El matadero municipal permaneció durante 90 años frente a la ciudad, situado sobre un pequeño teso en la orilla izquierda del río Tormes. Su construcción no estuvo exenta de problemas, suponiendo un alto costo para el municipio. Con el tiempo, adaptó su fisonomía mientras la ciudad crecía a su derredor.
Matadero Municipal, Venancio Gombau |
Desde la Baja Edad Media, el Concejo de Salamanca tuvo reglamentada y monopolizada la venta de carne. Se trataba más de una medida fiscal, al gravar su consumo con el fin de mejorar la hacienda municipal, que de una medida sanitaria para garantizar su higiene, difícil de manejar en esa época.
La venta de carne se realizaba en las Carnicerías Mayores, estamento donde se vendía la carne de vacuno, y en las Carnicerías Menores, la de caprino y ovino¹. Más tarde Universidad y Cabildo también tuvieron la capacidad de tener carnicerías aunque la del Concejo siempre fue la más importante.
Para abastecer las carnicerías, la ciudad dispuso de mataderos. Según Vicente Martínez Hernández en su historia socio urbanística de la ciudad de Salamanca existieron dos, el primero situado entre la puerta del Río y la de San Polo y el segundo al otro lado del río en el Arrabal, cerca de la casa de la Mancebía a juzgar por las señas que entrega la ordenanza de Mancebías de 1571. Lugares con fácil acceso al agua y fuera de la muralla al tratarse de una actividad molesta y contaminante.
La carne de cerdo y aviar era de procedencia doméstica. Los animales eran criados en casa, en corrales e incluso en la propia calle donde, en su mayor parte, también eran sacrificados ocasionando molestias y perjuicios a los vecinos. Esta costumbre se mantuvo hasta finales del siglo XIX con la inauguración del nuevo matadero.
En el siglo XVI la casa matadero de la ciudad se situaba también fuera de la muralla, entre el cerro de San Vicente y el río. Otro matadero de ovejas y cabras estaba en una casa cerca de la iglesia de San Julián ocasionando serios problemas de olores y basuras.
Desde el siglo XVIII el matadero municipal estuvo situado fuera de la ciudad, en el lugar donde estuvo la leprosería u hospital de San Lázaro en el Arrabal del Puente. Su situación se indica perfectamente, con el número 83, en el plano del ingeniero D. Francisco García San Pedro de 1864. Para entonces ya se había establecido la carretera de Villacastín a Vigo y su trazado la situaba ante sus mismas puertas.
Fragmento del plano de Francisco García San Pedro de 1864 |
A mediados del siglo XIX comenzaron a ser habituales las quejas sobre el mal estado del matadero. A la falta de agua y sus malas condiciones higiénicas en general se sumaban las molestias que causaba al tráfico de la nueva carretera, que contemplaba, y olía, la cloaca abierta de los residuos y despojos que desembocaban en el río.
A fines de la década de 1870 el Ayuntamiento tomó conciencia de que debía construir un nuevo matadero adaptado a la modernidad y los controles sanitarios precisos. En noviembre de 1883, D. José Secall, que había sido arquitecto municipal entre 1869 y 1878 y que en ese momento ejercía como arquitecto provincial y diocesano, ofreció al Ayuntamiento un proyecto de matadero.
Aún antes de aceptar la proposición del señor Secall, la corporación debatió acaloradamente el lugar de ubicación de las instalaciones, valorándose zonas como el cerro del Espíritu-Santo (Colegio de Solís-manicomio) o el Rollo (zona de los depósitos de San Mamés) para finalmente considerar como más conveniente el sitio en la parte de atrás y más elevada del lugar donde se ubicaba el viejo matadero. Estos terrenos eran, en su mayor parte, propiedad del Ayuntamiento aunque necesitó la expropiación de algunos otros. Pero, sobre todo, fueron necesarios grandes trabajos de explanación para su utilización.
En 1885 fueron aceptados los planos del señor Secall, por los que había pedido 3.500 pts.
