La jura de bandera de 1903


Como consecuencia de la Real orden circular del Ministerio de la Guerra del 18 de marzo de 1903, en la que se especificaban los nuevos requerimientos para los actos de jura de bandera y la necesidad de hacer partícipe a toda la sociedad en dichos actos, se produce el anuncio de la celebración en lugar público de la misa de campaña y jura de bandera de los nuevos reclutas del regimiento de lanceros de Borbón, 4º de caballería con guarnición en Salamanca.

Regimiento de Lanceros de Borbón durante la jura de bandera
celebrada en la Plaza Mayor el 13 de abril de 1903.
foto de Luis González de la Huebra


Hasta ese momento el acto castrense de la jura de bandera se había celebrado con mucha seriedad en la intimidad de los cuarteles, ahora desde Madrid se exigía un mayor realce y solemnidad con objeto de que los jóvenes reclutas asimilasen la gran importancia de un acto que reforzará sus valores patrióticos, al mismo tiempo que se proporcionaba a la bandera nacional una fiesta propia a cuyo esplendor podrían contribuir todos los españoles.

A 31 de marzo, sin haber decidido todavía el lugar de la celebración que podría ser La Alamedilla o la Plaza Mayor, y aún faltando detalles en el programa, se anunció para las once de la mañana del sábado 3 de abril de 1903.
Los jefes y oficiales del regimiento de Borbón habían solicitado al Ayuntamiento su colaboración a fin dar un mayor realce al acto, animar a los vecinos a engalanar los balcones y prohibir el tránsito de carruajes durante una hora, tiempo estimado de duración de la fiesta.
Al día siguiente, una comisión de jefes y oficiales del regimiento de Lanceros de Borbón, presidida por el Teniente coronel señor Rivero, visitó al Obispo, padre Cámara, para invitarle a la jura que se llevaría a cabo según el programa previsto el día 3 a las once de la mañana y definitivamente escogido el lugar de celebración en la Plaza Mayor.

Sin embargo los graves sucesos estudiantiles ocurridos en abril, hicieron conveniente el aplazamiento del acto para después de Semana Santa a fin de no perturbar el duelo de la población y evitar en lo posible cualquier altercado violento durante su celebración.

La Jura fue anunciada de nuevo para el lunes 13 de abril de 1903.

No debía tener claro el coronel del regimiento la presencia del pueblo salmantino en el acto y optó por entregar al señor alcalde 125 pts. para bonos de pan que serían distribuidos entre los pobres (que seguro irían). La prensa conservadora salmantina enalteció el evento de forma incluso desmedida, intentando asegurar de esta forma la presencia de los ciudadanos. Otros sectores calificaron la fiesta de frívolo acto ferial, entre ellos las cada vez más amplias esferas republicanas que defendían la bandera tricolor frente a la bicolor y pretendían el derrocamiento de la monarquía y no la jura de fidelidad a esta. También se alzaron críticas contra el injusto sistema de reclutamiento que permitía la redención del servicio militar previo pago de 6000 reales. El Adelanto sin publicar ningún artículo de fondo se limita en su edición del 13 de abril a reproducir una serie de artículos con  títulos como "La Patria y la Bandera" y la "Jura de Bandera", escritos por varios militares, justo al lado del anuncio de la suscripción en ayuda a las madres de las víctimas de los sucesos de abril.

Aspecto de la Plaza Mayor durante la jura de bandera. Luis Huebra 1903


El día se presentó soleado y de ambiente primaveral. El altar, para la celebración de la misa de campaña, se había habilitado en el balcón de la casa Consistorial que en ese tiempo era utilizada como Audiencia. El acto tuvo lugar con el horario y protocolo previsto, situándose los aproximadamente 120 reclutas en las aceras entre las entradas a la plaza de las calles Zamora y Toro. Tras la misa se celebró el protocolario acto de la jura atendiendo rigurosamente a las nuevas ordenanzas.

Momento durante la misa de campaña. Fotografía publicada en página doble
por la Basilica Teresiana el 15 de mayo de 1903

A juzgar por las fotografías de don Luis González de la Huebra, el público fue escaso, tal vez temeroso de que se pudiera producir algún altercado violento durante la celebración. Sin embargo el acto se celebró en calma y con un grave silencio, solo alterado al final del mismo cuando, durante en el desfile de los escuadrones, entre vivas al ejercito y al Rey se oyó el grito de “muera la Guardia Civil” (El Castellano 16/04/1903). Grito que no tuvo ninguna consecuencia.


