| Más corta, estrecha y retorcida que la actual, esta calle hunde sus raíces en el medievo. Desembocaba en la extensa plaza de san Martín, centro social y comercial de la ciudad, por lo que fue merecedora de ser alberge de casas señoriales.
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Debe su nombre a la existencia de un pozo con
aguas de color amarillo causa del milagro obrado por san Juan de Sahagún,
patrono religioso de la ciudad, para el salvamento de un niño caído en él.La modernidad cambió su fisonomía convirtiéndola, por su
unión con la desaparecida calle de la Guerra, en una calle más larga, ancha y
recta para ser vial cómodo de acceso desde la estación de ferrocarril. Esto la
transformó en la segunda mitad del siglo XX en una activa travesía comercial que
hoy, como otras zonas del centro urbano, vive en horas bajas.
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Calle del Pozo Amarillo en el plano basado en
Francisco Coello de 1858 y en 2012 |
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Otros enlaces relacionados con la calle del Pozo Amarillo:
La calle del Pozo Amarillo
Calle medieval, angosta y tortuosa, de más corta longitud que la actual pues solo alcanzaba hasta el reviro hacia la calle de Caleros, calle esta que recibió el subtítulo de bajada del Pozo Amarillo.
La calle del Pozo Amarillo logró cierto nivel económico y social debido a su cercanía al centro urbano medieval y albergó las casas señoriales de los Flores y del Águila también llamada de la Cadena.
La casa de los Flores, señores de Calzadilla, estuvo en la esquina con la plaza de san Martín (plaza del Mercado) y era propiedad del Conde de Canillas en el siglo XVIII1.
La casa de la Cadena o del Águila, que ocupó la acera izquierda de la calle antes de llegar a la curva hacia Caleros, aparece citada ya en 13502 y sus escudos hacen pensar que se trataba de una casa de los Rodríguez de Villafuerte o de las Varillas emparentados con los Paz y Rodríguez de san Isidro3. En el siglo XVIII era propiedad de don Francisco Ordóñez Flores Godínez y Gamboa (Málaga, 1664 † Málaga, 1726), II marqués de la Roqueta4.
De la importancia de la calle da fe la Cédula expedida en Burgos a 15 de febrero de 1497 por el príncipe don Juan, señor y gobernador de Salamanca, por la que mandó empedrar las calles principales: (...) E la calle del Pozo Amarillo, desde la Plaza, fasta dar en la puentecilla de la alberca5. D. Manuel Villar y Macías sostiene que dicha puentecilla estaba junto a la casa de la Cadena y bien pudo ser por su condición de zona baja capaz de recoger el agua de las calles colindantes, pero a nuestro parecer la Cédula alarga la calle con la bajada del Pozo Amarillo hasta alcanzar la alberca en la zona de Bermejeros en la que debió existir una puentecilla para salvarla. La calle Bermejeros, en tiempos, recibió el expresivo nombre de calle de “Los Mosquitos”. La importancia de la calle del Pozo Amarillo pudo deberse precisamente a su condición de acceso al agua.
Su nombre6 se debe a la existencia de un pozo con aguas de color amarillo que la tradición asocia al milagro de san Juan de Sahagún mediante el cual salvó de la muerte a un niño que cayó en él. El color de las aguas parece ser debido a los materiales del subsuelo y hace dudar de su potabilidad para el consumo humano. Fue cegado hacia 1860, carente de agua solo se conservaba como recuerdo del milagro7. Una escena en bajo relieve y una placa en pizarra mantienen aún el recuerdo del milagro y de la situación del pozo.
La cercanía de la calle a los lugares de actividad mercantil la predispuso como zona de servicios, siendo asiento por excelencia de mesones, posadas, figones y tabernas. Tal es el caso de la casa de la Cadena convertida en posada desde tiempos inmemoriales. Esta circunstancia hizo que no fueran raras las riñas de contendientes ebrios o ensañados por el juego que a menudo terminaban en un par de navajazos. Ni extrañas las persecuciones de matuteros con pellejos de vino con destino a las tabernas de la zona huyendo de la autoridad. La presencia de gentes de dudosa reputación, ladrones, prostitutas, rufianes y vagos perturbó circunstancialmente la vida de la buena gente de la calle.
La calle llegó al siglo XIX con rasgos semejantes a los siglos anteriores, estrecha y tortuosa y si cabe más sucia y repleta de inmundicias, tanto que la prensa no dudaba en calificarla de vertedero o muladar. Sus casas solariegas hacía mucho tiempo que habían perdido su carácter noble. La casa de los Flores ejercía como casa de viviendas de humildes artesanos y comerciantes y en sus bajos se habían abierto locales con actividades comerciales. La casa de la Cadena continuaba con su actividad como posada.