La Junta de Sanidad, en 1886, aceptó el lugar de emplazamiento con la exigencia de que el desagüe del edificio se hiciera por una alcantarilla que desembocara en el arroyo del Zurguén. Sin embargo, el Ayuntamiento desoyó la orden construyendo una alcantarilla que desembocaba en el Tormes, con un recorrido más corto y por lo tanto más económico. De esta forma se prolongaba un problema sanitario al verter sobre aguas que recorrían gran parte de la ciudad y que se utilizaban para beber y lavar.
Realizados los trabajos de explanación se presentó en noviembre de 1887 la subasta para su construcción. A pesar de ello y de los numerosos trabajos de explanación que ya se habían realizado, continuó el debate entre concejales sobre el lugar más adecuado para la instalación. La oposición al lugar elegido la encabezó D. Juan Casimiro Mirat que, a su entender, se situaba en el centro de una barriada y no, al menos, a 600 metros de una zona habitada como la Junta de Sanidad había propuesto.
El pleno municipal rechazó el día 2 de diciembre, por 17 votos contra 1, la proposición de cambio de situación del matadero, estando en el pensamiento de muchos concejales el interés personal del Sr. Mirat en la propuesta, que estimaban pretendía acercar el nuevo edificio a su negocio.
Solventada la discusión, el Gobernador Civil informó favorablemente sobre plano del nuevo matadero y fue remitido a Madrid para ser estudiado por el director general de Administración Civil que, tras solicitar algunos formalismos que requería la ley de Obras Públicas, anunció en la Gaceta de Madrid la subasta de la construcción y explanación del terreno para día 29 de mayo de 1888, simultáneamente de Madrid y Salamanca.
El presupuesto alcanzaba las 194.175,11 pts. y tendría un plazo de ejecución de 15 meses.
La subasta quedó desierta en Madrid, mientras que en Salamanca licitaron D. Santiago Flores que ofreció 193.010 pts., D. Fernando Bermejo, con 149.975 pts., y D. Antonio Joaquín Fourtado, 186.311,01 pts. La oferta menor de D. Fernando Bermejo resultó ser la adjudicataria.
La construcción se inició en julio de 1888 bajo la dirección facultativa de D. José Secall y resultó más compleja que su gestación. En primer lugar hubo problemas con el constructor que adquirió piedra granítica de Villavieja en lugar de la de Martínamor como quedaba especificada en las condiciones de la subasta. Se le permitió utilizar la que ya se encontraba en obra pero se le prohibió utilizarla en adelante. Sí se le permitió sin embargo obtener sillares de las cercanas canteras de Santa Marta lo que abarataría mucho el transporte. En segundo lugar, el arquitecto municipal D. Manuel Pérez González (que lo era desde el 19 de mayo de 1886) determinó insuficiente el espesor de los cimientos determinados en el plano de la obra y solicitó su ampliación, lo que provocaría un aumento del costo en 7601,25 pesetas. Con el presupuesto aprobado, la cimentación comenzó en noviembre de 1888.
Debido a una serie de errores en su gestión el Ayuntamiento cesó el 3 de abril de 1889 al arquitecto municipal D. Manuel Pérez González². En su lugar fue nombrado arquitecto interino el maestro de obras D. Federico González de la Fuente. Este certificó que se habían realizado obras en el matadero por valor de 11.604,48 pesetas admitiendo que se le devolviera la fianza al constructor.
D. José Gallego Díaz fue nombrado nuevo arquitecto propietario el 19 de agosto de 1889. Este al realizar una visita de inspección a las obras detectó, a su juicio, errores de bulto y promovió, junto a la Comisión de Obras, la suspensión de las mismas. También el señor Secall dejó de ser director facultativo de la obra por estar moralmente incapacitado al ser el autor de los planos.
El arquitecto criticaba la excesiva profundidad de los cimientos, cuando 50 cm hubieran sido suficientes para la obra que se quería hacer. Señaló que se había cobrado como hormigón lo que no era más que mala mampostería y que el Ayuntamiento estaba pagando el desmonte como de roca dura y que la piedra desmontada la volvía a pagar como si se trajera de una cantera lejana. La mampostería era de mala calidad, al igual que la piedra, los ladrillos y la generalidad de los materiales utilizados, además adujo fallos en el replanteo de la obra.
