Calvario del Sepulcro Arzobispo Anaya en el Claustro de la Catedral Vieja

 

  

En el centro de la capilla de San Bartolomé, que es la segunda existente en el lado sur del claustro, al pie de las gradas del altar mayor, se destaca el mausoleo, tipo cama exento, del arzo­bispo don Diego de Anaya y Maldonado que es una obra de las más preciosas existentes en Salamanca. 

 

Capilla de San Bartolomé. https://catedralsalamanca.org/

Realizada hacia 1437, fecha en que murió el prelado, -aunque hay quien afirma que se esculpió en vida de éste por el detalle de que la estatua tiene los ojos abiertos- toda ella es de puro alabastro, denotando el estilo y la técnica borgoñona, pero con caracteres más suaves, ignorándose su autor al que solamente se le conoce como el Maestro de los Anayas, para Camón Aznar "digno discípulo de Claus Sluter"1 y para García Boiza "este desconoci­do artista debió ser alemán o suizo del alto Rin"2. 

Como era costumbre de la época la urna está soportada por leones, en este caso diez, que lucen las bandas de los Anayas, presentándose en actitud de devorar a hombres y la cama es de excelente labra en los cuatro costados, con la estatua yacente del arzobispo.


Sepulcro del Arzobispo Anaya. Google.maps

    

Sepulcro del Arzobispo Anaya. Google.maps

 

De tamaño natural va revestido el prelado con casulla gótica de rectos pliegues, collar con adornos florales y mitra, -adornada con cabujones y el escudo de la casa-, mientras sujeta un libro abierto en la mano izquierda y un afiligranado báculo, cortado junto a la cintura, en la derecha. (El hecho de tener el libro abierto, no siguiendo la costumbre de presentarlo cerrado, se interpreta como símbolo y testimonio de la fundación del Colegio Mayor de San Bartolomé). Ambas manos lucen anillo en cada uno de los dedos visibles. Como ya se ha indicado presenta los ojos abiertos y en la cara bondadosa esboza una leve sonrisa.

 

 

Detalle del Sepulcro Arzobispo Anaya

A los lados de la cabeza aparecen un ángel y un profeta3; para otros se trata de un santo4 que pudiera ser San Bartolomé portando una filacteria, que simboliza la verdad y la cabeza está recostada sobre cuatro labrados almohadones con borlón en las esquinas. 

En la cabecera del sepulcro y como frontal, el precioso relieve de un Calvario con núcleo de espectadores en abigarrado grupo que llega a tocar los brazos de la Cruz. La vestimenta de las figuras posee una extraordinaria finura por la delicadeza de los curvilíneos pliegues y se enmarcan en un retablillo de arco grande con arquillos trilobulados y columnas laterales. 

Se observan las siguientes figuras: 

Cristo, de perfecto rostro, tiene la cabeza muy ladeada hacia la derecha, perfectamente delineados el cabello y la barba, redonda corona de espinas en forma de bocel, brazos musculosos en retorcida posición hacia lo alto, grandes manos planas con los dedos muy detallados y palmas hacia delante, torso saliente y vientre hundido, abierta llaga en el costado, rodillas y piernas rollizas recibiendo el pie derecho el clavo girado en posición inverosímil.


Calvario en el Sepulcro Arzobispo Anaya. Fotografía del blog Escultura Castellana

Paño suprafemoral enorme de pliegues artísticos y minuciosos. La Cruz de sección tronco piramidal lleva cabecero largo con cartela rectangular de enorme tamaño que se despliega y recoge en sus extremos apergaminados un sol y una luna. 

Los dos Ladrones pasan sus brazos por encima de la cruz respectiva cuyas siluetas desaparecen tapadas por las figuras inferiores. Sus rostros están alineados a la altura del Cristo y presentan amplia y corta melena el uno y barba y cabellera larga el otro; torso liso el primero y con señaladas costillas el segundo. 

El centurión Longinos junto al lado derecho de la Cruz lleva gorro cónico y se identifica por la lanza.

 

Stephaton, de enorme barba puntiaguda y arqueados bigotes, a quien sólo se ve la cabeza tocada con gorro exótico, sujeta con ambas manos una larga caña que en su extremo superior se adorna con un recipiente para contener la hiel y el vinagre que le dieron a beber al Crucificado. "La sinceridad fue burlada al propinarle en vez de vino bueno, vinagre; la dulzura escarnecida, suministrándole hiel" nos dice San Agustín5. 

Al lado derecho en abigarrado grupo vertical, de rostros arracimados con inclinación hacia fuera, se encuentran las Santas Mujeres: una con toca cerrada enmarcando su rostro, junto al travesaño de la Cruz; otra que se tapa ambas mejillas con las manos y que luce toca y rostrillo, bajo el pecho del Buen Ladrón y otra que luce toca, túnica y manto e incluso pañuelo al cuello, sujetando con una mano a la Virgen, vestida con túnica, manto y toca y que provista de redonda aureola se encuentra caída sobre el suelo con su mano derecha apoyada en la rodilla. 

Las Santas Mujeres, identificadas como las Tres Marías, aparecen con frecuencia en las Sagradas Escrituras, si bien no está igualmente documentada su presencia en el Calvario. 

Mateo habla de las tres cuando nos dice: "Entre ellas estaba María Magdalena, María la madre de Santiago y José y la madre de los hijos del Zebedeo" (27, 56). 

También Marcos cuando afirma: "Entre ellas María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José y Salomé". (15, 40) y cuando dice: "María la Magdalena y María la madre de José estuvieron mirando dónde lo ponían". (15, 47). Todavía las nombra otra vez: "Pasado el sábado, María de Magdala, María la Madre de Santiago y Salomé, compraron perfumes, para ir a ungirle" (16, 1). 

