Una Falla Valenciana en la Plaza Mayor 1946


Por José María Hernández Pérez
19/07/2020 Rev. 00



Proyecto

La numerosa comunidad valenciana de estudiantes en la Universidad de Salamanca, capitaneada por Godofredo Gómez Crespo de Medicina, entonces secretario del Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, Diego Salas Pombo (llegado a Salamanca el 5 de marzo de 1945 con tan solo 26 años y que se dejó crecer un frondoso mostacho para infundir el respeto que no inspiraba su aniñado rostro), se reúne el 27 de febrero de 1946 en el Casino de Salamanca para dar cuenta de las gestiones realizadas en cumplimiento del deseo de hermanar Valencia y Salamanca por medio de una Falla, cuya “plantá” se efectuará  en la Plaza Mayor para proceder el día de san José a la clásica “cremá”, al estilo valenciano. Con el tiempo Godofredo fue una eminencia en medicina nuclear.

Proyecto de falla aprobado para
la celebración realizado por
Manuel Gracia. Fotografía de
Amalio Gombau, publicada en
El Adelanto de 5 de marzo
de 1946
Del boceto se encargó Manuel Gracia González, nacido en Salamanca en 1912, profesor en la Escuela de Artes y Oficios hasta 1973, fecha en que pide su traslado a Málaga, no muy contento por el ambiente salmantino, falleciendo en 2004. Dirigía la Escuela el escultor Inocencio Soriano Montagut y estaba situada en lo que fue Cárcel, en la Cuesta de Sancti Spíritus, ocupando la parte alta, junto con el archivo y laboratorios municipales y algunas viviendas de porteros, mientras la baja era la Audiencia Provincial. Manolo Gracia fe un excelente pintor cartelista, ganando diversos concursos y en repetidas ocasiones el de carteles de las Ferias septembrinas; tocó con acierto todos los géneros: bodegón, desnudo, paisaje, vistas urbanas y retratos. Suya es la caricatura de Unamuno, ejecutada en óleo sobre tabla de 50 x 62 formada por libros en que el lomo de uno da lugar a la nariz y unos folios blancos a la barba y el bigote. Sobre otro libro, dos círculos son las gafas y detrás asoman unos cansados y tristes ojos azules.   

Damián Villar
González en 1946
De la ejecución material del monumento se encargó el también salmantino Damián Villar González, en aquellas fechas profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Granada, pese a lo cual tenía taller en Salamanca, en el Patio de Escuelas Menores junto al del pintor González Ubierna. Hasta el año 1950 no consiguió la plaza de profesor de término de modelado y vaciado en la Escuela salmantina. El año 1945 había estrenado Nuestro Padre Jesús de la Pasión para la Hermandad Dominicana, al año siguiente talló el paso del Prendimiento con Jesús y otras 4 figuras, para la Hermandad del Cristo de la Agonía y en 1948 restaura, junto con Arístides Mateos Bermejo “Corín”, la imagen de Jesús de la Promesa, también para la Hermandad Dominicana. Es el autor de la puerta de la Basílica del Valle de los Caídos, en bronce, de 10´40 x 5´80. La cara anterior es de Fernando Cruz Solís, con 12 casetones sobre el Rosario, más los 4 de los 12 apóstoles y el arco superior y la posterior es la de Villar, representando los ancianos del Apocalipsis, (revelado a san Juan durante su destierro en la isla de Patmos), en 20 casetones y el arco superior con los 4 evangelistas. Falleció en 2003. 

Fue importantísima la ayuda de Domingo García Amigo, constructor y maestro en la Escuela Elemental de Trabajo. La queja de todos los artistas fue la pequeñez del local donde construyeron la Falla: los locales del Hogar del SEU. 




Descripción de la Falla

En la reunión celebrada se muestra el boceto que ha sido presentado por Manuel Gracia a escala 1:25, que consistía en una plataforma cuadrada, con decoración imitando los azulejos de cerámica de Manises, de un metro de altura, luciendo en sus laterales el escudo de Valencia, coronado con “lo rat penat” que lo ostenta desde 1377, por el lado del Pasaje y el de Salamanca por el del arco de san Fernando. Soportaba un enorme y afiligranado botón charro dorado, de seis metros de diámetro, sobre el que descansaban cuatro grandes libros con portada, contraportada y lomos bellamente decorados en verde, amarillo, marrón y rojo cada uno de ellos y estampado en la cinta separadora el escudo de cada Facultad y remataba la Falla una cuidada reproducción de la Torre del Clavero en color azul, que exhibía en lo alto del garitón cilíndrico que daba al arco de san Pablo, la “luna de Valencia”.