Ante hechos tan graves el Ayuntamiento decidió tomar medidas contra los responsables y ratificar la suspensión de manera indefinida hasta que se instruyera el expediente oportuno y se depurasen responsabilidades.
En cuanto al señor Secall se le exculpó aduciendo que las muchas ocupaciones de sus cargos como arquitecto provincial, diocesano, teatral, del ferrocarril, etc. le impedían vigilar asiduamente el trabajo y los materiales de sus obras.
El miércoles 18 de septiembre se leyó el informe final del arquitecto municipal en el pleno. Reafirmó en el estudio sus primeras impresiones y propuso la rescisión del contrato con el contratista por mala fe, solicitó se procediera a la tasación de las obras realizadas y que se colocara un guarda de forma permanente que vigilase la obra. Pidió se solicitara al contratista las cantidades que cobró de más sin perjuicio de reclamaciones posteriores y se notificara a éste los acuerdos tomados dándole diez días para presentar su descargo. Por último estimó que una vez rescindido el contrato se volviera a convocar la subasta para la construcción del matadero. Tales proposiciones fueron aprobadas.
Por su parte el contratista rechazó su responsabilidad en las deficiencias que supuestamente adolecía la obra, que habían de probarse estas deficiencias y nombró un perito por su parte para la inspección de las obras. Culpó al arquitecto anterior de los posibles errores al haber movido el emplazamiento del edificio y pidió la rescisión del contrato por haber suspendido el Ayuntamiento las obras.
Tanto el abogado del Ayuntamiento como el regidor síndico no fueron partidarios de la rescisión del contrato sino que prefirieron alcanzar un acuerdo con el contratista con base a las reclamaciones presentadas.
El día 30 de octubre la Comisión de Obras realizó la visita de inspección acompañados por el arquitecto municipal y el perito del contratista. En la visita se comprobó el replanteo y los perfiles y se señalaron los lugares para las calicatas. Las conclusiones se verían tras las fiestas de Navidad.
Hasta finales de febrero de 1890 no se hicieron públicas las conclusiones. Estas minimizaron los defectos y de estos se hizo responsable al anterior arquitecto municipal y en menor medida al contratista que podría continuar con la obra sin quebranto para el Ayuntamiento al imponerse una rebaja de tres pesetas en el metro de cimentación sobre las 14 pactadas, también se le retiraron las exenciones hechas en los materiales que tendrían que someterse a los descritos en el pliego de condiciones.
Las rasantes volverían a ser las fijadas en los perfiles primitivos del proyecto hechos por D. Manuel Pérez González, deshaciendo lo sobrante. Se vigilaría la obra por el arquitecto municipal y no se realizaría liquidación alguna hasta que no se sobrepasase el valor cobrado hasta ahora por el contratista que había sido de 75.000 pts. descontando lo cobrado de más. Por último se prolongó un año el final de obra.
Con una vigilancia constante de las autoridades municipales las obras avanzaron a buen ritmo de tal modo que el contratista solicitó a primeros de octubre de 1891 la recepción provisional de las mismas.
Conforme avanzaron las obras, el Ayuntamiento ultimó el reglamento del nuevo matadero que no sería aprobado hasta el 7 de marzo de 1892 junto a las tarifas del mismo.
Para la apertura faltaba resolver el mayor problema, la falta de agua. El pozo que debía surtir la instalación carecía de agua a pesar de sus 16,5 metros de profundidad, 2 metros más que el nivel del Tormes. El Ayuntamiento acordaría en noviembre profundizar 6 metros más el pozo si antes no aparecía agua y más tarde se adquirió una bomba de aspiración.
Coincidiendo en el tiempo, el concejal D. Enrique Esteban Santo encabezó la propuesta para la construcción de un puente de hierro sobre sillares graníticos que uniese la prolongación de la puerta de San Pablo y la carretera de Villacastín a Vigo a la altura del matadero viejo. Era el germen de nuestro Puente Nuevo.
El contratista Ildefonso Junquera realizó obras en el nuevo matadero para afirmar las rampas de acceso y la explanada principal, además se le dotó de más poleas para colgar reses.
