Cruz del Paso de la Soledad de la Cruz

Catedral Nueva


 

En 1997 desfiló por primera vez en la noche del Viernes Santo, integrado en la procesión de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, un paso alegórico, tallado por los artistas Vicente Cid y Tomás Monzón, consistente en una Cruz de madera, de tamaño menor que el natural, en posición casi abatida y soportada por cinco angelotes llorones, significando en hermoso retruécano la Soledad de la Cruz o la Cruz de la Soledad, que parafrasea, en menor medida, otro maravilloso juego de palabras de don José María Pemán cuando dice: "Y séame por piedad, Señora del mayor duelo, tu soledad sin consuelo, consuelo en mi soledad". 

La Cruz, no muy plana, está barnizada en tono oscuro, siendo cabecero y travesaño de regulares dimensiones. Carece de la cartela que por burla pusieron los judíos y sus cuatro conteras, tapizadas de terciopelo rojo se adornan con artística talla de filigrana de oro y rematan en pirámides doradas.


Paso de la Soledad de la Cruz. Fotografía Iniziar, Wikimedia Commons


Los cinco angelotes se distribuyen la preciosa carga en la siguiente forma: el más adelantado soporta el cabecero de la Cruz con su mano derecha elevada y apoya los pies en un pequeño montículo; los dos laterales soportan el travesaño en sus hombros interiores; el cuarto sujeta el larguero a media altura con la mano izquierda y el último apoya su codo derecho en, casi, el extremo de la Cruz desde una posición sedente con las piernas extendidas sobre el suelo. 

Los angelotes recuerdan por sus hechuras los que Luis Salvador Carmona tallara para acompañamiento del Jesús Flagelado. Presentan rostros mofletudos, nariz respingona, boca de carnosos labios entreabiertos, ojos grandes de miradas tristes, melena rubia corta, de pelo ensortijado con mechones que caen sobre la frente, cuerpos redondea­dos de gordinflonas formas y alas desplegadas, con bella policromía de vivos colores. 

Cubren los desnudos cuerpos, de brillo que asemeja fina porcelana, cintas serpenteantes de airosas plegaduras y variadas formas que llegan hasta el hombro, de color verdoso el primero, rosado los del travesaño, verde azulado el cuarto y anaranjado el último. 

Al procesionar este paso, sobre bella carroza de madera barnizada y con adornos de afiligranada talla, dejó de salir la Cruz a que nos hemos referido anteriormente al tratar del Cristo del Amor y de la Paz, que era la que soportó a este Cristo y que desfilaba portada por los cofrades en disposición horizontal y con claveles rojos sustituyendo a los clavos de la crucifixión, en la noche del Viernes Santo.

 


Por José María Hernández Pérez
06/03/2023 Rev. 00