La falla en construcción. fotografía de Amalio
Gombau publicada en El Adelanto del 17
de marzo de 1946
En la esquina del lado de san Martín, de considerable tamaño, pues llegaba a la altura de los libros aparecían el tamboril y la gaita de tres agujeros, fielmente reproducidos y sobre los libros cuatro “ninots” ataviados con el típico traje blanco de la huerta valenciana, uno de ellos ofreciendo productos de la huerta y el resto preparando una serenata dedicada a “la charra” que, impaciente, no espera y asoma ya el rostro por una diminuta ventana. Hicieron falta 5.000 horquillas del peinado de mujer para sujetar las costuras del botón charro pues el cosido a mano se desechó dada la premura de tiempo.

En cada uno de los espacios que dejaba la redondez del botón charro se colocó un personaje con las facciones y actitud de algún conocido salmantino, dando lugar a una escena jocosa: Una Comisión de la Falla vendiendo boletos, que nadie compra; el Comercio salmantino, que no suelta un ochavo; la Patrona de una casa de huéspedes estudiantil y el poeta Luis Martín Borrego, que termina de publicar su poemario “Con luces albas”. Manolo Gracia hizo, posteriormente, al poeta un retrato al óleo de cuerpo entero.

El parecido de los “ninots” con personajes de la sociedad salmantina fue objeto de comentarios durante una buena temporada, tomándoselo todos con buen humor y reconociendo que así son las fallas valencianas, aunque el jocoso y burlesco carácter levantino choque con la proverbial seriedad salmantina. 

Fue plantada el día 17 de marzo dentro de la zona central destinada a jardines, fuera de la calzada entonces existente y en la proximidad del arco de san Fernando, quemándose el día de san José, a las 12 de la noche, sin que se indultara “ninot” alguno.

La falla expuesta en la Plaza Mayor del 17 hasta el 19
de Marzo de 1946 y quemada en la noche de San José.
( foto Felipe Torres) 
Don Antonio García Boiza, el 5 de marzo evoca en EL ADELANTO otra circunstancia semejante cuando dice: “Hace unos años hicimos un pequeño remedo en la Plaza Mayor como pregón de nuestras ferias de septiembre y a pesar de su modestia, es tal el poder taumatúrgico del fuego que aquella torreta del Clavero, ardiendo por sus cuatro costados y elevando sus lenguas de fuego casi por encima de los tejados de nuestra incomparable Plaza, lograron atraer a un gran concurso de curiosos. Esperemos que la falla del día de San José sea cosa verdaderamente bonita y tan notable y vistosa como esos buenos muchachos desean”.

El hermanamiento de Valencia y Salamanca afirma que es muy antiguo pues no en vano “de Valencia vino a nuestra ciudad el Cristo de las Batallas”, sin más aclaraciones. Le falta decir que fue traído por don Jerónimo de Perigord, capellán particular de Rodrigo Díaz de Vivar, obispo de Valencia y compañero de batallas del Cid Campeador, nombrado obispo de Salamanca en 1102, donde falleció y fue enterrado el 30 de junio de 1120.

Afirma que “dos lugares en nuestra ciudad recuerdan donde predicó San Vicente Ferrer, el gran valenciano y diplomático en el Compromiso de Caspe”. Tampoco indica cuáles fueron estos lugares suponiendo se trate del Monte Olivete, dentro de las posesiones de los Dominicos, donde obró el milagro sobre el cadáver de una mujer trasladada desde la cercana iglesia de san Polo, pronunciando las proféticas palabras “Venit hora iuditti”, cuando tras incorporarse, eligió seguir muerta. Estas palabras se encuentran grabadas en la filacteria que porta la imagen de san Vicente Ferrer en la fachada de san Esteban. El otro milagro sería el efectuado sobre los judíos reunidos en la Sinagoga Vieja, en 1411 cuando tras la predicación, las capas de los judíos y las tocas de las hebreas aparecieron cubiertas de cruces blancas. Se olvida de que en san Juan de Barbalos, según la tradición, hasta hace pocos años existió un púlpito desde el que predicó el Santo (recordado en una placa) y fueron tantas las confesiones que se denominó la calle a partir de entonces “de los Perdones” y tras un intervalo para llamarse del párroco Luis Sevillano, ha recuperado su antiguo nombre.

