La torre del Aire


La torre, de sólida belleza, de gran altura y planta cuadrada, recuerda a otras del gótico civil italiano. La fachada del naciente conserva irregulares vanos, algunos adornados con tozas de hermosa tracería y con maineles. Es el único resto de un palacio urbano típico de las élites dominantes de la Edad Moderna, cerrado al exterior por su carácter defensivo y en los que las torres marcaban su principal rasgo.

Torre del palacio de las Cuatro
Torres. Imagen del libro "la casa
y la vida en la antigua Salamanca"
de Ángel de Apraiz
La historia de la torre está aún por contar. Su crónica, que conocemos a retazos e insegura, comienza cuando fue construida, junto al palacio al que pertenecía, a mediados del siglo XV. La casa-palacio-fortaleza, en la colación de Santa Olalla (Santa Eulalia), se vinculó al mayorazgo que D. Pedro González del Castillo, señor de Santa María del Campo Rus y Santiago de la Torre, estableció junto a su mujer, Dª Isabel Portocarrero, en 1443.
Belicosos debieron resultar los villanos de Santa María del Campo ya que, tras muchos problemas, Don Antonio del Castillo, V señor de Santa María del Campo Rus y Santiago de la Torre, ajustó el 5 de julio de 1578 con el rey Felipe II dejar a la Corona la villa de Santa María y recibir a cambio la villa de Fermoselle y su tierra, que el rey con facultad y bula del pontífice Gregorio XIII había desmembrado de la dignidad episcopal de Zamora. Desde entonces nuestro palacio recibió el nombre de palacio de los señores de Fermoselle  o simplemente palacio de Fermoselle.

Para la nobleza supuso un alto costo el mantenimiento de estas casas señoriales que acusaban un gran deterioro con el paso del tiempo. La situación empeoraba con la posesión de varias casas en la misma localidad y la ausencia frecuente de sus dueños. Esto obligó a muchos nobles a la venta de los edificios o a su alquiler cuando su venta era imposible por la pertenencia a un mayorazgo, tal era el caso del palacio de Fermoselle.
Y así fue cuando siendo propietario del palacio de Fermoselle D. Juan Manuel Orense del Castillo, III Vizconde de Amaya, señor de Fermoselle, y su esposa Isabel de Moctezuma y Torres, I Marquesa de La Liseda y por iniciativa del intendente general de Castilla y corregidor D. Rodrigo Caballero y Llanes se empleó el edificio como fábrica de paños. Empresa que tuvo como socio capitalista a D. Benito Salgado Mendoza, Capitán de caballos agregado al Estado Mayor de Salamanca, y como socios industriales a D. Pablo Diez de Paz, y el tintorero flamenco D. Guillermo Quatgras, participando por partes iguales de pérdidas y ganancias. La sociedad fue constituida según escritura otorgada en Salamanca el 13 de septiembre de 1727 y disuelta un año después. En “Las memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y Minas de España” de D. Eugenio Larruga en 1795, en el tomo XXXV correspondiente a la provincia de Salamanca se puede leer: "En el año de 1728 estableció tres telares de paño fino, y bayetas, y dos angostos para forros. Estos géneros salieron de conocida bondad; los referidos telares estaban surtidos de todos los materiales necesarios para el total complemento de una bien ordenada fábrica. Tuvo la desgracia de haber consumido muchos caudales, y sin fruto, por la ignorancia de Guillermo Quatgras, á quien se le suponía maestro capaz. Sobre su habilidad se formaron autos; y perdió Salgado lo que aquel desperdició y perdió, que fué mucho. Porque no faltase el curso de la fábrica conduxo de su cuenta á Juan Cortés, oriundo de Inglaterra, maestro de notoria habilidad y experiencia, por cuya dirección subsistió la fabrica algun tiempo." Pero a pesar del buen hacer de Juan Cortés y de los privilegios y franquicias solicitadas a Felipe V, de las que pocas se concedieron, la empresa sobrevivió muy poco tiempo.

Torre de las Hermanitas.
Ansede y Juanes.
Salamanca y sus costumbres 1928

Se tienen noticias de otros intentos de alquiler, como cuando en 1762, por la decisión real de situar un cuartel general en Salamanca, se solicitó el palacio a su dueña, entonces la marquesa de Almarza, (Dª María Manuela de Moctezuma Nieto de Silva y Guzmán, X Marquesa de Cerralbo, Marquesa de Almarza, XI Marquesa de Flores Dávila y V Condesa de Alba de Yeltes), negándose esta.

