Cruz Sobre el Busto de Unamuno

Colegio de San Bartolomé

 

 

En el Colegio de San Bartolomé, a la izquierda de su entrada, tres arcos de medio punto, con frontón de remate en el central, dan acceso a una escalinata de tipo imperial, obra de Joaquín Churriguera, que a partir de la meseta del amplio rellano se bifurca en dos ramales de abundante decoración ornamental.


 

Busto de Unamuno de Victorio Macho en el palacio de Anaya


Situado en la meseta y colocado en una hornacina, se encuentra el impresionante y conocido busto -en piedra el torso y en bronce la cabeza- del que fuera catedrático de esta Facultad y Rector de la Universidad salmantina don Miguel de Unamuno y Jugo, realizado por el escultor palentino Victorio Macho en 1930, mientras don Miguel se encontraba desterrado en Hendaya. 

Parece cierto que don Miguel, a partir de la colocación del busto, no volvió a subir a su despacho por esta monumental escalera, utilizando otra interior para no encararse con su réplica broncínea. 

El motivo de la renuencia al enfrentamiento con su réplica quizá lo encontremos en su Diario íntimo: "yo recuerdo haberme quedado alguna vez mirándome al espejo hasta desdoblarme y ver mi propia imagen como un sujeto extraño, y una vez en que estando así pronuncié quedo mi propio nombre, lo oí como voz extraña que me llamaba y me sobrecogí todo como si sintiera el abismo de la nada y me sintiera una vacía sombra pasajera. ¡Qué tristeza entonces!"1. 

Precisamente en el lado izquierdo del busto, con la chaqueta abierta, bajo el chaleco del Rector se adivina la silueta de un Crucifijo, motivo de controversia en su tiempo y aún hoy en día pues no podemos olvidar las creencias e "increencias" de Unamuno, siempre piedra de escándalo. 

Su crisis religiosa se vio agudizada en 1897 ante la grave enfermedad de su hijo Raimundo que padecía hidrocefalia. En el mes de marzo, durante tres días, se encierra en el convento de San Esteban y posteriormente visita a los frailes muy a menudo, paseando por los claustros, el coro y la iglesia, unas veces en solitaria meditación y otras hablando con algunos de sus verdaderos amigos del convento sobre la fe. No recuperó ésta en su autenticidad pero sí abandonó el activo ateísmo anterior, atraído por un cristianismo del que la razón le alejaba. 

Respecto a su religiosidad bueno será que narremos dos anécdotas que ocurrieron con 30 años de separación y que cada uno juzgue en su interior. 

La primera ocurre durante la estancia en Salamanca de don Manuel Gómez-Moreno allá por 1901 y la narra Fernando Chueca Goitia: "y para festejarlo me convidó a comer con él en familia, sin ceremonia y con oración de gracias al final, no sin que don Miguel me recalcase el hecho de que en su casa se rezaba"2. 

La otra es narrada por don José Camón Aznar y ocurre con motivo de la jubilación de don Miguel en el año 1936. Dice así: "Acompañado por los catedráticos José Antonio Oneca y Francisco Maldonado de Guevara fuimos encargados por la Universidad de Salamanca para adquirir el gran busto de don Miguel de Unamuno. 

Vivía Victorio Macho en una casa-estudio del paseo de Rosales, en cuyo sótano reparaba con gran escenografía de luces azulencas la escultura de su hermano Manolo. Y Victorio Macho nos mostró la escultura de don Miguel, elaborada en Hendaya, en 1930, durante la expatriación de Unamuno, con la anécdota de que fue el mismo don Miguel el que, en el barro tierno, trazó la cruz que allí ha quedado perennizada en la obra definitiva"3. 

Se remacha la idea de su religiosidad cuando dice: "Estos dedos que están sirviendo para contar las salutaciones de tu rosario no pueden emplearse ya, bendita Virgen, más que para narrar las glorias de tu Hijo"4. 

También es interesante reseñar que don Miguel de Unamuno tuvo una hermana religiosa, en el convento de la Enseñanza de Logroño, quien efectuó su profesión solemne en 1902. 

Para terminar nada mejor que las propias palabras de don Miguel que aparecen en el nicho número 340 del cementerio de Salamanca, donde reposan sus restos y los de sus familiares:


"Méteme, Padre eterno, en tu pecho

misterioso hogar

dormiré allí, pues vengo deshecho

del duro bregar".

 

 


 

1.- Miguel de Unamuno y Jugo, Diario íntimo. Madrid, 1996. Pg. 49.

2.- Fernando Chueca Goitia, La Catedral Nueva de Salamanca. Salamanca, 1951. Preámbulo, pg. IX.

3.- Goya. Revista de arte. José Camón Aznar. Artículo: Sobre las memorias de Victorio Macho. Madrid, 1975. nº 124-129. págs. 303 y 304.

4.- Miguel de Unamuno y Jugo,  ob. cit. Madrid, 1996. Pg. 136.



Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00