Calvario en Placa Relieve de la Iglesia de la Vera Cruz

 

  

Pocas son las noticias que poseemos sobre este pequeño relieve. Ignacio Francia nos dice: "El altorrelieve del Calvario, en marfil, fue donado por un arzobispo de Lima en 1694"1. 

Gómez-Moreno afirma: "Altorrelieve en marfil, con el Calvario, en el acto de herir Longinos al Señor; mide 0,18 x 0,11 m y fue donativo de don Justo Alamos, arzobispo de Lima, en 1694. Es de entonces; bonito y bien conservado"2.  

Tiene que ser Margarita M. Estella Marcos quien en 19843 nos descubra con todo detalle el valor de tan pequeña pieza, hoy depositada en la caja fuerte de un banco. 

El precioso relieve, que es propiedad de la Cofradía de los Dolores de la iglesia de la Vera-Cruz, se encuentra alojado en precioso marco de estilo barroco colonial y a través de la tablilla de madera -en que se sujeta el relieve- conocemos su procedencia y época por la inscripción que, en tinta descolorida, aparece, circunstancias ambas que sirven como referencia para datar una gran cantidad de relieves hispano filipinos diseminados por el mundo.


Altorrelieve del Calvario en marfil de la Vera Cruz
Foto Alba 2022-08-23


La escena reproducida en el relieve tiene su origen en la estampa de Sadeler, según el dibujo de Martín de Vos que se incluye en el volumen del "Libro del Nuevo Testamento" de El Escorial y que aparece repetido en el del "Thesaurus sacrarum Historiarum" de la Biblioteca Nacional de Madrid. 

Representa a Cristo, entre los dos ladrones, con la cabeza apoyada sobre el pecho e inclinada hacia la derecha, faz triangular, barba corta dibujada en grupos lacios y paralelos al igual que el ancho bigote, melena de ondulaciones paralelas cayendo sobre el hombro izquierdo y sobre el pecho al lado contrario, dejando ver el pabellón auditivo izquierdo, corona de espinas sin punzantes y trenzada con ramas de grosor medio, ojos muy redondos cerrados, sin apenas dibujo de cejas, enormes párpados en forma de concha, nariz respingona sin caballete y con anchas aletas. 

Posición recta del tórax y del abdomen, inclinada ligeramente hacia atrás, con anatomía esquemáti­ca pero no rígida, pronunciados pectorales y señaladas costillas en ángulo obtuso hacia las axilas, vientre hundido con señalamiento del ombligo, brazos cortos de antebrazos hercúleos, hombro izquierdo en forzada posición hacia adelante, manos grandes de cortos y anchos dedos encogidos hacia los clavos, a excepción del índice y del corazón en actitud de bendecir, piernas cortas, fuertes y moldeadas sin atisbo de músculos y venas, al igual que las pantorrillas. Pies cortos de gruesos dedos agarrotados en forzada posición hacia la derecha y atravesados por un sólo clavo que se inclina también hacia el mismo lado. 

El paño de pureza, mediano, con pliegues diagonales angulosos de poco volumen y rematado en colgante lateral solamente al lado izquierdo, partiendo de lo alto de la cadera, sin anudamiento y flotando al aire con relativa gracia. 

De las heridas de las manos fluyen dos chorros de sangre que recogen en sendos recipientes ángeles desnudos cabalgantes sobre nubes en forma de pétalos de rosa aplastados. Los rostros de los querubes, redondeados y de facciones orientales, lucen dibujada melena de líneas ondulantes y grandes y extendidas alas portando, el de la izquierda dos vasijas: con la mano derecha recoge la sangre de la mano de Cristo y con la izquierda, en plano más bajo, la que fluye del costado. 

Las figuras de los dos ladrones casi escapan por los laterales del relieve. El de la izquierda de Cristo tiene el brazo izquierdo pegado a la cabeza y atado sobre ella al redondo travesaño con gruesa cuerda. El brazo derecho cuelga por detrás del madero, muy retorcido y sujeto con doble vuelta de soga, junto al larguero vertical de acusados nudos y sin corteza. No se aprecia la frente, al igual que el ojo derecho, tapados por la melena de líneas sinuosas paralelas, que cae sobre el lado derecho dejando ver en su integridad la oreja del lado contrario. El ojo izquierdo de gran párpado se encuentra cerrado, la nariz de grandes aletas es corta y sigue la alineación frontal, boca cerrada, bigote y barba de ondulados dibujos. 

La cabeza se apoya sobre el pecho, el tórax y el abdomen poco dibujados y sensiblemen­te rectos, piernas cortas sin acusar interna tensión, la izquierda atada al larguero ejecutando un ángulo agudo y perdiéndose la derecha. Pie izquierdo grande que apoya lateral­mente en el larguero. Paño de pureza pequeño, recogido por debajo de la cadera en pliegues lineales ligeramente oblicuos y cayendo por el lateral derecho en dos largas plegaduras de orillas serpenteantes. 