La modernidad, que llegó a Salamanca en 1877 con el ferrocarril, inició la transformación de la calle del Pozo Amarillo hasta perder todo recuerdo de lo que fue.
La búsqueda de un acceso amplio y recto desde la estación de ferrocarril hasta el centro de la ciudad fue la razón del proyecto para la prolongación de la calle Azafranal, que en aquel tiempo terminaba en la ronda de Sancti Spíritus a la altura de la ermita del Cristo de los Milagros, hasta encararla con el nuevo paseo de la Estación una vez desaparecida la muralla. La idea, planteada desde el mismo momento de la construcción de la estación de ferrocarril, fue motivo de varios proyectos pero no pudo consumarse hasta abril de 1918 cuando se derribó la casa del sacerdote D. Juan González en el paseo de Canalejas frente a la Alamedilla, este sería también el comienzo de la Gran Vía8.
Como complemento y por la necesidad de aliviar el tránsito de coches, carros y demás transportes rodados por la Plaza Mayor, se dispuso el proyecto de ensanchamiento de la calle del Pozo Amarillo, hasta un anchura de 10 metros, uniéndola como una sola con la también estrechísima calle de la Guerra que partía desde la curva de unión entre el Pozo Amarillo y Caleros hasta desembocar en la plaza Santa Eulalia frente al ábside de la iglesia de ese nombre, derribada en enero de 1891. La nueva calle que tomaría el nombre de Pozo Amarillo, olvidando la denominación de calle de la Guerra, permitiría unir la plaza de la Verdura, centro mercantil de la ciudad, donde además se preveía la construcción de un mercado central de abastos, con la estación de ferrocarril a través de la prolongada calle Azafranal.
El primer proyecto de ensanche, unión y alineación de estas calles fue presentado en noviembre de 1889 por el entonces arquitecto municipal D. José Gallego Díaz bajo el epígrafe Proyecto de alineación para la apertura de la calleja cerrada que pone en comunicación la Plazuela de la Reyna con la de Santa Eulalia y la reforma de las calles adyacentes, proyecto que fue derogado en 1902 y sustituido por otro con la misma finalidad en 19109.
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Plano del proyecto de alineación y unión de la calle del Pozo Amarillo y de la calle de la Guerra del arquitecto José Gallego Díaz en 1890, del libro de David Senabre López Desarrollo urbanístico de Salamanca en el siglo XX. |
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Transcripción actual del plano anterior realizada por D. Antonio Seseña Arévalo que permite comprobar todo los detalles del mismo. A pesar de los cambios en el proyecto a lo largo del tiempo sigue adaptándose muy bien a la situación actual de la zona. |
En 1918, una vez prolongada la calle Azafranal, durante la alcaldía de D. Miguel Iscar Peyra se pretendió dar un impulso al ya por entonces viejo proyecto de ampliación de la calle del Pozo Amarillo sin embargo la precariedad patológica de la economía del ayuntamiento salmantino apenas hizo avanzar dicho proyecto. En 1927, solamente el inicio de la calle desde la plaza del Mercado se encontraba alineado, aunque carecía de pavimento y aceras.
Las cosas parecieron cambiar a finales de los años 20 cuando el nuevo sistema de financiación municipal, promulgado por la Dictadura de Primo de Rivera por medio del Estatuto Municipal del 8 de marzo de 1924, proporcionó mayores recursos ordinarios y extraordinarios que permitieron ejecutar obras públicas y mejorar los servicios, la contrapartida fue un incremento notorio de la deuda municipal.
A pesar de los presupuestos extraordinarios realizados, la precaria economía municipal no había sido capaz hasta entonces de abordar adecuadamente los problemas urbanísticos de la ciudad como la red de abastecimiento de agua, alcantarillado, pavimentación, etc. y apenas había sido posible hacer frente al pago de las expropiaciones necesarias para los alineamientos previstos. Esta situación llevó a la necesidad de establecer un nuevo presupuesto extraordinario cuyos ingresos provenían de otro empréstito municipal con la banca local de 3.000.000 de pesetas10 que sería vital para el proyecto de apertura de la calle.
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Esta imagen, a pesar de ser una burda simulación mediante la unión de dos fotografías, una de Ansede y la otra de Buxaderas, puede dar a entender la estrechez de la calle del Pozo Amarillo sobre todo en la zona de la que fuera torre de la casa de la Cadena que apenas permitía el paso de un carro. |
En 1930 se tomó definitivamente la decisión de concluir el proyecto, para lo cual se comenzó por expropiar 11 fincas en las calles de la Guerra, Caleros y Pozo Amarillo.
