El Colegio de los Irlandeses


Por José María Hernández Pérez
                 10/11/20 Rev. 00



Fotografía de grupo en el patio del colegio irlandés de Salamanca en 1927-28,
con el rector Denis O'Doherty y el vicerrector P. Stenson (centro, primera fila)
y estudiantes ataviados con su vestimenta tradicional (Archivo de Salamanca. Maynooth)



La persecución de católicos en Inglaterra comienza en 1534 con el Acta de Supremacía, en la que Enrique VIII se proclama Jefe Absoluto de la Iglesia Anglicana y declara traidores a quienes simpaticen con la Iglesia romana. En el año anterior ha declarado no válido el matrimonio con su primera esposa Catalina de Aragón, hija de Felipe II, para casarse con Ana Bolena.

En Irlanda se suprimen los monasterios y la enseñanza católica que comenzó con la persecución de Enrique VIII y que remató la reina Isabel, exigiendo que para poder ingresar en las escuelas era necesario adjurar de la fe católica, publicando en 1571 la Bula de excomunión, que origina el exilio de gran parte de los irlandeses. En 1585 se dio un plazo de 40 días a los sacerdotes católicos para que abandonaran el país, bajo de pena de muerte, en caso de desobediencia. En 1592 Isabel I incrementó la persecución sobre los católicos y creó el Trinity College en Dublín. 

El conflicto entre ingleses e irlandeses estalla con virulencia en 1594 y el jefe de los rebeldes, conde Tyrone, se asegura el apoyo de Felipe II, aunque son derrotados en 1602 en la batalla de Kinsale. Uno de los jefes lord Donal Cam O´Sullivan, nacido en 1561, XV Señor de Beare y de Bantry continua la lucha en forma de guerrillas y pese a recibir ayudas de Felipe III no puede con los ingleses y finalmente tiene que huir a España, llegando a La Coruña en 1604 y dirigiéndose a Valladolid presenta sus respetos al Rey. El, sus servidores y fieles son acogidos y se le señala una pensión de 300 ducados al mes, el mismo tratamiento que tenía en Irlanda y se le concede la Cruz de Santiago, otorgándosele en 1617 el título de conde de Berehaven, muriendo asesinado en Madrid, en la Cuesta de santo Domingo, por un espía inglés en 1618. 

Fue el primer irlandés que vistió el preciado hábito de Santiago que luce en el impresionante retrato con armadura, que durante más de 200 años adornó el refectorio del colegio de los Irlandeses salmantinos, al que llegó a través de la herencia de su nieta doña Antonia María Francisca O´Sullivan Bear, IV condesa de Berehaven y marquesa de Valfuerte, (por su casamiento en 1644 con Fernando Manuel de Cardona y Córdoba, al que había concedido el título Felipe IV el 20 de febrero de 1641) y que al fallecer el 4 de abril de 1718 sin herederos, donó el título y pertenencias.


    
Retrato de Donal O'Sullivan Beare colgado en el refectorio del
colegio de Nobles Irlandés de Salamanca durante más de 200
años y ahora en la sala de juntas del Stoyte House en
Maynooth College
Carta del Felipe II a la Universidad de
Salamanca el 3 de agosto de 1592
(Archivo de Salamanca. Maynooth)
 
Era hija de Dermot O´Sullivan, cortesano de Felipe IV y de Antonia O´Sullivan y Cardona, y heredera del duque de Sessa. Casada dos veces, tuvo mala suerte en sus matrimonios, pues los dos maridos dilapidaron su fortuna.

Según Gil González Dávila en su “Teatro eclesiástico” el Colegio de Irlandeses se fundó en 1592 dedicado a san Patricio, obispo y padre de la cristiandad de Irlanda, sobrino de san Martín Turonense. Regía la diócesis el obispo don Jerónimo Manrique de Lara (de Figueroa), que fallece el 19 de setiembre del año siguiente. Algunos irlandeses pidieron permiso a Felipe II para trasladar a Salamanca un colegio particular que había en Valladolid, deseando crear en la capital salmantina un Seminario nacional irlandés. El Rey accedió a sus deseos en sendas cartas de 3 de agosto de 1592, dirigidas al Ayuntamiento y a la Universidad, para que les prestaran toda la ayuda posible y remarcando la caridad que el católico castellano debía proporcionar al extranjero exiliado que era pobre y, además, dejado sus tierras como prueba de fidelidad a su fe y a su Dios para formarse como sacerdote y convertirse en defensor y mártir católico.

Se había llegado al Rey por medio de Thomas White que había presentado el típico memorial ante el Consejo de Cámara de Castilla, perdido en los meandros de la burocracia.

Ni corto, ni perezoso se presentó ante el Rey, con 24 estudiantes en el Pardo, suplicando la limosna para la formación de éstos. Felipe II aceptó la propuesta de que los jesuitas se hicieran cargo de los estudiantes con la condición de su traslado a Salamanca y les otorgó como pensión 500 ducados anuales.