Así las cosas el 1 de julio de 1892 y sin ningún tipo de fasto se inauguró el matadero municipal de Salamanca tras una visita de inspección del alcalde D. Francisco Girón Severini y los señores de la comisión municipal de Obras.
La inauguración fue calificada por la prensa como realizada “de tapadillo” con el fin de ocultar las muchas deficiencias que presentaba el edificio entre los que destacaba la falta de agua. También se señalaron algunas deficiencias de las instalaciones del matadero. Deficiencias reconocidas, pues las obras de reparación y ampliación darían comienzo el 27 de julio de 1892 con el matadero ya en marcha.
Mientras se buscaban soluciones al suministro de agua, que costosamente se subía del río en cubas transportadas por carros, los criadores de cerdos industriales y particulares se opusieron a sacrificar sus cerdos en el nuevo matadero, donde a partir de su inauguración les era obligatorio, al no reunir las condiciones sanitarias exigidas. Solicitaron se les diera permiso para sacrificar el ganado en sus casas, cosa que el Ayuntamiento denegó.
Se inició así una controversia en cuyo trasfondo también jugaban los altos aranceles cobrados por el Ayuntamiento.
Con la falta de sacrificios los precios de la carne subieron y también fue en aumento el contrabando de carne con los pueblos cercanos, a lo que el Ayuntamiento trató de combatir con la prohibición de la entrada de carne en la ciudad sin un certificado sanitario.
Intervino finalmente el Gobernador, que había sido instado por los criadores y salchicheros, y a través de la Junta de Sanidad que presidía dio el visto bueno al matadero como preferible a los sacrificios domiciliarios, no sin exigir rapidez en las reformas necesarias y sobre todo la de proveer de abundante agua fría y caliente, a lo que se añadió una sensible rebaja en las tarifas de sacrificio.
En noviembre se realizaron nuevas obras, ampliación de corrales y construcción de lavaderos cubiertos, además al iniciarse diciembre se instaló una caldera de agua caliente.
Una nueva bomba para la ascensión de agua fue colocada y durante sus detenciones se siguió subiendo el agua del Tormes con carros y cubas. Finalmente se realizó la instalación de una tubería que serviría el agua desde la ciudad, vía el puente Romano. La tubería, realizada por Maculet, estaba protegida dentro de una caja construida con ladrillos.
Poco a poco se alcanzó una cierta normalidad. El costo de la construcción del matadero debió de superar las 250.000 pts. aunque el Ayuntamiento tasó en 1905 su valor en 230.000 pts. para utilizarlo como aval para un empréstito municipal.
Las obras y mejoras en el edificio fueron continuas. Entre ellas, en julio de 1897 se colocaron burladeros en los corrales, necesarios para la protección del personal durante el sacrificio de reses bravas.
A finales de 1902 se decidió el arrendamiento del matadero al tipo de 14.000 pts. anuales (posteriormente se redujo). El arrendador resultó ser D. Isidro Borrego Vicente que se mantuvo en el puesto durante 14 años hasta el 31 de diciembre de 1915, cuando el matadero volvió a la administración del Ayuntamiento.
La “zona del matadero viejo” fue poco a poco urbanizándose animada por la mayor actividad y servicios del nuevo matadero, dedicando una gran parte de sus edificios a actividades ganaderas urbanas.
El nuevo puente de hierro proyectado, cuya primera piedra se colocó frente al viejo matadero el 15 de septiembre de 1902, fue inaugurado, tras muchas interrupciones, el 23 de octubre de 1913, influyó en gran medida en el crecimiento del suburbio que además sufrió un fuerte impulso con la parcelación de los terrenos del viejo matadero tras su derribo en 1915. El plano de alineaciones de la zona fue realizado en 1925 y se le dotó de alcantarillado en 1929, obras realizadas por la "Nueva Sociedad General de Construcciones" de San Sebastián, empresa que había sido elegida por el Ayuntamiento para realizar las obras de saneamiento, red de alcantarillado y de distribución de aguas.
La zona acabó convirtiéndose en un nuevo barrio de la ciudad, que recibió el nombre de “barrio del Matadero Nuevo” o simplemente “barrio del Matadero” y que hoy asociamos con el barrio del Tormes.