La casa-palacio fue conocida, al menos desde finales del siglo XVIII, con el nombre de palacio de las Cuatro Torres, pero el origen de este nombre no puede confirmarse con rotundidad. Para algunos estudiosos, los más, el nombre hace referencia a las cuatro torres que lucían en cada una de las esquinas del palacio, siendo la del Aire la única que permanece en pie. Para otros, los menos, se debe a la supuesta propiedad del palacio de D. Carlos Morenés y Casador, regidor perpetuo de Tarragona y barón de las Cuatro Torres, fallecido en Tarragona en 1809. Este título nobiliario fue concedido por Carlos III en 1773 y no hemos encontrado ninguna vinculación del mismo con el mayorazgo Castillo-Portocarrero, propietario del inmueble. Por la propia constitución de los mayorazgos, el palacio no podía ser vendido, siendo transmitido exclusivamente por herencia manteniéndose siempre unido el mayorazgo, al menos hasta 1820 cuando los mayorazgos desaparecieron con la Ley Desvinculadora, por lo que se nos antoja complicada esta segunda explicación. Hasta donde hemos podido averiguar el señorío de Fermoselle estuvo hasta 1789 en posesión de D. Francisco Ventura Orense Motezuma Marqués de la Liseda (1748-1789), hijo de la Marquesa de Almarza, que murió sin descendencia y le sucedió D. Agustín María de Orellana y Pizarro (1744-?), Marqués de la Conquista y a este su hijo D. Jacinto de Orellana Pizarro y Contreras fallecido en 1814 tras lo cual lo heredó su hijo D. Agustín María de Orellana Pizarro y de la Plata (1795-1829).

Más segura parece la ocupación del palacio en 1818 por el Colegio de los Irlandeses a su regreso a Salamanca tras su marcha en 1810 por la Guerra de la Independencia. A su vuelta encontraron su residencia, que había estado en la calle Serranos en el edificio de los Jesuitasen habitaciones que le habían sido cedidas por Carlos III, ocupada por las tropas nacionales por lo que se vieron obligados a alquilar un acomodo, que encontraron en el palacio de las Cuatro Torres. La alta renta que abonaban por el edificio les instó a solicitar que les fuera entregado el edificio del Arzobispo Fonseca, cerrado en ese tiempo, como compensación a la pérdida de sus locales. En 1838, tras ciertas disputas, pudieron ocupar el edificio de Fonseca definitivamente, pero sin la Hospedería ya que el Colegio del Arzobispo la había entregado al Obispo para crear en ella una fábrica de hilatura en la que ocupar a mendigos, más tarde fue dedicado a hospicio y posteriormente hospital.

El edificio pasó finalmente a propiedad privada pues parece que perteneció a D. Tomás Sánchez Ventura alcalde corregidor de Salamanca entre los años 1860 y 1868, el último de los así llamados, con fama activo, enérgico e inflexible en la aplicación de la ley y que la “Septembrina” de 1868 hizo huir por varios años de Salamanca y cuya casa, el edificio de nuestra torre, fue atacada por exaltados revolucionarios.

La casa fue ocupada en 1878 por las Hermanitas de los Pobres, tras su estancia en una casa de la calle Padilleros desde su llegada a Salamanca en 1872, y en ella estuvieron hasta 1927 cuando el 27 de agosto inauguraron su nuevo edificio de la carretera de Valladolid, muy cerca de la plaza de toros de la Glorieta. Durante esos años la torre fue conocida como torre de las Hermanitas. La denominación de torre del Aire es muy reciente, probablemente acuñada a mediados de los años 50 con la reforma que abrió la actual plaza de la Constitución, tomando el nombre de la calle donde se encuentra y no al revés como se podría pensar.

Actualmente, y desde abril de 1928, el edificio está ocupado las religiosas de María Inmaculada que hoy regentan una residencia universitaria femenina.

A lo largo de su historia la casa-palacio-fortaleza ha sido reformada y reconstruida en muchas ocasiones quedando como únicos elementos originales, la torre, salvo la techumbre que fue añadida posteriormente, y una parte de la fachada al naciente. En los últimos años cabe destacar la restauración de 1954 cuando se eliminaron las casas adosadas que formaban parte de la calle Canteros y Palomo y que desaparecieron por el trazado de la Gran Vía y la apertura de la plaza de la Constitución, entonces del Caudillo. En esa actuación se realizó la reparación de los zócalos, de los alfeizares de las ventanas y la eliminación de grietas. Entre 1973 y 1974 se realizaron zunchados a altura de forjados y el saneado de muros y zócalos en la restauración-rehabilitación que corrió a cargo del arquitecto D. Fernando Pulín. La última intervención en el edificio siguió las directrices marcadas por el arquitecto D. Eduardo Navarro Pallarés y se centró en actuaciones de protección y consolidación del mismo.

1Habían ocupado la casa de los Abades en la plazuela de San Cebrián (San Cipriano, hoy plaza de Carvajal) y otra en las Peñuelas de San Blas hasta los tiempos de Carlos III, que con la expulsión de los jesuitas ocuparon una parte de su edificio.









