Cristo de los Agravios

Ermita desaparecida de la Glorieta

 

  

La capilla del Cristo de los Agravios, primitivamente denominada del Humilladero, era una ermita situada donde hoy la Glorieta1, junto a la explanada de la Plaza de Toros, no lejos del convento que los padres Capuchinos habían fundado en 1614, en tiempos del obispo don Luis Fernández de Córdoba y del que ya habla Gil González Dávila pocos años después2. 

Parece que fue fundada por los Caballeros de San Juan de Jerusalem, ignorándose la fecha exacta3. 

Los labradores de la Puerta de Zamora, hacia 1460, fundaron una capilla dedicada a Santa Bárbara4, a extramuros de la citada puerta -hacia la Glorieta- y constituyeron una cofradía con objeto de dar culto a la Santa. Tuvo aneja la ermita del Cristo del Humilladero y ambas ermitas desaparecieron en 1860, cuando se efectuó el nuevo trazado de la carretera de Zamora, entonces carretera a Vigo. 

A partir del 20 de agosto de 1670 la denominación del Cristo del Humilladero pasó a ser la del Cristo de los Agravios, como consecuencia del hecho de que un loco (o un endemoniado según algunos) destrozó a golpes la imagen del Crucificado, con lo que hubo que proceder a su cuidada restauración y a la entronización solemne en junio de 16731. 

La leyenda, magistralmente descrita por la pluma de Antonio García Maceira5 en 1890, dice que Damián de Guzmán, primogénito de los señores de la Aldehuela se enamoró de Carmen, hija de los señores de Fermoselle y que ésta le correspondía, allá por los años del último tercio del siglo XVII, en el reinado de Felipe IV. 

Como consecuencia de las rivalidades familiares entre los Castillos y los Guzmanes, el padre de la doncella prohibió sus relaciones con el joven y aunque obediente a la imposición, buscó consejo ante el Cristo del Humilladero, para ver si había de seguir los dictados paternos. El Crucificado elevó su cabeza y la desplomó sobre el pecho en señal afirmativa, lo que provocó el desmayo de la joven por la emoción del milagro y por el sacrifi­cio que suponía para ella la renuncia al amor de su vida. 

Enterado el joven Damián de quién había sido el secreto causante de su desgracia, juró venganza inmediata y provisto de un hacha, al amparo de las sombras de la noche, destrozó la imagen a golpes, después de arrojarla sobre el pavimento, huyendo a continuación para ocultarse entre las breñas del monte, donde los pastores, muchos años después, solían escuchar su canto lúgubre y destemplado, como de alma en pena. 

Las rentas de las dos ermitas: de Santa Bárbara y del Humilladero, habían sido asignadas al Hospital General en 1581, cuando la reducción de Hospitales ordenada por Felipe II. 

Desconocemos cualquier dato relativo a la calidad artística y a la antigüedad del Cristo de los Agravios, aunque podemos suponer que la talla sería del siglo XV, dada la fecha de fundación de la ermita que le dio cobijo, por lo que su estilo sería el de la culminación del gótico, con la recuperación del naturalismo.

 

 


 

 

1.- Manuel Villar y Macías, Historia de Salamanca. (9 volúmenes). Salamanca, 1887. (Reimpresión de 1973). Tomo III. Pg. 136.

2.- Gil González Dávila, Theatro eclesiástico de la Iglesia y Ciudad de Salamanca. Vidas de sus obispos y cosas memorables de su obispado. Salamanca, 1618. págs. 7 y 177.

3.- Fernando Araujo, La Reina del Tormes. Guía histórico-descriptiva de la ciudad de Salamanca. Salamanca, 1884. Edición patrocinada por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca en 1984. Pg. 174.

4.- José María Quadrado, Salamanca, Ávila y Segovia. Barcelona, 1884. Edición patrocinada por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia. Barcelona, 1979. Pg. 172.

5.- Antonio García Maceira, Leyendas salmantinas. Madrid, 1996. Edición facsímil de la de Salamanca de 1890. págs. 74/82.


 Por José María Hernández Pérez

06/03/2023 Rev. 00