Los acuerdos de expropiación iban llegando: en junio con los propietarios de los nº 2 y 5 de la calle Caleros; en agosto con D. Jesús Rodríguez Astudillo para su casa y solares adquiridos más allá de la trasera del teatro Liceo, que numeraban como Caleros nº 1; y ese mismo mes con los propietarios del nº 20 de la calle Pozo Amarillo. En 1932 fue acordada la expropiación parcial del nº7 de la calle Caleros.
Las casas que formaban la curva existente entre la calle del Pozo Amarillo y Caleros se derribaron para enlazar con el nuevo trazado de la calle de la Guerra. Desaparecieron los números 1, 2, 3, 5 y 7 de la calle Caleros y más tarde el nº4 para la apertura de la actual calle Gómez Moreno y dejar la alineación actual de la calle Correhuela
El lento camino hasta la consecución del proyecto culminó por fin con el derribo de la Posada de la Cadena, en cuya ubicación la calle se estrechaba hasta permitir escasamente el paso de un carromato. La nueva calle pudo considerarse concluida en 1934 cuando se realizó su pavimentación.
Para entonces se estudiaba un proyecto que nunca alcanzaría a ver la luz: la apertura de una calle, continuación de la calle Especias, que desde la calle Doctor Riesco (Toro) alcanzase Pozo Amarillo.
Además de esta intervención urbanística, la calle del Pozo Amarillo también participó, aunque esta vez de modo pasivo, en el proyecto de “Vía de rodeo” derivado del Plan de Reforma Interior y de Ensanche de D. José Paz Maroto de 1943. La “Vía de rodeo” pretendía mejorar el tráfico rodeando la Plaza Mayor, iniciando un trayecto desde Crespo Rascón hasta la plaza de los Bandos y desde allí acceder a la calle del Prior, abriendo desde Peña Primera un nuevo vial (que con el tiempo recibiría el nombre de calle Iscar Peyra), que alcanzaría las calles Prado y del Rey, debidamente ensanchadas, hasta la plaza del Corrillo, ya sin la Isla, y por Poeta Iglesias llegar a la plaza del Mercado, con la intención de que eliminar el edificio del mercado de abastos, para finalmente alcanzar Azafranal por la calle del Pozo Amarillo.
El proyecto de la “Vía de rodeo” fue puesto en marcha, dejó la calle Iscar Peyra como recuerdo, ensanchadas las calles Prado y del Rey y llevó al olvido el palacio de los marqueses de Castellanos en la calle del Prior, pero no llegó a culminarse en ninguna de sus versiones.
La calle de la Guerra
A
los pocos metros de adentrarse en la calle Caleros desde la del Pozo Amarillo
se iniciaba, a mano izquierda, la calle de la Guerra. Calle estrecha y antigua,
que menciona Gil González Dávila en su libro de 1606, Historia de las Antigüedades de la ciudad de Salamanca, y se prolongaba
hasta alcanzar la iglesia de santa Eulalia, desparecida en 1893 junto a las
iglesias de san Justo y de san Mateo, y la plaza de ese nombre. No llegó
ninguna construcción relevante al final del siglo XIX, si es que las hubo, sólo
algunas casas de vecinos y paneras en el lado de los pares y corrales y los
muros del convento de las Esclavas en los impares.
La
Asociación Religiosa de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, fundada en
Madrid en 1877 por Santa Rafaela Marí y su hermana Pilar, adquirió, en 1899, la
casa que fue de don Patricio Andrés Montalvo, en la calle Azafranal nº2, en el
tramo entre la plaza del Liceo y la de santa Eulalia, que en la antigüedad
recibió el nombre de calle de Toledo, por un importe de veinticinco mil duros.
La casa, colindante con el teatro Liceo, serviría para albergar su convento,
noviciado y un colegio de señoritas que debido a su éxito sería ampliado en
1907 con sus instalaciones en el paseo del Rollo. A la calle de la Guerra daban
la puerta trasera y los muros del colegio cuyo recinto ocupó la mayor parte del
terreno de la manzana hasta la plaza de santa Eulalia.