Rememora que “en nuestra Universidad cursó y profesó el beato Juan de Ribera y de Salamanca sacó aquel fervor eucarístico que le llevó a la fundación del Colegio del Corpus Christi y aquel celo por la salvación de las almas, siendo el promotor de la expulsión de los moriscos”. A su Colegio en Valencia se le conoció como “del Patriarca”. Fue Arzobispo, Virrey y Capitán General  de Valencia y en sus tiempos de estudiante en Salamanca compañero de san Juan de Avila y de san Pedro Alcántara. A la expulsión de los moriscos llegó tras constatar el fracaso personal en su evangelización.

Finalmente recuerda que “la joya valenciana que más enaltece en el mundo de la pintura a nuestra ciudad es la incomparable Purísima del Españoleto, aquel Jusepe de Rivera, que llegaría a firmar alguna de sus obras de esta bizarra manera: Español valenciano de Játiva”. Se refiere al óleo sobre lienzo de 502 x 329 cm que preside el marmóreo altar mayor de Cosimo Fanzago de la iglesia convento de las Agustinas Recoletas.
Celebraciones

El día 5 de marzo y en los salones del Hotel Nacional (hoy Café Novelty) se celebró un animado baile, amenizado por la Orquesta del Casino, en el que fue presentada oficialmente la Fallera Mayor, a la que acompañaba su Corte de Honor.

Fallera Mayor: María Pilar Sánchez Ortiz de Urbina. Corte de Honor: María Josefa Fraile, Pilar Cimas Buxaderas, Josefina Angoso Merina, Carmen Fraile González, Delfina Angoso Merina y Pilar Cuervo Partearroyo vistiendo trajes de valenciana y  Ana María Olivera Vicente, Isabel Bermúdez de Castro, Angeles Ortiz de Urbina, Nieves Sánchez Arjona y Dolores Torres Blanco con el atuendo de charra.






 


Algunas fotografías de las señoritas de la Corte de Honor de la Fallera Mayor de Salamanca publicadas en el diario El Adelanto de aquellos días de marzo de 1946


El día 17 una avioneta arroja octavillas transmitiendo el cariñoso saludo del pueblo valenciano para todos los salmantinos.

En esta fecha, la Fallera Mayor, con toda solemnidad, da un golpe de martillo sobre el último clavo para rematar la Falla, antes de proceder a su traslado a la Plaza Mayor.


Festividad de san José

A las ocho de la mañana “despertá”, desfilando por las calles salmantinas la banda de música del Regimiento de la Victoria número 28 y la Tuna Escolar Madrileña.

A las doce, Misa solemne en la iglesia de la Agustinas con intervención del Coro universitario vasco Azbesti y asistencia de la Fallera Mayor, su Corte y todas las autoridades civiles, religiosas y militares.

A mediodía visita a la Falla, que se acompaña con un vino de honor en la “barraca valenciana”, instalada junto al monumento. 

A las tres y media, se celebra una velada de tiro al plato en el Campo de deportes de Educación y Descanso en la Cuesta de las Perdices, de la carretera de Zamora, presentándose 50 “escopetas”. Consiguen los tres primeros premios: Sandalio Alonso, Joaquín Junquera y B. Padrós y los sexto y sétimo, Ignacio Cura y señor Mingorance, todos de la Peña Limoneros. El cuarto fue para el señor Tomé de Ávila y el quinto, para Mario Marcos  Call, del Club Fluvial.

A las cuatro, carrera de camareros que, partiendo de la Plaza Mayor acaba en la Gran Vía, en la explanada de la Cárcel Vieja.

A las cuatro y media, carrera de cintas a caballo en la explanada antedicha.


Juegos florales
En una de las reuniones, aparte de dar a conocer las gestiones realizadas, las autorizaciones conseguidas y las colaboraciones con que contaban, se acordó celebrar unos Juegos Florales de hermanamiento entre ambas ciudades y salió inmediatamente para Madrid un comisionado que gestionara la actuación de un Mantenedor de altura, pensándose en invitar a Eugenio Montes, que ocupaba el sillón “L” de la Real Academia Española, desde el 1 de febrero de 1940, aunque no leyera el discurso de ingreso hasta el 22 de enero de 1978. No pudo atender el requerimiento por sus muchos compromisos. Se establecieron 11 premios para el Certamen literario. Los temas del Certamen fueron: 1º.- Canto a la confraternidad levantino-castellana, premio Comisión de la Falla. 2º.- Las fallas de san José, premio de la Diputación. 3º.- Escenas populares, premio Ayuntamiento. 4º.- Sensaciones de la ciudad, premio Casino de Salamanca. 5º.- Episodios ciudadanos, premio Alipio Pérez-Tabernero. 
Para el Concurso de carteles se estipuló la obligatoriedad del lema: “Falla de Salamanca”. Una vez celebrado se declaró desierto. En compensación se concedieron premios en metálico de 150, 100 y 50 pesetas a los trabajos presentados por Antonio Villalón Oñiga, Antonio Pérez Sierro y Pablo Herrero Sánchez, respectivamente.

