Iglesia de San Esteban
Cristo de la Buena Muerte – Hermandad Dominicana Imagen de httpp;//jesusario.blogspot.com |
El Crucificado, de configuración vertical y acusado tono blanquecino, tiene tamaño casi natural, está tallado con sencillez, tiene la espléndida cabeza muy caída hacia el hombro derecho y los ojos cerrados, barba tupida y rectangular con abundantes rizos, corona de espinas grande de color marrón y tallada con dos ramos de espino retorcidos y abundancia de pinchos, la melena que cae sobre la espalda deja ver ambas orejas, pecho abombado grande y enérgico, con suavidad en el señalamiento de las costillas y pectorales y vientre hundido, llaga al costado con abundancia de sangre, brazos en postura sensiblemente horizontal, musculosos antebrazos y dedos de la mano flexionados hacia los grandes clavos, piernas finas bastante inclinadas hacia la izquierda con las rodillas poco adelantadas, juntas y sangrantes, la derecha sobre la izquierda y paño de pudor reducidísimo muy pegado a la carne, que luce la soga que lo sujeta, anudado a la derecha en artística caída del pliegue lateral, sin que se vea el costado, pero luciendo completamente ambos muslos.
Gotas sueltas de sangre salpican todo el cuerpo.
La Cruz es relativamente plana, no muy grande, de madera oscura, con adornos metálicos prismáticos de plata pulida en las conteras, rematadas en boliches y enorme cartela blanca rectangular con filetes dorados, poco adornada, conteniendo la sentencia del pueblo. Presenta en la parte inferior agujeros para sujeción a la carroza en la que desfila procesionalmente.
En el siglo pasado se le atribuía fama de proteger a las parturientas en trances difíciles.
El obispo dominico fray Francisco Barbado Viejo, el día 10 de febrero de 1945, concedió 100 días de indulgencia a quien rezase un Credo por las intenciones de Su Santidad y por las necesidades de la Patria ante el Cristo de la Buena Muerte.
Recibe culto el Cristo
en la quinta capilla del lado del evangelio, comenzando por la entrada del
templo, denominada de San Pedro Mártir1, colocado sobre el altar del
muro de la derecha, en un sencillo marco rectangular de fina moldura y fondo de
damasco color salmón. Se ha perdido el retablo de madera dorada que sobre 1712
fabricó Joaquín de Churriguera para esta capilla y que doró y policromó Alonso
de Neira para San Pío V, papa dominico canonizado en el citado año.
Convento de San Esteban. Capilla de la Hermandad Dominicana Fotografía de Danisd75, Wikimedia Commons |
En el siglo pasado se veneraba en la capilla de Santa Catalina2, que es la tercera, también del lado del evangelio, que llevaba entonces el nombre de capilla del Cristo de la Misericordia3 por este Crucificado, que tenía como fondo de la hornacina en que se veneraba un Calvario. Adornaban la capilla dos tallas de finales del siglo XVII de Santa María Magdalena y de la propia Santa Catalina, cuya imagen recibía culto en humilde retablo de latón.
Los Padres Dominicos cedieron la imagen del Cristo de la Misericordia a la Hermandad Dominicana del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, para que saliera en procesión a partir de 1944, año en que fueron aprobados los Estatutos por el Obispado, erigiéndose como sede de la Cofradía la iglesia de San Esteban, de la que partía el desfile procesional a las 5 de la mañana del Viernes Santo. Integraban esta Cofradía periodistas, personal de imprenta, libreros y feligreses de la iglesia.
La carroza que porta al Cristo de la Buena Muerte, tallada en nogal, es la que llevaba Nuestro Padre Jesús del Perdón, regalada por la Cofradía de este título cuando desapareció en 1973, aun cuando luego volviera a desfilar ya en 1986. Se le adosaron banzos externos para que pudiera ser soportada por 33 hermanos cofrades.
Antes llevaba otra carroza, que había estrenado en 1955, al mismo tiempo que también la estrenara la Piedad de Carmona, integrante de la procesión del Viernes Santo, obras ambas de los hermanos Pastor en madera tallada y adornadas con faldones de terciopelo.
El Cristo de la Buena Muerte salió por primera vez sobre andas, portado a hombros de treinta y tres hermanos, en 1984, una vez efectuada la restauración a que había estado sometido y que se prolongó a lo largo de varios años por parte del artista salmantino el sacerdote don Gerardo Sánchez Cruz quien lo trató contra la carcoma de la madera4. Mientras el Cristo de la Buena Muerte estuvo sometido a restauración fue sustituido por el Cristo de la Promesa, que también recibe culto en la iglesia de San Esteban.
Ese mismo año sustituyó, en la Procesión General del Santo Entierro en la tarde del Viernes Santo, al Cristo de los Doctrinos, sometido a restauración y con el que guarda cierto parecido, aunque el Cristo de la Buena Muerte tenga una talla más refinada.
Los padres Dominicos acompañaban a la imagen del Cristo de la Buena Muerte que cerraba el desfile procesional.
La advocación de Cristo de la Buena Muerte, tan abundante en las Cofradías españolas, inspiró a don José María Pemán, quien le dedicó el siguiente poema:
Señor, aunque no merezco
que Tú escuches mi quejido
por la muerte que has sufrido,
escucha lo que te ofrezco
y escucha lo que te pido.
A ofrecerte, Señor, vengo
mi ser, mi vida, mi amor,
mi alegría, mi dolor,
cuanto puedo y cuanto tengo,
cuanto me has dado, Señor.
Y, a cambio, de esta alma llena
de amor que vengo a ofrecerte,
dame una vida serena
y una muerte santa y buena...
¡Cristo de la Buena Muerte!
1.- Juan Antonio Vicente Bajo, Guía descriptiva de los principales monumentos arquitectónicos de
Salamanca. Salamanca, 1901. Pg. 153 y Modesto Falcón, Salamanca artística y monumental. Salamanca, 1867. Pg. 153.
2.- Modesto Falcón, ob. cit. pg. 153.
3.- Juan Antonio Vicente Bajo, ob. cit. pg. 153.
4.- La Gaceta
Regional. Publicación periódica. Diario de Salamanca. 3 de marzo de 1986. Pg. 5.