Cristo de Limpias

Iglesia de los Pp. Carmelitas Descalzos

 

 

La devoción al Cristo de Limpias llegó a Salamanca a partir de la tercera década de este siglo, como consecuencia de la repercusión que tuvo en toda España el hecho de que, el 30 de marzo de 1919, unos niños que asistían a la Misa de Comunión General de la Misión que durante la Semana Santa dieron los padres Capuchinos de Montehano vieran al Cristo mover los ojos dulcemente, prodigio que se repitió días más tarde con acompañamiento de lágrimas y que en fechas posteriores fue presenciado por muchas personas como acreditan con su firma en el libro parroquial dando fe de ello y originándose con tal motivo numerosas peregrinaciones. (Es famosa la imagen que mueve los labios, párpados y ojos e incluso dicen que suda sangre1). 

En la iglesia parroquial de la villa de Limpias, que se encontraba bajo la advocación de San Pedro Apóstol, se venera el célebre Cristo en el camarín central del retablo mayor, acompañado de las imágenes de la Virgen y del evangelista San Juan, componiendo un vistoso Calvario. 

La talla del Cristo se atribuye por unos a Martínez Montañés, para otros se debe a la gubia de Alonso Berruguete2 y los hay que afirman como autores a Pedro Roldán o a su hija Luisa "La Roldana"3 y ­fue regalo de don Diego de la Piedra Bernales y Secadura a su villa natal de Limpias hacia 1769. 

Cuenta la tradición que en la segunda mitad del siglo XVIII el mar se salió de sus límites e inundó las tierras más próximas a Cádiz, ciudad en la que ostentaba un alto cargo público el caballero del hábito de Santiago don Diego de la Piedra. Como las aguas no paraban, amenazando con anegar la capital, fueron sacados en rogativa varios santos sin que el ímpetu del mar menguara, hasta que se pidió al prohombre público citado les dejara el Cristo que veneraba en su oratorio privado -al que había llegado procedente del derruido convento de los Descalzos de Cádiz- y tan pronto como las aguas mojaron los pies de la imagen comenzaron a retroceder. 

Ante tal prodigio las autoridades eclesiásticas gaditanas creyeron conveniente que la imagen milagrosa recibiese culto público y solemne en algún templo y no como hasta entonces en un oratorio privado y don Diego envió el Cristo a su pueblo de nacimiento -Limpias- para que se venerase en la parroquia del barrio de Rucoba. 

El Cristo de Limpias que se venera en la iglesia de los padres Carmelitas se encuentra situado según se entra a mano derecha en la rinconera que forma la cancela de madera y está colocado sobre el desnudo muro que da a la calle de Zamora. Hasta hace unos años recibió culto al lado contrario en una capilla adornada con telas de terciopelo rojo, tirando a morado, separado de la iglesia por una artística reja de hierro. 

Se trata de una copia de autor desconocido y lo más probable es que sea una de las muchas imágenes producidas en serie y salidas de los talleres de Olot y que se colocara en su primitiva ubicación como consecuencia de la ferviente veneración que se produjo a partir de 1919. Se montaría la capilla a los pies de la iglesia porque terminaban de colocarse los seis retablos laterales y en uno de ellos recibía culto el Cristo del Perdón ya mencionado. 

El Cristo de Limpias, que es el Cristo de referencia, de mayor tamaño que el natural, presenta la cabeza ligeramente inclinada hacia el lado izquierdo, con la vista elevada al cielo a través de ojos de dilatada pupila, cejas negras cayendo hacia los laterales, fina nariz, boca entreabierta, barba muy bien modelada, melena de artísticos rizos que caen sobre los hombros dejando ver la mitad de la oreja derecha, pómulos salientes, corona de espinas de fina talla sogueada por varias ramas de espino retorcidos, con pinchos muy pronunciados que originan gotas de sangre sobre la frente. 

Está dotada su cabeza de los clásicos haces o potencias si bien en este caso son cinco en lugar de tres y forman grupos de triples rayos dorados cada uno.


Cristo de Limpias en la Iglesia de Santa María Magdalena
Fotografía de Salamancaenelayer.com

Toda la figura de fina talla, tiene el pecho abombado en los estertores de la muerte con señalados pectorales y con costillas no muy dibujadas, cuello alargado y tieso, ligera inclinación de la pelvis hacia la izquierda, brazos muy bien torneados de potentes antebrazos formando ligero ángulo, los dedos de las manos juntos dos a dos y solamente flexionados hacia la palma el anular y el meñique en actitud de bendecir, muslos potentes de poca musculatu­ra, rodillas con ligeras escoriaciones y cardenales y magulladuras múltiples en las pantorrillas y el pie derecho sobre el izquierdo con abundancia de sangre y tumefacciones en la pierna derecha. 

El paño suprafemoral grande y de color morado mate permite la contemplación del muslo derecho en casi su integridad al recogerse en forma triangular y la soga del atadijo, fina y dorada, se deja ver tres veces sobre la cadera y el muslo. Los pliegues del colgante de la derecha y los de atrás airosos mientras que los de la izquierda se ajustan bastante al cuerpo, sin colgante ni caída, en pliegues diagonales. 

La Cruz plana, oscura y grande lleva dos conchas colocadas sobre el travesaño entre las manos del Cristo. La cartela es un simple panel grande con ligero y oscuro sombreado en los bordes. 

 

 

1.- Francisco Cornejo Vega. Laboratorio de Arte. Revista del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla. Artículo: La escultura animada en el arte español. Evolución y funciones. nº 9. Año 1996. Pg. 241.

2.- Antonio del Campo Echeverría, Limpias. Descripción de esta villa. Arte, geografía, historia. El Santo Cristo de la Agonía.  Santander, 1919. Pg. 30.

3.- La Basílica Teresiana. Publicación mensual. Florencio Amador Carrandi. Artículo: El Cristo de la Agonía. Salamanca, 1919. Pg. 235.    


Por José María Hernández Pérez

06/03/2023 Rev. 00