El mantenedor de aquellos Juegos
Florales D. Ernesto Giménez
Caballero, en 1943
Anunciados para el lunes 18, en el Cinema Salamanca, se celebran el miércoles día 20 en el teatro Liceo los Juegos florales con la actuación en primer lugar de los Coros de Educación y Descanso, dirigidos por el sacerdote don Florindo González. Llega al escenario la Fallera Mayor del brazo del Mantenedor don Ernesto Giménez Caballero (inclasificable personaje, creador de “La Gaceta Literaria”, revista en la que colaboró toda la generación del 27) y ocupa un artístico trono, escoltada por dos maceros y rodeada de su Corte de Honor. Se dan a conocer los premiados en el Certamen literario que según el fallo del Jurado han sido: Flor natural, Jesús Rasueros. Primero y Segundo Premios: César Paz de la Espada. Tercer Premio, Jesús Rasueros y Cuarto Premio, Ricardo Pérez Fernández. 

Pronuncia un encendido discurso elogio el Presidente de la Comisión Godofredo Gómez y toma la palabra el Mantenedor, don Ernesto Giménez Caballero quien con fluido y abigarrado verbo inicia su intervención en tono jocoso a propósito de tener que lucir “smoking”. Afirma que no debe estar muy lejos de la fiesta que se celebra el salmantino Ramón Laporta Girón, en aquellos momentos Gobernador Civil de Valencia. (Se da la circunstancia de que en esos días su familia ha cerrado el establecimiento de ultramarinos y coloniales que tenía en la Plaza Mayor 25, del que se expandía diariamente el aroma de su afamado café brasileño, para dar paso a una sucursal de la joyería de José Cordón). Tiene un recuerdo para fray Diego Tadeo González, el Delio de la segunda escuela poética salmantina que en sus tiempos había publicado una poesía humorística y festiva sobre “lo rat penat”, al que denomina “El murciélago alevoso”. Por obligación impuesta en los Juegos Florales afirma que tiene que cantar a los tres temas: “Amor, Fe y Patria” y así lo hace. Finaliza afirmando que la “hoguer” es un símbolo numantino. O nos salvamos todos o ardemos todos.

Los galardonados:

D. Ricardo Pérez Fernández,
arquitecto y poeta
Jesús Ricardo Rasueros Hernández, nacido en Ávila en 1918, pero salmantino de adopción pues vivió en Salamanca desde muy joven, hasta su fallecimiento el 10 de diciembre de 1986, recibió gran cantidad de premios por su excelente vena poética. Era empleado de la Federación Católico Agraria Salmantina, cuando estuvo situada en la calle del Prior, en la finca que fue palacio de los Tejeda de Alcornocal, que luego se trasladó a la Plaza de san Marcos.

César Paz de la Espada, nace en Bilbao en 1906, siendo funcionario de correos cuando acude a los Juegos Florales. Es autor de un poema dedicado al Cristo de la Promesa, del que nos hemos hecho eco como restaurado por Damián Villar y Arístides Mateos.

Ricardo Mariano Pelagio Pérez Fernández, nació en Manila (Filipinas) el 8 de octubre de 1894 y ganó por oposición la plaza de Arquitecto titular del Ayuntamiento salmantino en 1924 y en Salamanca permaneció hasta su fallecimiento el 17 de abril de 1975. La poesía constituyó uno de los varios entretenimientos del arquitecto, dentro de su amplia trayectoria como impulsor del urbanismo salmantino.





BIBLIOGRAFÍA.

La Catedral Nueva de Salamanca.- Daniel Sánchez y Sánchez. 1993.

La iglesia y el convento de san Esteban de Salamanca.- Alfonso Rodríguez de Ceballos. 1987.

El pasado judío de Salamanca.- María Fuencisla García Casar. 1987.

Las Agustinas de Monterrey.- Adela Madruga Real. 1983.

El Adelanto, de la época.