Cuando llegan los primeros irlandeses a Salamanca, impulsados como se ve por el irlandés Thomas White, viene como Rector James Archer, con experiencia pastoral en el ejército de los Países Bajos y su mandato abarca desde 1592 a 1596, quedando los estudiantes y sacerdotes bajo la tutela de los jesuitas. Archer en 1605 había llevado a 13 estudiantes del Colegio de  Valladolid al de Salamanca. A Archer le sustituye Thomas White (que había ingresado en el noviciado de la Compañía de Jesús en junio de 1593, en Villagarcía de Campos, habiendo pronunciado los últimos votos en Valladolid en 1601) abarcando su mandato entre 1598 y 1605 y vuelve a Salamanca en 1613 con la misión de obtener recursos económicos para el mantenimiento del Colegio. Fallece en 1622 de fiebres. Sustituye a White, Richard Conway, estudiante de teología en Salamanca, que ejerce como vicerrector desde 1598 a 1602 y elegido Rector en 1608 para regir el Colegio hasta 1613, pasa a Santiago de Compostela.

Tras ocupar diversos edificios tienen acomodo los colegiales en la casa de Abades, junto a la plazuela de san Ciprián, donde habían estado los de la Orden Militar de Alcántara y luego el Seminario de Carvajal o Colegio de san Antonio en 1659. Pasan por el Colegio entre 1594 y 1644 más de 370 estudiantes.

    
Thomas White, S.J. (1556-1622), Fotografía
de una pintura anteriormente en el Colegio
irlandés y hoy en situación desconocida 
(Archivo de Salamanca. Maynooth)


Desde el Seminario de Carvajal se trasladan a un edificio de nueva construcción en las Peñuelas de san Blas, entre el Hospicio y la calle de Hornillos, frente a las casas principales del llamado Puerto del Queso, junto a los puentecillos que cubrían las aguas fecales de la Alberca de los Milagros, hoy Vaguada de la Palma, en la misma manzana que el Colegio de los Ángeles, donde continúan hasta 1767, habiéndose incorporado a la Universidad en 1608. Las paredes exteriores eran de sillería y mampostería de piedra franca y tenía una fachada de 171 pies. Desaparece el edificio, (ocupado posteriormente por el Colegio de la Orden militar de los Comendadores de san Juan de Rodas, que viene de la calle de Cabrera, hoy Espoz y Mina) y el del colegio de los Ángeles, con motivo de la explosión del depósito de pólvora en la calle de la Esgrima el 6 de julio de 1812.

La reina doña Margarita de Austria, esposa de Felipe III, en un codicilo otorgado en el Escorial en 17 de setiembre de 1611, lega a este colegio y al de Valladolid para que los pusiesen en renta, 3.000 ducados a cada uno. El Reino reunido en Cortes le concedió para comprar casa, 3.000 ducados y lo comunicó al Ayuntamiento en 1612, a condición de decir una misa solemne el día del Espíritu Santo, que se trasladó para el día del patrón del colegio y que se pusiese la siguiente inscripción en dos piedras al lado de la capilla mayor y otra en la puerta principal de la entrada, con las armas de España: Este colegio se edificó por los reinos de Castilla, para sustento de la religión cristiana de Irlanda, el año que Felipe III, rey católico, echó de ellos a los moriscos enemigos de la fe. En mil seiscientos diez. Murió la reina en el intervalo el 2 de octubre de 1611 en el Real Palacio de El Escorial.


A student of the irish college, Salamanca.
Dibujo W. Bradford. Grabado I. Clak.
Londres. Año 1809


    

Por Testimonio auténtico del Auto y Sentencia dada y pronunciada a favor de este colegio por los señores licenciados don Diego Fernández de Alarcón, don Francisco Mena de Barrionuevo y Gil Ramírez de Arellano, del Consejo de su Majestad, por expresa comisión que dichos señores tuvieron de su Majestad para conocer de la causa y negocios tocantes al testamento y codicilo de la Reina Nuestra Señora, que esté en el cielo, en la causa entre este colegio y los señores testamentarios de la Reina Nuestra Señora y los demás legatarios, con el cual están insertas las cédulas reales de la dicha comisión y nombramiento de testamentarios y el testamento y codicilo de la Reina Nuestra Señora. Otro tanto como esto está en el oficio del Procurador de esta provincia en Corte. Escribano, Juan de Santillana.

Este acuerdo se elevó a escritura pública en Madrid ante el escribano público Gaspar Luis Escari el 9 de junio de 1620.

El hábito de sus colegiales era manto y beca negros con la cruz de san Patricio y antiguamente fueron pardos el manto y la beca. Luego ha sido sotana negra y beca roja por lo que parece que el nombre de “pavitos” con el que cariñosamente se les conoció en Salamanca se debía a la semejanza de la beca con las carúnculas del pavo. También se dice que el nombre era por el buen apetito de los atléticos jóvenes irlandeses capaces de desayunarse un pavo. Los estudios para el sacerdocio duraban 7 años y al finalizar, los recién ordenados sacerdotes tenían que dirigirse a una misión fuera de España, recibiendo 100 ducados como viático para los gastos de viaje.

