose de ellas varios contratistas4 y nuevamente se repara la torre en 1754 por parte de Jerónimo Bembrilla5. 

Se unió a esta iglesia la advocación de San Pelayo, como consecuencia de que la antigua ermita, luego iglesia, dedicada al joven Santo en el territorio de los serranos, fue engullida por la enorme mole del Colegio de la Compañía de Jesús, vulgarmente conocida como la Clerecía. 

Desapareció como parroquia en 1887, tras el arreglo parroquial del P. Cámara y en estado ruinoso pervivía hasta que fue destruida por un incendio a las 9 de la noche del domingo 15 de diciembre de 1893, que dejó reducidos a cenizas el altar mayor, la nave central y el coro. 

Reparada, en su interior fue imprenta y luego se transformó en garaje de donde partían y llegaban gran cantidad de autobuses hacia toda la provincia, e incluso se desplazaban a Madrid antes de los primeros tiempos de Auto Res y posteriormente fue adquirido por la Universidad salmantina para albergar aulas y servicios de la vecina Facultad de Derecho, albergando actualmente la Facultad de Traducción y Documentación. 

El Cristo que hemos mencionado tal vez sea el también conocido como Cristo de la Estafeta que recibía las preces de los salmantinos a través de la reja que se abría a esta calle, denominada hoy Francisco de Vitoria6, aunque a juzgar por la ubicación que le dan a la ermita en el plano de Salamanca de 1858 estaría situada la capilla al trasponer la calle de la Fe, en dirección hacia las catedrales, en terrenos hoy de la Facultad de Traducción y Documentación. 

Desconocemos totalmente las características que tendría el mencionado Cristo, su estilo y la época en que fue tallado, aunque si atendemos a que la ermita fue fundada por los caballeros de la Orden de Jerusalem7 podría tratarse de un Cristo románico como el de los Carboneros de San Cristóbal o el de la Zarza de San Juan de Barbalos.

 

 

 

1.- Fernando Araujo, La Reina del Tormes. Guía Histórico-descriptiva de la ciudad de Salamanca. Salamanca, 1884. Edición patrocina­da por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca. Salamanca, 1984. Pg. 239.

2.- Pilar García Aguado, Documentos para la historia del arte en la provincia de Salamanca. Primera mitad del siglo XVII. Salamanca, 1988. págs. 82 y 119.

3.- Gil González Dávila, Theatro eclesiástico de la Iglesia y Ciudad de Salamanca. Vidas de sus obispos y cosas memorables de su obispado. Salamanca, 1618. Pg. 38 e Historia de las antigüedades de Salamanca. Vidas de sus obispos. Salamanca, 1606. Pg. 78.

4.- Pilar García Aguado, ob. cit. págs. 31, 39 y 50.

5.- María del Camino Paredes Giraldo, Documentos para la historia del arte en la provincia de Salamanca. Segunda mitad del siglo XVIII. Salamanca, 1993. Pg. 179.

6.- Ignacio Carnero, Diccionario de personajes, topónimos y demás nomenclaturas del callejero salmanticense. Salamanca, 1996. Pg. 292.

7.- Fernando Araujo,  ob. cit. pg. 172.


Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00