Para Juan, solamente: "estaban en pie junto a la Cruz de Jesús su Madre, María de Cleofás, hermana de su madre y María Magdalena" (19, 25). 

Y Lucas habla en general de:"las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea" (23, 49). 

Se aclara bastante lo dicho si nos guiamos de La Leyenda dorada6: 

"Según la tradición Ana se casó tres veces y tuvo sucesiva­mente tres maridos. Joaquín, Cleofás y Salomé. Del primero de ellos engendró a María, la Madre del Señor, la cual andando el tiempo, fue dada en matrimonio a José y engendró y parió a Nuestro Señor Jesucristo. 

Muerto Joaquín, Ana se casó con Cleofás, hermano de San José. De este segundo marido tuvo otra hija a la que puso también el nombre de María; esta María posteriormente se casó con Alfeo y de este matrimonio nacieron cuatro hijos, que fueron Santiago el Menor, José el Justo, conocido popularmente por el sobrenombre de Barsabás, Simón [Cananeo] y Judas [Tadeo]. 

Muerto Cleofás, Ana se casó con Salomé y con éste, su tercer esposo, tuvo una hija a la que puso el mismo nombre que a las otras dos, el de María. Esta tercera María se casó con Zebedeo y con él tuvo dos hijos que fueron Santiago el Mayor y Juan el Evangelista". 

Las dos figuras de la izquierda se encuentran alineadas horizontalmente con Stephaton: La primera es barbilampiña, luce melena corta y presenta las manos juntas; arrodillado, el manto le cubre desde la cabeza, suponiéndose se trata de San Juan. La otra figura asoma la cabeza por detrás, lleva barba y melena con un gorro (especie de bonete) de cuatro puntas y apoya la mano sobre la columna exterior. Cabe la duda de que se trate de José de Arimatea o tal vez de Nicodemo. 

La liturgia de las exequias se desarrolla en un programa iconográfico siguiendo las pautas del área castellano-leonesa, apareciendo los personajes del duelo y los santos y santas intercesores, en los laterales del mausoleo, labrados finamente de la siguiente forma: en el lado izquierdo una estela con los doce apóstoles a los lados de Jesucristo que porta una Cruz procesional y los Evangelios y en el lado derecho doce santas con sus respectivos símbolos martiriales, que hacen la corte a la Virgen María con el Niño en actitud de bendecir. Cada figura aparece entre arquillos trilobulados de finísima talla. Las cuatro esquinas están cubiertas por un grupo de tres figuras bajo doseletes en las que el centro lo ocupa un obispo y los extremos dos frailes franciscanos. 

Es curioso el hecho de que el friso de un sepulcro, junto al altar mayor al lado de la epístola, lleve el mismo relieve descrito para el lado izquierdo del mausoleo central y el friso de otro sepulcro, también del lado de la epístola, presente el relieve descrito para el lado derecho, dando a entender que son réplicas, allí colocadas, por tratarse de los sepulcros de sus padres: don Diego de Pedro Álvarez de Anaya y doña Aldonza Maldonado. Entre el coro de Santas que acompañan a la Virgen son fácilmente identi­fi­cables: Santa Lucía, Santa Práxedes, Santa Pelagia, Santa Catalina de Alejandría, Santa Clara, Santa Águeda, Santa Margarita y Santa Bárbara. No así las otras cuatro restantes. 

A los pies del yacente, significando sus respectivas virtudes y explícitamente de las que hizo gala el arzobispo en el Concilio de Constanza: el león que evoca la fortaleza y energía, el perro que recuerda la fidelidad y la liebre que delata la inteligencia vigilante. Perro y león se dan la mano recordando el texto de Isaías en las Sagradas Escrituras (Is 11, 6). Aparecen a los pies del sepulcro dos ángeles con amito y dalmática portando el escudo heráldico del arzobispo. 

Alrededor del mausoleo una preciosa verja de hierro forja­do, cuajada de arabescos, guirnaldas, bichas, follaje y escudos, que se colocó en 1514 y que es considerada como la obra cimera del arte hispano gótico-plateresco, al igual que lo es el precioso mausoleo descrito. La verja es atribuida al Maestro Hilario7 o a Francisco de Salaman­ca8 aunque Amelia Gallego de Miguel disiente de tales atribucio­nes9. 

 

 

 

 

1.- José Camón Aznar, Guía de Salamanca. Madrid, 1932. Pg. 52

2.- Antonio García Boiza, Salamanca monumental. Madrid, 1959. Pg. 72.

3.- Juan Eduardo Cirlot, Salamanca y su provincia. Barcelo­na, 1956. Pg. 62 y José Camón Aznar, ob. cit. pg. 51.

4.- Manuel Gómez-Moreno y Martínez, Catálogo monumental de España. Provincia de Salamanca. Valencia, 1967.pg. 122.

5.- Santiago de la Vorágine, La Leyenda dorada. (2 volúmenes). Tomo I. Madrid, 1982. Pg. 219.

6.- Id. id.   ob. cit. Tomo II. Pg. 566.

7.- José Carlos Brasas Egido, Las Catedrales de Castilla y León. Catedral de Salamanca. León 1992. Pg. 155 y Conrad Kent, Salamanca en la edad de oro. Salamanca, 1995. Pg. 71.

8.- Antonio García Boiza, ob. cit. pg. 72. - Manuel Gómez-Moreno y Martínez, ob. cit. pg. 123. - Antonio Casaseca Casaseca, Las Catedrales de Salamanca. León, 1993. Pg. 63 y Juan Eduardo Cirlot, ob. cit. pg. 62.

9.- Amelia Gallego de Miguel, Rejería castellana. Salamanca. Salamanca, 1977. Pg. 56.


Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00