A los doce o trece años de su fundación tenían ya un arzobispo que murió por defender la fe católica y muchos letrados que con gloria en su isla la defienden y han tomado el hábito ilustrando sus vidas con un buen ejemplo, habiendo salido entre 1594 y 1644 de la Casa: 370 estudiantes, 1 primado de Irlanda, 4 arzobispos, 5 obispos, 9 provinciales de órdenes religiosas, 30 mártires, 120 sacerdotes ordenados, 12 escritores y 40 doctores en teología. En 3 de abril de 1767 cierra el Colegio de Irlandeses de san Patricio de Sevilla, por lo que uno de los colegiales becados se trasladó a Salamanca para terminar sus estudios y los bienes, rentas y derechos del colegio fueron incorporados al Seminario de Salamanca, secularizado.


Ala sur del Real Colegio del Espíritu Santo ocupada por
los estudiantes irlandeses


    En 1767 los jesuitas tenían en Salamanca dos establecimientos: El Real Colegio del Espíritu Santo y el pequeño Seminario de san Patricio de Nobles Irlandeses, dependiente del Real Colegio y expulsados los jesuitas por Carlos III, en virtud de la Pragmática Sanción de 27 de febrero, el 2 de abril de ese año, siendo el Superior del Seminario el padre jesuita irlandés Juan King, que se encontraba enfermo, no se tuvo en cuenta en la orden la expulsión de los irlandeses, por cuanto gozaban de la protección real. Por orden del comisionado del Gobierno para la expulsión, don Pedro Pablo Pereda Gutiérrez, alcalde mayor en propiedad y corregidor interino de Salamanca, hizo reunir en el Claustro principal al procurador padre Juan Francisco Ubegui, al cocinero Manuel de la Peña y a los 12 estudiantes, a quienes se les comunicó que en lo sucesivo habían de obedecer al nuevo rector interino, que sería el sacerdote don Francisco Nieto, sustituto del padre King, a quien se destituía por no seguir la escuela tomista.

Ubegui fue conducido al convento de san Agustín y una vez mejorado King, también fue llevado al mismo convento. A Ubegui y al resto de procuradores se les retuvo durante dos meses para responder de haciendas y papeles y a King se le entregaron 80 guineas de oro como viático para su desplazamiento fuera de España.

Se nombró Rector al doctor Birmingham y en 1769 se incorpora a Salamanca el Colegio de Santiago. En 1785, prohibe Carlos III la admisión de nuevos alumnos en el Colegio de san Jorge de Alcalá de Henares y por ello se produce su anexión al de san Patricio de Salamanca, mediante Real Decreto de Carlos IV, en 1790.

En 1780, previa solicitud a Carlos III, los cuatro arzobispos irlandeses, que habían estudiado en Salamanca, nombran como Rector del colegio salmantino a Patrick Curtis (donde se le conoció como Patricio Cortés). Durante su mandato, que duró de 1781 a 1817, salen del Colegio tres arzobispos: Dublín, Cashel y Tuam; dos obispos: Ossory y Cloger y el propio Curtis fue promovido al arzobispado de Armagh, Primado de Irlanda, en 1817. Le sustituye como Rector Patrick Mangan cuyo mandato abarca hasta 1830.

Con motivo de la expulsión de los jesuitas Carlos III reunió al Consejo extraordinario el 21 de mayo de 1768 que dispuso segregar el edificio de la Clerecía en 4 partes: Alumnos irlandeses de cuantos colegios funcionaban en la península; Real Convictorio Carolino, en perpetua memoria del monarca, becando 60 estudiantes de lenguas orientales, teología dogmática, medicina y matemáticas como internos, sueño de Campomanes que no llegó a realizarse; Seminario Conciliar con alojamiento para 50 seminaristas y Real Clerecía de san Marcos, a la que se adjudicaba la iglesia y sacristía. Se terminaron en 1769 las obras de adaptación. 

El obispo Felipe Bertrán y Casanova persiguió, sin éxito, que la parte oriental, que era la más acomodada en lo que se refiere a corredores, aposentos, librería y demás dependencias, asignada a los irlandeses fuera para los seminaristas.

Con motivo de la guerra de la independencia sufrió todo el edificio, entre 1801 y 1812, la ocupación de las tropas del general Leclerc y del general Bonnet, siendo en 1801 hospital militar y al año siguiente hospital general con la organización de un hospital de sangre para 1.000 soldados en 1810 y la voladura en 1812 del polvorín, de la que se ha hecho mención, que ocasionó destrozos en el pabellón de los irlandeses hasta el punto de que prefirieron abandonar las instalaciones a proceder a su reparación. Su edificio fue objeto de pillaje y algunas de sus piedras fueron utilizadas para la espadaña del ayuntamiento en la Plaza Mayor. Doce de los estudiantes irlandeses sirvieron como intérpretes en la filas del ejército de Wellingthon y también prestó sus valiosos servicios el rector Patrick Curtis. El 10 de octubre de 1811 los franceses trasladan a Valladolid a bastantes enfermos, entre ellos el rector que había sido de los Irlandeses en 1797, don Patricio Cortés.