Jura de Bandera. Luis Huebra 1903
Jura de Bandera. Luis Huebra 1903
Jura de Bandera. Luis Huebra 1903



Fuentes: Diarios salmantinos de abril de 1903: El Castellano, El Adelanto, El Noticiero salmantino y El Lábaro


El Noticiero salmantino del 13 de abril, 

LA JURA DE BANDERA

"Minutos antes de la hora señalada, llegó el regimiento de Borbón, al mando de su bizarro coronel señor González Anleo, desplegándose en toda la acera paralela á la de la antigua Casa Consistorial, La escuadra de batidores y el oficial porta-estandarte se colocaron frente al balcón central del mencionado edificio y la banda de trompetas se situó en las inmediaciones del arco del Toro. En el centro de la Plaza había colocados varios bancos, en los que tomaron asiento el Gobernador civil, el Ayuntamiento, la Diputación, la Universidad, la Audiencia, el Juzgado de primera instancia, los Colegios de abogados y procuradores, comisionados de todos los cuerpos de la guarnición, del Cabildo Catedral, del Convento de San Esteban, Seminario, círculos de recreo, Prensa y demás entidades y corporaciones. 

La misa 

En el altar portátil del regimiento, colocado en el balcón principal del edificio que hoy ocupa la Audiencia celebró el santo sacrificio de la misa, el coadjutor de la parroquia de la Catedral que es la castrense, don Gregorio Ramirez. A la izquierda del altar ocupaba un reclinatorio el Reverendo Prelado de la diócesis, á quien acompañaban los capitulares señores Jarrin y Liñán. Ayudaron la misa dos soldados del citado regimiento. Al elevar el sacerdote la Sagrada Forma, oyéronse voces de mando y toques de trompetas; rindióse la bandera; rindieron armas los soldados, y el pueblo todo se postró de hinojos ante Aquel, en cuyo honor había de jurar luego el soldado derramar hasta la última gota de sangre por defender la sacrosanta bandera.

La jura

Terminada la misa, el público se amontonó para presenciar la jura de la bandera. Esta se verificó conforme á las ordenanzas militares que disponen lo siguiente: «Los quintos formarán en una ó dos filas, mandadas por el ayudante y dando frente á los batallones, y una vez incorporados á éstos las banderas con las formalidades prevenidas, pasará la que se llamaba Coronela y era de todo el regimiento (hoy solo existen las de los dos batallones en los cuerpos á pié y un estandarte por regimiento en los montados) á colocarse á la derecha del cuerpo, donde se situarán, á la derecha el sargento mayor (luego jefe del Detall y hoy comandante mayor) y á la izquierda el capellán del primer batallón. El primero debe cruzar la espada sobre el asta de la bandera y dirigir á los soldados la fórmula del juramento, que es como sigue: «¿Juráis á Dios y prometéis al rey seguir constantemente sus banderas y derramar en su defensa hasta la última gota de vuestra sangre y no abandonar al que os estuviera mandando en función de guerra?» Los soldados responden: «—Sí, juramos». Y entonces el capellán, descubriéndose, dice: — En cumplimiento de mi sagrado ministerio, pido á Dios que si así lo hacéis, Él os ayude, y si no os lo demande.» Después los soldados desfilan de á uno, y conducidos por el ayudante, van pasando junto á la bandera, descubriéndose y besando la cruz que forma con la espada del mayor. La ordenanza previene que el abanderado procurará extender la tela de la bandera, como para cobijar á los que juran; pero esto viene practicándose desde tiempo inmemorial de otro modo, el cual consiste en que los soldados desfilan otra vez, y ésta pasan, también de á uno é inclinándose y descubriéndose, bajo la bandera extendida, una de cuyas puntas sostiene con la mano el comandante mayor. Mientras se verifica el acto, las músicas tocan alguna sinfonía ó pieza adecuada y la marcha real al traer y llevar la bandera. La tropa restante presenta las armas. Los que juran van sin ellas». 
Conforme á lo transcrito se ha verificado el acto. Aquí la bandera ha sido el estandarte del Regimiento, que era llevado por el segundo teniente Sr. Camps, y á las músicas militares ha sustituido la escuadra de trompetas. Han tomado parte en el acto unos 120 reclutas. 

El desfile 

Terminada la ceremonia, el coronel señor González Anleo subió al edificio que ocupa la Audiencia, á cumplimentar á las autoridades y corporaciones, dándoles las gracias en nombre del regimiento, por su asistencia al acto. Inmediatamente se puso de nuevo al frente de la fuerza, desfilando ésta por ante el balcón que ocupaban los invitados. Diéronse varios vivas á España, al Ejército y al Rey, entusiastamente contestados por el pueblo y por la tropa. Los balcones de la Plaza Mayor han estado engalanados con colgaduras. — El teniente coronel señor Rivero, recibió, con la amabilidad que le distingue., á las autoridades y corporaciones. —Toda la tropa del regimiento ha tenido esta tarde comida extraordinaria, habiéndose celebrado en el cuartel diferentes juegos y distracciones. — Los jefes y oficiales han festejado el acto de la jura con un banquete. Impresiones La ceremonia de la jura ha resultado un acto muy simpático. Se ha comentado favorablemente el espíritu del pueblo, compenetrado en un todo y por todo con el del Ejército. ¡Bien por los valientes soldados y por los pundonorosos jefes y oficiales de Borbón! Y bien por el pueblo de Salamanca, que grita hoy con nosotros: ¡Viva España! ¡Viva el Ejército! ¡Viva el regimiento de Lanceros de Borbón!