Fuentes:
-Historia genealógica de la Casa de Lara: justificada con instrumentos y escritores de inviolable fe (1696)  Luis de Salazar y Castro 
-AHN. Sección Nobleza. Luque. C.112, D. 1. Escritura de mayorazgo fundado por el doctor Pedro González Castillo, 28 de mayo de 1487. 
-Las memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y Minas de España”.  Tomo XXXV. Eugenio Larruga.1795
-Urbanismo de Salamanca en el siglo XVIII Rupérez Almajano, M. N. 1992  
-Salamanca. Guía de Arquitectura  Pablo Redero Gómez, Juan Vicente García, Pablo Núñez Paz. Colegio Oficial de Arquitectos de León (Delegación de Salamanca)
-Salamanca y sus alrededores su pasado, su presente y su futuro, Eleuterío Toribio Andrés Talleres tipográficos "Cervantes" de Avelino Ortega, 1944
-Callejero histórico de Salamanca. Varios autores. Fundación Salamanca Ciudad de Cultura, 2008
-Historia de Salamanca. Manuel Villar y Macías. Imprenta de Francisco Núñez Izquierdo. 1883
-Crónica del Colegio Mayor del Arzobispo de Salamanca. Discurso leído en la apertura del curso académico 1953-1954. Esteban Madruga Jiménez. Salamanca 1953

© C.H. B 16/10/17 Rev. 01







La torre del Aire del palacio de las Cuatro Torres




En la imagen, la esbelta y gallarda torre del Aire "luce" aún las construcciones adosadas a su base antes de que desaparecieran en 1954 con la reforma que, diseñada por el arquitecto municipal D. Lorenzo González Iglesias, abrió la plaza del Caudillo (hoy plaza de la Constitución). La reforma mejoró la visión de la alta y airosa torre perteneciente a la casa-palacio-fortaleza de mediados del siglo XV que, aunque muy reformada, conserva, además de la torre, algunas bellas tozas y ajimeces góticos.

© C.H. fc 04/01/16



Desde la torre del Aire. Fotografía de Ansede y Juanes, 1928


Ansede y Juanes fotografiaron en 1928 la torre del Aire. Ellos, como el resto de la ciudad, la conocían como torre de las Hermanitas. ya que hasta 1927 la congregación de las Hermanitas de los Pobres había mantenido en el edificio su caritativo asilo de ancianos, antes de transladarse a la actual casa en la carretera de Valladolid muy cerca de La Glorieta. Desde abril de 1928, torre y edificio, pasaron a ser el hogar de las religiosas de María Inmaculada del Servicio Doméstico, morada que todavía ocupan y en la que mantienen una residencia universitaria femenina. La torre debía cambiar de nombre y lo hizo tomando el de la calle en la que se encuentra, calle del Aire, aunque no nos consta que sea identificada como torre del Aire hasta al menos mediados de los años 50.
La torre, es el único resto de un palacio urbano típico de las élites dominantes de los inicios de la Edad Moderna, cerrado al exterior por su carácter defensivo, construido en una época de efervescencia en las luchas nobiliarias de bandería por el dominio de la ciudad. La casa-palacio-fortaleza fue conocida como palacio de Fermoselle y más tarde también como palacio de las Cuatro Torres.
A pesar de la pobre calidad de la reproducción litográfica, la imagen nos permite intuir la impresionante vista que desde el mirador se percibía. Las torres de la Catedral aparecen difuminadas por efecto de la escasa profundidad de campo establecida en el objetivo fotográfico. La mayor nitidez la presentan los muros del mirador y una silla de enea que delata el uso de la torre, quizás como lugar donde las monjas pasaban un tiempo haciendo labores y charlando alejadas brevemente del quehacer diario.
La torre del Aire, al menos su interior y su mirador, forma parte de una Salamanca escondida, que no perdida, que permanece oculta a la mayor parte de la población. Tal vez sus vistas no son lo que fueron en otros tiempos cuando el caserío de la ciudad se mantenía muy cercano al suelo y permitía ver la grandeza de sus atalayas, pero por su altura seguro ofrece todavía una vista hermosa, tal vez insólita, de Salamanca. 
Durante los últimos años otros espacios cerrados y de indudable interés turístico han pasado a ser abiertos. Ieronimus, Scala Coeli, el salón De Profundis o el reciente Pozo de las Nieves son ejemplo de estas actuaciones que añaden un atractivo más a la visita a nuestra ciudad con el consiguiente beneficio común, recuperándose la inversión a corto o medio plazo. La torre del Aire podría ser, sin ninguna duda, un candidato magnífico para su apertura, siempre que sus condiciones lo permitan, y a priori muy atractivo para propios y extraños.

© C.H. fc 16/10/17 Rev. 01