    

Dos vistas de la portada del edificio del arzobispo Fonseca, sede del colegio de Nobles Irlandeses desde 1827 hasta 1830 y posteriormente a partir de 1838. La imagen de la izquierda corresponde a una tarjeta postal de la Editorial PHG, con edición Guillén, mientras que la de la derecha es una fotografía obtenida por un aficionado belga en 1929


Desde 1812 se instalan los militares españoles. A su vuelta a Salamanca en 1818 los irlandeses encontraron su pabellón ocupado por tropas militares por lo que se instalan provisionalmente en el palacio de las Cuatro Torres y dada la elevada renta que tienen que pagar solicitan el edificio abandonado del arzobispo Fonseca, como compensación por la pérdida de sus locales. En 1827 tienen acogida por arrendamiento en el edificio del Colegio Mayor y tienen que abandonarlo en 1830 por realizarse obras de reforma. Han de esperar hasta 1838 en que se les concede en precario y de nuevo en arrendamiento perdurable, mediante acta de posesión firmada el 30 de noviembre, pero no en su totalidad, pues no se le entrega la hospedería que pasó a manos de la Junta del Colegio Científico, tras haber sido en 1822 fábrica de hilaturas, donde trabajaban los hospicianos, hospital y casa de socorro. Logran el edificio gracias a la influencia del embajador inglés sir George Villiers que intercede ante el Ayuntamiento salmantino. Logran el edificio gracias a la influencia del embajador inglés sir George Villiers que intercede ante el Ayuntamiento salmantino.

La hospedería en 1843 es arrendada a la Hacienda militar sirviendo como hospital para la tropa al mando del general Manuel de la Concha.

En 1875 arriendan la hospedería, destinada por entonces a Hospital Militar y de Coléricos y la subarriendan a la Casa de Misericordia. En 1901 la hospedería pasa a ser de la Facultad de medicina que instala allí parte de sus dependencias hasta 1988.

En 1838 por parte del Gobierno hace la entrega don Vicente García Arias y la recepción por parte del Colegio el rector don Francisco Fleix y Solano, dando cuenta de dos Reales Ordenes del Ministerio de la Gobernación sobre la reclamación de don Patricio Mangan, Rector del colegio, para que se les reintegren las posesiones del edificio que le había sido adjudicado en 1827.
    
Tarjeta Postal de la Hospedería de Fonseca convertida ya en Facultad de Medicina


Accede la Reina Gobernadora y manda que se le reintegre el local que ocuparon en 1827 y años siguientes hasta 1830, sin más demora y sin que se pongan obstáculos por las autoridades, pero en la inteligencia de que esta disposición no prejuzga la cuestión de propiedad. El Rector hace presente que existiendo algunos efectos y enseres que le serían útiles pudieran entregársele previa tasación y se accede a ello, mandando se forme el correspondiente inventario, descontando de su importe la cantidad que les adeude la Pagaduría del Ministerio, poniendo el Rector a disposición del Comisionado las llaves del edificio. 


Retrato de un grupo de nobles irlandeses en el claustro del palacio de Fonseca.
Fotografía de Eugène Pégot-Ogier, 1877, perteneciente a la Colección Francisco Rivero


Hasta 1868 seguían los estudios de teología en la Universidad, pero suprimida esta facultad, los siguen en el Seminario, siendo modelo de aplicación e irreprensible conducta.

El 17 de marzo de 1886 tuvo lugar una velada literario musical en honor de san Patricio. Fueron interpretados 16 números, destacando el Ecce Panis Angelorum, de Lorenzo Perosi, cantado a dúo por los señores Byrne y Sands, el Ave María de Gounod, por D. F. Moro o los Matadores de la Traviata de Giuseppe Verdi, por Byrne, Sands y Macshanc. El rector Juan Cowan y el obispo padre Cámara cambiaron afectuosos saludos en sus respectivos discursos, destacando el paralelismo entre la isla de Irlanda y la península ibérica en sus sufrimientos religiosos y comparando a san Patricio y a Santiago como apóstoles de la religión del Crucificado. 

A finales del siglo XIX es rector del Colegio de los Irlandeses el reverendo Juan Cowan, que muere en 1898 y el eminentísimo cardenal Loque, Primado de Irlanda, nombra al alemán Guillermo Mac Ginn. 