En
la calle estuvo el almacén de drogas de la farmacia de don Ángel Villar y Pinto
que luego continuó su hija Eufrasia Villar y su yerno Cándido Torres y finalmente
la utilizó Segundo Primo, el farmacéutico que atendió la farmacia desde 1902. La existencia de materias inflamables en
el almacén de drogas provocó algunos incendios de distinta consideración,
aunque no graves, que hicieron considerar la legislación para tal tipo de
productos en zonas habitadas. La panera fue objeto de expropiación parcial en
1922 cuando era propiedad de Dª Eufrasia Torres hija de D. Cándido Torres, pero
parece que las dificultades para llegar a un acuerdo no fueron solventadas hasta
1933 cuando la negociación corría a cargo de D. Cándido García Torres, hijo de Dª
Eufrasia.
Los
sucesivos planes de alineación de la zona para el ensanche de la calle y su
unión a la calle Pozo Amarillo harían desdibujarse totalmente las líneas de edificios
de la calle de la Guerra hasta su desaparición. Aun así la natural
incertidumbre derivada de la tardanza en la ejecución del proyecto permitió que
algunos edificios fueran construidos o reformados al filo del siglo XX, aunque
en general la calle mostró gran apatía constructiva durante las primeras
décadas del siglo XX.
Todo
cambió a finales de la década de los años 20 con las nuevas modalidades de
financiación municipal que permitieron la ejecución de un plan extraordinario
de mejoras urbanas para realizar algunos viejos proyectos urbanísticos como la
construcción del edificio de correos en la plaza de santa Eulalia o la unión y
ensanche de las calles Pozo Amarillo y de la Guerra. Los inversionistas
especuladores también aparecieron ante la expectativa de negocio y pronto
comenzaría la construcción de nuevos edificios.
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Comparativa entre la imagen de la calle del Pozo Amarillo captada por un aerostato militar de los ingenieros de Guadalajara en julio de 1915 y una captura actual de una vista aproximada en Google Earth Pro. |
César Hernández R.
Bg 09/11/12 Rev (04/03/21)
1 Aportación al estudio de la Nobleza Salmantina en la Edad Moderna
a través de sus casas. Clara Isabel López Benito Mª Nieves Rupérez Almajano STVDIA
HISTÓRICA. HISTORIA MODERNA, XI (1993). Pág. 166
10 Senabre López, D. “Desarrollo urbanístico..”, pág.54
Fuentes generales para el artículo íntegro sobre la calle del Pozo Amarillo
Prensa histórica:
Adelante, Crónica de Salamanca, El Eco popular, El Federal salmantino El Semanario salmantino, El Adelanto, Revista del Círculo Agrícola Salmantino, El Fomento, El Progreso, La Liga de Contribuyentes de Salamanca, La Semana Católica de Salamanca, Diario de Salamanca, La Opinión, El Lábaro, Noticiero salmantino, El Castellano, Boletín del Ayuntamiento de Salamanca y El Eco Escolar.
Aportación al estudio de la Nobleza Salmantina en la Edad Moderna a través de sus casas. Clara Isabel López Benito Mª Nieves Rupérez Almajano STVDIA HISTÓRICA. HISTORIA MODERNA, XI (1993).
Quadrado. España : sus monumentos y artes, su naturaleza e historia Tomo III Salamanca, Ávila y Segovia. 1884
Julián Álvarez Villar. De Heráldica Salmantina. Ayuntamiento de Salamanca y Colegio de España, 1997
Javier Gómez de Olea y Bustinza. Una falsificación nobiliaria más: la del título de Marqués de la Roqueta. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA. Nº61 CUARTO TRIMESTRE 2006
Manuel Villar y Macías. Historia de Salamanca
David Senabre López. Desarrollo urbanístico de Salamanca en el siglo XX (Planes y Proyectos en la organización de la ciudad). 1ª edición. Salamanca: Consejería de Fomento. Junta de Castilla y León, 2002.
Tomás Cámara y Castro, Vida de san Juan de Sahagún. Salamanca 1891
Estella Goytre, Alberto (Director) y otros. La Plaza Mayor de Salamanca 3 vol., 2005
José Ignacio Díez Elcuaz. Arquitectura y urbanismo en Salamanca (1890-1939). Colegio Oficial de Arquitectos de León, 2003
Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014
Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Universidad de Salamanca, 2014.
Luis Angoso García, almacenes ARA. Cuaderno del Museo del Comercio de Salamanca nº4
Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Salamanca 2014
El arquitecto Genaro de No, Arquitectura contemporánea en España. Edarba, 1934 Madrid
Sara Núñez Izquierdo, El arquitecto Eduardo Lozano Lardet (1897-1968; titulado en 1923). Studia Zamorensia, Vol. XIII, 2014
Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014
Sara Núñez Izquierdo, La vivienda en el antiguo recinto amurallado de Salamanca durante el Primer Franquismo (1939-1953), Salamanca 2014