Es la Cruz el emblema sagrado del cristianismo, que compendia en su figura toda la obra de la redención del mundo, pues en ella entregó su vida Jesucristo ofreciéndose al Padre como víctima de propiciación en un sacrificio perfecto e infinito.
El culto a la Cruz
es muy antiguo pues existe ya en las catacumbas y sale al exterior con la
paz de Constantino, a partir de su Invención por Santa Elena el 14 de
setiembre del 320, edificándose dos templos constantinianos en Jerusalem, la
basílica del Martyrium y la rotonda
de la Anástasis, en el Sepulcro,
llegando a España pronto pues, hacia el 650, el leccionario de la abadía de
Silos incluye el 3 de mayo como dies Crucis. En el año 739 el rey
Favila manda construir un templo dedicado a la Santa Cruz en Cangas de
Onís y del 808 y 908 datan las célebres Cruces de los Ángeles y de la
Victoria, regalos a la Catedral de Oviedo de los reyes Alfonso II y
Alfonso III, respectivamente.
Cruz de madera en el museo de las Clarisas |
En el rincón de una sala del coro alto se encuentra expuesta una Cruz de madera, datada en el siglo XIII. De ella nos dicen Luis Garrido y Ángel Pisón: "que puede constituir la obra más antigua de cuantas alberga el Museo. Está policromada en base a dibujos geométricos, característicos de la transición románico-gótica. Se trata de una pieza de gran sencillez y singular concepción, fabricada con escasos recursos, en la que el crucero está situado por encima de lo habitual, viéndose así reducido el tamaño de su cabecero"1.
Es una Cruz muy estrecha y plana, desangelada, de aproximadamente 1,50 m de altura que carece de la cartela infamante. Está soportada por un pedestal de vieja madera en forma de zapata de columna, invertida.
Carece de la imagen del Crucificado, ni siquiera en forma de pintura, como era usual y se aprecia en algunas cruces de la época.
Se ignora la
utilización que a lo largo del tiempo se habrá dado a esta Cruz, aunque por su
formato y peso, cabe suponer se trate de una Cruz procesional para los
Oficios de la Semana Santa, para ser venerada en la festividad del 3 de mayo y
para el rezo del Vía Crucis por parte
de la comunidad religiosa, que efectuaba el recorrido con parada en cada una de
las 14 cruces de madera con incrustaciones de nácar existentes a lo largo del
muro que linda con la iglesia y con parte del coro bajo.
1.- Luis Garrido y Ángel Pisón, El Real Convento de Santa Clara y su Museo. Salamanca, 1994. Pg.
50.