 

En esta época los estudiantes irlandeses sorprenden a los salmantinos jugando al futbol en los descampados de la ribera del Tormes, con las sotanas remangadas, cuando el juego del balompié era desconocido en España. Forman un equipo que denominan Hamilton C.F. que sigue jugando bajo la rectoría de Michael J. O´Doherty, (1874/1949) sacerdote en 1897, que estudió en Ballaghadereen y Maynooth y llegó a Salamanca el 5 de noviembre de 1904, doctorándose en Teología en 1907. Es nombrado en 1911 obispo de Zamboanga en las Filipinas y en 1916 arzobispo de Manila. Le sustituye su hermano Dionisio, que inscribe al equipo para disputar la 6ª Copa de su Majestad Alfonso XIII en 1907 y participa junto con el Madrid F.C., el Club Vizcaya, el Vigo F.C. y el Recreativo de Huelva. La Copa se juega en el hipódromo de la Castellana de Madrid por el sistema de liguilla, consiguiendo el 4º puesto por encima del Recreativo, en partidos celebrados los días 25, 27 28 y 29 de marzo de 1907.     
Equipo irlandés del Colegio de Salamanca. La Ilustración Española 08-04-1907

Denis (Dionisio) O'Doherty, rector
del colegio de los Irlandeses

    

El equipo salmantino estaba formado por: James Walsh; Michael Donogher y Danny Tallen; Michael O´Sullivan, Laurence Fahy y Patrick Wins; Andrew Doocey, Danny M. Hugh, Patrick Reid, Henry Killeen y Michael Killeen, siguiendo el tradicional sistema de un portero, dos defensas, tres medios y cinco delanteros. Vestían camiseta blanca, cruzada por una banda estrecha con los colores de la bandera irlandesa: naranja, blanco y verde y pantalón negro, trajes pedidos a Inglaterra. Exhibían la bandera irlandesa antes de que fuera adoptada en 1919. 

Ya en 1913 se ha afianzado el futbol en Salamanca y compiten diversos equipos, entre ellos el “Club Deportivo”, que se enfrenta el 25 de mayo al conjunto irlandés formado por: Portero: Mactaw; defensas: P. Gibney y M. I. Donoghy; medios: Corco Ram, J. Walsh y P. Morgan y delanteros: Cummino, J. Cosc, Donegem, Mames y Varkin. Por los locales: Hernansaez; Mateo y Cuadros; Alzaga, Ulibarri y Gomendio; Recondo, Segarra, Sánchez Tabernero, Unamuno y Vargas. (Los tres últimos populares en Salamanca: hijo del marqués de Llén, hijo del Rector y del afamado arquitecto).

En 1904 hay polémica sobre una carta en la que se afirma la pretensión del traslado del Colegio al extranjero, para lo que se va a nombrar un nuevo Rector con el exclusivo objeto de promover la venta de los bienes del Colegio, liquidando todos sus bienes.

En 1910 eran 30 los estudiantes y asistían al Seminario Diocesano en lugar de a la Facultad de Teología de la Universidad, apoyados por antiguas donaciones y sujetos al control del gobierno español. En 1912 existen los siguientes Colegios: Uno en París, otro en Roma y el de Salamanca. La forma de enviar becarios a Salamanca es que las 27 diócesis irlandesas tienen derecho a nombrar uno cada una y las dos de Dublín, dos cada una. Los exámenes se celebran en el mes de setiembre en esta ciudad y de ellos salen los elegidos, que cursarán 6 años de estudios en Salamanca, siendo el máximo de estudiantes 28.



Vista parcial del patio Colegio de Arzobispo Fonseca, Salamanca,
con estudiantes irlandeses , principios del siglo XX.
(Archivo de Salamanca. Maynooth)


El 30 de junio de 1923 informa el Administrador de los Colegios Mayores sobre la situación fiscal de los edificios Colegio del Arzobispo y Hospedería, que aunque el edificio del colegio de Santiago Apóstol se incluyó en el Inventario formado en 1886, no se dio después de alta en el Registro Fiscal, ni se figuró en la relación para el pago de Derecho reales sobre personas jurídicas, ni es legalmente posible tampoco inscribir su posesión a nombre de la Junta del Colegio Científico en el Registro de la Propiedad, considerándose ya este edificio como de ajena pertenencia, y dándose en su consecuencia definitivamente de baja para todos los efectos en el aludido Inventario. Por lo que se refiere a la Hospedería nada tiene que ver con el anterior edificio y es la Junta quien continúa en la posesión civil por su inscripción en el año 1905.

En 1931 el Colegio Fonseca fue declarado Bien de Interés Cultural.

    


Ocupan el Colegio de Santiago el Zebedeo, también así llamado, hasta julio de 1936 al estallar la guerra civil, que les sorprende en una casa de verano, adquirida en 1920 en Pendueles, cerca de Llanes en Asturias, conocida como “Casona de Verines” que construyó un indiano. Salen para Bayona en Francia, gracias a las gestiones de Franco, con la ayuda del departamento de Asuntos Extranjeros de Dublín y del Almirantazgo británico.

Al volver el vicerrector Alexander Mac Cabe se encuentra el colegio requisado y ocupado por los alemanes que lo han convertido entre junio de 1937 y mayo de 1939 en la sede de su Embajada. Finalizada la guerra su intento de volver se ve frenado por el estallido de la guerra europea y es nuevamente ocupado el colegio, esta vez por los militares españoles, movilizados ante una probable invasión.  

