Cristo del Amor y de la Paz

 Parroquia del Arrabal

 

 

Se trata de un Crucificado de tamaño casi natural, obra del siglo XVII, cuyo autor se desconoce y que recibía culto en la antiquísima parroquia de la Santísima Trinidad del Arrabal, conocida como de San Esteban de allende la puente, (en territorio de los mozárabes), no citada por el Fuero de Salamanca y que fue parroquia hasta que en 1256 el obispo don Pedro hizo donación de ella, de sus casas y posesio­nes a las monjas benitas, que habían perdido su convento de La Serna, por la crecida del río Tormes.


Cristo del Amor y de la Paz en la vieja iglesia del arrabal
Fotografía de Alex López en Salamancahoy

Con motivo de la más célebre avenida del río, ocurrida en 1626 y conocida por la de San Policarpo, sufrió considerables daños, por lo que su beneficio pasó a la de San Julián y Santa Basilisa y hasta el siglo pasado, en 1853, no volvió a existir como parroquia. Se da la circunstancia de que un año antes de la crecida del río había construido un retablo para el altar mayor el escultor Andrés de Paz, donde se supone recibiría culto el Cristo que nos ocupa1. La iglesia posee una pobre portada de grandes dovelas y tres naves separadas. 

A mediados del siglo XX, con el Tormes apaciguado y una vez construida la Iglesia Nueva del arrabal para sustituirla, la vieja iglesia fue cerrada al culto. El Cristo se veneró desde entonces en la nueva parroquia del arrabal, junto al Tormes y a las nuevas carreteras de acceso a la ciudad, pero con difícil acceso por el trazado de éstas. 

Sin embargo aparecieron problemas constructivos en la nueva iglesia que provocaron su desacralización y el culto pasó de nuevo a la vieja iglesia del Arrabal que, tras años de abandono, fue restaurada en 2006. 

El Cristo, vertical, de expresión serena tiene perfil afilado, la cabeza inclinada hacia su lado derecho y caída sobre el pecho, frente despejada, cejas arqueadas, ojos grandes y cerrados de enormes párpados, fina nariz, mejillas hundidas, boca sellada de labios gruesos y resecos, cabellera ensortija­da de rebusca­dos bucles que caen sobre el hombro derecho dejando ver la oreja izquierda, barba muy rizada que se bifurca en dos simétricamente, enorme corona de espinos naturales de afiladas púas, hombro izquierdo descoyuntado, antebrazos potentes y musculosos y brazos cortos sensiblemente horizontales, manos grandes con dedos flexionados dulcemente hacia los clavos, pecho vigoroso no muy abombado con las costillas de talla correcta, llaga que presenta único coágulo abundante que va disminuyendo hasta salpicar la pierna derecha, muslos finos y musculosos con los gemelos abulta­dos, pies finos, torcidos hacia la derecha, con los dedos muy bien dibujados, rodillas tumefactas y separadas, un poco flexionadas, ligero escorzo al contraer el epigastrio y perizoma retorcido y en aspa, lo que permite la contemplación de las caderas, -sobre todo la derecha-, a través de un triángulo, con anudamiento a este lado y colgante al contrario, disposición similar a la del paño suprafemoral del Cristo de los Doctrinos.


Cristo del Amor y de la Paz. Danisd75 Wikimedia Commons

 

La imagen restaurada hace algunos años por el artista Gerardo Sánchez Cruz, párroco de Espino de la Orbada y Villanueva de los Pavones2, tiene tonalidad oscura no muy brillante y presenta salpicaduras de sangre excesivas por todo el cuerpo sobre todo a lo largo de los brazos, al igual que el mencionado Cristo de los Doctrinos, también restaurado por el mismo artista. 

La Cruz profunda, ancha y no muy grande, de madera lisa barnizada en negro con adornos metálicos en los extremos, sobre la que se encuentra clavado el Cristo del Amor y de la Paz es moderna y sustituyó a una anterior -que tampoco era la original- que es la que desfilaba en la procesión de Nuestra Señora de la Soledad, hasta fecha reciente, el Viernes Santo por la noche, portada en disposición horizontal y con claveles rojos, sustituyendo a los clavos de la crucifixión. Lleva la Cruz cartela rectangular de madera barnizada, con bordes metálicos dorados, en la que aparece la ultrajante sentencia. 

Las andas del Cristo han sufrido numerosos avatares desde que comenzó a salir en procesión el jueves 8 de abril de 1971, bajo una torrencial lluvia, la Hermandad del Santísimo Cristo del Amor y de la Paz, de la que es titular este Cristo, en la que desfilaron 80 hermanos. 

Las primeras andas pertenecían a los padres jesuitas y fueron portadas por ocho hermanos, aunque su peso era considerable. Al año siguiente, con más sosiego, adquirió la Hermandad la carroza del Cristo del Consuelo de la extinguida Cofradía del Santísimo Cristo de las Bata­llas, Nuestro Padre Jesús del Consuelo y Nuestra Señora del Gran Dolor (Excombatientes) que dejó de salir en 1972. 

En 1983 estrenaron unas andas que portaban a hombros 64 hermanos y que al año siguiente dejaron al grupo de la Corona de Espinas, de la Procesión General del Santo Entierro del Viernes Santo, grupo escultórico que había cedido una cofradía leonesa. 

En la actualidad unas nuevas andas de madera y estructura de hierro, que miden 11 metros de longitud y que llevan los cuatro evangelistas tallados en las esquinas, son transportadas por 92 cofrades. 

Constituye hoy la marcha penitencial de este Cristo, en la tarde del Jueves Santo, uno de los motivos más bellos y emocionan­tes de la Semana Santa salmantina, pues la Cofradía está formada en su integridad por jóvenes universitarios y obreros, hombres y  mujeres, que desfilan a cara descubierta y que en los primeros años causaron estupor por la valentía de su testimonio al efectuar su recorrido por las barriadas más humildes y marginadas y por llevar cruces con pancartas reivindicativas, con lo que algunos miembros de la Hermandad acabaron en Comisaría. 

Se ha hecho célebre el "baile del paso" pues la juventud, pese a la severidad y al ascetismo castellano del desfile procesional, quieren a su Cristo vivo y predicando el amor y la paz. También es digno de reseñar el hecho de que abre la marcha procesional una enorme campana doblando a muerto, portada por 12 cofrades; campana que procede de la antigua parroquia del Arrabal. Los cofrades portan también carracas, cuernos, matracas y tablas que hacen sonar esporádicamente, llamando al recogimiento y la oración, como se hacía en el interior de los conventos de las monjas y religiosos contemplativos. 

Desde el año 1987 acompaña al Cristo una imagen de María Nuestra Madre de las denominadas de carrete o de vestir, con atuendo totalmente blanco, como todos los cofrades, obra realizada por el artista zamorano Hipólito Pérez Calvo, que desfila sobre unas bellas andas que soporta el turno de carga femenino de la Hermandad, compuesto por 104 mujeres, que no se relevan a lo largo del recorrido.

 

 

 

 

1.- Pilar García Aguado, Documentos para la historia del arte en la provincia de Salamanca. Primera mitad del siglo XVII. Salamanca, 1988. págs. 163 y 170.

2.- La Gaceta Regional. Publicación periódica. Diario de Salaman­ca. 28 de marzo de 1986 y Juan José Andrés Matías, Semana Santa Salmantina. Historia de una tradición. Salamanca, 1986. Pg. 106.