Imagen Dolorosa de la Vera Cruz

             


Por José María Hernández Pérez
10/03/2020 Rev. 00

Dolorosa de la Cruz. Tarjeta Postal de Fototipia
Thomas en edición de A. García

Imagen de La Dolorosa de la Veracruz
Tarjeta postal de Ediciones Arribas



En una capilla-oratorio barroca que se hizo como ampliación de la nave de la iglesia de la Vera Cruz, en el lado del evangelio, se dispuso un altar que albergara a la imagen de la Virgen de los Dolores. El retablo consiste en una hornacina central de gran profundidad, dotada de ventanas laterales que dejan paso a la luz a través de adornadas vidrieras con representaciones de símbolos de la Pasión.

La capilla se reformó en 1851, colocándose cielo raso con yeserías, el zócalo del muro y el retablillo de la Virgen. Consiste éste en arco de medio punto, recargado de adornos geométricos, columnas abalaustradas, cascarón con nervios de sencillas líneas y angelitos en los espacios libres.

Los laterales del retablo son hornacinas casi planas con grandes ángeles de blanca veste cruzados con bandas azules en las que se leen textos marianos. Sobre las hornacinas arco románico adornado en todo el frente con figuras de angelitos y materias florales y un corazón de María inflamado en la clave.

La capilla tuvo su origen en la reforma de la iglesia que se hizo en 1714 y su destino fue el de contener el altar de la imagen de Nuestra Señora de los Siete Dolores y las insignias de la Cofradías procesionales semana-santeras, que tenían en esta iglesia su asiento. La insignias no son sólo los estandartes, guiones, etc., sino los pasos que desfilan en las procesiones.

El 2 de octubre de 1720 la Cofradía de la Cruz cede el patronato de esta capilla a don José Calvo Tragacete, y a su esposa doña Francisca de Mercadillo, quienes la hermosean y dotan con "dádibas, preseas y otras cosas".Parece que el retablo estuvo recubierto de piezas de plata, con el sol y la luna sobrepuestos, el marco del frontal de chapa de plata, con dos arcos guarnecidos también con chapa del mismo metal y todo ello desapareció cuando la guerra de la Independencia.
La capilla se reformó de nuevo en 1930, siendo obra de las Escuelas Profesionales Salesianas de Sarriá, corriendo con los gastos la Camarera de la Virgen, doña Gonzala Santana, conocida en Salamanca como "la pollita de oro".
La Virgen, que se encuentra reclinada sobre una peña al pie de la Cruz, es una imagen barroca en madera policromada, de tamaño natural, tocada con corona de plata de las denominadas peinetas con artístico anillo de orfebrería charra, del que parten nueve ráfagas en grupos de a tres y nueve rayos con decoración vegetal rematados en estrella y atravesando su pecho siete grandes espadas metálicas, cuyas puntas oprime con la mano derecha.

Realizada en 1714, costeada por el citado don José Calvo Tragacete, quien abona 17.000 reales de vellón, se debe al artista valenciano don Felipe del Corral, a quien Ceán Bermúdez denomina del Coral, para distinguirlo del artista bordador de principios del siglo XVII del mismo nombre.2

Fue tallada en Madrid y trasladada procesionalmente a Salamanca, parando en los pueblos del trayecto y depositándose, a su llegada, en San Francisco el Real hasta que se concluyeron las obras de la capilla. 

Está inspirada en la imagen que Juan de Juni talló para la iglesia de San Miguel de Cuéllar, en la provincia de Segovia, cuyo rostro dolorido resulta desangelado a pesar de las lágrimas sanguinolentas que surcan sus mejillas. Le circunda la cabeza una corona de rayos rectos y curvos y los siete cuchillos (símbolo de los siete Dolores) traspasan su corazón.

También sirvió de base otra imagen, con idéntico motivo, obra del mismo autor para la iglesia de las Angustias de Valladolid, en la que el rostro de la Virgen expresa todo el patetismo del acontecimiento, constituyendo una de las excelsas obras de la imaginería procesional castellana, precedente de lo que culminarían Gaspar Becerra y Gregorio Fernández.  

Juni concibió esta imagen de la Dolorosa, tallada hacia 1470, como Soledad pero el encargo de la Cofradía de las Angustias le dio el nombre actual a la talla, que constituye el comienzo de la historia de los desfiles procesionales en Valladolid. Entre los dedos de la mano derecha y sobre el pecho, Juni colocó unos pequeños cuchillos de hierro, que fueron sustituidos por los siete cuchillos de plata que lució a partir de 1623 y que se han mantenido hasta 1971 en que, al efectuarle una restauración, le fueron retirados.

La iconografía de la Virgen con las siete espadas nace a finales del siglo XV en Flandes. Los siete Dolores de María son: los que soportó en la profecía de Simeón, en la huida a Egipto, en la pérdida de Jesús en el templo, en la calle de la Amargura, en la Crucifixión de su Hijo, en el Descendimiento de la Cruz y en el Entierro de Cristo.

La Virgen de las Angustias salmantina presenta la misma disposición del cuerpo, tendida sobre el suelo, reclinada sobre la Cruz e idéntico el detalle de las siete espadas. El rostro expresa el íntimo sentimiento de dolor en su postura implorante hacia el cielo, "obra fina de correcta y patética expresión"3 y "muy celebrada por su expresión y por otras buenas partes".2

Felipe del Corral no tiene el desgarro de Juni por lo que no existe tanto patetismo en la expresión del rostro, en la tensión de los músculos del cuello y en el anonadamiento de la figura. Es notable la talla finísima de las manos pues si la derecha alcanza la perfección en su apoyo, sin pegarse al pecho, sobre la punta de las espadas, no menos perfecta es la izquierda en el desgaire de su abandono sobre el bordado pañizuelo blanco.