En 1944 queda libre para ser cedido al Obispo de Salamanca fray Francisco Barbado Viejo, gran Canciller de la recientemente creada Universidad Pontificia para solucionar el alejamiento de los clérigos que venían a estudiar. Los obispos irlandeses se plantean cerrar el Colegio de Salamanca, por lo que se constituye una Comisión de obispos irlandeses compuesta por los de Galwy y Meath, que con los españoles de Valladolid y Salamanca, se reúnen en el palacio episcopal el 9 de abril de 1944, no llegando a un acuerdo sobre la propiedad del colegio, chalet y tierras adquiridas en distintas épocas y el obispo de Salamanca, para desbloquear la situación sugiere una visita al Generalísimo Franco y éste solucionó el problema accediendo a que los irlandeses se llevaran el archivo histórico del Colegio, (que contaba con más de 50.000 documentos que se enviaron al Colegio de St. Patrick en Maynooth, cerca de Dublín), que se vendieran el chalet y las tierras y que el importe se transfiriera a Irlanda, añadiendo que, si alguna vez Irlanda necesitaba de nuevo ayuda o refugio, España respondería.

Obtenidos los oportunos permisos de Roma se transfirieron dos millones de pesetas y se instituyeron dos becas, mantenidas hasta los años 80, con la denominación “Salamanca” una para un eclesiástico y la otra para un seglar, libremente elegidos por la Universidad española a través de la Universidad nacional de Irlanda. El Colegio de los Nobles Irlandeses de Salamanca fue definitivamente cerrado en 1951.

En tiempos del rector de la Universidad, don Esteban Madruga, que sustituyó a don Miguel de Unamuno y rigió la Universidad hasta 1951, se recuperó la zona de la Hospedería inscribiéndose legalmente en el Registro de la Propiedad y se efectuaron los trámites precisos para que el edificio pasara al patrimonio de la Universidad. 

El 8 de marzo de 1962, por Decreto Ley de la Jefatura del Estado, el edificio del colegio pasa definitivamente al Estado español, al mismo tiempo que todos los bienes que en España posee la Jerarquía Católica Irlandesa valorados en 3.054.544 pesetas.

El Colegio Mayor del Arzobispo, en tiempos del Rector Felipe Lucena Conde, pasó a denominarse “Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca” y hoy se conoce solo por “Fonseca”, olvidando el Fonseca de la Diputación; está destinado a Residencia de postgrados y acoge actos culturales, siendo célebres sus “Noches de Fonseca”. El rector Lucena está enterrado en Salamanca en la galería de san Antonio, en el nicho 389 y el rector Unamuno en el 340. 






BIOGRAFÍA DEL RECTOR J. COWAN



Tras la muerte de Juan Cowan, Rector del Colegio de los irlandeses, ocurrida el 25 de marzo de 1898 fueron muchos los testimonios de hondo pesar por el luctuoso hecho, aquí ofrecemos el panegírico, a modo de breve biografía, que publicó en El Lábaro de los días 14 y 16 de abril de 1898, el padre Luis Martín, que luego fue General de los Jesuitas.





D. JUAN COWAN

RECTOR DEL COLEGIO DE NOBLES IRLANDESES


I


Ya no existe en este mundo asiento del dolor; mora en las regiones de la bienaventuranza ceñido con la aureola de la inmortalidad; brillando esplendorosas las perlas de gran valía, que con sus virtudes, si bien modestas, engarzó en la corona de los méritos eternos.

Justo es que dando treguas al dolor en que nos sumiera la pérdida de un amigo fiel, consagremos algunas líneas, testimonio de admiración al virtuoso Rector del Colegio de Nobles Irlandeses; pregoneras al mismo tiempo de una caridad sin ostentación, de amor acendrado, sin límites a España, madre adoptiva del finado.

La nobilísima Irlanda, baluarte de la fe, que a pesar de los embates de la impiedad ostenta enhiesta la bandera del Catolicismo, fué la patria de D. Juan Cowan.

En el año 1846, en el condado de Docón, diócesis de Dramón, vio por vez primera la luz del día D. Juan Cowan. 

Sus padres don Patricio y doña Elena Fearnon, recibieron aquel niño con que les favorecía el cielo llenos de júbilo.

Ya en la infancia el pequeño Juan dio muestras de genio nada común, de amor al retiro, de odio al bullicio enloquecedor del mundo. Las delicias del jovencito Juan eran el recogimiento y la oración; indicios asaz elocuentes de que estaba destinado para recibir la investidura celestial del sacerdocio.

Ni en gastos ni en sacrificios repararon los padres de Juan para proporcionarle educación esperadísima; ya que su hijo indicaba pertenecer sólo para Dios, no quisieron contrariar su voluntad.

En la parroquia de E. Londuff estudió la gramática latina; pruebas tan gallardas dio de inteligencia, que logró ser admitido en el Seminario diocesano.