El otro ladrón presenta las dos manos atadas con doble vuelta de cuerda al travesaño, apoyando la cabeza sobre el brazo izquierdo y casi descoyuntado el hombro derecho por la retorcida posición. Melena más suelta que la del otro ladrón y con el dibujo del cabello menos simétrico, cae sobre la espalda y deja ver la oreja derecha. Grandes párpados en los cerrados ojos, sin apenas cejas, nariz fina, boca cerrada, barba incipiente, cabeza inclinada hacia la izquierda y apoyada sobre el tórax, torso fino, lineal y sin dibujo de costillas, piernas cortas y redondea­das, la izquierda casi recta mientras la derecha forma ángulo agudo para ser atada con doble vuelta de soga al larguero. El pie derecho con los dedos muy dibujados y abiertos en abanico. Paño suprafemoral un poco más abundoso en tamaño y pliegues que el del otro ladrón con caída en dos grandes pliegues similares. 

A la izquierda del relieve y bajo el Cristo, sobre el suelo, Longinos de perfil, montando un caballo de artísticos arneses. Rostro alargado, gran ceja y párpado derecho redondeado, nariz chata y de gran aleta, barba rizada y poco abundante, boca cerrada, casco con orejeras y exagerada visera curva del que cae por detrás un ondulante y abultado penacho. 

Con el brazo descubierto hasta el codo empuña con la mano derecha una larga lanza que llega hasta el costado de Cristo, ayudándose con la mano izquierda para sujetarla a la altura de su rostro.­ Viste túnica ceñida y ancha capa que flamea por detrás en pliegues angulosos y porta una espada que más parece alfanje mahometano junto a la corta pierna derecha desnuda que se aleja del sencillo estribo del caballo. 

María Magdalena se encuentra arrodillada a los pies de la Cruz. Tiene redondeado el rostro y abundante la melena ondulada, partida al medio, que deja ver la oreja izquierda al caer sobre los hombros y la parte delantera. Sobre el pecho apoya, cruzadas, sus cortas manos de anchas palmas y brazos desnudos hasta el codo. La nariz achatada sigue la línea de la amplia frente, ojos cerra­dos de grandes párpados y boca pequeña y carnosa. La túnica de pocos pliegues a excepción de la zona del cuello que los presenta horizontales y manto no muy amplio ni de voluminosas plegaduras.

La Virgen en pie, abatida, con la cabeza inclinada hacia la izquierda, junta sus manos al lado derecho, en actitud de oración. Cubre la cabeza con amplio manto, manto que deja ver el ovalado rostro de despejada frente, ojos cerrados de grandes párpados, nariz grande y respingona, boca pequeña de dibujados labios y hundido mentón. Lleva aureola en forma de disco sobre la cabeza. El manto cae gracioso al ir recogido al cuello y luego sujeto, a la altura del pecho, por las muñecas en pliegues muy bien dibujados de incisiones curvas, que dejan ver en los brazos y en el lado derecho la túnica casi lisa. 

San Juan, también de pie, sujeta a la Virgen por la cintura con su mano izquierda y con la derecha la abraza sobre el hombro. El rostro redondeado es muy expresivo y de gran parecido con el de la Magdalena en sus rasgos orientales y en la posición, de idéntico escorzo, hacia arriba y a la derecha. La melena peinada con ondas finamente elaboradas es amplia y abundante y tiene más gracia que la de María Magdalena, dejando ver la oreja izquierda en una posición exageradamente baja. La túnica, que le llega hasta los pies descalzos, va atada a la cintura dejando caer unos pliegues angulosos y el manto, pequeño, está formado por una especie de esclavina. 

Sobre el suelo una tibia y una calavera y a los pies de María Magdalena el tarro de los perfumes. El fondo es un paisaje simulado de matorrales, compuesto de arbustos de hojas grandes lobuladas y carnosas en un lado y hojas largas y afiladas en el otro. 

La Cruz, muy ancha, grande y plana, con cabecero muy corto que obliga a colocar un pequeño listón para sujetar la cartela, alargadísima y con pequeña vuelta apergaminada en los dos extremos. 

En los espacios entre el cabecero de la Cruz y los dos ladrones un sol a un lado y una luna al lado contrario.

 

 

 

1.- Ignacio Francia Sánchez, Salamanca sin secretos. Salamanca, 1993. Pg. 122.

2.- Manuel Gómez-Moreno y Martínez, Catálogo monumental de España. Provincia de Salamanca. Valencia, 1967. Pg. 283.

3.- Margarita M. Estella Marcos, La escultura barroca de marfil en España. Escuelas europeas y coloniales. (2 volúmenes). Madrid, 1984. Pg. 160.



Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00