Plaza del Poeta Iglesias


Textos en preparación.

Plaza del Poeta Iglesias en el plano basado en
Francisco Coello de 1858 y en 2012















La Plaza del Poeta Iglesias
Fotografía de la Colección del Museo del Comercio de autor desconocido, finales de los años 50 del siglo XX


La plaza del insigne poeta salmantino, José Iglesias de la Casa, y la calle del adoptivo Quintana contemplan el paso del tiempo casi sin alteración, con la estética que en las primeras décadas del siglo XX (1905-1922) le otorgaron arquitectos como Santiago Madrigal, Cecilio González Domingo o, el más ocasional, Carlos Grasset. Sin embargo, desapareció el edificio en cuyos bajos, tras haber sido pastelería La Mallorquina, se estableció el negocio textil de Carretero, sustituido en los años 70 por un moderno bloque que, aún no desentonando, nada aportó a la estética del entorno. Al fondo, en el Corrillo, también se derribaron algunas casas por obra y gracia del ensanchamiento de la calle de Juan del Rey para dar salida a la nueva Vía del Rodeo, hoy calle de Iscar Peyra, en 1971.
La escena urbana de la plaza Poeta Iglesias de los años 50 muestra al guardia urbano de tráfico protegiéndose bajo una sombrilla del “sol de justicia” con el que los veranos, por lo general cortos y agudos, castigan nuestra tierra. Sin embargo, tan sencillo aditamento, no le protegía de la indiferencia con la que los peatones salmantinos, durante décadas, menospreciaron su autoridad. No era por mala fe, no, sino la sincera creencia de que su presencia era única y exclusivamente debida al control de los escasos vehículos a motor que circulaban por las calles. Ajenos totalmente al “código de circulación”, establecido en 1934, las señales de tráfico, verticales u horizontales, tanto da, fueron poco más que interpretadas como una nueva decoración urbana que los nuevos tiempos traían al gran poblachón mesetario que era Salamanca. 
Hoy, que nuestra concienciación por las normas ha crecido enormemente, casi tanto como el parque móvil provincial y su peligro, aún resuenan los ecos de aquella indiferencia. Como en la campaña que la Policía Municipal de Salamanca estableció en 2014 en la que, mediante multas simbólicas, se castigaba a peatones (y ciclistas) infractores y cuyo recuerdo es tan débil como sus resultados.


© C.H. fc 11/04/16 Rev. 00




Edificio de la Lonja en la plaza del Poeta iglesias
Fotografía de D. Luis González de la Huebra al iniciarse el siglo XX

A propósito de balcones.

El derrumbe de un balcón fue el detonante que desencadenó una singular situación que mantuvo al Ayuntamiento de Salamanca fuera de su domicilio habitual en la Plaza Mayor durante siete años. El suceso ocurrió el 13 de julio de 1897 en el piso principal de una casa particular situada en el Patio de Escuelas. La balaustrada del balcón cedió, arrastrando con ella a las dos señoras que se hallaban en él. Ambas mujeres sufrieron graves daños en la caída de los que, tras penosa convalecencia, acabaron recuperándose. 
La ciudad quedó impresionada con el suceso y se generalizó un estado de alarma alentado por el claro deterioro de muchos edificios de la ciudad, plagada de caserones antiguos y destartalados. Una psicosis tal vez influenciada por el devenir de la profunda crisis de “fin de siglo” que conducía a la ciudad y a España hacia el “desastre”. En esta situación, los empleados de la Audiencia y de los Juzgados, establecidos en el vetusto edificio de la Lonja, creyeron notar evidentes síntomas de ruina e incluso percibir crujidos en las vigas. No era, sin embargo, la primera vez que se hablaba del mal estado del caserón desde que había sido someramente reformado para acoger a la Audiencia Provincial en la década de 1880. 
Informado el Ayuntamiento, responsable junto a la Diputación Provincial del alojamiento de los diferentes organismos judiciales, se apresuró a enviar al arquitecto municipal para reconocer el edificio. Su informe estableció el inminente peligro de ruina, ante lo cual se decidió su inmediato desalojo, quedando suspendidos los juicios orales y otras actividades judiciales. 
Apremiado por un telegrama del ministro de Gracia y Justicia y sin posibilidades de encontrar rápidamente un hospedaje digno para los Tribunales de Justicia, el Ayuntamiento decidió ceder de forma provisional la propia Casa Consistorial de la Plaza Mayor, trasladando las oficinas municipales y la sala de sesiones a unos locales del palacio de la Salina pertenecientes a la Diputación Provincial. 
Apenas habían pasado diez días desde el accidente del balcón.

Se barajó la posibilidad de construir un nuevo palacio de justicia y, hasta ese día, hacer las reparaciones precisas en el edificio de la Lonja para poder albergar de nuevo a la Audiencia. También se valoró la opción de adquirir algún edificio para este fin como el Ateneo Salmantino, en la plaza de Colón, o el palacio de Garcigrande, en la plaza de los Bandos. Sin embargo, la penosa situación económica municipal dejó todos los proyectos en intenciones y, meses después, la Casa de Socorro y las tiendas alquiladas en los bajos todavía continuaban en el edificio en ruinas; hecho que, si no fue una imprudencia, hizo dudar de la veracidad de la declaración de ruina. Más aún, en diciembre de 1897, el propio Ayuntamiento tomó la decisión de instalarse en la parte sana del inmueble, que el propio arquitecto municipal certificó en buen estado, y mientras tanto se irían demoliendo y haciendo nuevas las partes más perjudicadas. El día 27 el Ayuntamiento se encontraba plenamente instalado en el caserón de la Lonja y celebró allí la primera sesión ordinaria.
En el verano de 1903, y aunque se habían realizado algunas obras de importancia, la Audiencia se negó a trasladarse al edificio de la Lonja alegando inseguridad, falta de adecuación de los locales y exigiendo la realización de obras de reforma y el reconocimiento del edificio por el arquitecto señor Repullés, por cuenta del Ayuntamiento. El Ayuntamiento por su parte exigió a la Audiencia la aceptación de los informes realizados por los arquitectos Sr. Vargas y Sr. Vidal, concediéndole 8 días de plazo para abandonar la Casa Consistorial bajo la amenaza de desahucio. Tras traslados parciales, más obras, más desacuerdos y más acuerdos, finalmente la Audiencia completó su traslado y comenzó a funcionar plenamente en el edificio de la Lonja el 16 de septiembre de 1904, unos cuantos días después de que el Ayuntamiento hiciera lo propio en su casa de la Plaza Mayor. Habían pasado más de siete años desde el accidente del balcón.

La Audiencia permaneció en el edificio hasta 1925 cuando fue trasladada al edificio de la Cárcel situado en el inicio de la cuesta de Sancti Spíritus. El viejo caserón de la Lonja, cuyos orígenes se remontaban al siglo XV y con infinidad reformas en su haber, fue derribado en 1928 y en su solar se construyó el Gran Hotel.
La fotografía de D. Luis González de la Huebra muestra la plaza del Poeta Iglesias en los primeros años del siglo XX. Hombres y niños parecen esperar (¿?). Es por la tarde, o así parecen asegurarlo las sombras y los tenderetes cerrados, seguramente trasladados desde la Plaza de la Verdura (hoy del Mercado) mientras se construía el Mercado Central de Abastos. Al fondo, el viejo edificio de la Lonja, muchas veces llamado de la Lonja de la Cárcel por la función que ejerció hasta mediados del siglo XIX, ofrece un buen aspecto, es muy probable que todavía acogiera al Ayuntamiento.


© C.H. fc 05/12/16 Rev. 01