Un banquete de altura: Torre de la Catedral, 4 de agosto de 1890.



No podía imaginar D. Marcelino Chapado, cocinero que había sido del café de las Cuatro Estaciones, hasta dónde le llevaría su oferta de servicio a domicilio cuando abrió, iniciándose 1890, el café-restaurant de la Universidad en la calle de la Rúa 55, esquina con Palominos. 
A primeros de agosto su “servicio de Catering” recibió el insólito encargo de servir un banquete en uno de los pisos del andamiaje con el que se estaban reparando los desperfectos que el tiempo y la lluvia habían ocasionado en la torre de la Catedral, ¡a 65 metros de altura!

La imagen, en la que se observa el mal estado de la torre de las campanas de la catedral,
fue captada por Hubert Vaffier, fotógrafo, industrial, viajero, miembro del Club Alpino
francés y de la Sociedad Geográfica de París que recorrió España entre 1889 y 1890.
Donó las fotografías de sus estancias en 1891 a la Biblioteca Nacional de Francia.


El banquete se celebró el sábado día 4 de agosto y a él asistieron el Sr. Enrique María Repullés, arquitecto del Ministerio de Fomento y principal responsable de la restauración, y el Sr. Joaquín de Vargas, arquitecto provincial y diocesano y director de las obras, junto a otras 17 personas de la vida pública e industrial de la ciudad relacionados con las reparaciones, como D. Santiago Flores, maestro carpintero responsable del colosal andamio, y D. Mariano Martín, maestro cantero. Acudieron también el Sr. Bajo Cid director de El Fomento y Sr. Muñoz García director del El Adelanto, asegurando así la publicidad del evento que celebraba la terminación de la primera cornisa de la torre. 

Comieron a la “altura” del chef Chapado, en ambiente distendido y agradable y a los postres llegaron los halagos, los parabienes y el champán. Tal vez, algo influyeran los efluvios del alcohol cuando surgió la idea de dejar acta escrita del banquete que en la misma mesa redactó otro de los asistentes, D. Eduardo de No, y que fue rubricado por todos los comensales.
La fiesta terminó a las diez de la noche y los invitados descendieron de la torre. Tal vez fue entonces cuando se decidió que el documento firmado se introdujera en un canuto de hoja de lata y fuera, como cápsula del tiempo, ocultado entre las piedras de la restauración para la posteridad.

Sin embargo, el banquete se efectuó sin el conocimiento del Cabildo que no tardó en expresar su disgusto por lo inapropiado del lugar de la celebración y su enérgica oposición a la colocación del acta en una piedra de la torre. No sabemos si finalmente la cápsula del tiempo fue colocada o no, tal vez nunca lo sepamos. Lo que sí sabemos es que los arquitectos Vargas y Repullés, en noviembre de 1890 cuando las obras estaban próximas a finalizar, regalaron dos cuadros con la imagen de la torre de la Catedral con el aparatoso andamiaje, uno al Cabildo y otro al Obispo Padre Cámara como recuerdo de la restauración o, tal vez, ¿de la cena a la que no fueron invitados?


Fuente: Prensa histórica salmantina: El Adelanto, El Fomento, La Región y La Semana Católica de Salamanca entre julio y noviembre de 1890.





La espléndida imagen de la empresa J. Laurent et Cie. Muestra en toda su magnitud el fabuloso andamiaje empleado en la reparación de las cornisas de la torre de la Catedral. Fue construido en 1890 bajo las indicaciones del maestro carpintero salmantino D. Santiago Flores García. El enorme andamio arrancaba apenas superado el primer cuerpo de la torre a 45 metros y alcanzaba una altura de 28 metros en los que se habilitaban 8 plantas de plataformas accesibles. D. Santiago no era un novato en este tipo de montajes ya que había construido en 1880 un andamio de más de 19 metros de altura sobre la cúpula de la propia torre, en las obras de reparación que dirigió don José Secall y que comenzaron en 1878.
El 19 de septiembre de 1890, terminadas las obras a realizar en el último cuerpo en la parte que mira al sur de la torre de la Catedral, comenzó el desmontaje del andamio para ser colocado en la parte que mira a poniente. Su desmontaje final ocurrió en el mes de noviembre.





James Jackson (1843-1895), británico que pasó gran parte de su vida en Francia, fue un gran viajero y aficionado a la fotografía. Trabajó como bibliotecario de la Sociedad Francesa de la Geografía, entidad a la que cedió su obra. En 1889, durante una de sus excursiones, visitó nuestra ciudad que captó en varias fotografías, algunas de las cuales pueden verse en la versión digital del Biblioteca Nacional de París, Gallica.
Realizó esta fotografía de la fachada principal de la Catedral Nueva captando en ella hierros y cascotes que bien podrían provenir, por su posición, de lo alto de la torre que por aquel tiempo presentaba un gran deterioro.
Aunque, en honor a la verdad, bien podrían pertenecer a las obras del palacio episcopal que habían comenzado en julio de 1887 y durante meses resultaron caóticas, quejándose vecinos y prensa del descuido con que se estaban acometiendo las obras, faltando seguridad y entorpeciendo el tránsito, por la acumulación de materiales de derribo y construcción, por las calles aledañas que, además, resultaron muy deterioradas. Cuando el Sr. Jackson captó la imagen todavía estaba en marcha la construcción del palacio que finalizó en 1891.

César Hernández fc 27/02/17 Rev. 01