Ese año de 1929, también ejecutada por la Nueva Sociedad de Construcciones, se realizó una de las más importantes reformas del matadero que, entre otras cosas, contempló la ampliación de corrales y su pavimentación, la sustitución de los burladeros de madera por otros de hormigón, la construcción de abrevaderos y tenadas para refugio del ganado, se construyó una nave para la preparación de tripas y despojos y otra más para el oreo, se acondicionaron cuartos de aseo y retretes y fue cubierto el encauzamiento de las aguas residuales, entre otras cosas.
Zona de salida de aguas residuales del matadero. Fotografía de Isidoro Álvarez, década de 1930 |
En 1936 se abandonó la idea de construcción de un nuevo matadero y tras la guerra civil, ya en 1953, se volvieron a realizar importantes obras de reforma que fueron adjudicadas a don Cándido Sánchez Andrés que cedió en su segunda fase a don José Gómez.
Matadero Municipal tras las reformas sucesivas. Guzmán Gombau, década de 1950 |
De nuevo en 1963 se realizaron nuevas obras en el matadero Municipal como la instalación y ampliación de cámaras frigoríficas, hornos crematorios, etc.
Sin embargo las necesidades de la ciudad hicieron que en 1969 se gestara finalmente el traslado de las instalaciones, presentándose el nuevo proyecto de matadero en 1971. El nuevo complejo se construyó en la carretera CL-517, de Salamanca a Vitigudino, antes de alcanzar Doñinos de Salamanca, en la confluencia con la carretera a DSA-504 a Florida de Liébana, en la misma zona donde más tarde fue construido el nuevo Mercasalamanca, operativo desde 2009.
El antiguo edificio fue abandonado en 1979 y derribado en los primeros años 80 quedando su solar habilitado como zona residencial.
A fines del siglo XX el Ayuntamiento abandonaría la gestión del matadero, actividad que iba quedando en manos del sector privado, adjudicando la concesión del servicio a la empresa Asocarsa (Asociación de Carniceros de Salamanca). En 2008, Asocarsa y Ayuntamiento de Salamanca llegaron a un acuerdo de compra del matadero por 6,2 millones de euros, perdiendo su condición de matadero municipal.
César Hernández R.
16/10/2024 Rev. 0
1 Las Carnicerías ya existían cuando se redactó el Fuero de Salamanca en el que aparecen normas desde primeros del siglo XII hasta mediados del XIII. Su ubicación, al menos la primera conocida, entre las calles de la Rúa de San Martín y Albarderos (hoy San Pablo), se encuentra documentada al menos desde 1367 y es bastante posible que fuera la misma que la del edificio de las Carnicerías, construido en 1590 bajo el auspicio de Felipe II, que llegó hasta el siglo XIX y que fue derribado en 1866 para construir viviendas particulares habilitadas para tienda de curtidos y ferretería (Salvador Llopis, ensayo de una historia del comercio salmantino, 1964. plaza Poeta Iglesias, 17- Sanchez Barbero, 6), edificios que aún hoy se conservan y muestran restos de las viejas construcciones.
2 El error de construcción de las escalerillas de Pinto, el fallido proyecto (casi coetáneo con la escalera) para el cerramiento de la alcantarilla de Santo Domingo y, posteriormente, una diferencia sustancial en la medición de unas tuberías que ocasionó un perjuicio al consistorio de 3334,84 pts., habían hecho dudar de su capacidad siendo destituido en votación celebrada en la sesión del día 3 de abril de 1889.
L1 María Nieves Rupérez Almajano Urbanismo de Salamanca en el siglo XVIII, 1992
L2 Vicente Martínez Hernández, historia socio urbanística de la ciudad de Salamanca, 1992
L3 Enrique García Catalán, Urbanismo de Salamanca en el siglo XIX. 2015
L4 David Senabre López, Desarrollo urbanístico de Salamanca en el Siglo XX, 2003
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Matadero municipal. s.d. Publicada por Joselu Chibus en el grupo FAS |
Vista del matadero desde lo que sería la actual avda. Juan de Austria en 1963. Publicada por Juan Galocha en el grupo FAS |
Vista de Salamanca, a la izquierda y abajo el antiguo matadero |