En el palenque de la lucha literaria el laurel de la victoria ciñó su frente; vencedor le proclamaron sus profesores, y aún los mismos condiscípulos reconocieron cuánto les aventajaba en saber el adolescente Juan.

Acostumbran los Obispos irlandeses enviar a la Atenas española los alumnos de más fundadas esperanzas. La constancia de aquel alumno en los más intrincados estudios la literatura patria, griega y latina, llamaron la atención de su Prelado, que después de maduro y detenido examen, le dio orden para que pusiera digno remate a los estudios en el Colegio que, gracias a la munificencia del católico E inmortal Felipe II, tienen los irlandeses en Salamanca.


II


Llegó en 1868 al Colegio de Nobles Irlandeses, donde brilló siempre por sus virtudes, y en el Seminario Conciliar, cual alumno aventajadísimo en la Filosofía y en la ciencia de Dios, quien premiaba sus trabajos honrándole siempre con las notas de Sobresaliente.

Se acercó el tiempo (1874) de recibir las Órdenes Sagradas. Indigno por falta de virtud y de sabiduría se juzgaba el virtuoso Juan de honor más grande y sublime que la misma corona regia. Solo por obediencia fué ordenado en Salamanca de subdiácono y diácono.

Emprendió prontamente el viaje a Irlanda, y allí recibió al Presbiterado. No le deslumbraron ni las honras, ni las dignidades, ni los cargos honoríficos, a los cuales bien pudiera aspirar según las engañosas máximas del mundo.

Acató con sumisión el mandato de su Prelado que le nombró Coadjutor. Suavisimas le fueron las fatigas del ministerio parroquial. a caballo recorría la extensa feligresía que le asignaran; celebraba todos los días la santa misa, è incansable en la dispensación de la divina palabra dos y tres veces al día instruía a los fieles con unción evangélica en los misterios y verdades católicas.

Rudas son las batallas que el sacerdote irlandés ha de librar contra el protestantismo, que amparado por las leyes inglesas quiere arrebatar la fe que San Patricio legara a sus hermanos los irlandeses.

La elocuencia del sacerdote Juan se opuso al poder de las tinieblas; y fue temido, mejor diré, visto con respeto, amado, por que la caridad fue su escudo; el arma más poderosa que esgrimió contra la reforma, derrochadora de la virtud, amparo del vicio, de la desobediencia y del más desenfrenado libertinaje.

Por cierto que los trabajos del ministro del Altísimo no fueron baldíos. Doce o catorce familias protestantes, ricas, de la primera nobleza (Lores) engrosaron las filas del Pontificado. Uno de los convertidos, queriendo glorificar cual se debe al Dios de las alturas, puso a disposición del celoso sacerdote algunos millones de libras esterlinas, con cuya cantidad se construyó magnífico templo al Señor, adornado aquél primorosas esculturas, cálices artísticos por la generosidad del donante, que confesaba ser D. Juan el alma y el aliento de empresa tan grandiosa.

Tales conversiones hicieron rugir de espanto a los adalides del protestantismo; e inundaron de inefable júbilo los corazones católicos.

El Ilmo. Obispo Juan Pio Leahy, O. P., descubrió nuevos horizontes al celo apostólico del imitador de San Patricio. Invita a D. Juan a que luzca sus conocimientos en pública y distinguida conferencia.

En ella ¡cuánto sufrió la modestia del sacerdote Juan! Unánimes, calurosos aplausos, nacidos del corazón coronaron sus argumentos; el Ilustrísimo Prelado le honra con vítores y aclamaciones, y desde aquel día la fama publicó por la isla irlandesa el saber de aquel sacerdote, hasta entonces encubierto por la humildad y solamente conocido por sus feligreses.

¡Así se preparaba sin que los hombres pensaran la realización de los planes que la divina Providencia tenía sobre aquella alma toda de Dios, toda para el prójimo!


III


El clima de Salamanca no era benéfico al Rector entonces del Colegio de Nobles Irlandeses D. Guillermo M. Donall, y hubo de renunciar a cargo tan importante, regresando a la patria, donde atendiera al restablecimiento de su quebrantada salud.

Los Rectores que han gobernado al Colegio de Nobles Irlandeses han sido serie nunca interrumpida de varones ilustres; ilustres en la piedad, ilustres en el saber, e ilustres en la cristiana prudencia.

El Primado de Irlanda, en unión de los demás Obispos, creyó que don Juan Cowan podía continuar esta gloriosa tradición, y le nombraron en 1876 Rector del Colegio de Nobles Irlandeses en Salamanca.

Sumiso a las órdenes de los Prelados aceptó don Juan tal dignidad, y también por que amaba con cariño y frenesí a España.

Conocedor profundo de la lengua castellana, de carácter afable y risueño con los amigos, quien era irlandés por naturaleza levantó en su corazón un altar a España.

«No, no quiero morir en Irlanda, decía; descansen mis restos mortales al lado de mis hermanos los españoles.»