Los tonos apagados de la excelente policromía contrastan con la luminosidad radiante de la otra Piedad salmantina, la de Luis Salvador Carmona en la Catedral Nueva.

La vestimenta de la Virgen presenta sin líneas quebradas los paños de la toca verde dorado, camisa verde oscuro y manto azul intenso, pero la túnica, rojo tostado, con cinturón del mismo tono, en su parte baja desdice del resto, pues se aprecia un añadido, efectuado para dar satisfacción a un obispo poco amigo del arte, (don Agustín Lorenzo Varela y Temes), que hizo cortar la pierna vista de la Virgen y cubrir el espacio mutilado con tan inverosímiles plegaduras para evitar un "sacrilegio".4

Sobre los brazos de la Cruz pende el Santo Sudario, consistente en precioso encaje de lo que en Castilla se conoce como "soles salmantinos", calado de círculos unidos confeccionado en hebra de lino deshilando en una sola dirección franjas de hilo formando discos, que se repiten uniformemente, componiendo un precioso lienzo blanco, que llega hasta el suelo. Tienen estos soles gran parecido con los soles brasileños o mejicanos y con las "rosas" tinerfeñas.

En la procesión del día 29 de marzo de 1912 el paso de la Virgen estrenó, pendiendo de la Cruz, un precioso sudario confeccionado por doña Francisca Ramos, esposa del periodista don Eudoxio de Castro, que consistía en artística filigrana hecha de encaje inglés. Le ayudaron en su confección las hermanas Dolores y Esperanza Canto. (No sé si es el que luce actualmente).

La Cruz es grande, de madera, ancha y plana, barnizada en tono oscuro y muy adornada en sus extremos por conteras de plata de labrados dibujos que rematan en piezas tronco-cónicas del mismo metal. La cartela en plata, enmarcada con mucho adorno barroco, va colocada en el centro de la Cruz y no sobre el cabecero, como es tradicional costumbre.

Fue esta imagen motivo de inspiración para don Miguel de Unamuno quien en el año 1916, dice: "En esta ciudad de Salamanca hay una de esas imágenes de nuestra castiza talla policromada en madera, obra del escultor Corral, que es una maravilla de expresión y de españolidad. Hace nueve días, el Viernes de Dolores, la vi otra vez, según pasaba aquí, bajo mi balcón, llevada en hombros de devotos, mirando al negro cielo de la noche con ojos lacrimosos. La expresión de dolor, eternizada en ella por el arte, era algo sereno, noble, reconfortante. Me pareció ver a mi patria".5

Hubo una Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, que en 1747, se refundió en la Cofradía de la Cruz y en 1754, a petición de un nieto de don José Tragacete, don Antonio Calvo Tragacete, salió la Virgen Nuestra Señora de los Dolores, por primera vez el Viernes Santo, en desfile procesional, dejando de hacerlo la antigua imagen de la Virgen de la Soledad. Partía la procesión de la iglesia de las Agustinas para finalizar en la de la Vera Cruz.

En el nuevo ordenamiento de procesiones de Semana Santa, que dictó el obispo Don Antonio Tavira y Almazán, el 28 de enero de 1806, para refundir en una sola las tres que se celebraban el miércoles, jueves y viernes se acordaba que el Viernes Santo, en la Procesión General, a los lados de la Dolorosa fueran alumbrando religiosos dominicos, cofrades de la Cruz y caballeros de Salamanca.

Con la guerra de la Independencia, las vicisitudes políticas del siglo XIX y sobre todo con la desamortización, esta capilla y la imagen sufrieron los correspondientes expolios.

En 1874 se creó una Asociación religiosa de Señoras que establecía el culto perpetuo a la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, dada la veneración que disfrutaba entre el pueblo de Salamanca y a partir de 1909 organizaba una procesión el día de su fiesta: Viernes de Dolores, que perduró hasta 1969.

Se transporta en carroza de madera dorada, sobre ruedas, con angelotes que presentan los atributos de la Pasión y el emblema de la Dolorosa, acompañados de grandes candelabros de plata, también regalo de la citada doña Gonzala Santana a principios del presente siglo.

El poeta Gerardo Diego, en magnífico ramillete de versos glosando el Vía Crucis, nos dice en su penúltima estación:

"He aquí helados, cristalinos
sobre el virginal regazo,
muertos ya para el abrazo,
aquellos miembros divinos.
Huyeron los asesinos.
Qué soledad sin colores.
Oh, Madre mía, no llores.
Cómo lloraba María.
La llaman desde aquel día
la Virgen de los Dolores".







Notas:
1María Jesús Hernández Martín, Capillas camarín en la provincia de Salamanca. Salamanca, 1990. pg 91. 
2Agustín Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de bellas artes de España. (5 volúmenes). Madrid, 1800. tomo I. pg 358.
3José Camón Aznar, Guía de Salamanca. Madrid, 1932. pg 79.
4Fernando Araujo, La Reina del Tormes. Guía Histórico-descriptiva de la ciudad de Salamanca. Salamanca, 1884. Edición patrocinada por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca en 1984. pgs  240/241.  
5Luciano González Egido, Salamanca, la gran metáfora de Unamuno. Salamanca, 1983. pg 112.