Calvario de la Sacristía de la Parroquia de Sancti-Spiritus

 

  

Tenemos muy pocas noticias respecto a un Calvario existente en la parroquia de Sancti‑Spíritus.     

El padre Alfonso Rodríguez G. de Ceballos nos dice: "Se conservan en esta sacristía restos de un Calvario del siglo XVI, destacan­do la hermosa imagen de S. Juan. También las imágenes de los dos ladrones, hechos quizás para acompañar al anterior, pero ya del siglo XVII"1. 

Camón Aznar afirma: "En el interior [de la Sacristía] se guarda una buena talla de San Juan, del siglo XVII y una Virgen, de fines del siglo XVI"2 y Juan Eduardo Cirlot: "en la Sacris­tía... Virgen de fines del XIII [sic] y escultura de San Juan, del XVII"3. 

Como ya se dijo anteriormente, presidiendo uno de los salones de la sacristía se encuentra el Cristo que sustituía al de los Milagros, mientras éste se encontraba, durante casi todo el año, en la capilla de Santa Ana.   

Acompañando a este Cristo se han colocado sobre el muro las estatuas de los dos ladrones, pequeñas figuras de madera oscura, perfectamente talladas en un raro estilo. Las cruces son distintas a la de Cristo pues adoptan la forma de "tau", los malhechores no están clavados sino atados con cuerdas al madero por los pies y por las manos y poseen un exagerado retorcimiento de los cuerpos, de patético acento, frente a la verticalidad que presenta el Cristo. Destaca la fuerza expresiva de la disposición corporal y las actitudes que muestran ambas esculturas por la postura de las manos y de las cabezas. 

Los ladrones de talla, muy pequeños, de innumerables curvas y retorcimientos en su anatomía, presentan coloración oscurísima y brillante sobre cruces muy largas. Apoyan los brazos por encima del travesero abrazándolo atados con sogas doradas en forma de aspa al igual que los pies que por su posición alta sobre el larguero obligan a que las rodillas tengan que situarse muy  avanzadas y la cadera se presente vencida hacia la Cruz. 

La presencia de los dos ladrones en el Calvario nos la narran todos los evangelistas casi con idénticas palabras. Mateo nos dice: "Juntamente con El crucificaron a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda". Y más adelante: "Asimismo los dos ladrones crucificados con Él también lo injuriaban". Mt (27, 38-44) 

Marcos narra: "Crucificaron con El a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. Así se cumplió la escritura que dice: Fue contado entre los malvados". Mc (15, 27-28) 

Lucas afirma: "Conducían también a dos malhechores con El para ejecutarlos". Y más adelante: "Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda". Lc (23, 32-33) 

Por último Juan nos dice: "Con El crucificaron otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio". Jn (19, 18) 

Pese a que se habla de crucifixión de los dos ladrones, lo cierto es que, el enclavamiento de manos y pies solamente se hizo a Jesús, por lo que a aquellos al tardar más en morir, fue necesario quebrarles las piernas para acelerar su muerte, al no poder respirar, por la imposibilidad del cuerpo para efectuar el movimiento de subida y bajada.

La imagen de la Virgen, que también formaba parte del Calvario ha desaparecido y la de San Juan se conserva en otra dependencia de la sacristía. 

El Cristo de este Calvario es el que en la actualidad se encuentra en el presbiterio de la iglesia, de forma exenta al lado de la epístola, semejando una Cruz procesional.


Cristo en la iglesia de Sancti Spiritus.
Fotografía de Francisco José Jaspe Anido


Se trata de un Cristo de tamaño pequeño, cuerpo esquelético y coloración brillante, cabeza inclinada hacia la derecha y caída sobre el pecho, rostro fino de nariz afilada, ojos cerrados, boca entreabierta, barba negra que se abre en dos puntas, melena poco rizada que cae ligeramente sobre el hombro derecho, corona de espinas tallada de trenzado grueso, pecho de costillas redondeadas, pelvis torcida hacia la izquierda y las rodillas al lado contrario, llaga grande y abierta con abundante reguero de sangre, que también discurre desde el cuello por el pecho y hasta el ombligo, brazos con señalamiento de músculos, hombro izquierdo casi descoyuntado por la forzada postura, manos con los dedos índice y corazón abiertos y el resto cerrados sobre los clavos, pies paralelos al madero e inclinados hacia el centro, con sangre abundante, piernas finas con rótulas pronunciadas y la parte inferior unida al estar tallada sobre el mismo bloque. 

Sudario grande y estofado con motivos dorados en la decoración, caída vertical por delante, volviéndose la tela bajo el abdomen, especie de nudo a la izquierda, más alto sobre la cadera y caída plana de ese mismo lado, dejando ver bastante extensión del vigoroso muslo. 

Cruz de madera oscura, plana, estrecha, de corto travesaño y cabecero. Sin embargo el pie es muy largo y lleva tres pequeños adornos metálicos, especie de medallones. La cartela, ocupando todo el cabecero, es rectangular con borde dorado y fondo verde.


 

1.- Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, Guía de Salamanca. León, 1989. Pg. 66.

2.- José Camón Aznar, Guía de Salamanca. Madrid, 1932. Pg. 91.

3.- Juan Eduardo Cirlot, Salamanca y su provincia. Barcelona, 1956. Pg. 108.


Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00