A los alumnos del colegio irlandés les regía no con el rigor, que mal se aviene con el carácter juvenil, sino con dulzura cariñosa, procurando que ellos mismos conocieran sus obligaciones y las cumplieran movidos, principalmente por el amor.

Así se captó las simpatías de los Colegiales que de modo expresivo se las manifestaren en la tierna y filial felicitación que le dirigieron cuando celebró el vigésimo quinto aniversario de su ordenación sacerdotal.

Prueba es también la frase con que los actuales colegiales lamentaban su muerte. «Hemos perdido a nuestro padre.»

¿Y cómo no amarle, si algunas personas valiéndose de santos ardides la veían pasar largas horas arrodillado en su reclinatorio en profunda oración? Las medidas que tomaba encaminadas al buen régimen del Colegio fueron causa que éste floreciera en intereses, los alumnos en sabiduría y sobre todo en virtud.

El alma templada en los ardores del amor divino busca el bienestar de los hombres, quien mucho ama a Dios es imposible que desatienda la salud eterna de los prójimos. Ambas cualidades las poseyó en sumo grado el Rector de los Irlandeses.

Tendió mano generosa al dolor; el Hospicio recordará siempre las palabras de consuelo que dirigía a los enfermos; la caridad verdaderamente apostólica con que confesaba a los asilados.

Las Conferencias de San Vicente; las Cocinas Económicas le contaban como decidido campeón suyo. El dio su nombre a la Orden Tercera de San Francisco; a la Cofradía de San José, al cual profesaba especialísima devoción; y atendió la Asociación de Santa Teresa, cuyo vicepresidente era.

Y ya que nombramos a la ínclita reformadora del Carmelo, no hemos de callar la devoción acendrada, el cariño entusiasta de D. Juan a Santa Teresa de Jesús. Leía con frecuencia sus obras; al pronunciar su nombre dulcisimo el semblante se le llenaba de santa alegría; más de una vez visitó el sepulcro de su amada Teresa en Alba de Tormes, sin que el amor a la celestial Virgen disminuyera por el percance que le ocurrió cuando acompañando al Emmo. Cardenal Patriarca de Lisboa en su peregrinación a la villa teresiana, volcó el coche donde caminaban. Entonces, con la sonrisa en los labios dijo: «Esto no es nada; un regalo de la Santa que me da a gustar un poquito de las amarguras padecidas por ella en las fundaciones. 

Como datos conocidos de su caridad añadiremos que el Colegio de las Desamparadas, la Propagación de la Fé, la Santa Infancia, recibian de él con mano pródiga valiosos auxilios. Los pobres le llamaban padre, viéndose protegidos por él en sus necesidades.

El cedió generosamente el patio del Colegio irlandés para que fue reinstalada no há muchos años la Exposición de Salamanca, no ha transcurrido mucho tiempo desde que en uno de los salones del mismo Colegio se verificaron los exámenes de las niñas que educan las Siervas de San José.


IV


La biografía de D. Juan, trazada a grandes rasgos, sin que al escribirla acariciemos la esperanza de haber dado a conocer sus relevantes prendas, siempre veladas por humildad constante, muestra siquiera imperfectamente sus virtudes.

Mas donde resplandecieron con más vívidos fulgores fue en las dolorosas enfermedades con que el Señor probó su constancia y paciencia heroica. Con santa resignación sobrellevaba la pérdida de un ojo; ni sus achaques eran bastantes para que dejara de rezar el oficio divino todos los días, aunque con harto trabajo, y consagrase completamente a Dios. Pocos días antes de la enfermedad. que le llevó al sepulcro, ejercía aún el ministerio sacerdotal, confesando a los enfermos.

¡Como valeroso soldado peleó hasta el postrer aliento las batallas del Señor!

Con fervor extraordinario recibió los Santos Sacramentos, y el 25 de marzo del año presente el alma de D. Juan Cowan remontó el vuelo a la bienaventuranza, donde ya por la misericordia divina habrá recibido la corona de sus méritos.


Descanse en paz y desde allí, ante el trono del Altísimo, con sus oraciones, favorezca a Irlanda, a España, al Colegio irlandés y a la ciudad salmantina.



LUIS MARTÍN

Presbítero.


      













Bibliografía.


El Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca en Salamanca, Manuel Sendín Calabuig. 

La misión de Irlanda.- Enrique García Hernán.

Historia de las antigüedades de Salamanca, Gil González Dávila.

Historia de Salamanca, Manuel Villar y Macías.

La Universidad de Salamanca-Arte y tradiciones, Julián Alvarez Villar.

Los Irlandeses en Salamanca: Un legado secular, Román Alvarez Rodríguez.

Compendio histórico de la ciudad de Salamanca, Bernardo Dorado.

Coloridas vestimentas de los colegiales universitarios, José María Hernández   Pérez.

Los Archivos de Salamanca. Richardson, Regina Whelan (1995) Tesoros de la biblioteca de Maynooth: de las colecciones de St. Patrick's College. Real Academia Irlandesa, Dublín