El Niño de la Salud y su santera


El Niño de la Salud y su santera. Ansede y Juanes 1928 y luis Cortés 1955



Hubo un tiempo en que en esta ciudad de nuestros pecados no era difícil ver, siempre de mañana, a esta mujer humilde (Felipa) en tareas de santera trasladando de casa en casa en una cestita de filigrana charra la imagen del Niño de la Salud.

En cada casa, al Niño se le alojaba, se le mimaba, regalaba y engalanaba con la esperanza de que otorgara su salutífera protección.

El fervor popular a la Virgen de la Salud de Tejares hizo nacer esta devoción hacia un Niño Jesús que, al contrario que otras muchas Vírgenes, la imagen trastormesina no tenía. Tal era el trajín del Niño que siempre estaba en Salamanca, nunca convivía con su Madre en Tejares salvo el día de la romería en el que salían, y aún hoy lo hacen, en procesión.

La costumbre de llevar la imagen del Niño de casa en casa parece muy relacionada con la tradición de las “capillas o altares domiciliarios” que, por lo común, eran unas cajitas de madera con puertas abatibles que se cerraban para su traslado y en las que se veneraba una imagen de Jesucristo, la Virgen o algún Santo. La “capilla” se colocaba en un lugar preeminente del hogar y se iluminaba con lamparillas de aceite que se mantenían encendidas durante toda la visita. La hornacina disponía normalmente de una cajita o hucha en donde introducir un donativo. La tradición de las capillas domiciliarias, aunque mermada, continúa viva en la actualidad, mantenida fundamentalmente por las mujeres de la casa, y su origen se remonta a los tiempos de la Contrarreforma (1545-1648) cuando fueron promovidas desde las parroquias en su lucha contra el protestantismo de Lutero. Hay, sin embargo, quien sitúa su origen en el siglo XV como herramienta de los frailes franciscanos para la catequización del Nuevo Mundo.

El origen del Niño de la Salud es más cercano, parece situarse a inicios del siglo XX. Fue a finales de 1905 cuando la esposa de D. Luis Maldonado adquirió la imagen en la librería “La Religiosa” de D. Antonio García, situada entonces en el 22 de la calle de la Rúa, para regalarla como Niño de la Salud. Tras esta primera noticia conocida, la imagen inició su peregrinaje por algunos hogares de las más respetables familias salmantinas. Hoy día la tradición ambulante del Niño de la Virgen de la Salud se ha perdido, permaneciendo todo el año en su hornacina de la iglesia de san Pablo Apóstol de Tejares, saliendo únicamente en procesión los días de la fiestas de la Virgen de la Salud.


C.H. fc 15/05/17 Rev. 01