La calle del Pozo Amarillo y la verbena de san Juan de Sahagún


Ilustración de una verbena.
El Castellano 17 de octubre de 1905


Aunque cada año, desde 1868, se celebraba el 12 de junio la fiesta de san Juan de Sahagún como patrono de Salamanca y de su obispado11, fue el obispo Cámara quién impulsó su conmemoración más allá del ámbito estrictamente eclesial obligando desde el Sínodo Diocesano de 1889 a cumplir el doble precepto de la fiesta, ir a misa y no trabajar12. En 1896, cuando todavía no había sido consagrada la nueva iglesia dedicada al patrono, se celebró su fiesta con gran solemnidad, a las especiales celebraciones eucarísticas de ese día se sumó una procesión que recorría los principales lugares de la ciudad relacionados con san Juan de Sahagún, además la víspera se celebró una animada verbena en la calle toro y plaza de san Juan de Sahagún. A esta verbena se sumó en años sucesivos otra en la calle del Pozo Amarillo que a la postre quedó como tradicional.

Cada año, la víspera de la fiesta religiosa se celebraba la fiesta pagana. La estrecha calle del Pozo Amarillo se adornaba con farolillos venecianos de colores, banderas y guirnaldas de flores. La música de los pianos de manubrio y alguna que otra murga animaba a los paisanos a bailar en las puertas de los figones y tabernas, prolongándose el animado ambiente hasta más allá de la medianoche. Con esta fiesta quedaba inaugurada la temporada de verbenas veraniegas adelantándose, aunque solo fuera por un día, a la más tradicional de san Antonio.

Sin embargo no duró mucho la tradición, a finales de la primera década del siglo XX era más que evidente su decaimiento, tal como nos lo cuenta José Sánchez Gómez “Un Repórter” en El Adelanto del 12 de junio de 1908:


Noche de verbena
La de San Juan de Sahagún.


En una calleja, bajo una espléndida luna enseñoreada en un cielo azul purísimo, bordado de estrellas de plata, arde una potente hoguera, suena un manubrio chillón y un compacto enjambre de chaquetas de trabajador y blusas flotantes de modistas, bailan y bailan junto al lugar, donde el Santo— San Juan de Sahagún— realizó su glorioso milagro de sacar del pozo a un pobre niño que se ahogaba..."

De la hoguera irradia un calor insoportable que pone sudorosos y apopléticos los rostros de los bailadores; de las tabernas inmediatas salen ruidos de palmoteos y vasos que se chocan, y de vez en vez, suena una destemplada y vieja guitarra en notas inarmónicas y vagas, como hondos lamentos de agonía dolorosa.

En la amplia hornacina, donde se exhibe al Santo con el niño por él salvado, lucen contadas bombillas de colores, rodeadas de verdes ramajes que llegan hasta el suelo, y besan los pies de los bailadores. La estrecha calle presenta aspecto pintoresco, y aquí y allá, en los balcones de las casas, lucen colgaduras y faroles mortecinos, atizados por viejas señoras de patriarcal aspecto...

Es la verbena de San Juan de Sahagún, patrono de Salamanca. Es la primera de las verbenas que en nuestra ciudad se celebran. Acaso por eso y por estar anoche a fines de semana— los trabajadores andaban escasos de dinero— la verbena fue una verbena desanimada, familiar, algo melancólica, sin alegría, sin vida lozana, fresca y expansiva... Fue la verbena un vulgar baile de candil.

¿Es que poco a poco va huyendo de nosotros el buen humor? ¿Es que el buen pueblo va ya hastiado de estas fiestas indispensables a plazo fijo y que se celebran con una igualdad abrumadora? Sea de ello lo que quiera, lo cierto es que anoche, por el Pozo Amarillo, vagaba triste y somnolienta, sin alegrías y sin vida, la vetusta figura de Juan Pueblo. ¿Se acabó la alegría?

Yo creo que no. Lo que se acaba, rápidamente, radicalmente y brutalmente es el dinero, verdadera alegría de las verbenas...




Un Repórter
(José Sánchez Gómez)



Por entonces el primer tramo de la calle, junto a la plaza del Mercado, ya había sido ensanchado y algunos alegaban esta circunstancia para explicar la pérdida de “calor” en la verbena.

1913 fue, que nos conste, el año de la última verbena y también de la procesión del santo. Aunque en 1929 volvió a celebrarse en un intento de recuperar la tradición, sin embargo la calle estaba abocada indefectiblemente a su alineamiento y ensanche que la convertirían en una importante vía de comunicación, inapropiada para este tipo de fiestas.




César Hernández R.
Bg 04/03/21 Rev.00



 11Aún antes se tenía por costumbre la víspera de san Juan de Sahagún adornar las imágenes del santo que estaban en la calle Traviesa, Rúa y Pozo Amarillo.

12 D. Fr. Tomás Cámara y Castro, Vida de san Juan de Sahagún. Salamanca 1891