Cristo de Marfil en la Sacristía de la Iglesia de la Clerecía

 

 

Se trata de un Cristo hispano filipino de 1 m de altura y datado en el siglo XVII. 

Tiene el cabello, barba y perilla policromados en marrón oscuro, los ojos con pupilas coloreadas y presenta desgarraduras sangrientas con goterones en la frente, manos, muslos, rodillas y pies. 

Cruz de madera grande, ancha y negra con entallas. Cartela de marfil en forma de rollo desplegado, que tapa todo el cabecero1. 

Se trata de un Cristo longuilíneo, muy vertical, de pequeña cabeza, con los brazos muy descolgados, piernas finas y juntas.


Retablo-hornacina sobre cajoneras en la sacristía de la Clerecía


La sacristía, más grande que algunas iglesias, está dotada en su testero principal de un retablo-hornacina sobre las cajoneras, de estilo rococó, obra probable de Andrés García de Quiñones. Se trata de un arco de medio punto en forma de cascarón formado por arquivoltas, intradós, jambas y fondo compuestos por cuadrícula de cristales de espejo, alojados en marco de madera dorada, al estilo chinesco. Los laterales están formados por dos pilastras corintias vaciadas para situar en ellas ménsulas con volutas portadoras de angelotes con atributos de la Pasión. Exteriormente a las pilastras y sobre otras grandes ménsulas dos angelotes plorantes. 

Entablamento sencillo, con ligera curvatura en el centro, siguiendo la alineación de la clave del arco y sobre él, ático de raras molduras y complica­dos dibujos que dejan hueco central para el Cristo de marfil que tratamos. 

Sobre el remate de las pilastras dos nuevos ángeles danzantes y como culmen central, sobre el hueco del Cristo, un gran escudo con el anagrama de la congregación jesuita. Los angelitos del retablo hornacina, que algunos han atribuido a Luisa Roldán, la Roldana2, son obra también de Luis Salvador Carmona3. 

A los lados de la hornacina y sobre las cajoneras se prolongan frisos del citado estilo rococó del retablo y al igual que éste todos los adornos van dorados en todas sus partes. 

Se construyó el retablo hornacina para albergar la magnífica obra en madera de Luis Salvador Carmona conocida como Jesús Flagelado, tallada en Madrid en el año 1760, el mismo año en que se construyó la hornacina.4 Se levanta la imagen, de tamaño poco menor que el natural, sobre pedestal soportado por un bello sagrario. 

Representa un Jesús, alto y asténico, en el momento de recoger sus vestiduras de tono rosáceo con ambas manos, a punto de caer desfallecido, por lo que apoya su cadera izquierda en la columna sobre la que ha sido azotado. Se encuentra en pie y el cuerpo desnudo es un perfecto estudio anatómico, tanto en el hombro y brazo derecho como en el giro e inclinación del cuerpo y piernas, resaltando la talla de músculos y tendones y los abundantes cuajarones y salpicaduras sanguinolentas pintadas sobre la encarnación mate que el artista dio a la madera. 

Tiene la imagen cabeza proporcionada girada hacia la derecha, grandes cejas y párpados que entierran unos ojos pequeños de infinita tristeza, nariz amplia, boca abierta de carnosos labios que dejan ver marfileños dientes, bigote y barba de ondulados rizos y melena ondulada y amplia que desciende por la espalda dejando ver ambas orejas. 

El paño de pureza, blanco marfileño, amplio por detrás y en las caderas, se presenta muy reducido en el frente, con pliegues horizontales que van abriendo sus plegaduras y dejando caer el lienzo en artísticas y abundantes formas barrocas por detrás, llegando casi al muslo. Va sujeto a la cintura con soga estrecha de fino trenzado y de inusitado verismo. 

La imagen ya no se encuentra en el retablo descrito, que cubierto con un paño de terciopelo morado, sirve hoy de fondo a la tribuna presidencial del Aula Minor B de la Universidad Pontificia, destinada a Sala de Conferencias. 

Desfila el Cristo como titular de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Flagelado, el Miércoles Santo, en una carroza de madera de roble, estrenada en 1952, soportada por 48 hermanos cofrades, dándose la circunstancia de que no efectúa parada alguna a lo largo del desfile. En la citada carroza van colocados, en las esquinas, cuatro de los seis angelitos plorantes que existían en las ménsulas del retablo-hornacina. 

Luis Salvador Carmona talló un Cristo atado a la columna similar al que estamos tratando para el Oratorio de la calle Cañizares de Madrid, dándose la curiosa circunstancia de que también tallara, para el mismo Oratorio, una Piedad semejante a la de la Catedral Nueva y ambas imágenes madrileñas desaparecieron durante la guerra de 1936. 

 

 

 

1.- Margarita M. Estella Marcos, La escultura barroca de marfil en España. Escuelas europeas y coloniales. (2 volúmenes). Tomo II. Madrid, 1984. Pg. 147.

2.- Juan Agustín Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España. (5 volúmenes). Tomo IV. Madrid, 1800. Pg. 314.

3.- Manuel Gómez-Moreno y Martínez, Catálogo monumental de España  Provincia de Salamanca. Valencia, 1967. Pg. 286.

4.- Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, El Colegio de la Compañía de Jesús de Salamanca. Salamanca, 1985. Pg. 106.


Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00